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26 Abril 2024, Puebla, México.

Fut para ciegos /  Verónica Mastretta

Deportes /Sociedad civil organizada | Crónica | 28.NOV.2021

Fut para ciegos /  Verónica Mastretta

Vida y milagros

 

Me llegó un video en el que aparece un grupo de jóvenes jugando fut en una canchita parecida a las de fut bol rápido. Jugaban muy  bien. Lo sorprendente es que todos los jugadores del partido son ciegos. Entre los jugadores aparece el hijo de una pareja de amigos.

 

 

Hace unos años fui a  una fiesta inesperada pero ineludible por el entusiasmo del convocante y ahí encontré a personas que hacía mucho tiempo que no veía. Esa fiesta de verdad resultó fantástica. Me  senté en una mesa en donde no pudo haber más risa ni mejor humor,  y sorpresivamente, junto a mí, un amigo al que no había vuelto a ver desde que trabajamos juntos en proyectos de construcción de mejor ciudadanía. Quimeras de esas que me encantan. Un gran tipo, y su esposa igual. Personas de las que siempre ayudan, de las que saben tener solidaridad con causas que otros considerarían perdidas, de las que dan donativos con una mano y la otra jamás lo recuerda.  Entre copa y copa retomamos el hilo de las vidas de cada uno, y como quien no quiere la cosa acabamos hablando de  uno de sus hijos que se quedó ciego a raíz de una enfermedad que oxida la retina. El proceso de esta enfermedad es lento, dura unos cuanto meses o años, no tiene remedio, y al final la ceguera es total. Su hijo presentó los primeros síntomas a los 16 años y hoy, a sus 30,  es totalmente ciego. Pero Jorge y su esposa nunca habitaron en el valle de los lamentos, es más, dudo que lo conozcan. Solo en momentos fugaces observé en ellos una emoción especial al hablar del tema. Nada más. Cuando supieron la enfermedad de su hijo no tenía cura, aprendieron mucho  acerca de la ceguera y de lo que ese grupo de seres vulnerables necesita. Su hijo estudiaba la preparatoria cuando empezó a perder la vista, pero la terminó e hizo su carrera en  la universidad jesuita de Puebla. La tecnología fue su aliada, y mientras la luz se iba de sus ojos para siempre, aprendió a trabajar con una computadora a la que manda con la voz. Su hijo- dicen ellos- es un afortunado porque tiene estas herramientas modernas que lo ayudan a llevar una vida normal, y además, tuvo la suerte de haber visto durante  16 años. Hay otros niños que nunca sabrán lo que son los colores o un paisaje.  Trabaja y es independiente. Es más- me dijo Jorge- mi hijo ya no sabe si se adaptaría de nuevo a ver, porque ha aprendido a dominar el mundo de una nueva manera.

No sé si estos papás saben lo extraordinarios que son ellos y su hijo. Me hablaron de él con naturalidad  y no hubo pena ni compasión en sus referencias a él. Están tan trabajados internamente que hablar de la ceguera de su hijo es para ellos como lo sería para mí hablar del color del pelo de los míos. -¡Caray!, pensé- Y luego como papás nos andamos quejando por trivialidades,  como si la salud y la vida no debieran agradecerse cada día. Dentro de la plática salió que un grupo de muchachos ciegos estaban buscando un lugar adecuado para jugar fut bol. --¿Pero cómo es que juegan?- pregunté-  ¿En dónde? ¿Cómo le hacen?- Juegan- Me dijo Jorge- en canchitas de 20 metros por cuarenta, con unos muros que impiden que la bola salga de la cancha. La bola está llena de cascabeles y se guían por el ruido que va haciendo al rodar; el piso de la cancha es de cemento pulido para que la bola suene más y la cancha debe de estar en un lugar silencioso.  -Estamos buscando un lugar bien comunicado y popular, para que los muchachos puedan llegar en transporte público.  -¿Y ya tienen el lugar? Quisiera saber más acerca de esto  - le dije yo. -Pues mira, que te hable mi hijo, él es el del proyecto. Así de natural y hasta ahí la plática. Luego  cambiamos suavemente de tema y agarramos una jarra fenomenal todos los de la mesa. Días después entró a mi celular la voz de un joven parecida a la de mi amigo. Una voz optimista y segura.  Una voz con luz en los ojos, en los oídos, en la lengua, en todo él. Platicamos un breve momento pero me quedó la certeza: tendrá su cancha de fut bol, jugará y hará mucho más que otros que quizás pasen  gran parte de su vida viendo estupideces en la televisión, tendrá una vida plena, hará plena la de otros, porque  a diferencia de muchos que están ciegos sin serlo, el ve mucho más allá de sus pupilas, él es de los ciegos que ven y hacen ver a los que sin ser ciegos, actúan como si lo fueran.

 

Antier me llegaron al celular los videos  reenviados por mi hermano con el subtítulo "Fucho para ciegos". Nunca hubiera sabido que eran ciegos si no me lo dicen. ¿Cómo le harán? - le pregunto a quien  los vio jugar el sábado. -"No ven, pero escuchan, intuyen, se ubican, y lo demás es corazón y la guía de los cascabeles del balón."

 

 Cuando hablé con Jorge hace unos años me platicó que tenía la intención de trabajar con la Secretaría de Desarrollo Social de entonces en un proyecto modelo para dar accesibilidad y servicios en parques públicos a personas no solo ciegas, sino con alguna discapacidad. Es sencillo lograr esa básica accesibilidad por lo menos en  espacios públicos tales como parques e instalaciones deportivas. Ni que decir que las ciudades mexicanas en realidad están llenas de trampas mortales no solo para quienes no ven, sino para niños, personas mayores o personas con alguna discapacidad. Hay coladeras abiertas, desniveles, falta de banquetas, agujeros por doquier y una enorme falta de consideración y respeto por el peatón. Caminar una ciudad como la nuestra es una hazaña. Los espacios accesibles y seguros para personas con alguna discapacidad son casi inexistentes,

 

 

Por lo pronto esa cancha de fut en donde juegan con tanta felicidad un grupo de invidentes, existe. Existe porque un grupo de personas tenaz y generoso se dio a la tarea de que eso fuera posible. Hechos son amores- dice el dicho. Hoy en México abundan las palabras pero hace falta  actuar mucho más. ¡Bravo Jorge!