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19 Abril 2024, Puebla, México.

Las aventuras de la Audaz Navegante  Crónicas Piratas I  / Prólogo

Cultura | Ficción | 10.DIC.2022

Las aventuras de la Audaz Navegante Crónicas Piratas I / Prólogo

Fragmento de la novela Las aventuras de la Audaz Navegante

Mundo Nuestro.  Este miércoles 14 de diciembre se presentará en Profética la segunda parte de la saga Crónicas Piratas, la Travesía de la Cuerva Negra. Presentamos aquí el prólogo de la primera parte de la saga Las aventuras de la Audaz Navegante: 

Las aventuras de la Audaz Navegante

Por Paulina Mastretta.

Prólogo

Una fuerte tormenta azota las costas de la isla, el agua se filtra entre las casas de la aldea. La joven de larga cabellera azul, vestida de blanco, con un pájaro del color del mar grabado en medio del traje, corre hacia el pueblo por la colina. Al llegar ve las casas destruidas y los cuerpos de gente sin vida. El agua teñida de rojo se lleva los cadáveres.

La joven se horroriza y piensa en su familia.

Asustada, deja atrás el pueblo y sigue subiendo. A su paso encuentra a un anciano al borde de la muerte, se le acerca para tratar de ayudarlo. Él la aleja a gritos y le dice que escape. No hace caso e intenta acercarse, cuando lo toca ya está muerto.

Ella se queda inmóvil viendo el cadáver. Escucha la furia del mar. La lluvia cae sobre su cuerpo con tanta fuerza que le duele, pero no tanto como su corazón. El sonido de un derrumbe desde lo alto la hace reaccionar y corre hacia arriba. Tiene que saltar los riachuelos que se deslizan a través de la montaña. Resbala por el lodo. Su voluntad de acero la hace no retroceder. Sólo tiene en mente encontrar a sus padres. Después de muchos tropiezos logra llegar a la cima. Lo primero que ve es su casa derrumbada. Bajo las ruinas sobresale el torso de una figura humana aún con vida. Reconoce de inmediato a la persona atrapada y corre en su ayuda. Al verla, su madre le dice que se aleje porque ellos llegarán en cualquier momento. La muchacha no hace caso y trata de levantar los maderos, pero le son demasiado pesados, sigue intentándolo hasta lesionarse los brazos.

Su madre le grita con voz autoritaria, ella la escucha. Le dice que debe irse de la isla y buscar a su hermano, luego sonríe y la mira deseándole suerte. Se abrazan, ambas lloran, poco a poco la madre cierra los ojos, se queda dormida en un profundo sueño del que no va a despertar.

La joven permanece en silencio. Un sonido la perturba y escucha gritos y risas de criaturas seguramente escalofriantes. Besa con ternura a su madre y corre colina abajo , hacia la playa. Los bramidos se encuentran entre ella y el mar. Tiene que tomar un atajo. Se desvía entre los árboles altos y arbustos espinosos. Todo va bien, por ahora, pero sabe que el camino se pondrá difícil más adelante. Se agacha y con la prisa uno de los espinos le rasguña la cara, no se detiene. Arrastrándose cruza aquella zona. Una que otra vez las espinas rasgan su ropa y sus brazos. Sigue su camino pues tiene que encontrar a su hermano, como le indicó su madre, y ella nunca le ha fallado.

Llega por fin a una playa rocosa. Se fija en el mar furibundo y teme que de repente salga aquella criatura con cuerpo de serpiente de la que escuchó hablar a los viajeros.

Se espanta al escuchar gritos a su espalda. Debe elegir entre huir de la serpiente marina o de las criaturas. De algo está segura: olieron la sangre de sus heridas al rasgarse con los espinos. Comienza a acercarse a la orilla del mar saltando entre las rocas. Llega a un peñasco, desde ahí busca con la mirada algún barco o madero que le pueda servir de trasporte. Una ola se estrella contra la roca y la salpica.

Busca retroceder pero instantáneamente regresa a donde está al sentir el frío del agua en sus pies descalzos. Inquieta, busca sus zapatillas y las ve, arrastradas por el mar. Los gritos están a un solo paso, tiene que hacer algo o será demasiado tarde. Regresa la vista a las sandalias y las descubre golpeteando una pequeña barca, agradece a la deidad esa salvación. Salta al agua desde el peñasco. El mar está picado y apenas puede acercarse a la barca, pero tiene que llegar, de eso depende su vida. Escucha voces horribles que arriban a la playa, no desea voltear hasta alcanzar la lancha, antes de que sus fuerzas la abandonen.

Al fin llega a la barca, toma sus zapatillas que milagrosa mente siguen flotando detenidas por el bote. Se empieza a alejar de la isla. Escucha un estruendo y una luz resplandeciente cae del cielo. Voltea hacia la playa y se queda pasmada al mirar a un joven de extraña armadura dorada. Una máscara blanca y negra cubre su rostro. Parece distinguir unos cabellos azulados que asoman de su casco. Se pregunta quién podrá ser y por qué tiene los cabellos azules, ya que su clan es el único con ese color. No tiene tiempo de pensar más, traes el joven caballero mira acercarse las temibles criaturas.

Son un ejército de seres amarillos con orejas puntiagudas y narices largas, tienen la cara llena de arrugas de la que sobresalen sus ojos rojos. Cada uno lleva un arma: hachas, arcos, lanzas y espadas. Ella ya no quiere saber más y se voltea. La barca se aleja de la costa arrastrada por el mar, hasta que una ola la avienta hacia las rocas.

En la playa el joven caballero susurra algunas palabras y desaparece. Un rayo cae sobre las criaturas, la niebla empieza a extenderse por la isla, a pesar de la lluvia.

Muy lejos de ahí, una hermosa doncella con un largo vestido blanco y cabello dorado observa la escena en un espejo y susurra:

—Ya es tiempo.

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