En nuestra lengua totonaca la palabra aktsú, maktsú, xaktsukú, xaaktsniná, quiere decir pequeño, el más pequeño. De estas palabras deriva el nombre de Aktsiní. Para nuestros pueblos totonacos Aktsiní está directamente relacionado con la lluvia.
Cuentan los abuelos que un día en que los hombres sagrados, (es decir, los jilinín u hombres trueno), se disponían salir a trabajar para llevar la lluvia donde faltaba, el más pequeño de ellos, Aktsiní, insistió para que lo llevaran. – Yo también quiero ir, yo también quiero ir- decía.
El más mayor de ellos dijo: --Tú no puedes ir porque aún estás muy pequeño, aún no sabes trabajar y la espada es muy peligrosa para ti.
Pero Aktsiní insistió tanto que empezó a llorar y a hacer berrinches como cuando un niño quiere a fuerzas seguir a su papá cuando va a la milpa a trabajar, y no les quedó otro remedio que acceder.
De esta manera Aktsiní le fue otorgado una espada para ir a trabajar junto con los jilinín (truenos) mayores. Pero como él era pequeño y juguetón no tomó en serio el trabajo y empezó a mover la espada sin ningún control.
A él le pareció muy divertido que con solo mover la espada de un lado a otro cayeran fuertes truenos a la tierra y provocara fuertes lluvias, y tampoco le importó que con sus travesuras hiciera que los ríos se desbordaran y los cultivos terminaran destrozados por los fuertes vientos. Además tumbó cuanto árbol encontró a su paso y destruyó caminos.
Esto provocó la molestia del mayor de los jilinín y le pidió a Aktsiní que reparara todo lo que había destruido. Así que al ver el enojo de los hombres sagrados Aktsiní se dispuso a reparar el daño y con su saliva pegó los pedazos de caña de la milpa que había destrozado. Esto era lo más importante.
Hasta hoy, los abuelos cuentan que cuando entre las hojas de la milpa se ve un líquido pegajoso parecido a la saliva humana es la saliva de Aktsiní, quien como castigo por sus malos actos permanece amarrado en el fondo del mar.
A veces, desde lejos se le oye cantar y tocar su instrumento por las tardes cuando está a punto de llover.
Pero los pobladores que viven cerca del municipio de Ixtepec dicen que Aktsiní vive en el río Zempoala y de hecho, los abuelos y las abuelas, los más antiguos, cuando iban de visita a San Miguel Atlequizayán solían decir señalando con su dedo índice el cerro ubicado más al lado que al frente de este último municipio:
-Wa xa imá tata xchiki Aktsiní’, que quiere decir: --Hijo mío, esa es la casa de Aktsiní.
Justamente al pie de ese cerro está e río Zempoala. Algunos cuentan que adentro de ese cerro hay agua. Es la casa de Aktsiní.
Los abuelos cuentan que ahí nuestros ancestros totonacos iban cada siete años a bañarse para renovarse, para volver a nacer, para deshacerse de todo lo malo y para pedir por la buena vida. Iban a orar y a bañarse en las aguas del imponente cerro conocido como la casa de Aktsiní.
Cuando se bañaban en ese lugar los abuelos volvían a nacer y al paso de los años regresaban a los siete años para hacer el mismo ritual, para volver a renacer. Pero ahora ya no mucha gente sabe de esto y tal parece que ahora la gente ya no le interesa renacer, renovarse y despojarse de sus malos actos y cosas.
© Manuel Espinosa Sainos
Poeta, traductor y comunicador totonaco