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29 Marzo 2024, Puebla, México.

Desde el ALDIVI: Diario de un viaje alrededor del mundo (La Montaña que nos recibe)

Sociedad |#c874a5 | 2019-05-26 00:00:00

Desde el ALDIVI: Diario de un viaje alrededor del mundo (La Montaña que nos recibe)

Bernadett Sánchez del Castillo

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13 de abril de 2019

 

Sábado



Llegamos a las 6:30 de la mañana a la bahía de TAONA en HIVA-OA, una de las islas marquesas más grandes. Nos recibe al amanecer con una majestuosa montaña verde que poco a poco se deja ver. Las nubes la rodean y forman figuras muy interesantes, y las olas rompen en sus acantilados y saltan alto como bailarines que logran siluetas irrepetibles. Lentamente nos acercamos y podemos notar su atascada vegetación que a la luz del sol intensifica sus mil tonos verdes y me imagino que, por la humedad, brillan más de lo que yo he visto antes. Vemos a un hombre que rema con todas sus fuerzas, en un Kiak largo, se acerca un poco al barco y escuchamos el primer ¡“BONJOUR”!!! Y de los pulmones como micrófonos le gritamos de regreso el mismo saludo; yo no sé qué tengo con el francés que me emociona tanto, amo poder lograr la combinación de sonidos guturales, quiero platicar con más personas, con muchas, ¡y si es en francés mejor!!! 

 

La imagen puede contener: una o varias personas, personas de pie, cielo, niños y exterior

Qué emoción, qué intriga, qué ganas de saber más de este lugar. Nos acercamos lentamente y huele a tierra mojada, un deleite, escuchamos un gallo y vemos una mosca, parecieran cosas de todos los días, pero para nosotros en este momento son sonidos y olores anhelados; podemos ver algunos techos que se asoman entre mil árboles. Rodeamos entonces una pequeña entrada a la bahía y comenzamos a ver otros barcos ya anclados y le agradezco al nuestro, qué suerte tuvimos de encontrar esta maravilla de velero, hay otros de aluminio que se ven igual de rudos que el nuestro pero me gusta más este, el ALDIVI es único, es imponente, salen personas de sus veleros a vernos llegar y dos veces nos saludan con mucha amabilidad, me doy cuenta que lo hacen para ver si todo está bien, así son la cosas en el mar, aunque no se conozcan se saludan y se cuidan.

Nos logramos anclar, ¡y ya nos queremos bajar!!!! ¡Queremos conocer!!! En la guía de Polinesia que estamos consultando dice que le gendarmería está a cuatro kilómetros, ¡vámonos caminando!!! De todas formas, no tenemos coche, y en la isla no hay taxis, pero lo que no pensamos es que son cuatro kilómetros, pero de subida por la montaña, ¡en pavimento, con calor y humedad!!! Los niños que al principio no podían dejar de correr de la emoción y las ganas de mover las piernas, se cansan y Vital se queda un poco atrás y grita, ¡espérenme, mis patitas son más cortas!!! es sábado y nadie trabaja, vemos poquísima gente en la calle, y resulta que la gendarmería está cerrada, aunque en su horario pegado a la puerta y en la guía decía lo contrario; los Fedes, que son mucho más veloces solos que nosotros cinco, de alguna manera hacen magia, aparecen con un coche rentado, ¡qué maravilla!!! Es un coche mini para 4 personas, pero al menos algunos caben, ¿de donde lo sacaron? ¿en qué momento? Da igual, yo estoy cuidando hijos, hay cosas que no me da tiempo de organizar. Bajamos a una playa de piedras a los pies de la montaña donde había mucha gente, las mujeres jugaban Bingo y los hombres bochas, unas pelotas metálicas pesadas; tal parece que está ahí todo el pueblo, es curiosa su actividad sabatina, al parecer celebran algo pero no logro entender qué es, observo que hay señores, señoras y niños, pero jóvenes de entre 15 y 20 años no veo, ¿por qué será?

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Las mujeres y los hombres son gruesos, tienen pieles como focas, lampiños, morenos y lisos, solamente veo a una niña que me parece preciosa, los demás honestamente no; me fijo que algunas mujeres llevan flores atoradas detrás de sus orejas, eso quieren ver mis ojos, cultura, tradiciones… Me explican que si la llevan en la oreja izquierda, quiere decir que están comprometidas, ¡me encanta! Se sientan en tapetes en el piso y se escucha un Ukulele. Estoy feliz de estar aquí. Sigo observando, me fascinan sus tatuajes, quiero saber todos sus significados, creo que tienen mensajes maravillosos, esta cultura es la pionera en ese mundo que hoy es masivo, aquí un tatuaje es símbolo de belleza y sólo se lo pueden hacer hasta que eres adultos, pues si la piel se sigue estirando el tatuaje se deforma; llegué a considerar hacerme uno llegando aquí, en la cuna de esta ideología, uno que represente el cruce del pacífico y nuestra familia, o la bandera de la Paz que me tiene conmovida; me pinto con plumón uno en el tobillo y uno en la muñeca, para ver si me siento cómoda, pero les tengo pánico y no estoy preparada todavía, así que por el momento me rajo. 

En la tarde las nubes suben por la montaña y al estar detrás de ella, se arremolinan en forma de un chongo visto de perfil, lo mágico es que las nubes que siguen barriéndose para subir a la punta de la montaña, una vez arriba parecen pelo recogido, incluso peinado hacia atrás, y la montaña una cara. Asombroso, no hay pierde, tengo la foto. 

 

Domingo

 

Un delicioso descanso bien merecido es lo que necesitamos. Nos vamos a pasar el día a un hotel en lo alto de una montaña de la isla, con un pequeño buffet para desayunar, alberca, señal de internet, sombra, viento que sopla y no deja sudar la piel, una delicia, con una vista espectacular a la montaña que poco a poco te enamora, no puedo dejar de verla, una luz muy especial la ilumina, llena de un exceso de vegetación, se parece mucho a algunas zonas de México.

Nos hacemos la pregunta, ¿la conclusión del viaje será que no hay como nuestro país? Me parece egoísta pensarlo así, no hemos vivido nada todavía de este mágico lugar, pero la gente nos sonríe, nos saluda, nos ayuda y nos hace sentir como en casa. Qué bonito es el contacto con los humanos que amablemente te responden, aunque sea en otro idioma pero que con sus ojos te hablan con cariño. 

 

 

 #Día3 en la Polinesia Francesa, desde muy temprano nuestro capitán arregla el #ALDIVI. Les mandamos un abrazo desde isla Hiva Oa.
#SoltandoAmarras #ViajeConCausa #MensajeDePaz

 

Me paseo por el buffet y me sirvo todo lo fresco que encuentro, quiero fruta y verdura que me vitaminen, extraño esos sabores, texturas, jugos, me sirvo un plato con fruta, un poco de papaya que aquí es muy chiquita y más amarilla pero está muy buena, cuadritos de manzanas y de pronto pruebo unos gajos de “pamplemuse”, la toronja que se da en cada esquina de este tropical lugar, qué gozada; exprimo un gajo y mi cuerpo absorbe su sabor, jugosa, fresca, dulce y deliciosa, de un color verde-amarillento-trasparente, y los gajos son inmensos, no puedo evitarlo me vuelvo a servir más, mi siguiente plato son jitomates con mil manchas amarillas y un poco de lechuga,
que acompañó con un trozo de baguette crujiente y esponjoso, calientito recién llegado a esa mesa que vemos con ojos de hambre y de antojo; los niños también quieren fruta. Qué verdaderos manjares nos ofrece la naturaleza, qué bueno que ahora los valoramos más.

 

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