El encuentro con nuestras raíces - Porfirio Tepox Cuatlayot

Por Porfirio Tepox Cuatlayotl 

Caminar es una ocasión para ir al encuentro con nuestras raíces, para decirlo al estilo de Sánchez Conde, para ir al encuentro con el maíz, nuestro hermano quien recorre nuestra sangre y palpita en nuestro corazón. Ha llegado septiembre y, con él, se presentan nuevos horizontes en los senderos y parajes mexicanos. Este mes corresponde a la recta final del verano que trae consigo una plétora de paisajes en la sagrada Cholula, pues, tanto en la de ayer como la de hoy, se alzan los cultivos de maíz a la mirada del caminante, sus bellas flores se tejen a manera de una inflorescencia, ya se pueden ver sus primeros frutos denominados xilotl en lengua nahua, frutos que corresponden al maíz tierno, lechoso, dulce y comestible, el cual deja un grato sabor en la boca.

Estos cultivos donde habita el maíz tierno son un sendero para ir a la raíz mexicana, pues son símbolo de la diosa Xilonen, así lo apunta Salvador Mateos Huiguera y prosigue en estos términos: “Xilonen es la diosa de la juventud quien apenas va tomando cuerpo y cuyo corazón se representa con el olote. La metáfora nos indica que el jilote o maíz tierno es semejante a una doncella, la cual se cubre con sus verdes hojas y sólo deja al descubierto su cabellera amarilla que ha sido dorada por los rayos del sol.

Xilonen representa la etapa juvenil de la mazorca divina que da regocijo al sembrador porque la bella flor del maíz ha dado paso a un buen fruto”. Como término de este sucinto escrito podemos decir que septiembre es un momento de paisajes bellos, es un instante para que siga presente el latido de la naturaleza y de la cultura mexicana, entretejidas a manera de una inflorescencia, en el corazón de los caminantes.