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24 Abril 2024, Puebla, México.

San Juan Ixtenco: por el maíz, la fiesta de los campesinos

Sociedad |#c874a5 | 2017-04-09 00:00:00

San Juan Ixtenco: por el maíz, la fiesta de los campesinos

Sergio Mastretta

No todo está perdido en México. 

Hay un pueblo justo del otro lado de la Malinche, San Juan Ixtenco, en la falda al nororiente de la antigua montaña tlaxcalteca. Es un pueblo 0tomí en pleno altiplano, tal vez el más retirado de la sierra poblana con ese origen. Si llegas temprano un domingo de ramos, encontrarás que todavía guardan la tradición de las palmas y el canto bendito, bendito, bendito sea dios, y verás el atrio repleto de santos y estandartes que han llegado de los barrios con las campanas del templo al vuelo. 

Si fuera el día de la Candelaria se les vería dirigirse después a sus campos, a sembrar el alberjón con la seguridad de que las humedades de diciembre algo dejaron para ayudar a que brote esa maravilla que nos comeremos en tlacoyos unos meses después.

Pero hoy es domingo de ramos, el día de la fiesta del maíz.

La carpa amarilla en las calles que bordean la plaza por el lado de la presidencia municipal te da idea de que el jolgorio tras el rezo se llevará el resto del día. Hoy es la fiesta de los campesinos maiceros: cada año arman un festejo dedicado al maíz criollo de Ixtenco, un pueblo decidido a rescatar la más antigua y fuerte de nuestras raíces culturales.

Hasta San Juan hemos ido a dar en este domingo de ramos Emma y yo para encontrar a Alicia y su grupo de animosas biólogas de la CONABIO, muy metidas como están  en la genética de los montes templados y en el propósito de recuperar con los campesinos el maíz criollo del altiplano de México.

Y en eso son expertos los ixtencos: identifican por su nombre al menos 22 variedades cultivadas por ellos. Y todo lo muestran en puestos atiborrados de mazorcas y artesanías. El color y los sabores se te vienen encima como discurren los pájaros que bajan del cerro para alumbrar los campos una mañana de primavera, ni pa dónde hacerse en el tumulto. Y los nombres, de tan sinceros, están para reconstruir el idioma: sangre de cristo, blanco, negro, azul, coral, crema, rosa, cacahuazintle, cola colorada, azul cola roja, ajo, gorrioncillo, gato. Y la comida, moles y tlacoyos. Y los aretes de elotitos, y los collares de pepitas. Pura ilusión campesina de un país en el que no todo está perdido. Entretenido el domingo. Muy lejos de los desastres y violencias que nos acompañan día a día en las noticias. En la útima fotografía, el botín maicero, calabaza y todo.