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17 Abril 2024, Puebla, México.

10 de Mayo/Lo demás no existe

Sociedad |#c874a5 | 2018-05-10 00:00:00

10 de Mayo/Lo demás no existe

Verónica Mastretta

(Ilustración de portadilla, Ticatla 2012)

¡Hola! ¿Con quién hablo? ¿Conmigo misma, contigo que lees esto, o con mi otro yo, el que cada vez ocupa más parte de mi tiempo mental? El otro yo, el que antes deambulaba furtivo por los límites  de mi conciencia diurna, apareciendo a ratos en los momentos en que no sabía  si estaba dormida o despierta, entre un mundo y otro. El yo nocturno, otrora Gran Duque oficial del Mundo de los Sueños y las Fantasías, y hoy conquistador orgulloso de mi vida diurna, a la que cada día le come un pedazo de territorio para no devolverlo jamás, hasta no saber si el mundo en el que vivo  o mis recuerdos, son algo  que soñé, que vi en el cine, que alguien más  platicó, o  que simplemente inventé en un duerme vela que se vuelve más real que lo vivido. Bueno,  con quien sea que hablo, te saludo después de sobrevivir a un día de la madre oficial, ese que dura un día, aunque yo sé que el día de la madre corre a diario por los mundos de todos, por las mentes de los hijos que todos hemos sido, y que, como bueno hijos de hombre y mujer, en el día a día abonaremos parte de nuestras desgracias e infortunios a las cuentas de nuestras madres, en especial si siguen vivas. ¡Ay las madres que tuvimos y que somos! Nunca queda uno bien, ni quedaron bien con uno, hasta que vimos desvanecerse en el aire  y para siempre lo que fueran sus cuerpos, más queridos que nunca cuando se han esfumado. Ay las madres --sin son de miel empalagan, si de barro, descalabran-- , como dicen de las suegras. Si se les pasó de amor, resulta que te asfixiaron, y si les faltó, ay de ellas, resultarán responsables de parte de las desdichas que  a los hijos les sucedan. Nada más falso que eso. Pero leí una frase que no recuerdo quien  escribió: "Cuando uno toma la vida en sus manos y se responsabiliza de ella, pasa una cosa terrible: ¡No hay a quien culpar! Duro de aceptar, pero  muy liberador a la larga. Pero antes de que llegue ese momento, si es que algún día llega, gran parte de las culpas serán dirigidas a las madres. Pero eso sí, se les dedica su día. Será para compensar las cargas de culpa que les endosamos y que a su vez nos generaron. Y es lógico, nadie es perfecto, pero si de alguien se espera perfección en el arte de la crianza, es de las madres, y si a alguien no se le tiene tolerancia en el error, es a las madres, quienes siempre al empezar, serán, por ley de vida, inexpertas, por más ganas que le echen al asunto, por más que se esfuercen y lean hasta el hartazgo el manual de "Tu hijo, tu hija, ese desconocido". He llegado a la conclusión que desconocidos somos todos de todos y que nos vamos conociendo cada día aunque tengamos años y siglos de tener a alguien junto. ¿De ahí vendrá la frase de "me desconoció"? La vida es mayoritariamente una caja de sorpresas en la que cada día, aquellos a quienes creímos conocer, incluso a nuestro propio yo,  nos sorprenden con artes nuevas de malabarismos y recovecos insospechados.

¿Por qué he caído en hablar de esta fecha inventada para honrar a las madres a las que para darles más libertad se les alarga el cable de la plancha justo el diez de mayo? ¿Sabían que lo que más se les regala a las madres son artículos electrodomésticos?  Una chulada. ¡Pero que negatividad la mía! La verdad es que no me gustan las fechas fijas de celebración,  y las veo cernirse sobre mí, cuando se acercan,  como una amenaza: "Ahí viene la navidad", "ya se acerca el puente de muertos”, "las bodas de plata”, "las de oro”, "el año nuevo", en una semana es el "día de las madres", o el peor, "mañana es mi cumpleaños". Ay los besos y abrazos obligados. Les hui desde niña. Aunque jugo sí que  le sacaba a mis cumpleaños a lo largo del año, en que a cuenta de mis cien pesos de regalo,  en el día a día cotidiano, le pedía a mi comprensiva y olvidadiza mamá, innumerables anticipos.

Adoro  la cotidianidad y sus acertijos, las celebraciones insospechadas, furtivas, calladas. Por ejemplo, una larga conversación que florece, inesperada, y  en la que de manera exitosa y por largas horas vamos pasando de un tema a otro de manera divertida, sin discusión airada, sino llena de aciertos, simpatía, ocurrencias, sensatez y emoción. Todo a la vez. Esa celebración es una de mis favoritas. La gozosa conversación que puede surgir debajo de una escalera, en el asiento de un avión, en la mesa en la que te sentaste a desayunar, o en un encuentro en el mercado; el lugar es lo de menos, el momento es lo de más. Las celebraciones pueden darse en un viaje  inesperado, que sucede como si flotaras en seda, en el mirar un paisaje familiar iluminado por una luz especial, la reunión con tus amigos más queridos y las tenaces coincidencias que la distancia no borró ;  celebro los años de distancia que desaparecen cuando me vuelvo a sentar con mis cuatro  hermanos a reírnos y conversar, a acompañarnos,  como si estuviéramos  aún en el jardín de la infancia; una ida al cine en que la película resulta extraordinaria, Schumann sonando en el coche con una sonata que te hace detener el coche en una esquina, escuchar cantar a María Callas  y descubrir toda la pasión concentrada en una voz humana; una caminata con los hijos que ya van cuidando de ti, en lugar de que tu cuides de ellos; la alegría  y éxitos de las personas que más quieres, el verlos remontar mares turbulentos en pequeñas barcas que los salvan y sacan adelante, o los primeros pasos hacia la autonomía de nuestros hijos o los hijos de nuestros hijos.

Y hay celebraciones que nos abarcan a todos: un momento feliz en la vida de la patria, que los hay, aunque pareciera que  no existen porque  clavamos la vista en el número de  muertos de hoy, las balaceras, los fraudes, las malas conductas,  o los millones de spots idiotas del grupo de los diez,  incluidos los que dicen tener  la "letra pequeñita" en la boleta. También la vida de la patria regala festejos. Me sucede cuando entro a un mercado en domingo y me dejo robar el corazón y los sentidos por las flores, semillas,  el olor del pan de agua, las verduras extrañas, y el trajín y enjundia de todos los que le dan vida a un lugar así. Ahí también están las pequeñas fiestas de la patria.

  En El país de las maravillas de Alicia, supuestamente regido por la lógica absurda de los sueños,  se celebraba el NO-CUMPLEAÑOS. Cada vez me parece menos absurda esa lógica, o más bien, cada día se me borran  un poco  más los límites de arena entre el mundo de los sueños y  la realidad, más nebulosa que los sueños mismos. Espero que hoy los sorprenda un lunes no-festivo, con un festejo  oculto entre la manga. Que hayan sobrevivido al día de la madre sin culpar y sin culpas, y sin extrañar demasiado a su madre si ya no está con ustedes. Que tengan un buen lunes, que logren encontrar en medio del estercolero mediático una buena noticia, una prometedora película anunciada en cartelera, el concierto por venir de Joaquín Sabina, o la última edición de un libro prodigioso. Que la vida cotidiana les parezca amable, independientemente de los problemas de la patria, de la madre de la patria, de los pueblos originarios de América, de los pueblos que emigraron de África y poblaron el mundo,  y de los herederos de los hombres de las cavernas, que somos todos. Todos venimos del mismo lugar y hacia el mismo lugar nos dirigimos, aunque vayamos en diferentes carruajes, con vestuarios extravagantes o sencillos, por caminos ignotos o trillados. Solo tenemos cada día y sus desafíos, lo demás, no existe. El lunes es el día primero de la semana, el rey de la cotidianidad y el  día del destierro de las estúpidas expectativas y las fiestas obligatorias.

Posdata para madres sobrevivientes: Si ya los hijos te tratan como si fueras adolescente  con problemas de actitud  y te dicen las mismas cosas que tú les decías a ellos cuando tenían quince años, no es momento de preocuparte hondamente, sino de hacer lo que se te pegue  la gana con el único propósito explícito de ser lo más amable posible, dejando  a un lado la rudeza innecesaria. Ya tienes la vida en tus manos, ya no hay a quien culpar, ni aceptarás que te carguen errores humanos por culpas dolosas. Sigue hablando con extraños y extrañas, escucha  música, arriésgate con un nuevo concierto, disfruta el silencio del cuerpo que se llama salud, trata de manejar con limitada precaución, viaja sola,  haz nuevas amistades que se vuelvan  largas, no dejes de ir al cine, mucho menos de leer,  mira mucho y con calma a la naturaleza y sube más la vista del suelo hacia el cielo. Trata de  no pensar más que en el hoy. Lo demás, no existe.