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28 Marzo 2024, Puebla, México.

La otra aventura

Literatura |#555 | 2020-12-20 00:00:00

La otra aventura

Héctor Aguilar Camín

Día con día

 

La otra aventura

 

El libro más visitable de la temporada que ha llegado a mis manos es La otra aventura (Ediciones Cal y Arena) de Rafael Pérez Gay.

 

Es un libro-galería, una inteligente destilación editorial, con hermosas fotos y sorprendentes textos, del único programa de la televisión mexicana dedicado enteramente a los libros, en particular a la literatura.

 

Durante 9 años Rafael Pérez Gay ha presentado en su programa televisivo, cada semana, una sencilla y compleja relación de lecturas del más alto registro literario: una crónica de grandes libros y grandes autores, de best sellers y long sellers, de libros y de autores clásicos y de libros y autores comerciales, como sugería hacer el clásico y comercial crítico Edmund Wilson.

 

El título del programa, ahora del libro, honra un dicho de Adolfo Bioy Casares: La vida es una aventura. La otra aventura, son los libros.

 

Una inteligente y refinada síntesis de aquel programa adquiere ahora la forma de un libro que es infaliblemente legible y elegible, con lo que quiero decir, que en donde quiera uno elija abrir el libro hay algo digno de ser leído.

 

En la lectura de ninguna de sus 400 páginas cabrá la decepción, en cualquiera de ellas habrá una ventana inesperada a la literatura y, en muchas de esas páginas, sencillamente, una revelación.

 

Yo abrí ayer La otra aventura, en la página 65 frente a una foto de Emil Cioran y encontré la referencia a un ensayo de Cioran sobre el impensable vínculo del escritor estadunidense Francis Scott Fitzgerald, epítome del éxito que fracasa, con el clásico Blaise Pascal, maestro del escepticismo que cree.

 

Como ante toda intuición genuina, mi primera reacción fue de sorpresa: ¿cómo unir esas vidas dispares, esas mentes inasociables, esos autores tan divergentes como uno pudiera pensar a Tomás de Aquino y a William Faulkner.

 

La respuesta de Cioran, brillante y enigmática, es que los dos fueron presos de la lucidez, frente a la cual no hay éxito ni fe que valgan, pues la lucidez es la centinela de la cárcel del escepticismo.

 

La centinela de Cioran.