Noventa años y Elvis continúa tan fresco / Moisés Ramos Rodríguez
Como bien cantó el propio Elvis: “A little less convertation, a little more action, please” (un poco menos de conversación y un poco más de acción, por favor.)
Para Sergio Mastretta, en su cumpleaños
Elvis, siempre, aún noventa años después.
Del solitario trío de 1955 (voz, bajo, guitarra acústica y una eléctrica, aunque no la histórica Gibson de Scotty Moore) a, por ejemplo, el Elvis atrapado en vivo en Las Vegas —1970-- interpretando la insuperable versión de “Suspicious Minds” (insuperable incluso para el propio Elvis) había apenas quince años de camino.
Pero algo era indudable: el autorretrato que había interpretado en “King Creol” se había vuelto realidad. Con una mezcla de música de vaqueros y de música de Nueva Orleans y de los pantanos de Virginia, la profecía se había vuelto realidad:
There's a man in New Orleans / Who plays rock and roll / He's a guitar man / With a great big soul / He lays down a beat / Like a ton of coal / He goes by the name of King Creole.
(Hay un hombre en Nueva Orleáns / que toca el rock and roll: / es un guitarrista / de alma grande; / marca el ritmo / como una tonelada de carbón: / Rey Criollo es su nombre.)
En 1955, casi como una broma, en un estudio de grabación ahora mítico, Elvis, el bajista Bill Black y el guitarrista Scotty Moore, jugueteaban con la canción “That’s all rigth”. La grabaron y ahí inició lo que era inevitable: el vaquero sureño se convirtió en un hacedor de éxitos con una instrumentación básica, con una poderosa voz de barítono y un estilo que definió la revolución musical llamada rock and roll.
Vestido en cuero negro, con un grupo de guitarras y sin artificios, regresando a sus orígenes, en un especial de televisión del 27 de junio de 1968, Elvis definió: “La música de rock and roll es, básicamente gospel y rythm and blues.”
Hacedor exitoso de esa mezcla, hijo del sur profundo, Elvis nació el 8 de enero de 1935. Es decir, el próximo miércoles 8 cumpliría noventa años de edad quien fue calificado como el rey del rock and roll.
Sin embargo, cabe una anécdota: ya famoso, ya respetado y reverenciado, cuando sabía que Chuck Berry iba a actuar, invitaba a Tom Jones para ir a verlo, después de confesarle: “Él es el verdadero rey del rock and roll.”
De regreso a los años cincuenta, apenas unos meses después de grabar el clásico de Arthur Crudup, “Heartbreak Hotel” mostraría para que estaba hecho Elvis: aún sólo con los Blue Moon Boys (que no eran otros que Moore y Black; aún no llegaba a la batería D J Fontana), se coló de plano en las listas de éxitos de la que no ha descendido.
Para cuando D J Fontana llegó a la banda de Presley y grabaron aquella fiesta en la cárcel, Elvis definió el sonido del rock and roll tal como lo habían inventado los negros: pasó del rockabilly (con más de música de vaqueros y rythm and blues) al sonido eléctrico —y electrizante— de Chuck Berry, que traía consigo la herencia del góspel y del blues.
Si bien Moore nunca quiso —y, por ello nunca lo hizo— imitar los riffs (líneas melódicas que se repiten) de Robert Johnson o de Berry, pues conservó hasta el final su genial estilo propio, en “Jailhouse Rock” Black y Fontana, con esa entrada memorable combinando el primer y el tercer tiempo de un compás de cuatro cuartos, al que se sumó la salvaje guitarra de Moore, abrieron el camino que aún hoy algunos siguen fielmente.
Cierto: no estaban haciendo nada nuevo (el boogie woogie y el swing ya habían abierto ese camino), pero con Elvis —y su pelvis— al frente, iniciaban una nueva era.
Chuck, sé bueno con el rey criollo
Elvis nació en Tupelo, Misisipi el 8 de enero de 1935; nueve años antes, relativamente cerca nació Chuck Berry en octubre de 1926, en San Luis Misuri. Así como Elvis cantó ese autorretrato que se convirtió en realidad, Chuck hizo lo propio:
His mother told him "someday you will be a man / And you will be the leader of a big old band / Many people coming from miles around / To hear you play your music when the sun go down / Maybe someday your name will be in lights / Saying “Johnny B. Goode tonight”.
(Su madre le dijo: “Algún día serás hombres / y serás líder de una vieja y gran banda; / mucha gente vendrá de muchas millas a la redonda / a escucharte tocar cuando atardezca. / Tal vez un día tu nombre esté en un anuncio luminoso / que diga ‘Esta noche [toca] Johnny B. Goode.’”)
Si Elvis era la parte blanca y del country de la música de los cincuenta que dio origen al rock and roll, Berry era la parte más puramente negra, heredero directo de los modos característicos de lo que venía de la musica sin acompañamiento instrumental, de los solistas del blues (verbi gratia, prínceps Robert Johnson) y de las bandas de blues y jazz.
Mientras Elvis escalaba rápidamente en la lista de éxitos, Berry se presentaba —1958— en el Newport Jazz Festival, el Jazz on a Summer's Day.
Ahí, Chuck se codeó con las estrellas del jazz (Louis Amstrong, Mahalia Jackson y Thelonious Monk, por nombrar a los participantes negros más famosos) para mostrarles —y al mundo— lo que venía a sustituirlos.
Se sabe que tocó “Sweet Little Sixteen” y “Johnny B. Goode”, aunque en el video oficial sólo se le ve interpretando la primera.
[Cabe otra anécdota: al más puro estilo Stalin, la película Volver al futuro pretendió, unas tres décadas después, que un blanco, protagonista de la cinta, había “inventado” los riffs que popularizo su hacedor, Berry. Afortunadamente ahí están las grabaciones para mostrar la verdad.]
Por su parte, Elvis en esos primeros años se presentó en el programa de TV de Ed Sullivan; en la tercera ocasión, ya era visto por miles y su carrera era imparable. Pero aún no sumaba la instrumentación con la cual Berry sentó las bases del rock and roll: guitarra y bajo eléctricos, batería y, eventualmente piano.
Elvis cantó:
When the king starts to do it / It's as good as done / He holds his guitar / like a tommy gun
He starts to growl / From way down his throat / He bends a string / And 'that's all she wrote'
(Cuando el rey comienza, / es tan bueno, que hecho está. / Porta su guitarra como una ametralladora, / comienza a gruñir desde el fondo de su garganta, / dobla una cuerda. / Y eso es todo, amigos.)
Los espasmos del carismático Presley, y los movimientos de su pelvis y su cadera no tomados por la cámara de TV, sólo eran un agregado a la conmoción que causaba su voz con la mezcla de góspel y rythm and blues que había sabido conjugar.
En cuanto a Berry, había venido del campo para ser el ejemplo de los músicos —sobre todo blancos— que le siguieron en el camino: de The Beatles a los Rolling Stones, pasando por el Tri de Alex Lora, en México. Chcuk cantó en su autobiografía “Johnny B. Goode” (Juanito, sé bueno):
He used to carry his guitar in a gunny sack / Go sit beneath the tree by the railroad track. /
Oh, the engineers would see him sitting in the shade / Strumming with the rhythm that the drivers made. / The people passing by they would stop and say / “Oh my what that little country boy could play.”
(Solía llevar su guitarra en un costal de yute; / se sentaba bajo un árbol cerca de las vías del tren. / Oh, los maquinistas lo veían a la sombra del árbol / rasgueando al ritmo que marcaban los conductores / La gente que pasaba se detenía y decía: “Oh [Dios] mío, lo que podría tocar este pequeño campesino.”)
Pero mientras Chuck siguió en el camino de la música, Elvis se alistó en el ejército y, cuando regresó, las cosas habían cambiado a tal grado, que no lo podía creer: los súbditos, especialmente los de Inglaterra, se había sublevado y ocupado su trono.
A Chuck le rindieron pleitesía, grabaron sus “Roll Over Beethoven” y “Rock and Roll Music”, por ejemplo, pero a Elvis las masas casi lo echaron al bote de la basura.
El ingreso de Elvis al ejército estadunidense fue una forma de congraciarse con los sectores más conservadores de su país, los mismos que, ya en los años sesenta, con el rey haciendo tres películas—insulsas— al año, quemaron en la hoguera a The Beatles.
Elvis, cuentan las crónicas subterráneas, no tuvo un encuentro afortunado con The Beatles en su territorio, Graceland, y jamás se volvieron a reunir, pero supuestamente Lennon le habría preguntado dónde había quedado el Elvis de los primeros años.
Si fue cierto el cuestionamiento de Lennon o no, Elvis estaba cada vez más a disgusto con los argumentos de las películas en las que participaba y sólo se interpretaba —casi como en una parodia— a sí mismo.
1968 fue, entonces, un año decisivo: mientras las revueltas estudiantiles se extendían por Estados Unidos, Checoslovaquia, Francia y México, Elvis decidía dejar, de tajo, su papel de payaso de Hollywood.
Al ofrecérsele un especial para la televisión, Elvis vio la posibilidad de hacer un regreso con gloria.
Se trató del “Comeback special” del 27 de junio de 1968, que lo presenta vestido en cuero negro y ¡sentado…!, imposibilitado de mover las caderas y la pelvis como cuando inició su consagración. Eso sí, de muy buen humor, riéndose de sí mismo, del modo de vocalizar, del modo en que torcía la boca para hacerlo, equivocándose o jugado a hacerlo.
El programa sirvió para relanzar la carrera de Elvis: con un grupo de guitarristas a su alrededor, un percusionista sin batería, tocando la guitarra—eléctrica y sin electricidad— el músico se mostró como había sido en sus inicios: regresó al góspel, al rythm and blues y al rockabilly: se mostró sin artificios.
Aun cuando existen cuatro discos de esa sesión —con agregados de música de estudios y otras— lo más valioso de esa presentación está en el video de menos de una hora donde se puede ver al verdadero rey criollo.
Elvis se reivindicó y logró catapultar su carrera, aunque sus seguidoras—como se ve en el especial de TV— estaban sin creer lo que veían: después de los churros que tuvo que hacer para Hollywood, protagonizó Charro! (sic), cinta que lo mostró como actor, y no como payaso, barbado y forajido, aunque el guion que le habían dado a leer y por el cual firmó el contrato, fue cambiado casi en su totalidad, sin desnudos, sin la violencia de las películas de vaqueros, como lo era esa.
Ya resucitado de entre los muertos, un empresario le ofreció un contrato para actuar en el más nuevo y amplio hotel de Las Vegas, donde la primera estrella en hacerlo fue Barbra Streinsand. Su éxito fue enorme, en decenas de actuaciones desde 1969 hasta 1971.
No hay testimonio de todas o de muchas noches de esas actuaciones de Elvis—para un público mayoritariamente de jubilados y ludópatas, con mujeres que aún esperaban entre el público a que las besara— pero los que existen muestran la vitalidad del rey criollo.
Hay un disco, sí, que recupera algunas canciones —Elvis in person. Live at the International Hotel, Las Vegas, con una versión excelente de “Johnny B. Goode”, entre ellas— y un video de la interpretación de “Suspicious minds” de 1970 que muestran que Elvis si había resucitado. (Otro documento que lo muestra es el audio de The Complete 10 August 1970 Opening Show, Las Vegas). Lástima que su disco de 1973, Raised On Rock, no haya estado a la altura de esa resurrección.
Cantar hasta desmayar
Para el especial de 1968 donde resucitó de entre los muertos, Elvis contó con Scotty Moore, el guitarrista de sus inicios, y con el baterista D J Fontana (el bajista Bill Black había muerto poco tiempo antes), pero ante el manejo que el “Colonel” Tom Parker, mánager de Elvis hacía de éste, el dúo (los míticos Blue Moon Boys) se negaron a regresar con el Rey Criollo.
Parker (un holandés de nacimiento de nombre impronunciable), decían los músicos de Elvis, los había separado. Así es que Presley, de 1961 a 1969 no contó con una banda propia, y para la presentación que le ofrecieron en Las Vegas, inició de cero, o casi.
La que fue conocida como la banda TCB, reunió algunos músicos que Elvis conocía y otros que admiraba; algunos otros sesionaron —como Jerry Scheff al bajo— y lograron impresionar al rey quien, satisfecho, regresó a los escenarios en Nevada el 31 de julio de 1969.
Hasta su muerte, ocho años después, Elvis hizo 66 presentaciones en Las Vegas, dos espectáculos por noche, y recorrió todas las ciudades que pudo—son famosos sus conciertos en Hawái— hasta agotar su energía con la banda organizada por James Burton, el guitarrista principal de la misma.
El concierto del 10 agosto de 1970 en Las Vegas, grabado en audio y un poco en vídeo, con un buen sonido remasterizado actualmente, muestra de qué iba el regreso del rey: energía, un baterista casi incontrolable (Ronnie Tutt), un bajista poderoso; un guitarrista a la altura del propio Elvis; un coro de mujeres negras y uno de góspel, de hombres blancos, y una orquesta propia para las baladas.
En un especial para la TV —CBS, 1977— poco antes de su muerte, después de sentarse a tocar el piano, Elvis canta una despedida que continúa en la memoria colectiva. “My Way”.
And now, the end is near / And so I face the final curtain / My friend, I'll say it clear / I'll state my case, of which I'm certain / I've lived a life that's full / I traveled each and every highway / And more, much more than this / I did it my way.
(Y ahora, el final está cerca, / así que arrostro el último telón. / Amigo mío, lo diré claro: / te expondré mi caso, del cual estoy seguro: / he tenido una vida satisfactoria; / recorrí todas y cada una de las carreteras / y más, mucho más que esto. / Lo hice a mi manera.)
En esa presentación, ya con sobrepeso, se ha dicho que adicto a los medicamentos que tomaba para calmar diversos dolores, el rey se nota cansado. Pero también muestra que da un poco más, un poco más, hasta el final, que se acercaba ya.
Aún cuando habían pasado 22 años, uno de sus primeros éxitos, su profecía, se seguía cumpliendo:
He sings a song about a jelly roll / He sings a song about meat and greens / He wails some blues about New Orleans / Well, he plays something evil / Then he plays something sweet
No matter what he plays / You got to get up on your feet / When he gets the rockin' fever
baby, heaven sakes / He don't stop playin’ / ’Till his guitar breaks
(El [Rey Criollo] canta una canción sobre un rollo de gelatina; / canta una canción sobre carne y verduras. / Canta un lamento de blues sobre Nueva Orleáns; / toca algo maligno / y después toca algo dulce. / No importa lo que toque: / tienes que ponerte de pie / cuando lo posee la fiebre roquera. / Nena, santo cielo, / él no deja de tocar / hasta que su guitarra se rompe.)
El rey tenía 42 años, 22 de los cuales los había dedicado a cantar, tocar la guitarra, el bajo, el piano, pero sobre todo el alma de hombres y mujeres que aún lo siguen escuchando.
Este año 2025 será de celebraciones por los noventa años del rey. Seguramente aparecerán videos desconocidos, grabación descartadas, olvidadas o escondidas, pero lo esencial de Elvis está en las plataformas, en video que tienen millones de vistas. En vidas que, como la suya, recorrieron el último tramo de un siglo de cambios, donde él supo cumplir su papel, con sus altas y bajas, nunca mejor dicho: con sus bemoles.
La canción no es suya, pero en 1973 Elvis canto:
I remember as a child I used to hear / Music that they played Lord with a feel’ / Some call it folk, some call it soul. / People let me tell you it was rock and roll. / I was raised on rock, I got rhythm in my soul. / Every day when I got home I turned on my radio, / Listening to the music that my idols made: / I knew every single record the DJ's played, / A honky Tonk a Hound Dog, a Johnny B. Goode, / Chain Gang, Love Is Strange, Knock On Wood. / I was raised on rock, I got rhythm in my soul. / I was born to love the beat. / I was made for rock and roll / I thought it was a fad, thought that it would pass / But the younger generation knew it would last.
(Recuerdo que, de niño solía escuchar, / Señor, música tocada con sentimiento; / algunos la llaman folk, otros, soul. / Amigos, déjenme decirles que era rock and roll. / Fui criado con rock, / tengo ritmo en mi alma. / Todos los días, al llegar a casa, / encendía mi radio, / escuchando la música que mis ídolos hacían. / Conocía cada disco que reproducía el programador: / un “Honky Tonk”, un “Hound Dog”, un “Johnny B. Goode”, / “Chain Gang”, “Love Is Strange”, “Knock On Wood”. / Fui criado con rock, tengo ritmo en el alma. / Nací para amar el ritmo: /fui hecho para el rock and roll. / Pensé que era una moda pasajera, pensé que pasaría / pero la generación más joven sabía que duraría.)
En esta canción, poco antes de morir, Elvis aparentemente se describe, pero son sus seguidores —músicos o sólo escuchas— quienes están retratados en esa canción.
De que Elvis sigue presidiendo la corte del rock and roll, no hay duda; sin él, sin Chuck Berry—y otros pioneros negros, y algunos blancos— la revolución estalló hace 70 años y, señoras y señores, la música y su ritmo no cesan.
Pero, finalmente, como bien cantó el propio Elvis:
“A little less convertation, a little more action, please” (un poco menos de conversación y un poco más de acción, por favor.)