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¿Peligra el Sistema Nacional de Investigadores? / Carlos Figueroa Ibarra

Cultura /Universidades /Gobierno | Opinión | 11.OCT.2022

¿Peligra el Sistema Nacional de Investigadores? / Carlos Figueroa Ibarra

Descontento en la comunidad académica ante la evaluación de las solicitudes de ingreso y reingreso

 (Ilustración de portadilla: Victor Solis, revista Nexos)

Gran revuelo ocasionó  la semana pasada la difusión de una circular del Sistema Nacional de Investigadores fechada el 3 de octubre de 2022, mediante la cual se notifica a las Comisiones Dictaminadoras (evaluadoras de las solicitudes de ingreso y reingreso al Sistema Nacional de Investigadores, SNI), que deberán aplicarse los artículos 12 y 14 del Reglamento de dicha instancia, en los cuales se estipula que las solicitudes  de lo/as investigadore/as deberán ser sometidas a un orden de prelación. Este orden de prelación se organizará en tres categorías: A, B y C.

Lo que no dice la circular es que la prelación y la clasificación en estas tres categorías determinarán quiénes pueden recibir la distinción de Investigador Nacional en sus distintas categorías, pero también quiénes no necesariamente recibirán el estímulo económico que les debería corresponder. Se ha dicho que la prelación siempre existió, el problema es que ahora se usaría para dejar sin incentivo económico a académico/as que fueron aceptados en el SNI.

¿Cómo se haría esa clasificación que determinaría la existencia de investigadores nacionales de primera, segunda y tercera clase? La circular da respuesta a dicha pregunta citando el artículo 14, que a la letra dice que “serán los elementos cuantitativos y cualitativos tomados en cuenta en cada evaluación” y agrega que también se podrá establecer con los parámetros definidos por las presidencias de cada área de conocimiento.

Las autoridades del CONACYT han planteado que sean las propias Comisiones Dictaminadoras las que establezcan estas categorías, por lo tanto, que fueran dichas comisiones las que decidan quiénes recibirían el estímulo económico y quiénes no. Esto ha provocado profundo malestar en buena parte de los integrantes de las referidas comisiones.

El malestar llevó a las autoridades a expresar que habría dos vías para tomar la decisión que no es otra cosa que rasurar al SNI: o se hace por métodos administrativos (imagino que alude a una decisión ejecutiva de las autoridades) o se hace por métodos académicos (lo hacen las propias Comisiones Dictaminadoras). Una decisión no académica podría contemplar que se hiciera por medio de un algoritmo, casi podría decirse que mediante un sorteo.

El agravio a lo/as investigadore/as y el consecuente descontento es tan grande que es probable que las autoridades del CONACYT den marcha atrás a la draconiana medida. Pero esto solamente resolverá el problema este año. No así el problema estructural que está observando el trabajo académico en las universidades del país. Si en 2019 se calculaba en poco más de 30,000 a los integrantes del SNI, tres años después esto/as pueden alcanzar 36,000. Cada año se suman 1,600 integrantes a dicho Sistema y son 15 mil solicitudes de ingreso y reingreso las que se reciben. El presupuesto del SNI crece año con año: en 2021 fue de 5,555 millones de pesos, en 2022 alcanzó 7,278 y para 2023 será de aproximadamente 8,100 millones. Pese a ese crecimiento el déficit presupuestario del SNI no cesa de crecer y se tienen que buscar transferencias de otras partidas para hacerle frente (por ejemplo, las multas electorales).

El SNI fue creado por acuerdo presidencial en 1984 para premiar con un ingreso adicional a investigadores sobresalientes. En sus primeros tiempos tuvo un espíritu elitista y hasta criterios ideológicos. Esto me consta de manera especialmente dolorosa. Mi mentor y asesor, Agustín Cueva, uno de los grandes sociólogos marxistas latinoamericanos, fue rechazado dos veces en su solicitud de ingreso a dicho sistema. Nunca regresó por un tercer rechazo. Así las cosas, el autor de un clásico de la sociología latinoamericana. El autor de El Desarrollo del capitalismo en América Latina (Siglo XXI Editores, múltiples ediciones) fue considerado indigno de pertenecer al SNI.

Con el tiempo, el SNI se convirtió en un sucedáneo del salario académico, a medida en que los trabajadores académicos sufrían una implacable precarización salarial. Cuando los requisitos de acreditación y excelencia neoliberales (grado de Doctor y publicaciones indexadas y arbitradas etc.,) fueron alcanzadas por miles y miles de egresados de los posgrados dentro y fuera del país, el SNI se convirtió ya no solamente un sucedáneo del salario sino un sucedáneo del empleo. La distinción e incentivo económico se le entregó a académicos precarizados como profesores horarios de universidades públicas. Fue una fuga hacia adelante ante el crecimiento de la oferta laboral académica.

Los primeros en sufrir la exclusión del incentivo económico del SNI que provocaba la crisis presupuestaria, fueron lo/as académico/as de las universidades privadas. Ahora, al parecer se estaría buscando un procedimiento para excluir a una parte de los académicos de las universidades públicas.

He podido advertir que el sector académico que se ha sentido agraviado por las políticas del gobierno de Andrés Manuel y por la actual administración del CONACYT, ha provocado tambores batientes con respecto a las medidas anunciadas el 3 de octubre. Más allá de banderías políticas, observamos en México un problema estructural en lo que toca a los trabajadore/as académico/as.

Los posgrados aun cumpliendo todos los requisitos clasificatorios de excelencia establecidos por el neoliberalismo, están fabricando desempleados; son cada vez más exiguos los recursos para asistir a eventos académicos dentro y fuera del país; las universidades cada vez más se apoyan en trabajadores horarios sometidos a condiciones laborales deplorables;  los académicos de la tercera edad no se jubilan porque pierden aproximadamente el 60% de su ingreso; hay  un exceso de oferta laboral académica con respecto a la demanda universitaria.

¿Cómo resolver este problema? No sería uno de grandes dimensiones si tuviéramos un gobierno neoliberal, finalmente fueron los gobiernos neoliberales los que lo crearon. Pero hoy tenemos un gobierno que afirma que el neoliberalismo se terminó. Como estamos viendo, no es tan sencillo el asunto.

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