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16 Abril 2024, Puebla, México.

Agua y presupuesto: un tema de seguridad nacional

Medio Ambiente |#61bd6d | 2016-08-29 00:00:00

Agua y presupuesto: un tema de seguridad nacional

Verónica Mastretta

 

Vida y milagros

(Ilustración tomada de la revista Nexos)

 

En el Plan Nacional de Desarrollo 2012-2018 se declaró todo lo relacionado con el abasto, aprovechamiento, cuidado y utilización del agua, materia de SEGURIDAD NACIONAL.  Sin embargo, dicha declaratoria no ha tenido un acompañamiento presupuestal equivalente al tamaño del problema ni desde el Congreso de la Unión, y muchísimo menos desde los congresos locales, en los que el tema del agua no solo no es prioritario, sino que ni siquiera tiene una armonización con el presupuesto federal, aun cuando la deficiente gestión del agua está ya generando un altísimo estrés hídrico y de salud en muchos estados del país.

 

 No solo es la falta de agua, sino su poco cuidado y erróneo aprovechamiento y explotación lo que ha puesto el tema  en el foco rojo de la seguridad nacional. Prácticamente no hay una cuenca sin algún grado de contaminación en México, aunque los grados de la misma varían. Y no hay una cuenca en que hasta la última gota de agua, aunque esté contaminada, no tenga alguien que la espera y necesita, alguien dispuesto a pelear o a matar por ella.

 

En cuanto al saneamiento, de todas las plantas de tratamiento construidas  en el país, casi ninguna funciona por diferentes motivos técnicos o financieros. Muchas se construyen sin tomar en cuenta los mecanismos financieros necesarios para costear su operación y dejan de funcionar cuando a los ayuntamientos les llega el primer recibo de luz, casi siempre impagable. No hay políticas públicas que apoyen energías sustentables o cuotas preferenciales de luz para operar las plantas tratadoras.  Normalmente la federación paga las plantas, pero en los estados y municipios no se hacen cargo de planear y costear su operación.  Otras plantas operan mal porque no están diseñadas para tratar todo tipo de aguas residuales. Tratar juntas aguas de diferentes calidades es muy caro. Las plantas diseñadas para tratar aguas domiciliarias  colapsan con la mezcla de aguas industriales que no debieran entrar sin tratamiento a los colectores municipales. Cientos de industrias descargan sus aguas residuales escondidas en los drenajes municipales y no toman en cuenta en sus costos de producción el tratamiento del agua que utilizan. Por otro lado, la capacidad de cobro del agua y de su saneamiento por parte de los ayuntamiento, o es insuficiente o de plano no existe. Y así, cientos de ayuntamientos e industrias contaminan  ríos, lagos y mares sin que la autoridad pueda construir un orden en la gestión del agua. 

 

 El cobro de la factura de la mala gestión del agua ya está en la puerta y el pago saldrá a costa de sacrificar otros rubros del presupuesto.

 

Hace dos semanas los diluvios provocados por la tormenta "Earl" dejaron a su paso en la sierra norte de Puebla cerros que se desgajaron como arena porque ya no tienen árboles que sostengan la tierra, erosionados porque los han deforestado para usarlos en cultivos agrícolas. La falta de ordenamiento territorial, de políticas públicas que apuesten a la sustentabilidad y los cambios inadecuados de uso del suelo van lentamente pasando la factura. Más de 50 muertos y miles de personas afectadas por la pérdida de su patrimonio han quedado atrás. Es otro pedazo más del rompecabezas de la crisis del agua que debe abordarse como un todo. Se van los árboles y con ellos la tierra y el agua.

 

El ciclo del agua en nuestro país está hundido en un círculo vicioso que solo puede romperse con planeación, paciencia y un presupuesto bien construido a largo plazo, bien vigilado y aplicado con inteligencia.

 

Vida y milagros

 

Los presupuestos estatales destinados a la gestión del agua han sido mínimos desde hace muchos años. ¿Qué hará nuestros congresos locales al respecto este año? ¿Qué decidirán los senadores y los diputados federales con respecto al presupuesto nacional destinado a la gestión del agua? ¿Qué harán para comprometer a los gobernadores y a los congresos locales para hacer sus aportaciones equivalentes en los estados? ¿Qué harán para priorizar lo fundamental sobre la banalidad que suele regir las decisiones en el gasto público? Si el mismo Congreso de la Unión tiene catalogado este tema como de seguridad nacional, los diputados y senadores antes que nadie deberían de hacer el trabajo sin necesidad de presiones. No soy optimista al respecto ni podemos esperar que así sea.

 

Muchos problemas pueden posponerse, la falta de agua no. Cada vez somos más los convencidos de la importancia de actuar ya, pero ignoro si somos suficientes como para hacernos oír.

 

 En septiembre se inician nuevos periodos de sesiones en los congresos locales y en el Congreso de la Unión. Se alistan ya las prioridades pero éstas se rigen usualmente por las presiones de los gobernadores y su insaciable sed de lucimiento inmediato. ¿Será la agenda del agua sujeta a recortes otra vez?

 

 La urgencia de hacer un uso sustentable del agua requiere de toda la voluntad política de quienes gobiernan y también del esfuerzo, la coordinación y la disciplina de los tres niveles de gobierno en todos los estados del país. No hay un estado que se salve y que apruebe un buen manejo del agua. Todos están en crisis. El cuidar el agua y restaurar las cuencas hídricas no  ha sido atractivo  porque no tiene rendimientos políticos inmediatos. ¿Habrá que esperar a que lleguen las guerras por el agua para priorizar su atención en el gasto público? 

El problema del agua requiere de estadistas, no de políticos.

El marco jurídico existe pero no se cumple. Todos los gobiernos estatales o municipales, las concesionarias de agua y miles de industrias deben millonarias multas a CONAGUA por violar la normatividad.  Las instancias encargadas de aplicar las normas ambientales en materia de agua son muy débiles y los recortes presupuestales amenazan con debilitarlas aún más.

El año que viene se dará al INE y a los partidos políticos miles de millones de pesos otra vez. Como no, si ellos mismos desde los congresos parten y reparten el dinero con criterios para mí incomprensibles. Sería bueno encerrarlos en las cámaras de diputados una semana, sin agua en los baños y con una botellita de agua al día como toda ración. A ver si así se sensibilizan y entienden.

Los lujos del siglo XXI serán cinco: aire limpio, agua suficiente y potable, el silencio,  el espacio y la privacidad.  Sin aire podemos vivir tres minutos, sin agua, quizás tres días. Y la estamos perdiendo porque casi todo se ha hecho mal o ha sido insuficiente. Priorizar el tema del agua en la agenda legislativa con toda energía es una acción indispensable. Ojalá que no esté llegando demasiado tarde o que una vez más a los legisladores les parezca postergable.