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15 Abril 2024, Puebla, México.

Resolver un enigma / El Puerto Libre de Ángeles Mastretta

Cultura | Crónica | 5.SEP.2021

Resolver un enigma / El Puerto Libre de Ángeles Mastretta

Ilustración: Gonzalo Tassier / Revista Nexos

 

Llevamos tanto tiempo sin poder pensar en el presente como un lujo al que asirse para exorcizar el futuro, que sin duda trae consigo la vejez y sus corolarios, que a muchos de nosotros ya no nos queda más asidero que el generoso caudal del pasado. Por eso nos rodean los mensajes recordando la infancia como un paraíso perdido en el que los amigos bebíamos de la misma botella y amistábamos sin temor con cualquier desconocido; un mundo en el que la única restricción para vivir la calle era la anomalía de no querer salir. Eso que ahora ya nos parece tan sensato. Andábamos de un lugar a otro sin gel y sin caretas, durmiendo en casa de los primos o escondidos en el abrazo de los abuelos, como si en la cercanía de sus cuerpos cupiera el mejor futuro.

Para quienes estuvimos en el primer turno de las vacunas, el pasado es mucho más que la infancia. Recordamos la primera adolescencia como un abismo del que salimos triunfantes y, por lo mismo, urgidos de la segunda como el tiempo de los más inesperados, drásticos y sorprendentes sentimientos.

Yo en estos días, más que en la infancia, cuando cavilo o converso acudo a esos descubrimientos. Ya saben ustedes que dejar las previsibles promesas de mi provincia y llegar a esta ciudad que ya entonces parecía infinita y en la cual nadie quería saber mi heráldica ni dónde habían llegado mis antepasados, antes de tirarme besos y proponerme acertijos como lagartijas, me cambió el destino para bien.

 

“¿Qué quieres hacer?”. “Lo que tú quieras”.

No era raro meterse en una cama con alguien cuyo nombre acababas de oír y sin que importara si volverías a verlo. Era sólo como irse a la libertad de los viernes por la tarde, con 12 años y el peso de la mochila a punto de soltarse sobre la silla de la entrada a la casa en donde la dejábamos para volver a salir sabiendo que el sábado sería largo y el domingo podría terminar frente al lago.

“Ya es viernes” fue y sigue siendo un grito de guerra.

 

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