SUSCRIBETE

20 Abril 2024, Puebla, México.

Polio, la epidemia de 1952 / Recuerdo de Rosa Gastelum

Polio, la epidemia de 1952 / Recuerdo de Rosa Gastelum

Mis hijos tuvieron una serie de enfermedades, hasta poliomielitis. A mi hijo lo atacó la polio. Hubo una epidemia en 1952, cuánto niño. Y yo con el mío. Corría, tenía año y medio en la sala y se cogía del balcón, cada coche que pasaba brinco y brinco. Su papá y yo nos fuimos esa vez al cine y se quedaron ellos con una tía. Cuando volvimos a las doce de la noche vimos a la tía cargando al mocoso ardiendo en calentura, estaba en cuarenta. Y vomite y vomite y vomite. Y diarrea y vómito. Tenía un montón así de pañales sucios. Ay, qué le pasó a mi hijo. A esas horas qué se hace, pues más que contemplarlo.

Al otro día vino el médico, porque tenían su pediatra. Le hablé y sí, ahí voy. El doctor Ibarra Mazari, su hermano poeta. Llegó el doctor y lo vio, esta mano no la levantaba, la izquierda. Le decía su papá mira qué bonita botellita, la cogía, ahora dámela, pero con esta mano, pero no podía dársela. Ay, madre mía, qué angustia. Lo llevo al otro día a su consultorio, lo vuelve a revisar y me dice: es polio. Ay, dios mío. Qué hago con él, y con esta niña, de tres años, es muy contagioso. Apártele a Rosita, fue lo primero que me dijo. Afortunadamente tenía yo una tía y ahí lo llevé. Fui a pedirle al señor de las maravillas y me lo concedió. A los veinte días que había puesto de término el doctor, vamos a verlo. No mueva al niño, déjelo así. A los veinte días, ahora sí vamos a ver cómo está este niño. Le digo, yo creo que ya está saliendo porque ya levanta su piernita.

Y así estuvo haciéndole pruebas, sus piernitas como arco, pero andando, muy inseguro. El doctor parado en la puerta de la recámara. Cuando llegamos junto a él me dice: ya se salvó. Nada más le quedó el brazo muerto. Seis años tardamos en la terapia. “Voy a dar parte al seguro porque es una enfermedad infecciosa”.

Al seguro y a salubridad, para ver en qué condiciones vinieron. Como al mes me dijo que necesitaba su terapia, pero no le aconsejo que lo vean particularmente porque no sabemos cuánto va a dilatar, hágalo en el Seguro Social. Vamos a pedirla. Él me hizo el favor de hablar al Seguro Social, me dieron el pase y aquí en el portalillo íbamos todas las tardes, a las cuatro, lo viera o no, no era motivo para no ir. Dilaté seis años curándolo. Ya casi al final le pusieron un aparato en el brazo. Fueron unos años muy pesados, jamás lo dejaba yo solito. No perdió escuela porque era su brazo izquierdo. Yo decía: ¡Ay mijo!

A los tres años le quitaron el aparato y ya podía mover el brazo con alguna dificultad. A los seis prácticamente ya lo curaron. Después ya no tuve que ir, porque el señor Limón se fue al Alpha como instructor de natación, y yo ahí no podía entrar. Carlitos llegó a jugar futbol y creció, es un hombre alto y si lo ve no le nota nada. (LNR)