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16 Abril 2024, Puebla, México.

Carlos Denegri, un periodista peligroso como el arsénico

Sociedad |#c874a5 | 2019-08-26 00:00:00

Carlos Denegri, un periodista peligroso como el arsénico

Verónica Mastretta

Vida y milagros

 

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A mediados del siglo XX, Carlos Denegri era el líder de opinión más influyente de México. Reportero estrella del diario Excelsior, tenía una red de contactos envidiada por todos los periodistas. Mimado por el poder, sobresalió por su falta de escrúpulos, al grado que Julio Scherer lo llamó el mejor y el más vil de los reporteros. Podía difamar a cualquiera con una impunidad absoluta. 

 

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Enrique Serna (México,11 de enero de 1959) el escritor mexicano autor de cuentos, novelas y ensayos, presenta su último libro titulado "El vendedor de silencio", una novela basada en la vida de Denegri, el periodista que solía cobrar más por lo que callaba que por lo que publicaba o decía.  Serna ha escrito mucho acerca de personajes de la vida política, intelectual y de la farándula mexicana. Tiene el tino, el conocimiento y el humor precisos para describir sucesos que ocurrieron en México en épocas que se remontan al siglo XIX, al siglo XX y hasta nuestros días. Será interesantísimo leer esta historia novelada de Carlos Denegri, autor de columnas políticas y conductor de programas de noticias que hacían temblar a la clase política mexicana. Carlos Denegri es recordado como el rey del chantaje y el soborno por medio de sus escritos. Fue además un misógino, un mujeriego, un adicto al trabajo y un alcohólico de mucho cuidado. 

 

Viene al caso hablar de Carlos Denegri porque el personaje encarna muchas de las cosas que aún padecemos en México, casi idénticas a como fueron ayer: el periodismo del chantaje, el del cobro de extorsión para acallar la verdad, el de la calumnia y el de la lambisconería al mejor postor del momento.  El señor fue también famoso por su profunda misoginia, antes vista como algo normal, misoginia muy bien descrita por Luis Spota en su novela La estrella vacía, publicada en 1940. Vale la pena también leer esa novela para situarnos y entender el ambiente social y político en el que Denegri alcanzó la cumbre como periodista y en el que la mujer es vista como un objeto más, al que los hombres pueden comprar, usar y tirar, si tienen el poder o el dinero para hacerlo. Denegri golpeó a varias de sus mujeres y esposas hasta enviarlas al hospital. 

 

Buscando en viejas columnas escritas sobre él, miro su foto en el noticiero que hacía los domingos, precursor de los noticieros oficiales del priísmo de los años setenta. Tantos años y hay cosas que no solo no han cambiado, simplemente y para desgracia de todos, solo han creado escuela. Carlos Denegri, además de ser el periodista emblemático de la escuela de la extorsión, repito, fue un tolerado misógino. Era un secreto a voces que el señor era un macho madreador tolerado y protegido por el poder. En México se viola a una niña, adolescente o mujer cada cuatro minutos, se golpea y maltrata a cientos de miles, y mueren asesinadas cada día nueve mujeres de todas las edades.  

Encuentro varias descripciones de Carlos Denegri en trozos de columnas escritas sobre él y en el libro que escribiera su última mujer, la que se atrevió a matarlo. 

 

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Fue un hombre inteligente y culto. Nació en 1910 y se educó en Europa, pues su padre fue embajador. Al llegar a la edad adulta ya hablaba nueve idiomas. A los 28 años ya era un conocido periodista.  Durante 32 años se dedicaría a provocar amor y odio entre quienes le conocieron como persona y como periodista. Alrededor de su figura existen diversas posturas y opiniones, no obstante. la mayoría de las personas que llegaron a conocerlo y tener un trato cercano con él, coinciden con lo dicho por Julio Scherer García, quien en una de tantas declaraciones sobre el personaje, dijo: "Denegri fue el mejor periodista del siglo XX, pero también el más vil". Manuel Mejido escribió: "Carlos Denegri era el Dr. Jekyll y Mister Hyde. Cuando estaba sobrio era una bella persona, fino en el trato, culto, inteligente, poligloto. Pero nada más se le pasaban las copas y se convertía en una cosa de espanto, en un demonio". Para Carlos Monsevais, la obra de Denegri alcanzó una mutación en las dimensiones del oficio periodístico, denostándolo y configurándolo en algo más barato, pues consideraba que en Denegri el chisme suplió a la crónica, y la sugerencia malévola, al reportaje. Pese a la animadversión de Scherer, él mismo decía que "Denegri era un espectáculo hiciera lo que hiciera. Genial en la primera plana de Excelsior, cruel e insensible en su vida personal, borracho cuando de beber se trataba y trabajador cuando de trabajar se trataba." 

 Profesionalmente era un gran cronista, periodista, narrador, columnista talentoso, pero, ante todo, era un periodista que aceptaba dinero de los políticos, un mercenario sin sentimientos, y en eso y no en el limpio ejercicio de su profesión, fundó su enorme fortuna y poder. No hubo un solo político que no le rindiera, pero también que no lo temiera. Llevaba un riguroso fichero personal de cada uno de los personajes importantes de la época. Elevó la crónica a la altura del arte literario, pero transmutó el buen periodismo en un arma certera, un veneno mortal para usar a su personalísimo favor, y nada más.  

 

 

En 1970 fue asesinado por su última esposa, Linda Denegri, veinte años más joven que él, y quien antes de conocerlo había sido una mujer independiente, gran cosa para una época en que la autonomía femenina era sinónimo de liviandad. " La esposa de Denegri --dice Eloy Garza en un extraordinario artículo-- practicó tres extravagancias peligrosas, impensables en los años cincuenta: tenía un criterio propio, se divorció de su primer marido, y más adelante intentó huir de las presiones de su soberbio acosador, el poderoso periodista Carlos Denegri, quien dio con ella en Saltillo, a donde ella había huido, y acompañado por una patrulla que pusieron a su disposición, fue por ella y la obligó a casarse con él. Finalmente, y harta de sus amenazas, sobornos y golpizas, harta de tener miedo, lo mató por la espalda de un disparo en la cabeza en el dormitorio de su casa en la madrugada del año nuevo de 1970 ". Un joven periodista de entonces, Miguel Angel Granados Chapa, reaccionó a su muerte con la frase ¿"Ya lo mataron?", porque imaginó que pudo haber sido cualquiera de los muchos que lo odiaban. En vida, Denegri no cultivaba clemencia. Ya muerto, nadie le tributó compasión. Fue el mejor reportero de su época y el más perverso periodista de su generación. Fue la pluma más mordaz. Fue la pluma más vendida. Un exquisito, un salvaje. 

 

"Hay muertes que suscitan sosiegos colectivos". "El nombre de una de sus dos columnas en Excelsior era "Arsénico", y más que una proyección mental, era emocional. Igual que dominó nueve idiomas, dominó a la clase política nacional, dominó a cuanta mujer se le paró enfrente, igual que dominó a su máquina de escribir. Le gustaba someter, flagelar, torturar. Y sobre todo, lucrar.  Aprendió a dominar a golpe de palabras, y a lastimar a puños las almas femeninas". 

 

Linda Denegri, su esposa y verdugo, escribió: "¿Maté yo a Carlos Denegri? Carlos, periodista, era temido aun por los más altos personajes de la política y el dinero. Todos lo querían mal y sin embargo, todos se rendían ante él. Cuando murió, nadie sintió su desaparición". 

 

Habrá que leer la inquietante biografía de Enrique Serna, un libro que promete ser "una radiografía del machismo a la mexicana, un estudio de carácter incisivo y mordaz, sustentado en un arduo trabajo de investigación que derivará en la reconstrucción del pasado". Un relato de la farsa trágica de la vida y muerte de Carlos Denegri.