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26 Abril 2024, Puebla, México.

Despiden la Héroes de la Reforma, un edificio que puede ser salvado

Sociedad |#c874a5 | 2017-09-26 00:00:00

Despiden la Héroes de la Reforma, un edificio que puede ser salvado

Janet G. Jiménez

Es la tarde del primer lunes de otoño, faltan pocos minutos para que den las cinco. Poco a poco llegan familias, jóvenes en grupo, maestros y jubilados a la 11 Sur y se plantan frente al edificio de la Escuela Héroes de la Reforma y que antes fuera la Escuela Normal Superior del Estado de Puebla y más antes aún la escuela primaria de los Jesuitas en Puebla para dar el último adiós a esta institución que ha visto pasar a miles de poblanos. Su representación más reciente está aquí. Y han cerrado el tránsito de la avenida, apoyados en tres patrullas de tránsito municipal. No hay quejas de los automovilistas, no hay claxonazos, todo mundo entiende que la mole de piedra que nos mira está en riesgo por una decisión apresurada del gobierno.

El encuentro de los amigos y compañeros de generación es muy emotivo, los abrazos, las emociones, los recuerdos afloraran, y también las preguntas ¿de qué generación eres?, ¿te acuerdas de mí, fuimos compañeros?, ¿qué sabes de Eduardo? Todos intentan ponerse al día rápidamente, cuentos breves de la historia de sus vidas.

 Algunos de los presentes son miembros fundadores de la Escuela Normal de Educadores y de Educación Física en 1951, otros hablan del coro infantil, algunos se identifican como líderes estudiantiles en 1972, de los tiempos subversivos y contestatarios; otros más son egresados docentes; algunos, simplemente acaban de entrar este año a la secundaria. Con lágrimas en los ojos y llenos de nostalgia sueltan globos blancos para despedirse de su alma mater.

 

 

“Gloria a la escuela que forjó mentores de la niñez…mansión de luz, Normal…Gloria a ti, mi normal” corean entusiasmados los más jóvenes; muchos cantan con la voz ahogada en la tristeza, hombres y mujeres que lloran al recordar su época de estudiante y todo lo vivido y compartido en las aulas de esta institución.

 

La convocatoria de las redes sociales los ha traído, la noticia de la demolición de este edificio que hasta hace unos días albergaba a los alumnos de la Escuela Héroes de Reforma, pero que en el siglo pasado fue el Colegio Espina de los jesuitas en la década de los veintes, y ya  en 1951 se convertiría en la Escuela Normal de Educadores.

 

“No  a la demolición, si a la reconstrucción”, corean con fuerza algunos de los asistentes; otros levantan las pancartas que registran su tristeza,  su inconformidad, su agradecimiento.

  “No a la demolición”.

 “Siempre te llevaremos en el corazón”.

 “Son tus aulas fuente del saber”.

 “Anexa no te olvidaré”.

 

 

Cada uno de los asistentes guarda una historia llena de alegría pero también añoranza. Para Dulce Arely apenas es su primer año en esta escuela, de entre muchos niños que aspiraban un lugar en esta institución “Me siento muy triste porque apenas entré, es mi primer año aquí. Voy en primero de secundaria y me gustaba mi escuela porque es una de las mejores. Mi salón es el de aquí enfrente.”

 

“Estábamos en tercero de primaria, era el año del 63, cuando se formó el primer coro de la escuela, éramos como cuarenta niños y niñas y ganamos muchos concursos y nos invitaban… Algo que nunca debieron haber hecho es quitar el escudo que tenía, era de piedra y cuando cambiaron el nombre a la escuela lo quitaron… Se siente una gran nostalgia porque pasamos aquí nuestra infancia… Realmente nos vimos como hermanos y esa amistad es lo que nos dejó esta escuela… El edificio tiene una excelente ubicación y si la arreglan bien puede seguir siendo escuela”. Todas estas frases las escucho de Víctor Manuel Palacios Tejeda, Alfredo Villegas y Eduardo Palacios de la Torre integrantes del coro.

 

Recuerda Pablo Erasmo Moreno, que en sus años de líder estudiantil en 1972,  convocó a sus compañeros para  defender el edificio que en tiempos del gobernador Gonzalo Bautista lo iban a convertir en Dirección de Tránsito: “Aquí dormimos para que nos recibiera el gobernador; para que no se convirtiera en oficina pública sino que fuera la Escuela Normal Superior. Siento que aquí fue un lugar por el que luché, y la tristeza me embarga porque no fue fácil rescatar un edificio. Este edificio se creó para la educación, y educación es lo que necesita nuestro país.”

 

Desde el punto de vista arquitectónico este edificio es emblemático, comenta César Pérez Córdova, ingeniero civil egresado de la BUAP, además hace hincapié en que las fallas que se presentan son 50 veces más pequeñas que las que presentaron el Edificio Carolino y la Catedral tras el sismo del 15 de junio de 1999, y en esa ocasión a nadie se le ocurrió demolerlos. “En este caso hay muchos intereses presentes, es una zona muy valiosa económica e históricamente hablando. No hay ninguna justificación para demoler este edificio.”

 

“La recuperación del patrimonio cultural es muy importante –afirma Álvaro, maestro jubilado--. Puebla es una ciudad turística y sin monumentos no hay turismo. Desde el terremoto del 99,  se han recuperado importantísimos monumentos. Es impensable demolerlo, eso es una barbaridad. En mi humilde opinión debemos tener más conciencia de nuestro patrimonio y no pensar sólo en intereses económicos o inmobiliarios. Es una lástima.”

El periodista, Sergio Mastretta también acude a la cita en la escuela a la que asistió su padre Carlos Mastretta cuando el edificio pertenecía los jesuitas en 1926 y se llamaba Colegio Espina.  “Aquí estudió mi papá –me dice--, y no se vale que deje de ser escuela. Es un recinto histórico pero es escuela; que el gobierno lo convierta en negocio de algún político, a mí no me gusta la idea. La iglesia de San Agustín la han tumbado las guerras, la han tumbado los terremotos y sigue siendo la Iglesia de San Agustín, no la convirtieron en oficina pública. Está más que probado que a estos políticos el patrimonio, la cultura y la historia les valen sombrilla. Por eso hay que defender este viejo edificio porfiriano”

 

 

 Cae la tarde. La pequeña multitud es un solo murmullo. Saludos, abrazos, lágrimas, fotos para “el face” y las despedidas, la eterna promesa “nos llamamos para tomar un café” o “te llamo para vernos” flotan en el aire. Ex alumnos y alumnos se retiran con la esperanza de que el edificio no sea demolido sino restaurado, que esta vez el gobierno respete el sentir de los ciudadanos que desean que no desaparezca la ciudad de sus recuerdos.