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16 Abril 2024, Puebla, México.

Memoria de México en la guerra centroamericana

Historia |#54acd2 | 2017-07-02 00:00:00

Memoria de México en la guerra centroamericana

Emma Yanes Rizo

 

 

Mundo Nuestro. Esta texto de Emma Yanes Rizo sobre el libro de Mario Vázquez Olivera y Fabián Campos Hernández México ante el conflicto centroamericano, Testimonio de una época (UNAM, CIALC, Artigas Editores, diciembre 2016), fue presentado la semana pasada en el Museo Nacional de las Intervenciones en la ciudad de México.

El libro México ante el conflicto centroamericano, coordinado por Mario Vázquez y Fabián Campos, reúne quince artículos que de manera crítica proponen al lector nuevas  líneas de investigación para tratar de entender la complejidad de la relación de México con Centroamérica en las cuatro últimas décadas del siglo XX, es decir antes de la ruptura de la política exterior solidaria de México hacia esa región, alterada luego de la llegada del Partido Acción Nacional a la presidencia de la República (2000) y al establecimiento de la política neoliberal, que permanece hasta la actualidad.

       Para entender el período que abarca de 1976 a 1996 desde una perspectiva histórica, el libro propone una lectura múltiple con base en fuentes originales antes de difícil acceso[1],  además de una bibliografía actualizada e interesantes testimonios. Desde mi punto de vista puede realizarse una lectura temática del texto, abordando a grandes rasgos las aportaciones de los artículos en los siguientes temas: 1) La política del Estado mexicano hacia Centroamérica y su relación con los Estados Unidos; 2) La solidaridad de la izquierda mexicana hacia las luchas revolucionarias en la región e incluso la incorporación de mexicanos a la lucha armada en Nicaragua, Guatemala y El Salvador; 3) El papel de México como receptor de refugiados centroamericanos; y 4) Entrevistas o testimonios de vida de los diplomáticos mexicanos Gerardo Camacho Vaca (agregado cultural en Nicaragua), Hermilio López Bassols (embajador en el Salvador) y Carlos Plank Hinojosa (embajador en Panamá).

      Sin  dejar de lado los artículos que se refieren al comportamiento de la prensa mexicana en torno a los conflictos centroamericanos, en particular con la cobertura de la revolución nicaragüense por el fotógrafo Pedro Valtierra del periódico UNO más UNO; y el seguimiento al impacto de las revoluciones de la región mencionada en las tesis académicas mexicanas.

      En el primer aspecto destaca el artículo de Mario Vázquez y Fabián Campos Las bases de una política de Estado, 1978-82, en el que los autores determinan  la capacidad de México para actuar en el plano internacional a favor de Centroamérica, deteniéndose en tres momentos cruciales de la política nacional hacia la referida región: La ruptura de relaciones de México con el gobierno de Somoza en 1979, la Declaración Franco-Mexicana de 1981 y la Conformación del Grupo de Contadora en 1983. Esas tres estrategias geopolíticas estuvieron sustentadas en la búsqueda de legitimidad interna del régimen priísta, que acababa de decretar la Reforma Política, como respuesta al descontento social luego de los lamentables sucesos de 1968 y 1971 y al surgimiento de la guerrilla en el país; así como en el interés económico de México dado el auge petrolero, por expandir su mercado hacia Centroamérica. De igual manera, con su política nacionalista y solidaria, México ´realiza  en esa época una abierta oposición a la política intervencionista de  Estados Unidos en el área, que de no detenerse ponía a nuestro país en una frágil posición geopolítica.  Sobre esos temas reflexionan de igual manera Mónica Toussaint y Mireya Tinoco.

 

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Sin embargo atinadamente en el libro se analiza también como el apoyo del gobierno de México a las luchas centroamericanas, contra lo que se suele pensar, no fue uniforme. Según se específica en el interesante artículo de Fabián Campos La Dirección Federal de Seguridad  y los revolucionarios guatemaltecos, 1947-85, México optó por una actitud beligerante contra la primera oleada de la guerrilla guatemalteca (1960-72), situación que con anterioridad a ese artículo no había sido considerada. Campos explica que en mayo de 1970 fueron asesinados en territorio mexicano los líderes chapines del MR 13, Marco Antonio Yon Sosa, Enrique Cacahueque Juárez y Fidel Raxcacu. De igual manera, el octubre del mismo año fue detenido en la ciudad de México en tránsito hacia Cuba el guerrillero guatemalteco Oscar Arturo Palencia, lo que obstaculizó el devenir de esa guerrilla.

      Por su parte, respecto a la solidaridad de la izquierda mexicana con los movimientos centroamericanos, habrá que comentar el interesante artículo de Carlos Planck, que explica el internacionalismo mexicano tanto por razones internas como externas. Entre las primeras razones se encuentra la ya tradición mexicana de apoyo a las causas democráticas, en particular a partir del período cardenista; y en lo externo el éxito de la revolución cubana de 1959; así como la búsqueda para Centroamérica por parte de nuestro país de un camino revolucionario nacionalista y no comunista, para fortalecer la geopolítica del Estado mexicano. Fue en ese sentido, se señala, que la izquierda mexicana y el gobierno llegaron a converger en un objetivo común: la democracia en el área. Es una historia pendiente de cualquier manera, se indica, rescatar la historia de miles de mexicanos que formaron parte de las tareas de solidaridad con Centroamérica, antes y después por ejemplo del triunfo del Frente Sandinista de Liberación Nacional en Nicaragua; y específicamente de aquéllos que se incorporaron a la lucha armada en las guerrillas de Guatemala, El Salvador y Nicaragua.

       A su vez, en relación al papel que ha jugado México como país receptor de refugiados centroamericanos, destacan los artículos de Mario Eduardo Valdez, Joel Pérez, Mercedes Olivera y Miguel Ángel Sandoval, que se refieren en particular a la complejidad de la solidaridad de México con Guatemala, país con el que comparte frontera, dado que la legislación mexicana sólo contemplaba en los años ochenta la figura de asilo político pero no de refugiados civiles, en este caso de campesinos pobres. Fue gracias a la presión que ejerció la sociedad civil hacia el gobierno de México que finalmente nuestro país estableció los campamentos de refugiados en Chiapas, no carentes de dificultades dada la ocasional incursión en la zona del ejército guatemalteco.

       Por su parte, las entrevistas y testimonios de los diplomáticos mexicanos ya antes mencionados, en Nicaragua, El Salvador y Panamá, nos permite conocer de viva voz el nivel de involucramiento personal de los funcionarios nacionales contra las dictaduras centroamericanas, en busca de una nueva democracia regional.

       Una lectura múltiple entonces la de este libro, que al mismo tiempo que rescata el otrora importante papel del Estado mexicano como líder político en Centroamérica, pone de igual manera el acento en la necesidad de revalorar las contradicciones de esa política, por ejemplo en el caso de la guerrilla guatemalteca. El libro señala también una tarea pendiente: la historia y testimonios de vida de nuestros connacionales que participaron voluntariamente en diversas facetas de la solidaridad de México con Centroamérica, sin dejar de lado aquéllos que incluso se incorporaron a la lucha armada,  gran parte de los cuales permanecen en el olvido.

       Tiendo a pensar, después de la lectura del libro, que el papel solidario del gobierno mexicano hacia Centroamérica en esos años no se hubiera consolidado como lo hizo sin la activa participación de la sociedad civil nacional a favor de las causas democráticas.

      Un libro entonces que invita a una reflexión más amplia desde la perspectiva actual de casi parálisis social en torno a la exigencia del papel que  debe retomar México para volver ocupar su otrora liderazgo regional hoy eclipsado tanto por una política represiva ante la oposición interna, como por la simpatía de los gobiernos neoliberales hacia los intereses de los Estados Unidos en el área; que va desde el conocido dicho “Comes y te vas”, del presidente Vicente Fox a Fidel Castro, como la intromisión de Viodegaray en los asuntos internos de Venezuela, pese a su fracaso en la OEA.                     

 [1] Me refiero a los documentos de 1964 a 1982 agrupados en los archivos de la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado (Femospp), integrada en el año 2000 y que puede consultarse en línea http://nsarchive.gwu.edu/NSAEBB/NSAEBB180