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19 Abril 2024, Puebla, México.

“Ahora estamos peor que antes”: nuevo capítulo en la historia de la desgracia obrera en Tehuacán

Economía | 2020-08-23 00:00:00

“Ahora estamos peor que antes”: nuevo capítulo en la historia de la desgracia obrera en Tehuacán

Martín Barrios

 

 

Esta es una historia más de la explotación laboral y la impunidad con la que operan las maquiladoras de la industria de la confección en Tehuacán. Hera Apperel despide, en el marco de la pandemia por COVID 19, a sus 300 trabajadores de la noche a la mañana, y lo hace, una vez más, violentando la ley y de la mano del sindicato de la CROC, y sin que ninguna autoridad del Estado haga algo para impedirlo.

Es una historia más de la derrota obrera en Puebla.

 

Peor que nunca

 

“Ahora estamos peor que antes, ahora ya ni trabajo tenemos”, me dice Jacinto Osorio, un costurero de 45 años, originario de San Antonio Cañada, una comunidad nahua de la Sierra Negra, ante el despido masivo en la empresa maquiladora Hera Apparel. Él, su esposa Angélica y otros 268 obreros fueron echados a la calle a partir del pasado 3 de agosto del año que pasará a la historia por la pandemia de Coronavirus 19.

Nos encontramos afuera de las instalaciones de esta maquiladora ubicada en Tehuacán,  la urbe indígena que es el centro económico y político regional del sureste poblano, catalogada alguna vez como “la capital mundial de los blue jeans”, en la colonia Niños Héroes, a un costado del nuevo mercado municipal Benito Juárez, que durante años albergó el polvoso campo beisbolero “López Sierra” y que luce semivacío cada vez que entramos para protegernos de la lluvia, para realizar un “taller” rápido de cálculo de indemnizaciones y decidir cómo enfrentar la situación.

“Los despidos iniciaron desde diciembre del año pasado”, comenta Lourdes González, una costurera corrida de esta empresa, originaria de la población de Xalmimilulco, Huejotzingo, en el centro del estado de Puebla y propiedad del empresario Leobardo Hernández Ramírez.

“Nos fueron corriendo selectivamente, ya que tenían una lista por cada línea de producción de todos los que más exigíamos nuestros derechos ante los abusos de la empresa”, continúa Lourdes, que no ha dejado de combatir a la empresa, ahora en los debates que suscitan las denuncias públicas en las redes sociales como Facebook, en donde el repudio contra la empresa es tan mayoritario como la simpatía ante los reclamos obreros en la población tehuacanera.

“La empresa siempre ha tenido el apoyo del Ayuntamiento de Tehuacán”, sigue denunciando Lourdes en los comentarios que hace en un video de Rosario Ramírez de Televisa Puebla, posteado en mi muro de Facebook.

“Ellos le dieron la certificación de empresa socialmente responsable por su política de contratar personas discapacitadas, pero vean las prácticas en las que incurren para despedirnos de manera irresponsable con liquidaciones que apenas alcanzaron el treinta por ciento”, remata de manera enfadada y categórica.

 

 

 

Hera Apparel llegó a Tehuacán hace diez años

 

No había abierto sus puertas y mucho menos contratado a costurera alguna, cuando ya colgaban lonas plastificadas de color rojo y letras amarillas y negras que anunciaban. “El personal de esta empresa está contratado por la FROC CROC”.

Estas situaciones surrealistas del sindicalismo mexicano siguen sucediendo en esta época de la llamada 4ta transformación, en la que las condiciones de control, corporativismo y sindicalismo charro y de protección patronal siguen gozando de cabal salud para desventura de las costureras y operarios de Tehuacán en este caso.

“Hera Apparel”, empresa que a lo largo de la década en que ha operado en este municipio cambió cinco veces de razón social con la omisa complicidad del gremio croquista que encabeza el abogado laboral Jaime Sergio Hernández Machorro y la delegación tributaria del SAT, se instaló mediante contrato de arrendamiento en la nave industrial en donde operaba la tristemente célebre maquiladora “Vaqueros Navarra”, sí, aquella en la que se vivió la lucha sindical independiente más importante en la vida obrera de Tehuacán, entre 2007 y 2008, y que cerró sus puertas para impedir que el Sindicato 19 de Septiembre del Frente Auténtico del Trabajo, en el cual militaban los obreros rebeldes, se volviera el titular del contrato colectivo de trabajo.

 

Portón principal de Hera Apparell, en la calle de Juan de la Barrera, en Tehuacán. Antes estuvo ahí "Vaqueros Navarra".

 

¿No les de vergüenza?

 

“Elemental Denim” fue la última razón social con la que operó está empresa en Tehuacán hasta julio de este año, tal como lo señala su placa metálica en el portón de entrada de la empresa, donde también se ve otra placa que certifica a la maquiladora como “Empresa Limpia” por el manejo de sus residuos y desperdicios.

“¿No les da vergüenza?”, remarca Lourdes González. “

“¿Empresa limpia? –cuestiona-- ¿Cómo el ayuntamiento de Tehuacán puede dar estas certificaciones?  La maquiladora estaba limpia porque los mismos obreros nos veíamos obligados asear nuestras áreas de trabajo y los mismos baños, ya que no existía personal de intendencia en la empresa y de empresa limpia no tiene nada, son unos marranos por la forma en que nos despidieron con la ayuda de Machorro.”

 

Evasión fiscal y protección sindical

                             

Los cambios de razón social son una práctica común en la industria de la maquiladora. Estos tienen como finalidad aparecer cada año a cada dos como una empresa de reciente creación, con lo cual evaden los impuestos al Sistema de Administración Tributaria (SAT), sobre todo con la finalidad de esconder las ganancias reales de la empresa, las cuales están obligadas a repartir entre los obreros entre marzo y mayo de cada año, pago obligado y conocido como “reparto de utilidades”, y el cual nunca entregaron en una práctica ilícita de evasión fiscal, consumada por el contubernio del secretario general del sindicato de la CROC, Jaime Sergio Hernández Machorro, única persona que, en suplantación de la representación obrera, y por condicionamientos de ley, puede impugnar los estados financieros de la empresa y solicitar auditoría ante el SAT.

 

 

El sindicalismo de protección patronal fue una de las lacras que prometió eliminar el presidente López Obrador en campaña, pero sólo ha quedado en eso: promesa, a pesar de la reforma laboral que entró en vigor el pasado 1 de mayo de 2019,  la que anunció con bombo y platillo la llegada de la “democracia” y la “cuarta transformación” al mundo del trabajo, con medidas como la desaparición de las Juntas Federal y Locales para transitar a Juzgados Laborales, transparencia en los registros sindicales y nuevas reglas para las elecciones sindicales, todo por presión del Donald Trump en la firma del TMEC, y no por el interés legítimo de las demandas sentida del sindicalismo mexicano independiente y más o menos independiente, democrático y más o menos democrático en las últimas tres décadas. Ha sido así en especial desde la firma del primer Tratado de Libre Comercio de Norteamérica, el que nos convirtió en la maquilandia con historias a nivel de piso como la que estamos narrando.

 

La liquidación. Las historias paralelas

 

¿Cuánto les ofrecieron de liquidación? Eso pregunto a un grupo de trabajadores de Hera Apparel el sábado 8 de agosto afuera de la empresa. Están a la espera del resultado de la negociación que realiza una comisión de sus compañeros que para entonces no ha llegado a ningún acuerdo con la empresa y que son parte de lo costureros y operarias que he podido asesorar  y prevenir de las transas y amaños del croquismo  --que por cierto  perdió a uno de sus líderes charros más reconocidos en Tehuacán, Luis Rodriguez Reyes,  el pasado 20 de julio del año en curso, a consecuencia de un infarto, muy posiblemente como resultado del Covid 19, después de estar en el trono veinte años consecutivos sin elecciones ni rendición de cuentas alguna en otra rama local del gremio que dirige el charro mayor del croquismo poblano, René Sánchez Juárez.

“Nueve mil pesos por ocho meses” --me responde una trabajadora que conocí en una lucha en la que no nos fue nada bien, hace unos ocho años, en Confecciones El Carmen. Recuerdo esa derrota obrera, una entre tantas en Tehuacán: a pesar de encontrarse la maquinaria embargada por la Junta Local de Conciliación y Arbitraje, fue sustraída por el dueño, un maquilero libanés de la familia Canán, clan ahora perseguido por Miguel Barbosa, quién ha puesto en prisión al regidor Victor Canán Barquet como parte de la persecución y venganza que mantiene también privado de su libertad al exalcalde Felipe Patjane, actualmente recluido en el penal de Tepexi de Rodríguez. Los empresarios, poder y política, ahora en el turno del gobernador Barbosa: desaparece el poder municipal de Tehuacán y tomar el control del Ayuntamiento de este municipio¸ esa es una historia paralela en este y el trienio que viene y los que siguen si le es posible al actual mandatario poblano.

En total son 235 trabajadores y costureras que han sido víctimas de un engaño y de un fraude por parte de la empresa, todo con la complicidad de Jaime Sergio Hernández Machorro, secretario general del gremio croquista que le vendió protección patronal durante diez años a Hera Apparel y que convenció a estos obreros y operarias a firmar renuncias voluntarias sin recibir un solo peso.

Puedo escuchar testimonio y relatos de lo que sucedió entre el 3 y el 5 de agosto dentro de la empresa.

“Yo firmé por doce mil pesos y tenía diez años en la empresa, desde que inició” --comenta Raymundo Castillo, un operario que conozco bien desde hace muchos años.

“Quedaron en pagarnos nuestras liquidaciones en diez pagos semanales que prometieron nos van a depositar por tarjeta de nómina”, me dicec una costurera que pide no revele su nombre.

 

Sindicato para la protección empresarial

 

Este mismo sindicato charro y de protección patronal al mismo tiempo era el mismo que tenía el contrato de protección en Vaqueros Navarra y es el que le sigue vendiendo protección patronal a todo el Grupo Navarra, propiedad del multimillonario empresario de origen español Alfonso Fernández Santiago en sus empresas como Top Jean. Cualquier Lavado, Confecciones Mazara, Private Label y Confecciones Cantabria entre otras.

 Este es el trabajo sucio que hacen en favor de los empresarios de la maquiladora o de la industria avícola y porcícola todos y cada uno de los gremios que pertenecen a la CROC y a la CROM, que siguen gozando de los mecanismos de control corporativo que tuvieron su esplendor con el PRI y el PAN, y que ahora, en tiempos del “cambio verdadero” siguen haciendo de las suyas sin que sean sancionados o se les cancelen sus contratos colectivos de protección patronal por este tipo de prácticas desleales en contra de los obreros que supuestamente representan y que tendrían que defender. A lo más que llegan es a organizar equipos de retas de fútbol y la ingesta de cervezas terminando los partidos de fin de semana.

No es difícil describir lo que significan estos sindicatos charros: son mafias familiares, que gozan de registros y tomas de nota actualizadas; jamás llevan a cabo acciones para mejorar las condiciones salariales de sus trabajadores; no son trabajadores activos de la empresa a la que protegen; nunca llevan a cabo asambleas; esconden los contratos colectivos de la vista de los obreros pues dichos documentos llegan a lo mucho a cinco o seis hojas y no contemplan ninguna prestación adicional al piso mínimo que contempla la Ley Federal del Trabajo. entre otros vicios y anomalías que los define y caracteriza.

 

Explotación para el mercado mundial

 

Al final, el 14 de agosto, alrededor de treinta y seis obreros y costureras que no cayeron en los engaños del sindicato pudieron recibir maquinaria y liquidaciones por lo menos del cincuenta por ciento del total que les correspondía.

La situación para los trabajadores de la maquila, desde el inicio del Covid 19 ha sido demasiada adversa y los patrones han aprovechado esta situación para despedir trabajadores, bajar los salarios, cambiar unilateralmente las condiciones de trabajo y cargar todo el costo de la crisis en las espaldas de los obreros y las costureras.

Hera Apparel fingió una quiebra para deshacerse de una planta laboral de 800 trabajadores sin pagar prácticamente nada a sus trabajadores. La empresa tenía contratos con marcas estadounidenses como True Religion que produce prendas que alcanzan precios en México de hasta dos mil pesos y en Estados Unidos inclusive el doble, y además maquilaba cubrebocas, ropa de sanatorio y de enfermeros y médicos como batas y sábanas por la pandemia de Covid, sólo que en la cuarentena cambió las condiciones de salario y empezó a pagar las miserables cantidades de 35 y 50 centavos por cubrebocas.

 

 

Otras de sus prendas las empezó a distribuir en una red de subcontratación o outsourcing  en maquilas de traspatio en las cuales las costureras no están afiliadas al IMSS ni cotizan en INFONATIV, con el sindicato haciéndose de la vista gorda.

“Agarren lo que les den, la empresa ya no puede continuar”, era la letanía eterna del abogado Hernández Machorro

El pretexto fue, tal vez cierto en parte, que el cierre de la empresa obedecía a la crisis generada por la caída de contratos por la pandemia actual. Lo cierto es que al final 800 familias de Tehuacán se quedaron sin trabajo y además, como cereza en el pastel, el último día en que entregaron las máquinas como pago de liquidación, los obreros se enteraron que la empresa se había quedado con las aportaciones de dos meses de pago al INFONAVIT que les había retenido en junio y julio y que jamás depositaron a dicho instituto.

 

Esta es una historia de las tantas que ocurren en Tehuacán y en todo el mundo de la maquiladora, en donde como vemos, la sindicalización independiente de los trabajadores y costureras es un tema pendiente.