noviembre 11, 2025, Puebla, México

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Sobre nuestra clase política: lo que vemos es lo que hay / Sergio Mastretta

Hay hechos que obligan a marcar distancia, una vez más, de la clase política local. Morena ha utilizado un espacio público –el Museo Barroco– para dar a conocer a quienes para el grupo de poder en el gobierno local son los aspirantes a la candidatura en el 2024. El uso partidista de un espacio público. El mismo y conocido abuso de poder. La costumbre del despotismo tradicional en Puebla.

Lo que vemos es lo que hay.

Se empiezan a jugar las cartas en la disputa por el poder entre quienes aparecen como grupo dominante de la política en Puebla, y lo que se mira comprueba que la baraja oficial no ofrece más que personajes identificados con los  grupos de poder fáctico que han dominado el territorio por los últimos treinta años.

¿Quiénes son? ¿De dónde vienen? ¿Qué los hizo pensar que merecen ser  gobernadores? ¿Quién se los hace creer? ¿Y  por qué quieren serlo? ¿Qué vieron hacer en quienes los inspiraron? Y un interrogante para el que no tienen respuesta: ¿tienen idea de lo que se viene para Puebla en su economía, su medio ambiente y su seguridad?

Me lo pregunto sobre personajes tan hechos de la misma materia de la operación electoral ligados a jefes políticos que marcan sus carreras como los primos Armenta y Mier o el barbosista Huerta o tan disímbolos pero claramente identificados con el grupo de poder fáctico marinista como Olivia Salomón. La figura de Lizeth Sánchez en esta conversación no durará más allá de lo que se necesite para llenar el escenario. Dejo en esta reflexión para otro momento a estos tres últimos personajes ligados al grupo dominante en el gobierno local. Para más adelante también lo que puede significar una candidatura opositora como la del panista Eduardo Rivera.

Las preguntas valen en la coyuntura política poblana tras unos últimos años que han debilitado la figura del Jefe Político Dominante que normalmente se funde con la figura del gobernador. La crisis política del 2018 y 2019, subrayada por las muertes de Martha Érika Alonzo en diciembre de 2018 y Miguel Barbosa en diciembre de 2022, derivó en una recomposición de las fuerzas y los poderes fácticos en Puebla. El poder económico trasnacional hace mutis y se entenderá con quien quede. Los débiles capitales poblanos mantienen la subordinación de los últimos treinta años. El capital inmobiliario aporta dinero por abajo del agua a quien se lo pida y también se mantiene en lo posible al margen. Pero el hecho concreto es que el gobernador Salomón Céspedes Peregrina no tiene totalmente en sus manos la estructura de operación electoral que en otras circunstancias tuvo Rafael Moreno Valle en las elecciones de 2016 y 2018. Ayuda comprender esto para evaluar el alcance que tienen las alternativas que representan Alejandro Armenta o Ignacio Mier por el rol que han jugado ambos en la dinámica marcada por el presidente Andrés Manuel López Obrador.

Ignacio Mier logró colarse en la lista armada por la estructura estatal morenista que se fortaleció con Miguel Barbosa. Alejando Armenta seguramente entrará en el juego por decisión de la dirigencia nacional morenista. Los  primos, entonces, contra todos los pesares que sus trayectorias les arrojan, han logrado plantarse contra el grupo que en la coyuntura de la muerte de Miguel Barbosa detenta el poder en Puebla. Los dos prueban largo plazos que ocultarían si les fuera posible: se hicieron con Bartlett y Marín. Dirán que no había otra manera de hacerse político entonces. Ignacio Mier, que presume una prosapia obradorista para que olvidemos sus buenos años de priista, da claras señales de revivir personajes y alianzas muy alegres en tiempos de Rafael Moreno Valle. Alejandro Armenta quiere aparecer como un político sin pasado priista, pero los comentaristas que no le son adictos siempre traen a cuento su papel dirigente en la campaña de Peña Nieto en 2012. Los dos, sin embargo, han jugado un rol estelar para la política del presidente López Obrador al ocupar las presidencias de las cámaras en el Congreso de la Unión. Esa alianza nacional los ha puesto en la dinámica que vivimos ahora.

La clase política poblana proviene de dos ámbitos que, sin embargo, sin inseparables: las entrañas de gobierno estatal y los grupos políticos que desde él se han empoderado y enriquecido para, en las buenas y en las malas, convertirse en grupos de poder fáctico.

Mario Marín no se entiende sin Manuel Bartlett. Rafael Moreno Valle no se entiende sin Melquiades Morales. En cada coyuntura los jefes políticos son determinantes, pero también en cada etapa pueden ocurrir quiebras o encumbramientos. Melquiades derrotó a Bartlett en 1998; Mario Marín al propio Melquiades en el 2004; y Moreno Valle, priista-neopanista, a Mario Marín en el 2010. Miguel Barbosa no se entiende sin la muerte de los Moreno Valle y Salomón Céspedes sin la desaparición del propio Barbosa. En esta rueda de la fortuna las marcas de esos jefes políticos ganan o pierden, reviven o se congelan, pero siempre permanecen. La fortaleza del jefe político en su momento determina el proceso concreto de trasmisión del poder. Lo probó Moreno Valle con Antonio Gali y con su esposa Martha Érika. La actual contienda ofrece un gobernador sin pretensiones mayores que las de su supervivencia. Justo lo que confirma las aspiraciones de los precandidatos Armenta y Mier.

El poder de la clase política es inversamente proporcional al poder del Estado, dice el politólogo Fernando Escalante Gonzalbo. Bien sabemos que en estados como el de Puebla, el poder del Estado se concentra en el poder ejecutivo, con jueces y legisladores sometidos al gobernador en turno, con las estructuras de los partidos convertidas en meras maquinarias electorales al mejor postor y con una prensa que en la indigencia marcha al ritmo que le impone su dependencia de los convenios publicitarios. Por eso el jefe político-gobernador, y los miembros de la clase política que se empoderan con él, se hacen tan fuertes con el control de aparato de poder ejecutivo.

Eso, y no más, es lo que nos espera con Armenta o Mier.

Valer recordar lo que se juega en estos próximos meses de contienda electoral (Sergio Mastretta: GUÍA PARA OBSERVADORES ELECTORALES, PCCI. Abril 2021):

Estructura

“Es la organización y control de las estructuras de operación electoral bajo control del presidente o del gobernador de un estado. Controla organismos de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, así como estructuras de partidos y organizaciones sociales; establece alianzas con empresas de capital local, nacional y trasnacional. Puede mantener acuerdos y relaciones con organizaciones del crimen organizado. Opera por dentro y por fuera del aparato de gobierno. Con la fuerza del poder ejecutivo controla el conjunto del aparato del Estado: el manejo del presupuesto, las dependencias de gobierno, los procesos internos de los partidos, el congreso, los tribunales de justicia, los órganos electorales y los órganos ciudadanos establecidos en la Constitución. La estructura que encabeza opera todo el tiempo.”