Por Porfirio Tepox Cuatlayotl
Una vez situado en los caminos artesanales, al mirar los paisajes de verano, vienen a mi memoria algunas reflexiones del filósofo José Rubén Sanabria, las cuales al repetir en mi caminar, lenta y suavemente se incorporan a mi ser para entender un poco más el sentido de ir de camino por los senderos de la naturaleza. Sanabria expone que quien se entrega a la filosofía se lanza a una aventura incierta, sin embargo, aunque no se conoce ni rumbo ni destino en este periplo, eso es precisamente lo que se busca: un rumbo y un destino.
Hecho semejante sucede al ir de camino por la naturaleza, pues cuando iniciamos esta actividad, quizá el único propósito que seguimos es ascender a la parte más alta del mirador en la montaña o recorrer la mayor distancia en el menor tiempo posible, pero cumplidos estos proyectos, nuestro horizonte se agota, por esto, los senderistas debemos encontrar este rumbo y este destino en nuestra caminar entre las montañas, los parajes y los caminos artesanales tal como lo apunta Sanabria: “debemos estar atentos a las misteriosas voces del ser que se manifiesta a través de sus múltiples formas, a saber, una palabra, una flor, una sonrisa, una estrella, un hecho cotidiano”. A manera de conclusión: la voz del ser, para entregarnos un horizonte y un destino, también se manifiesta a través del encuentro del caminante con la belleza inefable de los paisajes de verano que iluminan a este sucinto escrito.
