
Mundo /Sociedad civil organizada | Ensayo | 1.JUL.2025
Solidaridad con el pueblo palestino y el arte como forma de resistencia / Isabel Maldonado

Por una creación artística como resistencia al presente atroz que vivimos
El pasado domingo 29 de junio colectivos y organizaciones de Puebla como la OLEP, Justicia para Ayotzinapa y todos los desaparecidos, Difundiendo resistencias, y espacios culturales como la Fanzioteca y Casa Tlacuache, llevaron a cabo en el zócalo de la ciudad de Puebla el evento político-cultural “Contra todas las guerras todo el arte, la resistencia y la rebeldía”. El evento convocó a artistas, músicos y poetas que se sumaron solidariamente. Artistas como Deni Valo, Las Mal portadas, Lupitagorica, El Son del Maíz, Bean Martínez, Raíz Joven, Sangre libre, Insolente y Gritos marginados fueron algunos de los músicos que pusieron su arte para exigir un alto al genocidio que se está llevando a cabo en Gaza por parte del Estado asesino de Israel y también para exigir al Estado mexicano que rompa relaciones con el Estado genocida de Israel.
Mientras, en muchos rincones del mundo personas de diversos orígenes e ideologías hemos salido a las calles a exigir a la proclamada comunidad internacional de los países aliados y no aliados de Israel que de una vez por todas intervengan decididamente para parar al genocida Benjamín Netanyahu, solo un día antes de que se llevará acabo el evento político-cultural el régimen israelí ya había lanzado nuevos bombardeos contra la población de Gaza, asesinando a 80 personas, entre ellas muchos niños y mujeres y cientos de heridos.
En tanto que se asesina por balas o por hambre al pueblo palestino, quienes provocaron esta barbarie que tiene sus orígenes en 1947, no hacen más que mentir y permitir el genocidio que se está llevando a cabo contra el indefenso pueblo Palestino para aniquilarlos u obligarlos a huir para ocupar su territorio; este es el real objetivo perverso de Netanyahu. Esta barbarie que como decía líneas arriba comenzó en 1947, donde tras la ocupación de Inglaterra y su retirada, la ONU decide ese mismo año emitir una resolución donde el territorio de Palestina quedaría dividido en dos Estados: El Estado judío y el Estado árabe-palestino, quedando Jerusalén como un régimen internacional. Este hecho llevaría al estallamiento de la guerra árabe-israelí en 1948 que provoco la expulsión violenta de su territorio de más de dos tercios de la población Palestina en un proceso conocido como Nakba (Nakba significa en árabe, desastre o catástrofe y se utiliza por los palestinos para designar el éxodo palestino) y que se ha prolongado hasta nuestros días. Hoy en la Cisjordania reocupada continúa el despojo a gran escala de tierras palestinas por parte de colonos israelíes. Los últimos informes de medios internacionales como Reuters, Sputnik y AFP mencionan que los colonos israelitas han quemado muchas de las tierras de familias palestinas para obligarlos a huir. Por otra parte, los medios de comunicación hegemónicos siguen llamando guerra a lo que a todas luces es un genocidio, siguen mintiendo acerca del supuesto objetivo de Israel. Apenas hace unos días atrás, el diario Haaretz informo que las llamadas Fuerzas de Defensa de Israel (que en realidad no son de Defensa sino de muerte, ya que están frente a un pueblo indefenso), recibieron órdenes para disparar indiscriminadamente contra palestinos en centros de distribución de alimentos[1].
Ante estas atrocidades no podemos quedarnos callados, no debemos quedarnos callados. En una entrevista que hace poco le hicieron a la antropóloga Rita Segato, ella se declaraba decididamente ex humana, no quiero pertenecer más a esta especie siniestra afirmaba Segato. Si bien entiendo el sentido de su afirmación, quizá debiéramos preguntarnos ¿qué tanto de aquello que nos hace humanos se nos ha mutilado o se nos está mutilando hoy? ¿cómo es que en se nos despoja de lo humano? y más aún ¿cómo no seguir deshumanizándonos?
Una de las cosas que nos hace humanos sin duda es el arte, y no sólo eso, el arte también es una poderosa arma para la resistencia. Y es en esto en lo que me quiero centrar en las siguientes líneas. No soy una experta en arte, mucho menos artista, soy alguien que cree firmemente en que, como afirma Gilles Deluze, Necesitamos creación y pueblo, es decir, arte de los abajos, en el sentido que ha proclamado el movimiento neo-zapatista.
El arte crea y en la medida que crea resiste. dí Felippo[2], siguiendo a Deluze afirma que el arte crea perceptos y afectos, y que la creación escapa a la comunicación. Mientras que la comunicación trasmite información, es decir, consiste en hacer circular palabras de orden, por lo tanto, en propagar el sistema de control, el arte se opone a ella a partir de la creación.[3] Pero a qué se refiere Deluze cuando dice que el arte crea perceptos y afectos, no ahondaré aquí en desmenuzar estos conceptos, pero en palabras simples a lo que se refiere Deluze cuando habla de perceptos y afectos es a que el arte crea sensaciones. La sensación dice Deluze, es lo contrario de lo fácil y lo acabado, del cliché. La sensación tiene una cara vuelta hacía el sujeto (el cuerpo, el movimiento vital, el temperamento) y una cara vuelta hacia el objeto (el hecho, el lugar, el acontecimiento) es las dos caras indisolublemente, es un ser situado, un ser en el mundo. La sensación está en los cuerpos, radica en los cuerpos (no en el aire) de quienes forman parte de esa creación o participan de ella. En este sentido, es que quienes participamos del evento del domingo, artistas y no artistas (personas en general) pusimos el cuerpo, y eso ya es un acto de resistencia. Retomando las palabras de la extraordinaria filósofa Marina Garcés, hemos alimentado demasiadas palabras sin cuerpo, palabras dirigidas a las nubes o a los fantasmas. Palabras contra palabras, decía Marx. Poner el cuerpo en nuestras palabras significa decir lo que somos capaces de vivir o, a la inversa, hacernos capaces de decir lo que verdaderamente queremos vivir. Y si algo hace el arte es poner el cuerpo siempre, por ello el arte es una herramienta muy poderosa ante lo que se nos quiere presentar como verdad.
Vivimos en un mundo donde la comunicación y la información abundan, donde estamos saturados de tanta información, al respecto dice dí Filippo que de lo que se carece cada vez más es de creación. Pero pienso que no de cualquier creación, sino de una creación que sea resistencia al presente atroz que vivimos. Si bien concuerdo con dí Filippo, creo que el acontecimiento del domingo no sólo fue un acto político de resistencia a través del arte, es además, posibilidad, pero ¿posibilidad de qué?
Todos quienes estuvimos en el evento del domingo y alzamos la voz, la música, la poesía, la danza o la pintura para gritar ¡No al genocidio en Gaza! ¡No necesitas ser palestino solo ser humano para apoyar al pueblo palestino! actuamos como interruptores del flujo de lo normalizado o lo “normal”.
Si lo “normal” como menciona Berger sólo se revela plenamente como lo que es mediante una acción que se le oponga, una acción “anormal” La concentración del domingo en el zócalo de Puebla, creo yo fue una acción-creación que a través del arte busca romper, fue el canto con letras que no escuchas en radio ni televisión, la pintura que no se encuentra en los grandes museos ni siquiera en los pequeños, la danza de los cuerpos que son marginados, estigmatizados, racializados. Así, por ejemplo, cuando la violencia que vive el pueblo palestino, la violencia que hoy vivimos todos en todo el mundo se le intenta normalizar por los medios de comunicación hegemónicos, es el arte el que opone resistencia, el que despoja de su “normalidad” aquello que se quiere normalizar, y cuando sucede eso -dice Berger-, nuestro propio sentido de ser excepcionales se extiende más allá de nosotros para abarcar todo el momento histórico que vivimos. Reconocemos entonces lo que nos hacen quienes tienen poder en el mundo. Descubrimos a través del arte cuánto de nosotros es negado o suprimido por “normal”, y una vez que descubrimos esto, entonces cabe la posibilidad de imaginar algo nuevo y por tanto de su creación. Con el arte resistimos y nos negamos a deshumanizarnos, nos negamos a horrorizarnos solo desde una computadora o indignarnos únicamente en un café en una conversación con amigos o colegas. Tomamos la calle, la plaza pública y nos encontramos con muchos otros indignados, con personas que quizá solo pasaban por ahí, pero que algo las hizo detenerse, escuchar y reconocernos en esa misma indignación, y es quizá esos pequeños actos los que nos mantienen
.humanos.
Contra todas las guerras, todo el arte, la resistencia y la rebeldía.
[1] Diario La jornada, 29 de junio de 2025.
[2] di Filippo, Marilé (2012), Arte y resistencia política en (y a) las sociedades de control. Una fuga a través de Deleuze. Pontificia Universidad Católica de Chile. Julio, 2012.
[3] Ibíd.