Antonio Porchia apunta que “la primavera del espíritu florece en el frío invierno”. Debido a esto, podemos anotar que, también, la amistad florece en un frío invierno. Pero no solo en esta estación gélida, sino también germina en los lugares más inhóspitos como se puede leer en la obra de Saint -Exupéry al final de El principito, tal como lo apunta Francesc Torralba: “cuando la amistad ha alcanzado su meta, el desierto se convierte en el paisaje más bello de la tierra, la muerte deja de ser un fin para convertirse en un tránsito hacia casa y los espacios siderales pierden su frialdad inhóspita al saber que en un lejano asteroide habita una persona amiga.”
Con estos pensamientos acerca de la amistad que brota en los inviernos y en los desiertos, o para decirlo con otras palabras, la amistad que nace en los lugares más inhabitables, queremos sugerir que el ir de camino en los senderos artesanales es un momento idóneo para celebrar la amistad, para encomiar “el deseo al otro de todo lo que se considera bueno” tal como lo expresó Aristóteles.

Para concluir este breve relato, solo quiero agregar que en los momentos de silencio cada uno examinaba minuciosamente los fragmentos bellos del paisaje para atesorarlo en nuestros recuerdos, pero considero que también hubo instantes en los que dejamos de examinar el paisaje y empezamos a sentir los latidos del bosque y el palpitar de la naturaleza, en ese momento cada uno de los caminantes ya era parte del todo.

