
Boy Scouts / Recuerdo de Emi Casas
Estaba muy encerrada en la casa de mis papás, y una vez llegó el hijo de una amiga de mi mamá y me dijo: oye, ¿por qué estás encerrada?, estás muy joven ¿no quieres entrar a los scouts? Yo no sé nada, le dije. Y él me enseñó, me invitó porque el grupo estaba en su casa. Después, un hermano del colegio Benavente, que desgraciadamente ya murió, pues para mí era un pilar muy grande, un hermano lasayista, don Miguel Martínez, lo que soy ahorita se lo debo a él, ya en los scouts. Porque yo no hablaba, todo me daba pena, o sea, me volví muy retraída y cuando entré a los scouts, no. Era un grupo muy grande de pura gente conocida.
Yo excursionaba con los chiquitos, mi primer campamento fue –entonces era campo, ahora está poblado– en bosques de San Sebastián. Entonces estaba Pablo Luvier, que es el que iba al frente de todo. Yo platicaba y platicaba y platicaba. Y era tardísimo. Me dijo: “oye, ¿no te quieres acostar?”, me dije: “cómo me voy a costar en el suelo”. Uy, dije, voy a amanecer molida. Llevaba mi sliping, pero igual. Le dije, sabes qué, tengo mucho miedo. No, mira, voy a poner una patrulla cada hora para que cuiden. Fue mi primer campamento. Ya después fuimos a muchos campamentos. Fuimos, no me acuerdo a qué lugar era, fuimos en camiones, y hacía un frío… El río amanecía congelado. Se necesitaba mucha condición. (LNR)