SUSCRIBETE

7 Mayo 2024, Puebla, México.

El Club Alpino Alacranes

Cultura /Sociedad | Crónica | 2.AGO.2021

El Club Alpino Alacranes

 

En el Pinal, julio de 2021

 

El pasado 26 de Julio celebramos el 57° aniversario del Club Alpino Alacranes con una excursión al Pinal, un cerro pequeño, de apenas 3280 msnm con un desnivel de 893 m. Pertenece a Santa Isabel Tepetzala en el municipio de Acajete. En el primer tramo hay maleza que a veces oculta el sendero. Ya cerca de la cima, el cerro está cubierto de pinos y oyameles, el último tramo presenta mayor dificultad por la fuerte inclinación que lo caracteriza, y la cumbre está coronada por un altar a Cristo Rey, patrono de Tepetzala. A pesar de tratarse de una montaña modesta con respecto a las que lo rodean, no debe subestimarse, el sendero es en zigzag y cubierto de piedras y hojarasca lo que lo hace bastante resbaloso dificultando el caminar.

            La geografía privilegiada de la capital poblana rodeada de las 4 montañas más altas de México y algunos otros montes y valles han sido siempre un elemento seductor para los amantes de la naturaleza. Es larga la lista de grupos y clubes que han fomentado el alpinismo poblano a lo largo de los años. Los que vienen a mi memoria, tal vez porque vi sus pintas en las cumbres de algunas montañas son el Ixpomalin y el Club Exploraciones de México. Este deporte fue fomentado en el Instituto Oriente desde los años cincuenta, algunos jesuitas solían organizar excursiones sin que se hubiera constituido formalmente un club. Valentín era un asiduo participante, sobre todo cuando el Padre Jaime Arias fue el principal promotor de este deporte, con él subió los tres cincomiles, el Iztaccíhuatl, el Popocatépetl y el Pico de Orizaba, pero desde que se convirtió en exalumno, dejó de participar en las actividades del colegio.

            El Club Alpino Alacranes surgió cuando mi mamá no dejó que Valentín saliera de excursión sin acompañantes, << llévate a tus hermanos>> le dijo ante su insistencia por ir de excursión. Valentín planeó un paseo ligero, una caminata por terreno casi plano al valle de Aculco. Esa fue la primera vez que yo salía de excursión a la montaña, fue al mismo tiempo la primera vez que me alejaba tanto de la casa. Hasta la edad de 10 años jamás me había separado de Puebla más allá de Cholula, y de eso ya no me acuerdo, supongo que fue así. Todos los recuerdos que tengo de mi infancia hasta ese 26 de julio de 1964 se limitan al colegio y a las tres casas en las que hasta ese entonces había vivido, estaban separadas una de las otras menos de 4 calles, todas en el barrio de San Sebastián. Al colegio iba caminando, aún en época de lluvias.

            Cuando nos preparábamos para esa primera excursión, surgió la idea de crear un club familiar, éramos tres hermanos y un sobrino que por esos años vivía con nosotros y, como todo club, debía tener sus estatutos. Influenciados tal vez por la disciplina militar del colegio y por nuestro hermano mayor que estudiaba en la Escuela Médico Militar, elaboramos el código que regiría el funcionamiento del club.  Las jerarquías se ganarían por méritos en excursiones que fundamentalmente eran horas efectivas de caminata, sin contar descansos, pero para evitar que los más lentos acumularan más tiempo y por lo tanto alcanzaran más rápido un ascenso de grado, el tiempo oficial para todos los participantes sería el del primero que llegara a una cumbre o a una meta. Al ingresar al club, todo nuevo integrante comenzaba con el grado de “soldado raso”, a las cinco horas efectivas de caminata automáticamente se alcanzaba el grado de “soldado de primera”, para ascender a cabo se requerían 5 horas más. Para el siguiente grado se requerían otras 10 horas. De ahí en adelante, para ascender al grado inmediato superior se requerían 10 horas más a las necesarias para el grado vigente, por lo tanto para llegar a general de división se requerían de 120 horas de camino que sumadas a todas las anteriores dan un total de 790 horas.

 

 Los pequeños Alacranes

 

Quien llegara a un total acumulado de 1000 horas caminadas pasaría a formar parte de la galería de honor del club. Existía la posibilidad de perder horas debido a una sanción por desobediencia a un superior, incumplimiento de alguna comisión o mala conducta.

Todo miembro del club debería ser bautizado con un nombre acordado por la asamblea y cada vez que conquistara una nueva cumbre sería rebautizado con agua o con nieve a menos que esa cumbre fuera alcanzada por primera vez por todos los excursionistas. Los cuatro miembros fundadores del club fuimos bautizados como: Valentín Hernández-Toro Sentado; Oscar Hernández-Búho Mojado; Alberto Hernández-Chapulín Cansado y Víctor Hugo Monroy, nuestro sobrino- Topo Sonriente. A lo largo de los años desfilaron por el club más de treinta miembros, hubo un Mastodonte Loco, un Mapache Contento, una Gacela Feliz, un Castor Hambriento, etc. Pero hubo un reclamo: un compañero y vecino fue bautizado como Marrano Cuais, llegó a su casa feliz por haber sido aceptado en el club y le contó a su papá el proceso de admisión y las aventuras de la excursión, al día siguiente el señor fue a reclamar diciendo: << no acepto el cambio de nombre a mi hijo, bastante caro me salió su bautismo como para que ahora le cambien el nombre>>  Debut y despedida, Marrano Cuais causó baja.

            Nuestro equipo era muy rudimentario, nadie contaba con sleeping bag y ni soñar con una tienda de campaña, llevábamos cobijas y dormíamos en cuevas, establos, o a la intemperie. Había comisiones que se rotaban por sorteo, el aguador tenía la obligación de proveer del líquido necesario para las comidas y llenar las cantimploras cada vez que se vaciaban, tenía que ir al arroyo más cercano para cumplir con esta misión; el leñador tenía que proveer de la leña necesaria para guisar y pasar la noche, la fogata tenía que permanecer encendida hasta el amanecer cuando menos; otro debería cargar las provisiones que eran para el consumo colectivo. Cuando el grupo era numeroso, había dos o más comisionados para cada función. Nadie quedaba exento de responsabilidad. En esos primeros años del club aprendimos muchas cosas además de las propias del excursionismo: solidaridad, responsabilidad, esfuerzo personal en favor de todos, y desde luego, el valor de una cama.

            Valentín se casó y se fue a Panamá, Alberto y yo llegamos a secundaria y estrenamos apodos, había un compañero al que le decíamos el “Diablo” Meza. Un día, al nombrarlo por su apodo, me dijo: <> y ese apodo se me quedó para siempre. A mi hermano, como era chaparrito le encontraron parecido con Foforito, el de la Familia Burrón, desde entonces es conocido como “Fóforo”. Por invitación del Padre Arias participábamos en las excursiones que él organizaba, al año siguiente resurgió el CAIMO, el Club Alpino del Instituto Militarizado Oriente. En cada excursión, aunque no fuera de Alacranes, acumulábamos horas e íbamos ascendiendo de grado, y nos deteníamos para realizar brevemente la ceremonia de ascenso. 

            Valentín regresó a México para hacer su servicio social, supimos que en la escuela de medicina le apodaban Cacama, pero él lo escribía Kakama y, en la medida de lo posible, nos acompañaba a las excursiones del CAIMO. A veces organizábamos excursiones como Alacranes, ya solamente quedábamos los tres hermanos. En una ocasión decidimos ir al Pico de Orizaba, llegamos al refugio Piedra Grande que está en la base del volcán a 4200 msnm con nuestro modesto equipo y vestimenta. Acababa de bajar un grupo de alemanes con su guía mexicano perfectamente equipados con lo mejor: Anoraks de pluma de ganso, botas especiales para nieve, cuerdas, crampones, piolets, bastones, etc. Coincidimos a la hora de cenar, el guía estaba orgulloso de sus muchachos pues habían alcanzado la cumbre en tan solo 5 horas con 45 minutos. Al día siguiente los Alacranes iniciamos la ascensión a las 3 de la mañana, la vez anterior yendo con CAIMO habíamos registrado 7 horas con 53 minutos por lo que sí nos impresionó el tiempo realizado por los alemanes. A las 8 de la mañana estábamos llegando al cráter, nada mal para no ser alemanes, ¡5 horas de Piedra grande a la cumbre del Citlaltépetl! Fue entonces que dijimos << No somos germanos pero sí “hermanos”>> Pero como a los mexicanos se nos dan los diminutivos, nos empezamos a llamar “germanitos” y de ahí derivó en “alemancitos”.

            Pero éramos unos “alemancitos” muy mexicanos, entonces nuestros nombres tenían que cambiar, teníamos que incorporar una parte en alemán y otra en lengua originaria, en náhuatl y esta vez cada quien escogió sus “apellidos”, pero además cada uno escogió un adjetivo que asociaría a su nombre. Desde entonces los “alemancitos” nos llamamos: el aguerrido Kakama Von Freiher Chimotlale Bull (Chimotlale Bull significa Toro Sentado), el intrépido Monstruo Von Richtoffen Tehuanhua Ximotlelo (por el Barón Rojo y el objeto volador) y el audaz Ludwig von Fóforo Panzocaligua (por Beethoven y el apellido del presidente municipal de una localidad de la sierra mazateca que conoció durante una campaña de vacunación que le pareció original).

 

Los fundadores del Club Alpino Alacranes.

 

Pero la vida sigue su ritmo y la gente tiene que tomar su camino, el Fóforo ingresó a la Compañía de Jesús y al paso de algunos años lo asignaron a una de las misiones de Chiapas, recorrió la selva a pie y realizó tres caminatas de ahí a la ciudad de México, perdió la cuenta de las horas caminadas pero seguramente ya son muchas más de mil, como representante de la pastoral indígena de México, viajó varias veces a Sudamérica, caminó por selvas y montañas y ascendió  al Aconcagua. Kakama se fue a vivir a Panamá, como médico recorrió buena parte del país en giras de salud, acompañó a Fóforo en alguna de sus aventuras por Sudamérica y por su cuenta, también viajó y ascendió al Aconcagua, allá a los 6961 msnm plantó el banderín de Alacranes. Yo no salí de Puebla, realizaba excursiones con amigos y familiares, hasta mis hijos se hicieron alacrancitos.

            Kakama se jubiló y regresó a vivir a Puebla, a veces salimos de excursión, otras veces hacemos recorridos en bicicleta, pero siempre tenemos presente aquel verso del credo de Ricardo López Méndez que dice:

 

México, creo en ti,
porque nací de ti, como la flama
es compendio del fuego y de la brasa;
porque me puse a meditar que existes
en el sueño y materia que me forman
y en el delirio de escalar montañas.