
Antros / Martha Echevarría
Estaba por abordar mis veinte cuando en las discotecas sonaba de manera contundente quien ahora en 2010 conocemos como el rey del pop: Michael Jackson, con sus famosísimos Thriller y Billie Jean.
Era habitual y hasta necesario pasearse por la discoteca por lo menos un viernes al mes. Ir a bailar, a convivir en otro ámbito, deshacerse de los nudos acumulados después de días y días de trabajar con números, cheques y billetes en ese extinto banco llamado Bancam. Mi primer trabajo.
Cómo olvidar los hot dogs al salir, a la una o dos de la mañana, ya fuera de la discoteca Pagaia en la avenida Juárez o del Porthos en la recta a Cholula, después de bailar y bailar sin cansancio al ritmo de Michael Jackson. (Polo Noyola)