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La nomenclatura de los parajes, una forma de atesorar el recuerdo - Porfirio Tepox Cuatlayotl

Naturaleza y sociedad /Cultura | Crónica | 19.NOV.2021

La nomenclatura de los parajes, una forma de atesorar el recuerdo - Porfirio Tepox Cuatlayotl

Ir de camino por la naturaleza/ decimosexta crónica

Domingo por la mañana, ha llegado la hora de una nueva caminata, por esto el senderista prepara su equipaje, además de la ropa adecuada para caminar, coloca, en su mochila: la brújula, los binoculares, un mapa de la zona, algunos frutos secos, agua, un chocolate o un dulce para suavizar sus pasos. Algunas veces solo, otras acompañado, emprende un nuevo recorrido. Cada movimiento, cada paso de su andar lo conduce a parajes bellos que lo asombran, quiere guardar el recuerdo en una fotografía, pero se da cuenta que no ha colocado la cámara en su equipaje, por lo cual se lamenta de no poder atesorar las imágenes que tiene frente a él.   

Ante este acontecimiento de resguardar los momentos de asombro, le sugerimos al senderista que siempre incluya una pequeña libreta y un lapicero en su equipaje, ya que ante la ausencia de la cámara, puede recurrir al registro del recuerdo a través de la palabra, pues, es posible que en su marcha los pobladores de la región le proporcionen los nombres de los parajes recorridos, nombres que le ayudarán a evocar los instantes que los han maravillado en su caminar, tal como lo apunta David Le Breton: “El caminante se interesa por los nombres de lugares minúsculos que jalonan su avance o que aparecen ante su mirada. Más tarde, los nombres serán como las flores japonesas del sueño, el enunciado que invoca una plétora de recuerdos.”

Lo dicho hasta aquí me lleva a agradecer una caminata guiada por mis amigos de san Buenaventura Nealtican, con acento especial, a Alejandro Ramírez Castillo, por los pequeños y agradables detalles de la convivencia en el recorrido, por conducirnos a través de los parajes de Nealtican, entre la belleza de los pastizales de invierno y el misterio de los bosques. Parajes en los que pudimos encontrar las carboneras, símbolo de la gente trabajadora de este lugar, gente que conoce y ama a su tierra. En verdad, la nomenclatura de estos parajes, además de evocar recuerdos de esta caminata, es interesante por su etimología que pende de la lengua náhuatl y por aquellos nombres que guardan historias de amor y los que representan una cartografía del pueblo, es decir, una geografía regional.

Entre los parajes de nombre náhuatl que caminamos, se encuentra el Hueyaltetl, la piedra grande; palabra compuesta de huey, grande y tetl, piedra. Este lugar se denomina así porque hay una piedra grande a la mirada del caminante. Un paraje más que recorrimos fue Techichilco, en la piedra roja; palabra compuesta de tetl, piedra, chichiltic, rojo y la posposición locativa co, en. La razón de esta denominación es porque en el lugar hay tezontle que es una piedra de color rojo. 

En lo que se refiere a los parajes que contienen alguna historia, transitamos los caminos de La Porfiria, el lugar se denomina así, porque hay una piedra grabada con el nombre de Porfiria. De acuerdo con los relatos de los habitantes de Nealtican, el enamorado de Porfiria quiso imprimir este nombre en una piedra como símbolo de su amor. No registramos más datos de sendos enamorados, pero lo que sí podemos sugerir es que el enamorado de esta historia tuvo el deseo de hacer eterna la presencia de su amada Porfiria, imprimiendo su nombre en una roca con una hondura difícil de borrar.

Un paraje más que caminamos fue el del Caballito. Los habitantes de Nealtican cuentan que los abuelos grabaron un dibujo de un caballito en una piedra con el propósito de nombrar a estas parcelas para dar luz en sus senderos y para poder caminar mejor sus tierras. De acuerdo con los abuelos, una vez denominado el lugar, sería más fácil caminar en estos lugares, pues la reunión ya tenía un punto de referencia en estos bosques, una piedra con un caballito grabado sería el punto del encuentro. Desde 1949, fecha grabada al pie del caballito, la piedra con esta imagen ha guiado los pasos de los habitantes de Nealtican y pueblos vecinos.

 En este recorrido, nuestro destino fue llegar a la cima del Cerro Tequiolo como suelen llamarlo los habitantes de Nealtican. Situados en la cumbre de esta montaña -identificada por Ismael Arturo Montero García y Tim M. Tucker con el nombre de Teteolotitla- pudimos apreciar la magnitud del entorno con asombro a través de los 4 puntos cardinales. En aquellos instantes la humildad y la gratitud abrazaba a cada uno de los caminantes, por esto considero que pudimos vivir las siguientes palabras de Catherine L'Ecuyer: “el sentido del asombro es lo que hace que uno contemple la realidad con humildad, agradecimiento, deferencia, sentido del misterio y admiración”.

Como se ha expuesto hasta aquí y para dar termino a estas líneas, queremos insistir a los caminantes que, en su equipaje, no falte una pequeña libreta y un lapicero, pues el acto de registrar los nombres de los lugares recorridos, te brinda la posibilidad de leer y releer los recuerdos de una caminata, de decir y desdecir cada minuto del viaje. Registrar los nombres de los lugares también te da la oportunidad de -para decirlo con las palabras de Mario Pérez Pérez- reconocer que, “La tierra es lo más valioso que Dios y nuestros abuelos nos han confiado. El pueblo es quien pone nombre a la tierra, y el nombre elegido siempre tiene un contenido importante: allí está la tradición del pueblo, el por qué los abuelitos decidieron plantarse ahí.”

 

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