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18 Octubre 2024, Puebla, México.

Mujeres, locura y ciencias psi / Revista Elementos  BUAP

Salud y enfermedad | Crónica | 3.OCT.2024

Mujeres, locura y ciencias psi / Revista Elementos BUAP


Edith Villavicencio Castañeda
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A todas las que nos diagnosticaron sin conocer absolutamente nada de nuestras vidas.

Carta abierta al movimiento de supervivientes de la psiquiatría

 

Las ciencias psi (psiquiatría, psicología y psicoanálisis) han sido objeto de diversas críticas por parte de teóricos como el antipsiquiatra húngaro Thomas Szasz, el sociólogo canadiense Erving Goffman, el filósofo francés Michel Foucault, entre otros. Para Szasz y Goffman la enfermedad mental no es un hecho natural, sino más bien un constructo cultural conformado por prácticas administrativas y clínico-asistenciales (Díaz y Jiménez, 2023).

     Por su parte, Foucault sitúa a la anormalidad como uno de los núcleos centrales de su obra (Bacarlett, 2016). Así pues, enfoca su análisis al discurso psiquiátrico en tanto regulador de la normalidad. En virtud de ello, lo normal y lo patológico representan, para el filósofo, aspectos que organizan “la dicotomía fundamental a través de la cual en el mundo moderno se construye la experiencia de la otredad, de la diferencia” (Bacarlett, 2016:15).

     Desde una lectura foucaultiana, esta dicotomía constituye uno de los ejes de problematización de la subjetividad en las ciencias psi. Dicho aspecto se refleja en la terminología utilizada en las intervenciones terapéuticas con las cuales dotan de sentido las acciones humanas: razón/sinrazón, adaptado/inadaptado, sano/enfermo (Rivero, 2005), funcional/no funcional, capacidad/incapacidad, estructurado/desestructurado, etcétera.

     Otra de las críticas fundamentales vertidas al conocimiento producido por las ciencias psi proviene del feminismo; este movimiento político y social ha denunciado cómo la visión sexista y androcéntrica condiciona un trato diferenciado hacia las mujeres en los servicios de salud mental. Este texto pretende contribuir sucintamente a visibilizar parte del complejo mecanismo de silenciamiento al que han sido y son sujetas las mujeres por parte de las ciencias psi, no solo por su condición de género sino, además, por ser consideradas locas.

LA PATOLOGIZACIÓN DE LO FEMENINO EN LAS CIENCIAS PSI

 

Alrededor de los siglos XVIII y XIX se establecieron los primeros sistemas de clasificación por parte del alienismo (profesión dedicada al estudio de las enfermedades mentales) y de la entonces incipiente psiquiatría. Con el acto de diagnosticar se intentaba cuantificar aquellas conductas consideradas “inapropiadas” de las mujeres en el ámbito familiar y social para convertirlas en síntomas susceptibles de la intervención psiquiátrica y, con ello, de la posible “reconducción de sus comportamientos” (Díaz y Jiménez, 2023). De tal suerte que el diagnóstico sirvió desde entonces como un mecanismo de segregación basado en criterios centrados en prejuicios y estereotipos que contribuyeron al establecimiento de nuevas pautas de desigualdad social y de género, algunas de las cuales prevalecen hasta nuestros días.

     Para tratar de comprender la manera en que se conformó un conjunto de conocimientos y prácticas que patologizaron lo femenino, es preciso remontarse a uno de los sitios más emblemáticos en la historia de la salud mental en México: La Castañedaun manicomio general inaugurado en la primera década del siglo XX por el entonces presidente Porfirio Díaz.

     Considerado en esa época un símbolo de progreso, en ese lugar se formaron las primeras generaciones de psiquiatras; además, se llevaron a cabo investigaciones en neurología, se experimentó con tratamientos como las terapias convulsivas y los psicofármacos (Ríos, 2017) y dio inicio la historia de la práctica psiquiátrica en nuestro país (Rivera, 2010).

     El manicomio tuvo como principal función recluir y aislar a quienes transgredían el orden social y atentaban contra los ideales de la modernidad (Rivera, 2010), como los alcohólicos, los drogadictos, las prostitutas, los delincuentes y las personas consideradas como enfermas mentales.

     Sin embargo, en lo que respecta a las mujeres, la investigación historiográfica basada en expedientes clínicos y en cartas redactadas por las propias internas da cuenta de las experiencias dolorosas que atravesaron: invisibilización, anulación y silenciamiento de sus voces, pues bajo la mirada patriarcal de los psiquiatras eran vistas:

 

[...] a través de los lentes de los modelos normativos de feminidad que las representaban como ángeles domésticos y detectaban signos de enfermedad mental cuando las conductas femeninas se desviaban de la norma (Rivera, 2010:135).

 

En otras palabras, entre más lejos se situaban de encarnar rasgos como la sumisión, la delicadeza, la dependencia, el recato o la docilidad propios del ideal hegemónico de la feminidad, más proclives estaban de ser consideradas locas.

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