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20 Abril 2024, Puebla, México.

Los cristales de la consulta popular

Política /Gobierno | Opinión | 3.AGO.2021

Los cristales de la consulta popular

Las antagónicas miradas de un ejercicio ciudadano marcado por la polarización y la desinformación

 

Los resultados de la Consulta Popular 2021 han sido objeto, en tan sólo unas horas, de diversos y sesudos análisis de columnistas, opinadores y periodistas que según el bando que corresponda la califican de "gran fracaso" o de "ejercicio ejemplar de participación". La mayoría con interpretaciones políticas reduccionistas en donde todo parece simplificarse en “gana AMLO” o “pierde AMLO”. Sin embargo, vale la pena detenerse a observar con detenimiento, el cristal con el que algunos segmentos representativos de la sociedad mexicana observan este casi inédito suceso.

El cristal negro del odio

Un sector, el más violento, cretino, nefasto e intransigente, observó la consulta con rabia. Creó 'hashtags' como #ConsultaPitera, #CensoNacionaldePendejos y se dedicó antes, durante y después de la Consulta Popular a descalificar la participación ciudadana, a vilipendiar a quienes participaran en ella. Con total irresponsabilidad y abyección, algunos comunicadores, legisladores y políticos celebraron con burlas e insultos que en México la población no acudiera en su mayoría al llamado de un acto legal, institucional y cívico. Irónicamente, parece que mandaron "al diablo las instituciones".

El cristal guinda de un obradorismo ingenuo

La izquierda institucional, hoy representada por militantes de PT-Morena y simpatizantes de AMLO, es quizá con su ingenuidad, quien más confundió al resto de miradas.

La consulta popular demostró que el "pueblo sabio y bueno" que imaginó López Obrador, no floreció con el triunfo de la 4T. Que a tres años de su contundente victoria, la mayoría de las 30 millones de personas que cruzaron por él la boleta en 2018, no alcanzaron a reflexionar sobre la importancia de participar en un ejercicio fundamental para la democracia mexicana pero, sobre todo, un hito que pudo impactar contundentemente en las incontables luchas contra la injusticia en México.

Toda revolución se sostiene a partir de las bases sociales, su defensa y consolidación depende del trabajo subsecuente al triunfo. Sin embargo, la izquierda mexicana ha sido ineficiente para permear y sostener el obradorismo; entretenida en resolver infinitos- y algunas veces hasta infantiles- conflictos internos en casi todo el territorio nacional, dejó de lado la diseminación revolucionaria, la formación de una nueva ciudadanía, y el trabajo territorial no electoral de transformación cultural.

Las voces de izquierda se concentraron demasiado en defender la consulta. La pregunta, el acto cívico, la legalidad y los mecanismos, simbólica y mediáticamente la apropiaron y pintaron de un color, la convirtieron en una causa ideológica y no en un tema de interés público. La falta de pericia y estrategia, la impaciencia, la desorganización y sobre todo la utopía nos hizo perder una inmejorable oportunidad de empoderar efectivamente a la ciudadanía.

Al vecino, al pariente, a la compañera de trabajo, se le argumentó -a veces con estridencia- la importancia de llevar a la cárcel a los expresidentes, incluso se les recitaron de memoria los agravios más espeluznantes de cada sexenio y las decenas de injusticias, queriendo recurrir a la memoria de un pueblo que tras décadas de humillaciones normalizó el olvido.

La izquierda mexicana trató a la ciudadanía no como es, sino como quiere que sea. Al menos las últimas tres generaciones en México hicieron mayormente cotidiano el desinterés y la apatía en torno a todo lo que suene a política y gobierno, impulsados sólo por una energía reactiva que sólo sabe votar para castigar, nunca para construir. El obradorismo hoy olvidó que también AMLO llegó al poder por una acción masivamente punitiva.

El cristal roto de un pueblo poco interesado

Lorenzo Meyer declaró que "Los Mexicanos no fueron a consulta porque no tienen conciencia de que han sido explotados casi como animales por siglos", y entonces hay que observar esa falta de conciencia no como un acto voluntario de desinterés y falta de conocimiento, sino como el resultado de décadas de explotación, humillación y alienación.

Ser un ciudadano ejemplar, según la norma impuesta por el capitalismo, se reduce a tres responsabilidades: trabajar duro, pagar impuestos y votar en elecciones democráticas. Todo lo que esté fuera de eso, es accesorio, innecesario e incluso subversivo.

El pensamiento colectivo está casi erradicado de una ciudadanía que aprendió desde la infancia que el cambio es individual nunca comunitario y que "está en uno mismo”, también aprendió a competir y nunca a colaborar. El matiz viene después. La clase obrera, comerciantes, empleados, profesionistas, magisterio, pequeños empresarios, etc. adaptaron su corta visión de participación colectiva a sus necesidades inmediatas e individuales, visión siempre condicionada por los medios a su alcance.

El cristal rosa de la inacción

Diversas voces han señalado al Instituto Nacional Electoral (INE) como un factor en la baja respuesta a la Consulta Popular. Es clara la confrontación de dicho instituto con el presidente Andrés Manuel López Obrador, también lo es que el INE se mostró indolente y poco interesado en impulsar un ejercicio democrático apegado a sus códigos y funciones y que podría sentar las bases de procesos de participación que fortalecerían al órgano electoral diversificando su autoridad hasta ahora relacionada sólo con las elecciones de gobernantes y la integración del padrón electoral. Con argumentos presupuestales y logísticos, que más parecieron excusas, hoy deberá enfrentar una vez más la inconformidad y escrutinio de una sociedad que parece cada día tenerle menos confianza al árbitro garante de la democracia mexicana.

El cristal azul de la derecha conservadora

La derecha observó la consulta con gran desconocimiento, temerosa incluso de que el sector popular diera la sorpresa y abandonara las décadas de agravios y maltratos que le han hecho desconfiar de todo lo que suene a gobierno. Como tenía que ser, la observaron como un acto político del personaje que más repudian, la observaron innecesaria, costosa y populista, así como observan todo esfuerzo que busca dignificar a la clase trabajadora. La observaron también desde el privilegio que les da tener el eco de los medios de comunicación, el eco de los 'influencers', la observaron con el desprecio de quienes quieren dictarle a los marginados como deben vivir. Acostumbrados a que sean ellos, los conservadores, quienes tomen las decisiones, quienes con caridad y elecciones cada tres años mantengan el país a flote.

El cristal entintado de la marginación

Dónde a nadie le interesa preguntar la opinión de nada ni de nadie en la extrema pobreza, en un campo rezagado y abandonado, en los pueblos originarios orillados y arrimados a su suerte; el cristal pareciera estar ajeno de la consulta popular, podría incluso inferirse que sus necesidades inmediatas son distantes a los temas y preguntas casi impuestos en la ciudad. Sin embargo, esa lejanía impuesta no les quitó el pensamiento colectivo, y lo que el citadino llama "usos y costumbres" le da el mayor sentido a una consulta popular. Muchas, muchos, acudieron al llamado, sin conocer todos los detalles, pero con la claridad de que, si alguien pregunta, hay que responder para ser escuchado.

Sin cristales
Ningún país sale adelante sin la participación de los gobernados. Vivimos un hecho histórico que nos deja muchas lecciones. Este primer ejercicio donde se institucionalizó y buscó fortalecer la participación popular no fue el más idóneo; estuvo plagado de desaciertos y confusiones, pero no puede detenerse. Toca seguir construyendo e impulsando más y mejores mecanismos de participación, involucramiento y empoderamiento, genuinos y eficientes.