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25 Abril 2024, Puebla, México.

Geert Lovink: Poner las redes sociales al servicio de los ciudadanos y no al revés. Entrevista en Sin permiso

Cultura /Ciencia y tecnología /Economía /Gobierno | Entrevista | 13.ABR.2023

Geert Lovink: Poner las redes sociales al servicio de los ciudadanos y no al revés. Entrevista en Sin permiso

Sin peremiso. Geert Lovink es director y fundador del Institute of Network Cultures [Instituto de Culturas de la Red] en la Universidad de Ciencias Aplicadas de Amsterdam, es profesor asociado de Nuevos Medios en la Universidad de Amsterdam, y autor de libros como “Fibra oscura: rastreando la cultura crítica de Internet” (Tecnos, 2004), “Tristes por diseño: las redes sociales como ideología” (Consonni, 2019) y “Atascados en la plataforma”, (Bellaterra, Barcelona, 2023).

 
FIBRA OSCURA. RASTREANDO LA CULTURA CRITICA DE INTERNET. LOVINK, GEERT.  9788430940790
 

Geert Lovink es uno de los comentaristas más sofisticados de medios sociales y cultura digital. Publica sus reflexiones en libros que describen la dinámica de los medios digitales, una especie de reconocimiento razonado, un mapa para orientarnos en el debate europeo y occidental sobre las consecuencias de las soluciones políticas, técnicas y prácticas a los problemas que plantean las plataformas en línea. Hay análisis perspicaces y apasionados de las acciones de los creadores y usuarios de los dispositivos digitales a los que somos adictos. Sus textos orientan sobre los caminos más controvertidos de la resistencia política y la creación de sistemas alternativos a la extracción de datos de nuestras mercantilizadas vidas. Le entrevista para il manifesto Teresa Numerico. 

Su última obra, Stuck on the Platform: Reclaiming the Internet [en castellano, Atascados en la plataforma, Bellaterra, Barcelona, 2023], supone una valiosa aportación al debate sobre la opresión de las plataformas, en la que defiende la disidencia a partir de la cultura histórica de Internet. Entre otras cosas, Lovink pone también en tela de juicio las prácticas establecidas de la crítica de los medios digitales, dando la vuelta a la tortilla y tratando de abrir el intransitable camino para superar el abrumador poder de las grandes tecnológicas (Big Tech), con originalidad y valentía, evitando las posturas predecibles y simplistas que provienen de las oligárquicas torres de marfil de los teóricos aristocráticos.

En su libro, defiende usted la necesidad de tomar medidas contra el trabajo gratuito de los usuarios adictos a las plataformas de Silicon Valley y de quienes caen víctimas de las últimas teorías conspirativas. ¿Cómo podemos actuar colectivamente, dado que quienes están subyugados no son conscientes de que lo están? ¿Y cómo podemos comprometernos a rebelarnos en la era de la desilusión?

Debemos evitar juzgar las cosas desde fuera y entrenarnos en la imaginación crítica de la tecnología social: ¿qué significa el hecho de que TikTok tenga 1.500 millones de usuarios? Aunque nos desagrade, debemos estar cerca de las masas sociales. ¿Cómo es posible que hayan crecido tanto en tan poco tiempo? Paradójicamente, sólo podemos actuar admitiendo que nosotros también hemos quedado atrapados en las jaulas doradas. La salida es volver a ser sociales, recuperar el estado anónimo y colectivo de las masas virtuales y reales. Pero, ¿existen otros métodos? En Italia, Franco Berardi y Tiziana Terranova se han encargado de teorizar nuestra condición tecnosocial, y los está leyendo el mundo entero. 

Hoy en día, la interacción social se siente como un antídoto contra el veneno de las redes sociales, en palabras de Bernard Stiegler. El impulso comunitario para superar el estrés, la desesperación y la soledad está presente, aunque sólo sea por un momento. Aunque esto pueda sonar liberador, coexiste con la "cuantificación de lo social". Las clasificaciones y los índices son reales y tienen efectos psicológicos negativos. El mensaje es: compite con los que te rodean, no muestres empatía ni solidaridad y mantén las distancias. Estas son las barreras que nos impiden estar juntos. Actualizamos nuestro estado y observamos lo que hacen los demás.

Deja usted clara la necesidad de una antropología de la emergencia que piense las redes en línea más allá de modelos taxonómicos alternativos de control y descentralización. ¿Cómo se puede dar este giro relacional sin caer en la vieja retórica del conflicto? 

Me centro en el reto del diseño para crear herramientas de apoyo para los tiempos difíciles que se avecinan. Hasta ahora, las redes sociales se han orientado hacia la publicidad, no hacia funciones útiles. Italia tiene la oportunidad de conseguir que teóricos, “hackers” y diseñadores se dediquen a este objetivo. Tenemos que domesticar las redes digitales para que trabajen para nosotros, y no al revés. No soy partidario del romanticismo europeo sobre la desconexión. Un fin de semana de yoga en el campo sin teléfono no es la solución (aunque estoy a favor de prohibir los móviles en los colegios).

Cuando criticamos a Silicon Valley, anhelamos deshacernos de los dispositivos adictivos y recuperar nuestra vida. Pero esto no es más que un deseo, una quimera. El teléfono nos ayuda a coordinar nuestras vidas multitarea y es ideal para aprovechar los tiempos muertos. Deberíamos crear aplicaciones que no se basen en la actualización constante. Hay que abandonar las notificaciones. Las herramientas están para ayudarnos, no para molestarnos y distraernos. Se podría empezar por prohibir el modelo de negocio basado en captar la atención.

Aun teniendo en cuenta los efectos políticos de las infraestructuras, la arquitectura técnica no agota nuestras opciones para ubicarnos políticamente. ¿Podemos evitar confiar en el solucionismo tecnológico?

Necesitamos modestia digital. Un rediseño radical de Internet constituye un reto global de tamaño medio que puede llevarse a cabo rápidamente, si se compara con la crisis climática, la crisis migratoria o la necesidad de vivienda y la aparición de desigualdades sociales. El rediseño debe producirse a escala local, nacional y europea. Hay que actuar en Italia, en los Países Bajos, sin esperar a Bruselas. La normativa europea llega demasiado tarde si sólo aborda los problemas que ya existen. La regulación debe substituirse por el rediseño.

En su libro, describe la adicción, pero también el aburrimiento que provocan estos aparatos, y también habla de tácticas de oposición política. ¿Y si nos hemos cansado del "atracón" de series de televisión? ¿Quizás la resistencia también signifique resiliencia a la hora de reorganizar nuestros hábitos? 

Según algunos, el aburrimiento es un escudo protector contra la intrusión mental del exterior. ¿En qué momento el agotamiento endémico conduce al colapso? ¿Dónde está el umbral? Es importante aprender del debate científico sobre los efectos de un aumento de la temperatura de 1,5-2 °C en la atmósfera. Más allá de ese límite, se producirán consecuencias imprevisibles. Lo mismo puede ocurrir en la economía de la atención. La economía interconectada de los datos es un castillo de naipes. Preparémonos para su implosión, que no será resultado de las normas europeas.

Somos conscientes de que las “startups” y las grandes tecnológicas son frágiles, como lo demuestra la quiebra del Banco de Silicon Valley. Sin embargo, seguimos creyendo en su poder mientras explotan los datos de la gente, después de habérselos apropiado de forma turbia. ¿Por qué no podemos bloquearlas con normas, con denuncias y percibiendo sus debilidades?

Nosotros, los miles de millones de personas en línea, estamos en la caverna de Platón, hipnotizados por las sombras proyectadas en la pared por aplicaciones que tienen 2 o 3 años. Estas “startups” son fruto de ciclos financieros pasados. El ejemplo de ChatGPT resulta llamativo. La inversión en IA tocó techo en 2022, nos acercamos al próximo invierno de la IA, pero hay “apps” sin sentido siguen cautivando a los usuarios. Es una situación similar en el caso de redes sociales como TikTok, Facebook, Instagram y Twitter: todas en situaciones diferentes, pero similares en el hecho de estar estancadas y sujetas a los caprichos de la moda. Los usuarios de a pie no son tontos, se han dado cuenta de que algo no funciona. La máquina de la mercadotecnia de “influencers” tiene problemas.

¿Cree que la fase digital que estamos viviendo, con la propagación de “deepfakes” y “chatbots” que imitan a los humanos y con el consiguiente aumento de la poca fiabilidad de la información, está empujando a la gente hacia la nostalgia de los encuentros cara a cara? 

Lo real y lo virtual ya no están separados. No ha habido una orgía colectiva tras el Covid, como algunos esperaban. Nos vemos empujados de una angustia a otra: la guerra, la inflación, el coste de la energía que encarece los viajes. Los encuentros reales son el punto final, pero serán inevitablemente locales. Vernos en persona tiene consecuencias, mientras que la información virtual tiende a seguir siendo "interesante". Si observamos también la maraña cambiante de nuestros deseos, no será difícil entender por qué las fuerzas sociales que quieren aplicar cambios declinan cortésmente utilizar las invitaciones de Zoom/Teams para sus iniciativas.

Fuente:

il manifesto global, 24 de marzo de 2023

Traducción: Lucas Antón