Bernardette Sánchez del Castillo

04 de Abril, 2019

Más regalos de Dios, viento del sur-este, los alisios, teníamos conocimiento de que al llegar al ecuador las calmas y el poco viento eran lo normal, pensamos prender el motor en este tramo, y sin embargo vamos volados, a 7 nudos, el ALDIVI escorado hacia estribor navega sin subir y bajar mucho, más bien se mantiene en estable en una línea bastante inclinada, al grado que podemos jugar a la casa del tío chueco y es la primera vez que logramos echar el cuerpo hacia adelante imitando a Michael Jackson, nos carcajeamos y para caminar nos vamos colgando de lo que podemos, el barco está diseñado para ir en esa posición o aún más inclinando y todo tiene una especie de pestañas de donde puedes sostenerte y además sirven para que al estar escorado no se caigan tan fácil las cosas, aunque tiene que ir todo muy pensado para que no suceda. Todas las esquinas de los muebles redondeadas para no lastimarse, pues es común irse golpeando contra las paredes y muebles al intentar moverse. Aun así, algo pasa que siempre tenemos moretones en caderas, brazos y piernas, es inevitable.

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Desde el ALDIVI: Diario de un viaje alrededor del mundo