Cultura /Sociedad | Crónica | 11.DIC.2024
Los jesuitas asesinados en Nueva España / Rubén Aguilar Valenzuela
Los jesuitas asesinados en Nueva España / Rubén Aguilar Valenzuela
(Ilustración de Estelí Meza)
En 1534, mientras estudiaba en París, el sacerdote vasco Ignacio de Loyola funda la organización religiosa que más adelante sería conocida como la Compañía de Jesús —es decir: los jesuitas— junto con un grupo de compañeros de la Sorbona. Ese mismo año, para hacer formal su decisión, Loyola y sus colegas bajan a la cripta de la capilla del Martyrium, en Montmartre, donde hacen votos de pobreza, castidad y obediencia. Deciden también ir a Tierra Santa con el propósito de predicar el Evangelio entre los infieles, pero por diversas circunstancias no pueden realizar su proyecto. Entonces acuerdan ir a Roma para ponerse al servicio del papa. Desde 1538, ese grupo era ya conocido como Compañía de Jesús, pero no es sino a partir de 1540, cuando el papa Paulo III publica la bula Regimini militantes ecclesiae, que la nueva Orden recibe el reconocimiento oficial de la Iglesia.
El empeño de los jesuitas por predicar entre los que aún no conocen a Cristo no desapareció cuando sus fundadores no pudieron ir a Tierra Santa. La Compañía llega a Nueva España en 1572, treinta y dos años después de la bula de Paulo III. Ya en las Américas, dedican los primeros veinticinco años de su trabajo a la educación, fundando colegios y atendiendo a los fieles en las iglesias que construyen junto a sus escuelas. Hacia finales del siglo XVI, los jesuitas asumen la evangelización en la frontera norte de la Nueva España —los territorios que hoy conocemos como Durango, Chihuahua, Nayarit, Sinaloa, Sonora y Baja California Sur— donde se encuentran con muy diversos grupos indígenas.
El 6 de julio de 1591, los jesuitas llegan a la Vllla de San Felipe y Santiago de Sinaloa, donde fundan su primera misión en el norte de Nueva España. La Provincia Mexicana de la Compañía de Jesús inicia un trabajo misional que abarca cada vez más territorios y también atendiendo a más grupos indígenas. El proceso de evangelización —siempre en los idiomas de los pueblos originarios, al grado que a estos jesuitas se les decía “padres lengua”— toma como modelo el método desarrollado en la primera misión de los jesuitas en América, la doctrina del Juli, fundada en Perú en 1576. Este método tenía tres componentes: la predicación, la educación y el desarrollo social. Los jesuitas permanecieron en el noroeste de lo que hoy es México por 176 años, de 1591 a 1767, cuando la corona de España expulsó a la Orden de todos sus dominios.
Los asesinatos
En los casi doscientos años en los que la Compañía estuvo presente en esa enorme región de Nueva España fueron asesinados al menos veinte jesuitas, todos en el marco de rebeliones indígenas. La mayoría de estos levantamientos fueron en contra de las autoridades coloniales o en protesta del maltrato al que los colonos sometían a los pueblos originarios; pero algunas rebeliones sí fueron directamente en contra de la misión, cuando algún grupo se negaba a aceptar los cambios culturales que los jesuitas pretendían imponer a los pueblos colonizados.
La manera en que fueron asesinados estos jesuitas es muy semejante. Los indígenas rebeldes los atacaron con piedras y flechas; en algunos casos, también con lanzas. Fue común que con un golpe de macana destrozaran su cráneo. Otros perdieron la vida por los hachazos que recibieron. En cierto casos fueron arrastrados, descuartizados y decapitados. Hubo a quienes se les tiró a la hoguera. Después del asesinato siempre sus cadáveres fueron dejados a la intemperie. La violencia de sus muertes dice algo sobre el profundo rechazo a la cristianización de algunos grupos indígenas. El historiador Ignacio del Río, en su libro Conquista y aculturación de la California jesuítica, dice que “las crónicas [de la época] describen la saña de los indígenas con el cuerpo de los misioneros, que aún después de muertos fueron lapidados, vejados, desmembrados, arrastrados por la misión y finalmente quemados en una hoguera”.
Los padres asesinados, por orden cronológico, son:
- Gonzalo de Tapia (1561, León, España–1594, Tavorapa, Sinaloa). Protomártir de la Provincia Mexicana de la Compañía de Jesús y fundador de la primera misión de los jesuitas en Nueva España. Ingresa al noviciado en 1575 y se ordena sacerdote en 1585. En ese año fue enviado a Nueva España. Fue asesinado el 11 de julio de 1594, a manos de ocho indígenas liderados por un hombre llamado Nacabeba, en el pueblo de Tavorapa. Hablaba el tehueco, el guasave y el acaxee. Al ser asesinado tenía 33 años.
- Hernando de Tovar (1581, San Miguel de Culiacán-1616, Santa Catarina de Tepehuanes, Durango). Es el primero de los ocho jesuitas asesinados en la rebelión de los tepehuanes, liderada por el Quatlatas, entre el 16 y 20 de noviembre de 1616, en lo que hoy es el estado de Durango. En 1598 ingresa al noviciado y se ordena sacerdote en 1608. De 1610 a 1612 está en la misión de Santa María de las Parras, Coahuila. Y luego es enviado a las misiones con los tepehuanes. Al ser asesinado tenía 35 años.
- Diego de Orozco (1588, Palencia, España–1616, Santiago Papasquiaro, Durango). Ingresa a la Compañía de Jesús en 1602. En 1605 está ya en la Nueva España. Se ordena sacerdote en 1614. En 1615 se le envía a la población de Santiago Papasquiaro en la región tepehuana. Aquí están enterrados sus restos. Al ser asesinado tenía veintiocho años.
- Bernardo de Cisneros (1582 Carrión de los Condes, España-1616, Santiago Papasquiaro, Durango). En 1600 ingresa al noviciado. En 1605 se le envía a la Nueva España. Se ordena sacerdote en 1611; De inmediato se traslada a la misión de Santiago Papasquiaro. Desde allí atiende Santa Catarina, El Zape y Guanaceví. El 17 de noviembre de 1616, los padres De Orozco y Cisneros salen de la iglesia en procesión con el Santísimo Sacramento y detrás los fieles que ahí se encontraban. Los rebeldes matan a la salida a los padres y a los fieles. Son más de cien entre españoles, indígenas, negros y mulatos. Al ser asesinado tenía 34 años.
- Juan del Valle (1576, Vitoria, España-1616, San Ignacio del Zape, Durango) En 1591 ingresa al noviciado. En 1594 llega a la Nueva España. Después de ordenarse sacerdote se le envía con los tepehuanes. Por doce años se dedica a la evangelización de los indígenas y a transmitir conocimientos sobre distintos oficios, el cultivo de la tierra y la construcción de viviendas. Al ser asesinado tenía cuarenta años.
- Luis Álvarez (1589, Oaxaca-1616, San Ignacio del Zape, Durango). En 1607 ingresa al noviciado. Después de ordenado sacerdote se le envía a la misión con los tepehuanes. El 18 de noviembre de 1616, en Zape los rebeldes lo matan junto con la población que ahí se encontraba. Al ser asesinado tenía veintisiete años.
- Juan Fonte (1574 Villa de Tarrasa, España-1616, San Ignacio del Zape, Durango) En 1595 ingresa al noviciado y se ordena sacerdote en 1599. En 1606 llega a la Nueva España. De inmediato se le envía con los tepehuanes. Pronto domina el tepehuan y escribe Arte, Vocabulario y Catecismo en Tepehuán, para el uso de los misioneros. Fue el superior de la misión. El 18 de noviembre de 1616 lo matan en las cercanías de San Ignacio del Zape. Al ser asesinado tenía 42 años.
- Jerónimo de Moranta (1575 Palma de Mallorca, España-1616, San Ignacio del Zape, Durango). En 1595 ingresa al noviciado y en 1605, ya ordenado sacerdote, llega a Nueva España. Se le envía a las misiones tepehuanas. Hablaba muy bien el tepehuan, lo que sorprendía a los indígenas. Lo matan el 19 de noviembre de 1616, en las cercanías de San Ignacio del Zape. Al ser asesinado tenía 41 años. (Cuando termina la sublevación tepehuana se recuperan los cuerpos de los padres: Juan del Valle, Luis de Alavés, Gerónimo de Moranta y Juan Fonte. Se les entierra en la iglesia de los jesuitas en Guadiana, Durango.)
- Hernando de Santarén (1567, Huete, España-1616, Tenerape cerca de Santiago Papasquiaro, Durango). En 1584 ingresa al noviciado. En 1588 solicita ser enviado a Nueva España y se acepta su petición. En 1593 se ordena sacerdote. En 1595 inicia su trabajo misional en San Felipe y Santiago de Sinaloa, hoy Sinaloa de Leyva. Para 1609 había construido 46 iglesias con sus propias manos. Misiona entre acaxees, xiximes, humis, nebomes, yaquimis, hinas y otros pueblos de la sierra. Es asesinado el 19 de noviembre de 1616 en Tenerape, cerca de Santiago Papasquiaro, camino de Sinaloa a Guadiana a entrevistarse con el gobernador. Al ser asesinado tenía 49 años.
- Julio Pascual (1590, Venecia, Italia-1632, Varohio, Sinaloa). En 1611 ingresa al noviciado. En 1618 llega a la Nueva España. En 1621 se ordena sacerdote y es enviado a las misiones de Sinaloa. Trabaja entre los zuaques, tehueces, sinaloas, yaquis, chínipas, guazapares, ihios, varphios y temoris. Lo matan el 1 de febrero de 1632 en Varohio, en la rebelión que encabeza el cacique Comabeay. Al ser asesinado tenía 42 años.
- Manuel Martínez (1600, Tavira, Portugal-1632, Varohio, Sinaloa) Vino a vivir a Puebla con un tío. En 1620 ingresa al noviciado. Después de doce años de jesuita, ya ordenado sacerdote, se le envía a las misiones de Sinaloa. Apenas tenía diez días de haber llegado cuando lo matan junto con el padre Pascual, el 1 de febrero de 1632, en Varohio. Al ser asesinado tenía 32 años. (El 14 de febrero de 1632, los jesuitas trasladan los cadáveres del padre Pascual y del padre Martínez, para enterrarlos en la iglesia de Comicari, en las riberas del río Mayo.)
- Cornelio Bendin Godínez (1612, Gravelinas, Flandes – 652, Papigochi, Villa de Aguilar, Chihuahua). Solicita ser enviado a Nueva España, en particular a la provincia de Nueva Vizcaya. En 1647 llega a la Nueva España. Se le asigna la nueva misión de Papigochi para atender a los rarámuris. Hay un levantamiento indígena y estos le dan muerte el 4 de junio de 1651. Al ser asesinado tenía 40 años.
- Jácome Antonio Basilio (1609, Italia-1652, Villa Aguilar, Chihuahua) En 1630 ingresa al noviciado. En 1642, ya ordenado sacerdote, se traslada a Nueva España. Enseña en el Colegio de Tepotzotlán y en el Colegio de San Gregorio. En 1651 se le envía a trabajar con los rarámuris. En 1652 estalla una revuelta a la cabeza del indígena Teporaca. El padre se encontraba en Temaichique, a 32 kilómetros de la Villa de Aguilar. Le avisan que sus habitantes van a ser asesinados y decide hacerse presente en el lugar. El 3 de marzo de 1652, Teporaca conduce un ataque en el que mata a los españoles, a los indígenas y al padre. Al ser asesinado tenía 43 años.
- Juan Diego Ortiz de Foronda (1655, Guadalupe, España-1690, Nahuasachi, Chihuahua) En 1675 ingresa al noviciado. Ese mismo año viene a la Nueva España con otros 17 jesuitas europeos, que llegan en ese mismo año. En 1681 enseña en el colegio de San Luis Potosí y en 1684 lo envían a la misionar entre los rarámuris. Se hace cargo de la recién fundada misión de San Luis Gonzaga. En abril de 1690 estalla una rebelión de los indios janos, conchos y rarámuris. El padre lo sabe, pero se niega a abandonar a sus fieles. Lo matan el 11 de abril de 1690 en Nahuerachi. Al ser asesinado tenía 35 años.
- Manuel Sánchez (1651, Marchena, Provincia de Sevilla, España-1690, entre Yécora y Tutuaca, Sonora) En 1668 ingresa al noviciado. En 1675 viene a la Nueva España con otros diecisiete jesuitas europeos. En 1679 se ordena sacerdote. En 1681 enseña en el Colegio del Espíritu Santo en Puebla. En 1684 lo envían a misionar con los rarámuris. En abril de 1690 estalla una rebelión de los indios janos, conchos y rarámuris. El padre se propone rescatar los ornamentos y vasos sagrados. Cuando regresan del Real de Minas de San Nicolás en el camino entre Yécora y Tutuaca lo matan, el 11 de noviembre de 1690. Al ser asesinado tenía 39 años.
- Francisco Javier Saeta (1644, Sicilia, Italia-1695, Caborca, Sonora) Ingresa al noviciado en 1679. En 1691, después de nueve años de insistir en ser enviado a las misiones, llega a Nueva España. En 1692 se ordena sacerdote. En 1694 es enviado a las misiones de la Pimería; el padre Francisco Eusebio Kino lo acompaña a la misión de la Concepción de Nuestra Señora de Caborca. Hay una rebelión de indígenas pimas ligados a la misión de San Pedro Tubutama, Sonora. Lo matan el 2 de abril de 1695. Al ser asesinado tenía 31 años.
- Lorenzo Carranco (1695, Cholula, Puebla-1734, Santiago de los Coras Ai Niní, Baja California Sur). En 1717 ingresa al noviciado. En 1725 se ordena sacerdote y se le envía a las misiones de California. Estuvo en la misión de Nuestra Señora del Pilar de la Paz y en la misión de Todos los Santos. En 1727 se hace cargo de la misión de Santiago de los Coras Ai Niní. En 1734 estalla la Rebelión de los Pericués, que dirige el cacique Botón y el mulato Chocori. El 2 de octubre de 1734 los indígenas levantados asaltan la misión de Santiago de los Coras Ai Niní y matan al padre Carranco. Al ser asesinado tenía 39 años.
- Javier Nicolás Tamaral (1687, Sevilla, España-1734, San José del Cabo Añuití, Baja California Sur). En 1704 ingresa al noviciado. En 1712 viene a Nueva España. Aquí estudia teología y se ordena sacerdote. En 1717 lo envían a las misiones de California. En 1720 funda la misión de la Purísima Concepción de Cadegomo donde permanece 10 años. En 1730 funda la misión de San José del Cabo Añuití, la más al sur que los jesuitas establecieron en California. En 1734 estalla la Rebelión de los Pericúes y los levantados el 3 de octubre asesina al padre Tamaral. En 1757, el jesuita Miguel Venegas publica en Madrid Noticias de la California y su conquista temporal y espiritual. Al texto lo acompañan imágenes con el asesinato de los padres Carranco y Tamaral. La edición en inglés aparece en 1759, la holandesa en 1762, la francesa en 1767 y la alemana en 1770.
- Tomás Antonio Tello (1720, Almagro, España-1751, Misión de la Purísima Concepción de Nuestra Señora de Caborca, Sonora) En 1735 ingresa al noviciado junto con su hermano Juan Idelfonso. En 1746 los dos se ordenan sacerdotes. En 1749, lo destinan a la Misión de la Purísima Concepción de Nuestra Señora de Caborca, en Sonora. El 20 de noviembre de 1751 estalla la rebelión indígena al mando del jefe pima Luis de Sáric en la misión de Tubutama, donde los levantados incendian casas y dan muerte a más de 100 personas. Los sacerdotes presentes en el lugar, Jacobo Sedelmayer y Juan Nentuig, escapan a la misión de San Ignacio de Caborica. Al día siguiente, el 21 de noviembre, los rebeldes llegan a la Misión de la Purísima Concepción de Nuestra Señora de Caborca, y matan al padre Tello. Al ser asesinado tenía 31 años.
- Enrique Ruhen (1718, Baja Sajonia, Alemania-1751, Sonoyta, Sonora). En 1736 ingresa al noviciado y en 1748 se ordena sacerdote. Se le envía a la Nueva España, donde al llegar viaja a las misiones de Sonora y se le asigna la Misión de Nuestra Señora de Loreto y Marcelo de Xonoydag, en la parte oeste de la Pimería Alta, donde llega en 1750. El 20 noviembre de 1751 estalla la rebelión al mando del jefe pima Luis de Sáric. Los alzados después de dar muerte al padre Tello siguen hacia la misión de Sonoyta donde el 21 de noviembre matan al padre Ruhen, que atendía la misión más lejana en el occidente de la Pimería Alta. Al ser asesinado tenía 33 años.
El martirio
Dentro de la Provincia de la Compañía de Jesús en la Nueva España, como en todos los países donde estaba presente la Orden, los jesuitas asesinados fueron reconocidos como mártires. Había la idea de que su muerte iba a rendir frutos; que el trabajo misional se habría de extender y multiplicar. Los mártires desde el cielo habrían de interceder ante Dios para que más indígenas se convirtieran al cristianismo. Después del asesinato de los ocho padres en la rebelión tepehuana de 1616, el general de los jesuitas en ese entonces, el padre Mucio Vitelleschi, escribe al provincial en México, el padre Nicolás Aranaya:
Falta harán los ocho padres lenguas martirizados por los indios tepehuanes. Dios proveerá de nuevos y fervorosos operarios en su nueva viña, regada con la sangre de sus siervos, cuyos retratos y la relación de su muerte se ha recibido y leídose en el refectorio con universal consuelo de todos, por tener ocho hermanos más en el cielo. Vanse pintando en lienzo, para ponerlos con los demás, como es razón y VR pide.
Tras las muertes de jesuitas de la Provincia Mexicana, se escribían cartas sobre los hechos, se predicaba y también se publicaban textos sobre los mártires, que tuvieron un gran impacto en Nueva España y Europa. En 1695 el padre Eusebio Francisco Kino (1645, Trento, Italia-1711, Magdalena, Sonora) publica su Vida del Padre Francisco Javier Saeta, S.J. sangre misionera en Sonora. En él ofrece una semblanza de dieciséis mártires jesuitas novohispanos, asesinados entre 1594 y 1695 (Kino ya había fallecido cuando ocurr e la muerte de los otros cuatro).
En 1767, como hemos dicho, la Corona ordena a la Compañía de Jesús abandonar todos los territorios de España. Esto ya había ocurrido en 1759 en Portugal y en 1764 en Francia. En julio de 1773, el papa Clemente XIV publica el breve apostólico Dominus ac Redemptor, en el que suprime a la Compañía de Jesús; pero en agosto de 1814, el papa Pío VII restaura a la Orden con la bula Sollicitudo omnium ecclesiarum.
En 1816, los jesuitas regresan a lo que pronto sería México. Un siglo y medio más tarde, en enero de 1966, yo mismo me uní a la Provincia Mexicana de la Compañía, de la que fui miembro por catorce años, hasta noviembre de 1979. En ningún momento de esos años de formación —es decir, del noviciado al estudio de teología— escuché nada sobre los veinte jesuitas asesinados en Nueva España. Entiendo que sigue siendo un tema del que no se habla. Hay que analizar el por qué es así. A nivel personal, ya fuera de la Orden, empecé a investigar sobre estos jesuitas. Mi compañera y yo hemos estado en buena parte de los sitios donde fueron asesinados. En la revista semanal Desde la Fe, que publica la Arquidiócesis de México, he publicado semblanzas de estos mártires.
De los veinte jesuitas asesinados, doce nacieron en España, tres en Nueva España, dos en Italia, uno Flandes, otro Portugal y uno más en Alemania. La mayoría de ellos tenía entre 32 y 39 años al ser asesinados; el menor tenía 27 y el mayor, 49. Ocho fueron asesinados en lo que hoy es el estado de Durango, cuatro en Sonora, tres en Sinaloa, tres en Chihuahua y dos en Baja California Sur. Debería haber mucho más trabajos de investigación sobre estos jesuitas y su obra en los confines de la Nueva España.