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29 Marzo 2024, Puebla, México.

Para recordar que el Popo está vivo y siempre (tiempo humano) echará ceniza: Bernal Díaz del Castillo y Hernán Cortés

Sociedad |#c874a5 | 2016-04-18 00:00:00

Para recordar que el Popo está vivo y siempre (tiempo humano) echará ceniza: Bernal Díaz del Castillo y Hernán Cortés

Emma Yanes Rizo

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21 de diciembre de 1994: despertó nuestra maravilla/El Popocatépetl de Raúl Gil

 

 

 

 

 

 

 

Mundo Nuestro. El lunes 18 de abril volvimos a amanecer en Puebla cenizos. Ya no nos inmutamos mucho. El viejo Popo ha dado de nuevo un enorme suspiro. Lo suficiente para recordarnos que siempre está ahí, más allá de nosotros, vivo. Sirvan estos dos texto publicados en mayo de 2013 en esta revista digital.

 

El cerro que humea en 1519, historias encontradas

 

Por Bernal Díaz del Castillo y Hernán Cortes

 

Bernal Díaz del Castillo: testigo del Popocatepetl  como volcán que humea (1519).    

Capítulo LXXVIII.

De cómo Cortés preguntó a Maseescaci y a Xicotenga por las cosas de México, y lo que en la relación dijeron.

“ Hartos estarán ya los caballeros que esto lo oyeren de oír razonamientos y platicas de nosotros los tlaxcaltecas y ellos a nosotros; querría acabar ya, y por fuerza me he de detener en otras cosas que con ellos pasamos, y es aquél el volcán que está cabe  Guaxocingo (sic), echaba en aquella sazón que estábamos en Tlaxcala mucho fuego,  más que otras veces solía echar, de lo que nuestro capitán Cortés y todos nosotros, como no habíamos visto tal, nos admiramos de ello; y un capitán de los nuestros que se decía Diego de Ordaz tomóle codicia de ir a ver qué cosa era, y demandó licencia a nuestro general para subir en él, la cual licencia le dio y aun de hecho se lo mandó. Y llevó consigo dos de nuestros soldados y ciertos indios principales de  Guaxocingo (sic); y los principales que consigo llevaba poníanle temor con decirle que luego que estuviere a medio camino de Popocatepeque (sic), que así llaman a aquél volcán, no podría sufrir el temblor de la tierra y llamas y piedras y ceniza que de él sale, y que ellos no se atreverían a subir más de donde tienen unos cúes  de ídolos que llaman losteules del  Popocatepeque. Y todavía Diego de Ordaz con sus dos compañeros fue su camino hasta llegar arriba, y los indios que iban en su compañía se quedaron en lo bajo, que no se atrevieron a subir, y parece ser, según  dijo después Ordaz y los dos soldados, que al subir que comenzó el volcán a echar grandes llamaradas de fuego y piedras medio quemadas y livianas, y mucha ceniza, y que temblaba toda aquella sierra y montaña  a donde está el volcán, y que estuvieron quedos sin dar más paso adelante hasta de ahí a una hora que sintieron que había pasado aquella llamarada y no echaba tanta ceniza ni humo, y que subieron hasta la boca, que era muy redonda y ancha, y que habría en el anchor u  cuarto de legua, y que desde ahí se parecía la gran ciudad de México y toda la laguna y todos los pueblos que están en ella poblados.

         Y está este volcán de México obra de doce o trece leguas. Y después de bien visto, muy gozoso Ordaz y admirado de haber visto a México y sus ciudades, volvió a Tlaxcala con sus compañeros, y los indios de  Guaxocingo  (sic) y los de Tlaxcala se lo tuvieron a mucho atrevimiento, y cuando lo contaba al capitán Cortés y a todos nosotros, como  aquella sazón no lo habíamos visto ni oído como ahora, que sabemos lo que es y han subido encima de la bocas muchos españoles y aún frailes franciscanos, nos admiramos entonces  de ello y cuando fue Diego de Ordaz a Castilla lo demandó por armas a Su Majestad, y así las tiene ahora en su sobrino Ordaz, que vive en Puebla. Después de acá, desde que estamos en esta tierra no le habemos  visto echar tanto fuego ni con tanto ruido como al principio, y aún estuvo ciertos años que no echaba fuergo hasta el año mil quinientos treinta y nueve, que echó más grandes llamas y piedra y ceniza”.  

Tomado de Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España, Editorial Porrúa, 1972. Pág. 136.


 

Hernán Cortés y la expedición al Popocatépetl en 1519.

Carta al emperador Carlos V:

“…Y de la una montaña que es la más alta sale muchas veces, así de día como de noche, tan gran bulto de humo como de una gran casa….Y porque yo siempre he deseado de todas las cosas de esta tierra, poder hacer a V. M. muy particular relación, quise de esta que me pareció algo maravillosa, saber el secreto, y envíe diez de mis compañeros, tales cuales para  semejante negocio eran necesarios y con algunos naturales de la tierra que los guiasen ; y les encomendé mucho procurasen subir la dicha sierra, y saber el secreto de aquél humo, de dónde y cómo salía(…). Los cuales fueron y trabajaron lo que fue posible por subir, y jamás pudieron, a causa de la mucha nieve que en la sierra hay, y de muchos torbellinos, que de la ceniza que de allí sale anda por la sierra. Un ruido espantoso que oyeron al acercarse a la cima, les hizo principalmente retroceder (…). Y así se bajaron y tragaron mucha nieve y carámbanos, para que los viésemos, porque nos parecía cosa muy nueva en estas partes, a causa de estar en parte tan cálida según hasta ahora ha sido opinión de los pilotos: Especialmente que dicen que esta tierra está en 20 grados, que es el paralelo de la Isla Española, donde continuamente hace muy gran calor”.

         En la tercera y cuarta carta de Cortés al emperador Carlos V, se mencionan otras tentativas de Cortés, después de la toma de la ciudad de México, por reconocer la cima del volcán. Después de dos ensayos infructuosos, en 1522 los españoles consiguieron llegar al cráter del Popocatépetl, que les pareció tener tres cuartos de legua de circunferencia.

 

Tomado de Alejandro de Humboldt, Ensayo Político del  Reino de la Nueva España, Editorial  Porrúa,  1978, págs. 455-56.