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26 Abril 2024, Puebla, México.

La desinformación como garrote político

Sociedad /Gobierno | Opinión | 3.OCT.2021

La desinformación como garrote político

Ilustración: David Peón / Revista Nexos

 

La violencia mediática digital se ha normalizado, tanto como lo fuera el llamado "bullying" hace unas décadas. Es una herramienta eficiente y abyecta para quienes la perpetran y una pesada loza para quienes la padecen, en la que la mayoría de quienes la atestiguan, prefieren voltear a otro lado por precaución, conveniencia o desinterés.

Los nuevos tiempos, las luchas por la libertad de prensa, la libertad de expresión y las grandes ventajas que ofrece el actual entendimiento de la comunicación y los medios, modificaron, en lo público, la relación entre la prensa y el poder. Cualquier persona sin padecer las férreas y muchas veces trágicas consecuencias de la censura de quienes ostentan el poder, puede desde cualquier medio digital no sólo cuestionar, reprochar o descalificar a cualquier personaje político o gubernamental, sino también insultarlehumillarle ridiculizarle sin tregua ni estupor alguno.

Hoy estos medios se escudan en la libertad de expresión, y manejan un discurso de valentía, crítica y escrutinio del poder, en contraste con su falta de rigor periodístico y ética profesional.

Al sesgo, la invisibilización, la calumnia, y la persecución de columnistas y medios mercenarios de la comunicación sumó a la violencia y estridencia como parte de su nueva oferta de servicios.

La velocidad de propagación de las redes sociales genera las condiciones óptimas para la gestión de las reputaciones y a fuerza de repeticiones del mismo mensaje logre fijar una idea permanente en las audiencias.

Cuando un mensaje o idea se detona y genera conversación en las redes sociales este pasa al espacio interpersonal (de boca en boca) pero se amplifica y legitima al ser retomado por los medios de comunicación.

Así, con tan sólo utilizar un encabezado sensacionalista y editorializado se fija una idea en las audiencias a partir de asumir como fuente genérica y textual "las redes sociales".

Cuando un medio sin ética lanza una acusación contra alguien sin pruebas a las redes sociales, sabe que aun cuando sea falsa, dicha falsedad circulará aún más rápido que la propia aclaración o desmentido de quien la protagoniza.

Hoy las calumnias se propagan como certezas e incluso son legitimadas por actores políticos desde foros institucionales.

Los errores y desaciertos se amplifican, son sujetos de análisis, y se replican continuamente por todos los canales posibles, incluso a partir de pautas publicitarias en las redes sociales.

Los insultos y burlas raciales, de género y hasta de aspecto físico son ya parte del repertorio digital sin mínimas consecuencias para sus autores.

En resumen, estos son los ingredientes de la fórmula no tan secreta del garrote político de la desinformación:

Columnas violentas, abyectas y desafiantes

+ Sombra digital a base de notas con encabezados sensacionalistas

+ Audiencias sintéticas a base de usuarios no reales (bots) que comenten permanentemente a favor o en contra de una idea

+ Instituciones y actores políticos que legitimen la desinformación. Generalmente son los beneficiados y patrocinadores de la misma.

+ Errores y desaciertos del o la víctima.

+ Dinero, mucho dinero

LA OPINIÓN PÚBLICA NO ES LA OPINIÓN DE LAS MAYORÍAS, ES LA OPINIÓN DE UNA MINORÍA NOTORIA.