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27 Julio 2024, Puebla, México.

Lentas, pero no tanto. Los tiempos de publicación en revistas latinoamericanas

Cultura /Universidades | Crónica | 4.NOV.2023

Lentas, pero no tanto. Los tiempos de publicación en revistas latinoamericanas

Uno de los aspectos que están presentes a lo largo de este libro tiene que ver con el momento de publicar resultados, dónde hacerlo y qué revistas ofrecen ventajas al respecto.

Raúl Marcó del Pont Lalli, Raúl Martínez Navarro
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NEANDERTALES Y FACTOR DE IMPACTO

 

El biólogo sueco Svante Pääbo recibió en septiembre de 2022 el Premio Nobel de Fisiología o Medicina. Desde sus días como estudiante se convenció de que los análisis genéticos, que por entonces se centraban en ciertas enfermedades humanas, podrían ayudar a conocer mejor el mundo de los homínidos extintos, en especial, los de aquellos cuyos restos fueron identificados originalmente en el Valle de Nearden, cerca de Düsseldorf, Alemania. Gracias a sus esfuerzos, hoy sabemos que, a pesar de que somos especies distintas, entre sapiens y neandertales hubo una transferencia de genes (entre 1.5 y 5 %) que se tradujo en cambios fisiológicos profundos, por ejemplo, en cómo nuestro sistema inmunológico reacciona a las infecciones.

     Vale recordar que, en 2014, la editorial española Alianza tradujo una obra de Pääbo, El hombre de Neandertal. En busca de genomas perdidos, un delicioso e ilustrativo recorrido por la evolución de la genética y su aplicación a momias egipcias, osos de las cavernas, mamuts lanudos y perezosos gigantes, así como a neandertales y denisovanos (otro grupo de humanos primitivos).

     Uno de los aspectos que están presentes a lo largo de este libro tiene que ver con el momento de publicar resultados, dónde hacerlo y qué revistas ofrecen ventajas al respecto.

     A veces, un artículo que requería una exposición extensa para otros especialistas del campo, no podía enviarse a Nature o Science, a pesar de la enorme visibilidad que otorgarían estos medios, por sus estrictos límites de extensión. En otra ocasión, por ejemplo, un joven y enjundioso Pääbo fue en busca de material genético de momias de la amplia y descuidada colección del Museo de Berlín, por entonces detrás del muro. Y se convenció, al momento de dar a conocer los resultados, de que los paleontólogos alemanes, imposibilitados de publicar en Occidente como resultado de las tensiones de la Guerra Fría, se hubieran sentido decepcionados con una sola mención de agradecimiento al final de su trabajo.

     Acto seguido, envió su texto a Das Altertum, una revista publicada por la entonces Academia de Ciencias de Alemania Oriental, con impacto minúsculo. Que la Stazi intimidara poco después a estos investigadores locales es parte de otra historia.

     El resto de El hombre de Neandertal está lleno de descubrimientos asombrosos, de ansiedades y dudas monumentales sobre los resultados y, por supuesto, de las rencillas entre equipos de investigación, en este caso, de forma destacada, entre el Instituto Max Planck, en Leipzig, donde se alojan los estudios del equipo de Pääbo, y el grupo de un anterior asociado suyo, Eddy Rubin, en Berkeley. Y las disputas pasan, de forma preponderante, por quién publica primero.

     Nos cuenta Pääbo que

 

[...] aunque casi nunca tengo malos sueños, afirmé en mi discurso improvisado durante la cena (en la American Association for the Advancement of Science en 2007) que tenía pesadillas sobre un artículo de Berkeley que aparecía una semana antes del nuestro con las mismas conclusiones.

 

     Por su parte, los editores de Science presionaban descaradamente al autor sueco por la primicia de sus resultados, y le ofrecían un megáfono imposible de despreciar. Y también un compromiso de que, dada las carreras de ratas en las que se ve envuelta la ciencia, los artículos recibidos los publicarían en los tiempos pactados, lo que implicaba unas pocas semanas. Aquí, más de uno o una levantará la ceja o fruncirá el ceño y pensará: “¡Claro! ¡Qué diferencia con los tiempos que requieren nuestras revistas académicas!”. Y en esa reflexión se hallará acompañado de figuras muy respetables como, por ejemplo, el sociólogo norteamericano Andrew Abbott, editor de 2000 a 2016 del American Journal of Sociology, a quien le sorprendía, durante el último siglo, la persistencia de un racimo de reclamos en la publicación científica: textos mal escritos, investigaciones irrelevantes y, la cereza del pastel, el interminable, casi geológico, proceso que desemboca, ocasionalmente, en una publicación (Abbott, 2008).

     Muchas de estas afirmaciones, convertidas prácticamente en folklore académico, y que han sido repetidas innumerables veces en los pasillos de congresos y en pláticas informales, cuentan solo con el respaldo que dan las anécdotas repetidas. Tal vez no era necesario, antes de los datos abiertos, dedicarle esfuerzos a sistematizar cantidades ingentes de información sobre el tiempo transcurrido entre la llegada, la revisión y la aparición de un texto académico en una buena cantidad de journals, porque seguramente se hallaría una obvia confirmación de nuestras profundas falencias editoriales. Hoy, el acceso a bases abiertas, entre las que destaca la SciELO (Scientific Electronic Library Online), es un apoyo invaluable para confirmar o desechar algunas de estas enraizadas convicciones.

     Y, convengamos, que los tiempos de publicación sean elásticos, en algunos casos hasta la desesperación, tiene efectos negativos multicolores. No es menor lo que impacta en el desarrollo de la carrera universitaria de investigadores noveles, en la obtención de becas, de una plaza o de promociones; y, también, más subterráneos, pero no menos impactantes, son los golpes que estos procesos interminables tienen en la producción académica resultado de la frustración (Nguyen et al., 2015). Para no mencionar la forma displicente como serán consideradas las revistas parsimoniosas en sus comunidades de referencia, ya que el tiempo para publicar es uno de los principales aspectos que los autores toman en consideración para escoger la revista en la que esperan dar a conocer sus resultados (Solomon y Björk, 2012).

 

A QUIEN TIENE SE LE DARÁ MÁS…

 

Para atender esta preocupación sobre retrasos editoriales con algo más que sospechas, trabajamos con las bases de datos que ofrece SciELO para revistas académicas latinoamericanas de Argentina, Brasil, Chile, Colombia y México.1 Y seguimos el modelo planteado por Björk y Solomon (2013) para sistematizar la información regional sobre retrasos editoriales y permitir su comparabilidad. Echamos mano de la plataforma Scielo porque ofrece una enorme cantidad de datos abiertos, con una nada despreciable profundidad histórica (que va de 1997 a la fecha), y de allí obtuvimos 359,500 registros para trabajar.

     Y bien, ¿qué nos dicen algunos de los resultados? Es posible, a pesar del enorme universo de datos, destacar algunas tendencias claras. Veamos brevemente.

     Hay evidentes disparidades regionales. Los menores periodos para dar a conocer un texto los tienen las revistas argentinas y chilenas, mientras a las de Brasil les toma más tiempo aprobar un texto y a las mexicanas darlo a conocer una vez aceptado. Sin embargo, en promedio, las revistas latinoamericanas requieren más de un año (13.36 meses) para que un artículo vea la luz. Uno podría pensar que ciertos promedios similares serían indicadores de una cultura editorial común más o menos extendida, aunque los datos que aparecen a continuación nos harían dudar.

     Las variaciones más notorias en los tiempos editoriales, muchas de ellas sorprendentes, para decirlo con delicadeza, se dan en el interior de un mismo campo disciplinar. En Argentina, entre las revistas de ciencias sociales hallamos las que publican en 270 días y las que lo hacen en 657; en Brasil, un autor que desee publicar un texto en ciencias de la tierra se encontrará que hacerlo le puede tomar entre 973 días en un caso extremo y 226 en otro, y en Colombia, en biomédicas, se requerirán entre 520 y 202 días para que el público comience a leer un artículo. Esto explica los elevados coeficientes de variación, en términos porcentuales, por ejemplo, en el caso de las de química (65 %) y artes y humanidades (41 %), lo que indicaría, en sentido contrario a lo sugerido antes, ausencia de estándares o dinámicas editoriales compartidas. Aunque las variables que participan en este proceso son de lo más diversas, es posible inferir de estos datos, con la ayuda que nuestra propia experiencia editorial, que los cuellos de botella se encuentran principalmente en dos ámbitos. Uno se refiere a la falta de formación adecuada de los editores en América Latina, algo que da como resultado habilidades variables, lo que ayuda a explicar la diversidad de tiempos dentro de revistas de una misma región y disciplina. El otro ámbito tiene que ver con el desinterés de los investigadores por mantener aceitado un proceso central para la producción del conocimiento que se fundamenta en la colaboración profesional, responsable, dedicada al dictamen, toda vez que dicha tarea es irrelevante para promociones, obtención de plazas o de becas. Y, desafortunadamente, no hay datos para América Latina sobre las vueltas de revisión o los tiempos que se tardan los dictaminadores en enviar sus opiniones, y también desconocemos el peso de los retrasos de los propios autores en la entrega de sus nuevas versiones (para una visión global reciente de la revisión por pares, véase Publons, 2018).

     Cuando nos salimos de la órbita latinoamericana y comparamos la producción editorial con la de otras latitudes, anglosajonas para más datos, encontramos malas y buenas noticias. Las primeras, que confirmarían las sospechas de los investigadores locales cariacontecidos que mencionamos antes, pudieran ser el fundamento de las quejas crónicas sobre retrasos de nuestros especialistas: un estudio con la base PubMed de por medio (Himmelstein, 2015), que supera en antigüedad de registros a SciELO (llegan a 1965), encontró que a los journals allí incluidos, publicar les toma, como media, 100 días. Algo similar sucede con los megajournals, como Scientific Reports, BMJ Open o PLOS ONE (Björk, 2018), que ha revolucionado el método de dictamen, y resulta que requieren un poco más de tiempo, 151 días, y cuyo novedoso modelo les ha permitido publicar anualmente unos 30,000 artículos. Y a una de las revistas donde el equipo de Pääbo gusta de publicar, Nature, 173 días le son suficientes para que el mundo se entere de sus novedades.

     También hay un grupo particular para comparar: el de las muy poco presentables revistas depredadoras, un término acuñado por el bibliotecario estadounidense Jeffrey Beall, que describe de forma certera sus prácticas y que aporta un enorme descrédito para los esfuerzos serios de las revistas de acceso abierto. Para quienes no hayan oído de ellas, son un lucrativo negocio que se aprovecha de la mutación digital para ofrecerles a ansiosos y presionados académicos jóvenes la posibilidad de dar a conocer pronto sus investigaciones a un costo moderado (aunque varían mucho, se pueden hallar revistas depredadoras que cobran $94, contra los entre $800 y $1,805 de PLOS ONE, todo en dólares estadounidenses) y con prácticas de dictamen de muy dudosa calidad. Y estas revistas, para desazón de los editores, por cierto, no solo latinoamericanos, requieren entre 60 y 90 días para que un texto vea la luz en sus páginas (Shen y Björk, 2015).

     Sin embargo, no todo son nubes borrascosas en este horizonte comparativo. En un estudio realizado en 2013, en el cual se revisaron 135 revistas (que no incluyen a las top, como ScienceNatureCellLancet) y 19,500 artículos del mundo anglosajón, se encontró que requieren en promedio 370.7 días para publicar (12.18 meses), un 21.9 % menos que la media de nuestras revistas académicas. Y, más llamativo, en física, en ciencias sociales y artes y humanidades, por ejemplo, los tiempos de publicación son similares a los de nuestra parte del planeta (Björk y Solomon, 2014).

     Sería de esperar que quienes, con cierta petulancia, vieron confirmadas sus sospechas de la mala calidad de las revistas de nuestra región, adoptaran, ante estos últimos datos, una postura matizada, menos radical, al considerar que el panorama no es solo variopinto entre quienes escriben en español. Por supuesto, lejos de ser un llamado para una confiada indolencia editorial en la región, los datos, más que las anécdotas, deberían animarnos a explorar nuevas maneras de dictaminar, así como revisar qué falla y qué funciona en nuestras publicaciones periódicas. La desorientación reinante por los efectos de las profundas transformaciones digitales también abre impensadas y apasionantes posibilidades para una nueva vuelta de tuerca a las prácticas editoriales que nos han acompañado y dado forma al mundo moderno desde los humildes inicios de un entonces anónimo herrero de Maguncia.

 

NOTAS

 

1     Las personas interesadas pueden consultar los datos abiertos en los que basamos este trabajo en https://zenodo.org/record/6668197/.

 

REFERENCIAS

 

Abbott A (2008). Publications and the Future of Knowledge. Ponencia presentada el 27 de junio a la Association of American University Press. Recuperado de: http://home.uchicago.edu/aabbott/Papers/aaup.pdf.

Björk BC (2018a). Publishing speed and acceptance rates of open access megajournals. Online Information Reviewahead-of-print (ahead-of-print). https://doi.org/10.1108/OIR-04-2018-0151.    

Björk BC (2018). Evolution of the scholarly mega-journal, 2006-2017. PeerJ 6: e4357. https://doi.org/10.7717/peerj.4357.

Björk BC and Solomon D (2013). The publishing delay in scholarly peer-reviewed journals. Journal of Informetrics 7(4):914-923.

Himmelstein D (2015). Publication delays at PLOS and 3,475 other journals. Satoshi Villagehttps://blog.dhimmel.com/plos-and-publishing-delays/.

Nguyen VM, Haddaway NR, Gutowsky LFG, Wilson ADM, Gallagher AJ, Donaldson MR, Hammerschlag N and Cooke SJ (2015). How Long Is Too Long in Contemporary Peer Review? Perspectives from Authors Publishing in Conservation Biology Journals. PLOS ONE 10(8):e0132557. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0132557.

Publons (2018) Global State of Peer Review. Web of Science Group. https://publons.com/community/gspr.

Shen C. and Björk BC. (2015). ‘Predatory’ open access: A longitudinal study of article volumes and market characteristics. BMC Medicine 13(1):230. https://doi.org/10.1186/s12916-015-0469-2.

 

Raúl Marcó del Pont Lalli
Instituto de Geografía, UNAM
 
Raúl Martínez Navarro
Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH)
México