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23 Abril 2024, Puebla, México.

Juventud, divino tesoro… electoral / Luis Alberto Martínez

Política | Opinión | 23.AGO.2022

Juventud, divino tesoro… electoral / Luis Alberto Martínez

 

De cara a los procesos electorales de 2023 y 2024, una de las constantes interrogantes que se coloca en los llamados war room de todas las fuerzas políticas es la participación del electorado joven, el primer voto y su voto duro.

En las estrategias electorales de casi todos los partidos tradicionales la participación de las juventudes se reduce a dos posibilidades: El sufragio, y el empleo temporal como mano de obra de bajo costo o gratuita durante las campañas electorales.

Por supuesto que, en lo referente al sufragio, el reto es mayúsculo ya que de acuerdo al Instituto Nacional Electoral el 30% del padrón lo integran personas entre 18 y 29 años, de los cuales sólo el 53% emitió su voto en las elecciones presidenciales de 2018, siendo el grupo poblacional con mayor abstinencia.

Este reto parece aún mayúsculo cuando se profundiza en la realidad de la juventud mexicana y en las condiciones que dan pie a su falta de participación política incluyendo la forma en la que este sector percibe el ejercicio de la política y el quehacer gubernamental.

En 2024 se sumará una nueva generación de jóvenes a la que hay que poner especial atención. Después de la generación migrante digital, es decir las personas que nos adaptamos a la llegada de la computadora e internet, vino la nativa-digital, que aprendió a observar y conocer su realidad a partir de dispositivos conectados a internet, sin embargo, hoy llega la generación nativa socio-digital, es decir, personas para las que las redes sociales digitales, sus usos, mecanismos y códigos de convivencia son parte de su vida desde que tienen memoria.

Personas cuya forma de comunicación, convivencia, esparcimiento, participación e incluso formación intelectual está ligada a un dispositivo móvil y una red social. Y cuyos referentes políticos son sólo los sexenios del PAN, PRI y Morena con Andrés Manuel. Será la primera generación en tomar una decisión a partir de la lectura y experiencia de un gobierno de izquierda en el poder y de una ecuación en la que la alternancia es al menos aparente.

Personas cuyas expectativas de vida y visión de su presente y futuro están condicionadas ante una realidad adversa, ante la falta de seguridad social, espacios laborales competitivos, menor acceso y certeza patrimonial, nuevas formas de convivencia escolar y laboral, falta de arraigo y una sobre exposición permanente de información.

Una generación que en su mayoría vive al día, se informa al minuto, y pasa la página en un instante. Una generación cuya participación política parece sólo ser entendida en función de los likes que genera o es capaz de generar. Una generación a la que la clase política contrata temporalmente, para integrar grupos de trabajo virtuales o presenciales que desempeñen tareas por el menor precio posible, incluso a cambio de una promesa laboral o unas pizzas.

En tanto, esa misma clase política obsoleta asume que para conectar con esta generación hay que hacer el ridículo bailando en el Tik Tok, o compartir memes.

Entender a un segmento de más de 25 millones de personas es entender que en nuestro país, la lógica asistencialista y condescendiente hacia la juventud no ha funcionado cuando los espacios para la toma de decisiones les excluyen o son asignados sólo para cumplir una cuota.

Incluso desde la mirada progresista, es necesario observar a esta generación integralmente y no dejar de recordar que en la medida en la que sus condiciones económicas, laborales, sociales, culturales y de salud sean parte de las políticas públicas del país, habrá una genuina participación e involucramiento de ellas y ellos.

Integrarles al diálogo y las acciones más allá de sus likes y retuits.