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24 Abril 2024, Puebla, México.

Maurer a botepronto: apuntes para entender a un hombre que piensa que no es un político

Sociedad /Política /Deportes | Reseña | 15.OCT.2022

Maurer a botepronto: apuntes para entender a un hombre que piensa que no es un político

Maurer y sus verdades. Memorias de un poblano de corazón. Mediatikos Consulting, Puebla, 2022.

 

No es Emilio Maurer un político profesional, pero sí es un político en toda la extensión de la palabra. Estos son los apuntes que he escrito en la libreta al parejo de la lectura de su libro Maurer y sus verdades. Memorias de un poblano de corazón, y ello con el ánimo de comprender la personalidad de esta figura de la vida púbica de Puebla.

 

 

1

“El tipo es un conjunto de desvirtudes que forman una personalidad atractiva…”

La frase no es mía, llegó en algún momento de la coyuntura de la elección municipal de 1998 y por la voz de alguna lúcida ciudadana que llamó al programa Revista 105. Entonces me pareció precisa y reveladora de una percepción colectiva en ese punto de definición que antecede al momento de plantar el voto en una casilla. La masa deja de ser tribuna anónima, serena y fiera, desgañitada o marchita, cuando se individualiza en la acción del nombre propio: tú frente al marco y con el balón en tus pies, el momento de marcar con un crayón la boleta electoral.

Si los votos se hubieran contado bien entonces, si no hubieran prevalecido las conocidas mecánicas de manipulación y el fraude de las elecciones en Puebla y el PAN de Felipe Calderón no hubiera actuado con el hígado anti izquierda y hubiera impugnado la elección municipal creo que Emilio Maurer hubiera sido alcalde de la ciudad de Puebla. No sé lo que habría sido de la ciudad, aunque la respuesta a esa interrogante también puedo vislumbrarla si contemplo la perspectiva larga del personaje que hoy ha querido guardarse en el encierro de este libro lanzado al aire impreso con la voluntad esperanzada del balón que patea alguno de los 22 jugadores en el arranque de cualquier partido de futbol. Plurifuncional, este empresario ganadero, lechero, restaurantero y directivo de futbol también es un político.

Sigo por esa vía de la crónica futbolera un intento descriptivo a bote pronto:

Lúcido, intuitivo, dicharachero, con aquel tipo del que se sabe controlador de lo que ocurre en la cancha. Entrón, clásico rompe juego, leñador, pero capaz del quiebre y el cambio de juego, y la pared y el pase filtrado... Bruto y sutil a un tiempo, negociador oculto en la pose del victimario defensa central que igual te amenaza con la hebilla oculta tras la camiseta que te levanta solidario tras un choque violento en la disputa por el balón.

No son imágenes para la ocasión. La última, la de la hebilla, la viví en un partido Dukla vs Trinca Infernal, el equipo en el que jugaba Emilio Maurer, una mañana de domingo en la Liga Juventud de 1970.

 

2

 

Acudo a la abrumadora frase del escritor Juan Villoro: el fútbol es el espejo de la realidad. La nuestra, la de Puebla, inasible en sus contradicciones y miserias. Y contra todas nuestras inhibiciones, aquí estamos intentando domarla a partir de las propias palabras que Emilio Maurer ha puesto en su boca, y por ellas, intentamos comprender la relación entre el futbol y la política, pues no es la suya una personalidad que pueda entenderse sin estas dos únicas pasiones.

Maurer es un personaje que exige ser narrado, como de Maradona diría el propio Juan Villoro.

Y para probarlo ha contado su propia versión de su vida.

 

3

 

El Puebla FC como un asunto de interés público en manos de particulares. En manos de gobernadores. En manos de futboleros. Y por su propio nombre, en manos de los ciudadanos. Esto último, casi nunca. La suya es la historia de la ciudad de Puebla, de su manera de ser y crecer, de gobernarse y perderse. Contemplo dos rutas paralelas en los treinta años que siguieron al despojo del Puebla FC por la dupla Televisa-Presidencia de la República en 1992, cuando desde el gobierno federal y con la sumisión del estatal, la directiva del Puebla FC a cargo de Arturo Migoya y Emilio Maurer pierde el control del equipo a punta de persecución penal y exilio futbolero: la de la ignominia deportiva con los dos descensos al infierno de la segunda división; y la de la catástrofe social y ambiental provocada por los proyectos de modernización capitalista impulsada por los gobernadores Manuel Bartlett y Rafael Moreno Valle.

La catástrofe futbolera en el espejo de la corrupción institucional.

 

4

 

El fútbol y la política van de la mano.

Masa y poder. Fiebre en la tribuna y en el palco.

El Puebla FC es un asunto de interés público. No lo entendemos así realmente.

El futbol es un negocio en manos de grupos de poder fáctico.

La política es un negocio en manos de grupos de poder fáctico.

El personaje político Maurer no puede entenderse sino ahí: en la ruptura del cacicazgo televisivo en el futbol mexicano profesional. Un acontecimiento histórico que terminó en derrota pero que permite comprender la compleja dinámica del papel que juega el fenómeno del futbol como mecanismo de control social.

 

5

 

Y en esa trama, la disputa por la propiedad. ¿De quién es el Puebla? ¿De quién es el Guadalajara, de quién el Monterrey?  ¿Propiedad pública o privada?

¿Cómo se hizo del equipo la directiva Maurer-Migoya? Se los "vendió" el gobierno del estado de Puebla cuyo gobernador no quiere el problema heredado de un equipo convertido en oficina burocrática costosa y corrupta. Maurer terminó de convencer con una frase a Mariano Piña Olaya: tú vales por el Puebla. Si le va bien, serás aplaudido. Y la masa le aplaudió cuando el equipo desfiló por las calles con la copa de campeón en 1990.

¿Cómo los despojan  del equipo? Con el estadio, que es de todos los poblanos pero que el gobernante de turno maneja como propio. Se los quita porque no quiere problemas si el problema se llama Tigre Azcárraga, que con un solo reportaje en el noticiario de las 10 de la noche en el que lo responsabilizan de la contaminación del lago de Valsequillo le baja los humos de gobernador deportivo.

 

6

 

¿Qué le da valor a un equipo de fut? En el alma del llano, la pertenencia al barrio. La pertenencia a la ciudad. El equipo Puebla es un bien público, no es una propiedad privada.

En el alma del propietario, el término es la franquicia, se valora en dólares y se puede vender al mejor postor.

En los últimos treinta años, dos veces los propietarios, quienes quieran que hayan sido y que siguieron al despojo realizado contra la directiva Maurer-Migoya, la han descendido al infierno de segunda división. Lo han vendido y devaluado. Y de milagro sigue en Puebla.

El valor político de Emilio Maurer, entonces, es el de haber logrado por dos veces el campeonato y en el 89-90 al puebla campeonísimo. Y haber encabezado la revuelta histórica contra el monopolio de Televisa. Esos dos hechos históricos convierten a Maurer en un directivo revolucionario. No ha sido un mero propietario de franquicia.

 

7

 

Futbol y política es la materia de la narración de este personaje tan nuestro. La masa y el poder, como ha propuesto Elías Canetti. El alarido de la masa en la tribuna en el remate al marco rival se revuelve en el hormigueo en la boca que confirma el sabor del “todo esto es mío” del directivo en el palco. Las clases sociales se confunden y atropellan en el aliento mismo del gol.

Formación de la conciencia de clase. Del proletario y del burgués. Por el trabajo de sol a sol. En la ordeña en el establo. En la urdimbre textilera. El hijo del obrero. El hijo del patrón. La lucha de clases se hereda. Cantina y pulque. Cognac y cantina. Futboleros del mundo uníos.

 

De patrón a patrón con Azcárraga es el tamaño del pleito por el poder en el futbol en 1990. Maurer y su condición de clase social. Lo veo entrar por primera vez con Arturo Migoya a la sala de directivos de la Federación Mexicana de Futbol. No son sus iguales, han de pensar los dos aguerridos patrones poblanos, pues no encuentran sentados en la mesa más que a testaferros del Tigre Azcárraga, ese sí un patrón a su altura.

Hacendados y cachorros de la revolución en la disputa por el balón del poder político en el futbol mexicano.

 

8

 

Pasión y política van de la mano. Por lo tanto, el fútbol es la cancha vital para la sociedad y para personajes como Emilio. No se entienden fuera de ella, como no hay caserío pobre ni rascacielos financieros fuera del llano y el balón por los que el mundo adquiere sentido.

El Maurer político encuentra igual en la disputa contra el magnate feudal priista que en la enredadera de la política electoral de una ciudad provinciana una especie de juego de veteranos en un campo llanero. Ahí se valen también toda clase de marrullerías, traiciones y patadas. Pero también lealtades.

Por eso fue capaz de cortar de tajo la tentación de vender la rebelión de los directivos que derivó en la conquista del feudo Federación Mexicana de Fútbol en manos del Tigre Azcárraga. De qué tamaño no serían los intereses tocados que para tronar la revuelta directiva tuvo que intervenir el propio presidente de nuestra bananera, diré mejor, llanera República.

Cómo en aquellos juegos tribales a los que te obligaban a caer a punta de hachazo los leñadores de la Trinca Infernal en los campos de La Salle.

 

9

 

No contaré entonces la historia política tras el Somos mucho más que once con el que le construimos un grupo de amigos (Gerardo Ortiz Pizzini, Alfredo Naime, Fernando Canales y yo) la imagen al campeonísimo del 89-90. Sólo diré que Maurer entendió que sin comunicación no hay política –ni masa—que valga.

 

10

 

Algún día del otoño de 1997. El gobernador Bartlett ya no sabe qué hacer con el equipo. Así que se lo endosa a los señores Abed, los añejos constructores en el régimen patrimonialista del PRI a quienes les ha entregado sin escrúpulo legal alguno el manejo como negocio del servicio público del relleno sanitario en la ciudad de Puebla. Tales señores no tienen empacho en realizar la muy segura consigna de cambiarle por naranja el color azul de la franja camotera. Vale especular que al déspota el azul panista le causa urticaria.

El resultado es el de la rebelión popular. La masa se encrespa. Maurer resucita y encabeza una manifestación nutrida de aficionados contra el insulto contenido en la franja naranja. Es sábado, por la noche en el Cuauhtémoc el Puebla recibe a los Pumas.  La estación Radiante 105 forma parte y llama desde sus micrófonos a la movilización. En el zócalo la consigna primera es que las cosas se quedan en el zócalo. Pero la masa tiene vida propia. Y grita, “al Cuauhtémoc”. Y Maurer respalda: “¡Al Cuauhtémoc!”. Y allá va la marcha y la movilización al estadio. El motín se huele en el aire.

En el estadio Maurer ya no aparece.

La masa de concreto aparece oscura y fría. Las luces apuntan a la cancha.

Pero la masa de aficionados todavía es masa contra la reja cerrada. Sombras de policías del otro lado. En el callejón que lleva al túnel del Cuauhtémoc luce como diana perfecta a tiro de piedra la figura del autobús de Pumas. Cascajo y piedras siempre abundan en los estacionamientos de México. Empieza la pedriza. El peligro para la radiodifusora y para mí como su director es real: encabezamos una manifestación que está a punto de terminar en un desaguisado en el Cuauhtémoc.

Pensamos rápido: identificamos a los más activos lanzadores de piedras. Son tres o cuatro. No funcionan las súplicas, pero los entretienen. Los sobornos son imbatibles: inmolo mi chamarra del grupo Temerarios con tal de apaciguar el ánimo del que identifico como el líder de los muchachos que muelen los cristales del camión. Mis compañeros de la Radiante hacen lo propio con otros de los cabecillas. La rebelión se aplaca.

Ignoro el resultado del juego Puebla-Pumas. Ignoro si el autobús tenía seguro.

Los Abed renunciaron a su propósito naranja. Y unos cuantos meses después dejan de hacerse cargo del equipo.

 

11

 

Referiré mejor otro juego también vivido por mí como testigo: Emilio Maurer y Felipe Calderón en la noche del domingo siguiente a la jornada electoral de 1998. El primero es el candidato perredista; el segundo es el presidente del Partido Acción Nacional en México.

El dirigente panista rompe el acuerdo con los perredistas de marchar juntos al zócalo e impugnar legalmente la elección. En el mitin del Paseo Bravo Emilio Maurer le tira un madrazo a uno de los panistas que le informa que no marcharán juntos. Para cuando eso ocurre ya Felipe Calderón camina encabeza la caminata al zócalo.

Yo soy reportero, camino, como en esos casos, para atrás y lo enfrento con una pregunta afirmación:

--Están rompiendo la posibilidad de impugnar como partidos PAN y PRD una probada elección fraudulenta –le digo.

--No iremos con Maurer y el PRD juntos a ningún lado.

Así lo cuenta en sus memorias el propio Maurer.

“Como buenos farsantes y coyones, los azules se adelantaron al zócalo para adueñarse del templete. Entonces me enfilé hacia allá, hasta donde estaba toda la camarilla panista trepada y lista para empezar sus discursos. Pero me aparecí y se pusieron rejegos pues no me dejaban subir, incluso tuve que darme de empujones con Felipe Calderón para abrirme paso. Cuando intenté hablar me apagaron el micrófono; Calderón siguió insultándome hasta que le menté la madre. Ninguno de los compromisos que hicimos para denunciar el fraude electoral, los cumplieron.”

Hay recuerdos que no se difuminan fácilmente, y más cuando se dimensionan las consecuencias que los acontecimientos tienen para el porvenir de una sociedad. Mario Marín se convirtió en presidente municipal, y desde ahí construyó la candidatura priista de gobernador que le ganó en el 2004 al ambicioso alfil del santón priista Melquiades Morales, circunstancia que provocó la posterior carrera panista de Rafael Moreno Valle, el más exquisito de los déspotas en Puebla.

 

12

 

Para Maurer la política se circunscribe a la lucha por el poder político:

“En la política no hay amigos, hay convenios y pactos donde la traición se da de manera cotidiana porque les vale madre la amistad. Si te dan un abrazo, te pueden estar apuñalando sin que te des cuenta. Por ello la política no ha sido mi pasión, sino algo circunstancial.”

No lo veo así. La política va mucho más allá que la disputa partidaria por el poder. Él es un jugador plurifuncional. Encabezó un movimiento que desnudó al monopolio del futbol y su liga con el poder político. Ese es el hecho más importante en la historia del futbol mexicano.

Su manera de hacer política es su principal desvirtud, diríamos para jugar con aquella lúcida descripción de la radioescucha en el otoño de 1998.