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24 Octubre 2024, Puebla, México.

Mofles. Obra gráfica de Enrique Soto / Leopoldo Noyola Rocha

Cultura /Universidades | Gráfico | 20.OCT.2023

Mofles. Obra gráfica de Enrique Soto / Leopoldo Noyola Rocha

Revista Elementos BUAP

La revista Elementos 132 se ilustra en esta edición con fotografías del científico y artista plástico Enrique Soto Eguibar. Presentamos el texto que para acompañar estas imágenes ha escrito Leopoldo Noyola, del equipo editor de esta publicació universitaria.

 Todos los vemos, pero no los observamos, mucho menos los fotografiamos. Para apreciar esto necesitamos la mirada de un fotógrafo como Enrique Soto, que ha dedicado gran parte de su obra a los elementos de las calles que todos vemos, pero pocos observamos. Mofles, ¡hazme el favor! Tampoco es algo que veamos muy seguido en los automóviles, ni siquiera en los nuestros. Vemos una fracción del mofle, llamada escape, asomada en la parte posterior, sabemos que es por donde se expulsan los gases producidos por el motor. Y nada más.

Los mofles, fragmento de un mundo retorcido en las partes menos gloriosas de nuestras poderosas máquinas, aparecen en las zonas urbanas de reparaciones y talachas y son la razón de la existencia de las moflerías, frecuentemente enmarcadas –las “elegantes”– en locales pintados de amarillo yema que exhiben mofles convertidos en robots inanimados que hacen las veces de vigilantes metálicos, que a veces inspiran creaciones más elaboradas, como personajes medievales, custodiando esa acumulación de fierro en donde distinguimos a nuestros personajes, los mofles, que viven la paradoja de una juventud gregaria (amontonada, pues), para vivir después una adultez desamparada y solitaria en los bajos vehiculares.

     Los mofles también son convertidos en árboles de ramas vigorosas, niqueladas y brillantes, anaqueles de improvisadas carnicerías en un mundo de metalófagos, tubos de un órgano musical inacabado, intestinos metálicos, sistemas digestivos en estado crítico o caños cadavéricos incinerados por los calores del motor. Escenarios parchados hasta el infinito, paisaje de basura, decoraciones surrealistas en lugares sucios y escenarios desastrosos. No cabe nada más, se arreglan mofles, balas, soldaduras, birlos, radiadores, piñas; entre los férreos árboles y humanoides caricaturescos, si tenemos paciencia, de entre los tubos y catalizadores, aparece el maistro, decorado también con tintura de aceites, rozones de óxido en las mangas de una camisa que alguna vez fue blanca, con una sonrisa encantadora, como si la compañía de sus fierros antropomorfos le bastara para preservar la felicidad