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23 Abril 2024, Puebla, México.

Las lluvias de octubre de 1999 en la Sierra Norte de Puebla/ Penurias por la destrucción del sistema de agua potable en Teteles

Medio Ambiente |#61bd6d | 2019-10-06 00:00:00

Las lluvias de octubre de 1999 en la Sierra Norte de Puebla/ Penurias por la destrucción del sistema de agua potable en Teteles

Mundo Nuestro

Mundo Nuestro. Esta crónica escrita por el señor Mateo Montiel León, ganó el primer lugar en el concurso organizado por los realizadores del Archivo Vivo: Las lluvias de octubre de 1999 en la Sierra Norte de Puebla (Revista 105-INAH-BUAP, México,2003). El texto da cuenta de lo realizado por las cuadrillas de trabajadores y soldados para la reparación del sistema de agua potable en la población de Teteles, en la región de Teziutlán. Del esfuerzo extraordinario que supuso esta tarea ante la dimensión del desastre. Refleja también las limitaciones de los gobiernos municipales y la natural corrupción de sus funcionarios.

 

Mateo Montiel León

 

En Teteles de Ávila Camacho, Puebla, escribo esta crónica en el mes de abril del año 2003.

Recuerdo la furia de uno de los elementos de la naturaleza, el AGUA. A mis cuarenta y dos años de vida, por primera vez fui testigo de su poder destructor en aquellos primeros días del mes de octubre del 99.

Mi nombre es Mateo Montiel León, originario de Tételes de Ávila Castillo, Puebla, radico en el mismo lugar y soy padre de tres hijos; dos están conmigo y uno fuera de la población.

Recuerdo cómo el lunes 4 de octubre, mis hijos tenían que trasladarse a la ciudad cercana de Teziutlán, Pue. Porque uno de ellos, llamado Mauriac Montiel Baltazar, trabajaba en una maquila de confección de ropa, y el otro, llamado Isnardo Montiel Baltazar, estudiaba la carrera de Técnico en Informática en el Plantel CONALEP de Teziutlán; y aun así tuvieron que partir, pero ese día ya llovía bastante fuerte y por la tard, empezando a oscurecer, se detectaban derrumbes sobre la carretera Teziutlán-Tlatlauquí y eso preocupaba en casa el regreso de mis hijos.

Al amanecer del martes 5 de octubre, la lluvia era bastante intensa y en algunas de las casas a orillas de la carretera empezaba a penetrar el agua; la avenida Maximino Ávila Camacho (carretera Nacional) se había convertido en un río, así como varias calles más de la población. A las 6:30 AM. aproximadamente, por la radio se empezó a dar aviso de que varias escuelas suspendían clases para no poner en riesgo a los alumnos.

Para la tarde de ese día la lluvia era ya bastante fuerte y la circulación en la carretera nacional se comenzaba a suspender, porque en varias partes era sumamente peligroso el paso vehicular debido al desgajamiento del terreno.

Amaneció el 6 de octubre, miércoles; en muchas partes el agua ya había destruido viviendas, carreteras sin circulación estaban dañadas y se escuchaba por la radio de muchos damnificados en la región. Ese día aquí en Teteles por la mañana, ya no se tenía agua potable, porque en varias partes de los ríos se habían llevado la tubería. Ya tampoco se tenía luz eléctrica y no podía uno salir a comprar alimentos porque las calles eran verdaderos ríos. Yo vivo en la avenida 5 de mayo 164, colonia Zitalapa, y ese día frente a mi casa no podíamos cruzar la calle porque el agua que pasaba tenía una altura como de 15 cm. Por 5 m. de ancho de la calle.

Al amanecer del jueves 7 de octubre se tiene por costumbre celebrar la feria del pueblo, pues se festeja a la Virgen del Rosario cada año, pero con todos estos acontecimientos sólo se pensaba en sobrevivir; así como empezaba a aminorar la lluvia ese día se planearon brigadas para limpiar la carretera del lodo, grava, arena y basura, y también las calles del pueblo. Fue necesario acarrear algunas ayudas de agua y alimentos al hombro por caminos lodosos como primera acción.

El viernes 8 de octubre, como a eso de las ocho de la mañana, acudió a mi casa el suplente del regidor de salubridad, el señor Eloy Rojas Lemini, a solicitar mi ayuda para levantar un reporte de daños a las redes de agua potable del pueblo. Aunque no tengo suficientes estudios, conozco mucho en reparaciones y cuento con herramienta apropiada para estos casos.

Aquí en la población existen tres redes de abastecimiento, y acordamos con el regidor empezar por la red llamada Chalahuico-Zitalapa y al dirigirnos hacia la ruta. ¡Cual sería nuestra sorpresa!, que no podíamos pasar un pequeño arroyuelo de 40 cm. de ancho y como 20 cm. de hondo, pero en ese momento medía como cuatro metros de ancho y de un hondo un metro; así que tuvimos que derribar un encino como de 7 m. de alto para poder cruzarlo; fue así como montados en él atravesamos el río.

Así llegamos justo al lugar del nacimiento de agua y encontramos bastantes árboles tirados, unos encima de otros; también sobre el tanque de captación y almacenamiento. En ese momento nos invadió la tristeza y pensamos que todo había sido destruido, pues lo que veía era solo una planada arenosa sin ningún vestigio de que ahí había existido algo, todo estaba asolvado y lleno de arena por tanto derrumbe.

Desilusionados por no encontrar nada, empezamos a levantar el reporte de daños de la tubería y en una parte encontramos 24 metros destruidos por rocas que chocaron con la red de conducción de un peso entre de dos a tres toneladas aproximadamente, y me llamo la atención porque en ese lugar no había piedras de ese peso y tamaño. Lo más que había serían de menos 80 kilogramos.

Seguimos caminando y encontramos otros 24 metros aproximados destruidos porque el río se metió a tierra firme como seis metros y arrancó la tubería; en ese tramo hubo que buscar otra ruta alterna más alejada del lecho del arroyuelo, previendo quizá que esto se repita en algún tiempo, tramo que resultó ser de 60 metros lineales aproximados. Siguiendo la ruta de conducción encontramos otro desperfecto de 12 metros en tubería galvanizada de tres pulgadas de diámetro los cuales al derrumbarse una parte de terreno demasiado pendiente se fue hacia abajo la tubería. Enseguida en un tramo cercano otros 12 metros. se tenían que renova la tubería por habérsele caído encima dos encinos como de 12 metros de alto. Todos estos árboles tuvimos que trozarlos con moto sierras para poder reparar esta línea de conducción.

Más adelante otro derrumbe dañó un tubo galvanizado de seis metros de largo que también reparamos. Siguiendo la línea encontramos destrozado un tramo que había sigo un pequeño paso de tubería sobre el arroyuelo, éste último de entre 50 y 60 cm. de ancho y unos 20 cm. De profundidad, pero en ese momento era una verdadera playa como de 8 metros de ancho en la cual no existía nada de tubería, había sido arrastrada junto con una válvula metálica de dos pulgadas. Y el tramo tuvo que ser reparado en forma aérea para evitar su destrucción posterior.

Regresamos con el reporte efectuado ese día viernes por la tarde. Dialogamos con un enviado de CNA (Comisión Nacional del Agua), quien tomó nota del material que se necesitaba para reparación, para él a su vez comunicárselo al gobierno del estado para su pronta ayuda.

El día sábado, 9 de octubre, empezamos por reconstruir una línea de conducción llamada Texcalaco para esa misma comunidad, tarea que constó de tres tubos galvanizados de tres pulgadas de diámetro por 18 metros de largo, ya que anteriormente el arroyuelo por el que pasaba era como de 30 cm. de ancho y 20 cm. de altura y que con la inundación fue como de 2 metros de ancho y como por un metro de alto, la cual reparamos en dos días entre el suplente de regidor, Eloy Rojas Lemini, Clemente Montiel León y su ayudante Mario Méndez Galicia, algunos cuantos vecinos del lugar y yo. Al terminar, pasamos a reparar la línea de conducción llamada Coacalco-Teteles, que es la que abastece el centro de la población y que consta de seis pulgadas de diámetro y fue destruida en seis partes.

Empezamos por levantar el reporte de daños y de los materiales se necesitaban para su reparación. A media semana próxima fuimos dotados de tubería metálica de fierro negro de ocho pulgadas de diámetro y 6 metros de largo, la cual tuvimos que adaptar a la de seis pulgadas que es de asbesto. Así que empezamos a bajar esa tubería de fierro pero era bastante pesados y como era cuesta abajo tuvimos que ayudarnos con reatas para irlos deteniendo y otros con estacas para que no nos ganara su peso; pero como al as dos horas de empezar, llegó el Ejercito Mexicano con aproximados 90 soldados y esto se puso bueno entre 20 soldados se cargaron un tubo de 6 metros de largo por ocho pulgadas de grueso, cruzando brazo con brazo caminaron una distancia como de 400 metros, pero el problema era lo empinado del terreno.

Entonces optaron por arrastrarlos con Jeeps militares como 250 metros, y de allí, como los soldados traen unas cuerdas colgando de su hombro izquierdo, las desenrollaron y amarraron los tubos para poder ir deteniéndolos en los más empinado; en ese primer lugar se bajaron cinco tubos y una planta grande para soldar de gasolina. Allí se trabajaron tres días; enseguida acudí a otro lugar con el ejército llamado Huixta, para bajar otros tres tubos de la misma medida. Este movimiento fue un poco más fácil, puesto que había camino, aunque un poco destruido y muy resbaloso, pero a una distancia como de 300 metros nos encontramos con el río llamado Tzoncoyotl que había crecido como 2 metros de alto por 18. de ancho, destruyendo la línea de conducción.

Al día siguiente llegaron los soldados que habían contratado la dependencia estatal de SOAPAP; todo ese día unieron los tubos y sus adaptaciones. A la mañana siguiente con los mismos soldados nos aprestamos a colocar ese tubo de 18 metros por 8 pulgadas de ancho, para eso participaron como ocho soldados cruzando brazo con brazo para juntar los hombros y poder así soportar su peso. Ya estando listos se me pidió que me metiera al río como conocedor del lugar y caminara al frente del ejército; pero como a  los nueve metros de haber caminado me encontró con un hueco en el fondo del río y me sumergí de pronto y el río me golpeó la cara porque tenía todavía bastante fuerza de arrastre y me regresó como a tres metros estando a punto de ahogarme puesto que no podía levantarme, solamente me detuve de algunas piedras que encontré, si no, el río me hubiera llevado muy lejos. A los soldados tras de mí no los arrastraba por el mismo peso del tubo, y por ser muchos se afianzaban más fácilmente, aunque el agua les cubría hasta la cintura. Finalmente, con mucho esfuerzo, logramos atravesarlo, puesto que nos ganaba la potencia del agua. El cauce normal de este río es como de 30 cm. De alto por dos metros de ancho.

Aquí sucedió algo curioso y determinante, pues al reportar con un radio de comunicación del cual había sido dotado y que en ese momento se averió, el presidente municipal se enfureció diciéndome que mejor lo hubiera dejado guardado en algún lugar seguro donde no se mojara; a lo cual yo le contesté: “¿Y qué hubiese pasado si yo me hubiera muerto?”, y también le dije que si ese era el problema yo se lo pagaría, nada más me diera tiempo para juntar el dinero del costo del aparato, porque como soy una persona de muy escasos recursos económicos, me iba a ser difícil pagarlo. En ese momento ya me había hecho enojar po que mi ropa estaba mojada y temblaba de frío, además de que apestaba muy feo por el agua lodosa. Después, más calmado reaccionó, y me dijo que se me ayudaría económicamente más adelante, resultando que después solo me dieron un pago, un solo pago de 260 pesos por 16 días de trabajo. A lo cual tenía yo ganas de dejarlo allí sobre el escritorio, por ue esto era para mí una burla; pero era tanta mi necesidad puesto que había conseguido prestado como 800 pesos y tuve que tomarlos.

Este dinero era del llamado empleo temporal que el gobierno del estado había entregado al presidente municipal y del cual mucha gente se quejó de que nunca les pagaron.

En esto quedé bastante contrariado, y aquí esta lo determinante, puesto que el presidente municipal nunca supo resolver este problema del agua; y cada vez que visitaban este lugar SOAPAP, CNA y CEASPUE, yo era el que tenía que hacer las solicitudes de materiales ante estas dependencias las cuales nos surtieron del material por triplicado, así que ordené que  e almacenaran en el Auditorio Municipal; y después resultó que mucho material desapareció porque solo ellos abrían y cerraban el lugar.

Así me he dado cuenta de que el gobierno a veces da la ayuda necesaria, pero que por tener ediles que no tiene la suficiente capacidad para administrar una presidencia, como ha sucedido en las dos administraciones pasadas y la actual, las obras no se hacen con el 100% de calidad y responsabilidad.

Al terminar la reparación de la línea de conducción Coacalco-Teteles, vuelvo nuevamente a la línea de conducción Chalahuico-Zitalapa y con el ejército el día domingo 17 de octubre empezamos a rastrear y nos dimos cuenta que corrían un pequeño hilillo de agua como de media pulgada y siguiendo su ruta encontramos que salía de una respiradero del tanque de captación que estaba bajo un árbol caído, y con un machete quitamos algunas ramas y efectivamente así era; empezaron a quitar la arena con pala y como a 40 cm. de profundidad hallamos la punta de la respiradera, ese descubrimiento nos confirmó que el tanque sí existía y los nacimientos también y que estaban repletos de agua; se hicieron grupos de cuatro soldados para remover la arena en el primer manantial por turnos de 5 minutos para poder quitar todo lo posible, sin embargo volvía a derrumbarse, pero aun así logramos encontrar la tapa metálica que la cubría.

Entonces ordené que así se quedara para posteriormente regresar con personal para trabajar. Pero como a los cinco minutos de nuevo estaba como cuando llegamos, pues volvía acomodarse la arena. El ejército se fue al día siguiente a brindar su ayuda a otro lado. Al jueves siguiente, 21 de octubre, llegue con 17 trabajadores bajo mis órdenes para limpiar el lugar, y en dos semanas habíamos quitado aproximadamente como 23 camionadas de volteo, porque al quitar la arena parecía demasiada agua y era difícil llenar las carretillas de arena por lo pesado y por tener que subir una cuesta como de 12 metros de largo para trasladar la arena a otro lugar alejado; mientras que algunos cortaban los árboles caídos con machetes, hachas y motosierras, pero era algo difícil porque había ramas enterradas como a un metro de profundidad y las palas casi no penetraban.

Estuve al frente de la gente del 21 de octubre hasta los primeros días del mes de enero del año 2000, porque mi gente y yo estábamos aburridos de que el fin de semana no se nos pagaba a tiempo, a veces se nos pagaba hasta el domingo o lunes y para eso había que andar buscando al presidente municipal y todavía se enojaba; así que el personal optó por abandonar el trabajo. Lo continuó una empresa privada hasta el final.

Tengo mucho material que podría hacer sobre este trabajo, pero como no tengo cámara de video, ni cámara fotográfica para reflejaren imagen la destrucción causada por este fenómeno y esto por la limitación económica.

Por la atención prestada a esta crónica, les reitero mis más sinceras gracias.

Anexo a esto, una copia del reporte de daños entrada a la CNA estatal y requerimientos para reparación, eso es todo.