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4 Diciembre 2024, Puebla, México.

Enrique L. Ventosa (1868-1935) y el renacimiento de la talavera poblana / Montserrat Galí Boadella

Cultura /Universidades /Ciudad | Ensayo | 30.AGO.2023

Enrique L. Ventosa (1868-1935) y el renacimiento de la talavera poblana / Montserrat Galí Boadella

 Ponencia en el Seminario Catalunya-América, Gracman, Barcelona. Octubre 2017

Mundo Nuestro. En memoria de Montserrat Galí Boadella, fallecida en la ciudad de Puebla el miércoles 30 de agosto de 2023. Doctora en HIstoria del Arte, ella fue una de las figuras más importantes para la historiografía del arte en México- Presentamos este texto escrito por ella y presentado como ponencia en el Seminario Catalunya-América, Gracman, Barcelona, en octubre de 2017.

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Montserrat Galí Boadella

 

La mayólica, el barro y el fuego. Enrique l. Ventosa, un ceramista catalán

Datos biográficos, viajes y formación.

La vida y obra de Enrique Ventosa todavía esconde muchos secretos y promete no pocas sorpresas, pero entre la información que logramos reunir sobre el personaje emerge una certeza: su fascinación por el trabajo del barro y el fuego y su sorpresa al llegar a una ciudad que había recubierto las fachadas de sus casas con cerámica. Enrique Ventosa llegó a Puebla  en 1897 para convertirse en el artista que rescataría  la cerámica de Talavera poblana, a punto de perderse. Cuesta creer que la talavera, seña de identidad de Puebla, probablemente se hubiera extinguido si no fuera por este artista polifacético, trotamundos por afición y ceramista por vocación.

Enrique Ventosa, también conocido como Enrique Luis Ventosa, nació en la ciudad de Barcelona en 1868, hijo del notario Andrés Ventosa y de Dolores Fina, quien al parecer pertenencia a una familia de farmacéuticos. [1]Llegó a la ciudad de Puebla en 1897, con 29 años de edad, después de vivir en varios países y contraer  matrimonio con una neoyorkina apellidada Horrach, con quien abrió en Puebla el Hotel Colón.  Su formación como artista inicia en la Escuela de Bellas Artes de Barcelona, conocida como la Escuela de Llotja, en donde a principios de siglo habían estudiado otros dos artistas catalanes que llegaron a México para enriquecer el arte de nuestro país; nos referimos a Manuel Vilar y a Pelegrín Clave, directores de escultura y pintura de la Academia Nacional de San Carlos.

El Diccionario Rafols proporciona bastantes datos biográficos de este artista, a pesar de que su principal actividad, la de ceramista, transcurrió en México. Es evidente que Rafols tuvo información muy directa sobre la vida de Ventosa por algunos detalles de su vida y formación. Por ejemplo, afirma que durante su estancia en la Escuela de Llotja fue alumnos del Miquel i Badía, profesor de artes suntuarias.[2] De acuerdo con Ràfols, “realiza viajes a través de Europa, África y América. Sobre su estancia en Paris hablan todos los que lo conocieron, pero por el momento no tenemos documentación que avale el tipo de estudios que realizó en la capital francesa.

Según Ràfols Ventosa en 1897 decidió vivir en Puebla “donde instaló unos hornos cerámicos para la fabricación de mayólica de la más pura tradición hispanoárabe, renaciendo lo que allí se había fabricado en los siglos XVII y XVIII.”[3] Los comentarios sobre los diseños realizados por Ventosa indican que Rafols tomó la información del libro Mayolica of México, de Edwin Barber, publicado en Filadelfia en 1908. También menciona Ràfols un libro curioso que Enric Ventosa dio a luz en 1922, titulado Cerámica: libro para artistas, en el que recoge una serie de cuentos, relatos y textos literarios, y dónde sólo el primer capítulo corresponde está dedicado a la cerámica.

Los años de juventud en Barcelona quedan en la penumbra. En el llibre de Matricula dels Ensenyaments d`Aplicació de l`Escola de Belles Arts, cursos 1880-1881, aparece matriculado , en el folio 73, un Ventosa y Fina, Enrique, natural de Barcelona, y un Ventosa y Fina, Luis, natural de Barcelona. Al año siguiente, para el curso 1881-1882, vuelven a aparecer inscritos los dos nombres. Parecería que se trata de dos hermanos, pero hemos llegado a la conclusión que se trata de un error de quienes registraron a los alumnos, desglosando el nombre compuesto de nuestro artista: Enrique Luis. Hemos encontrado la huella de otro hermano, Juan, quien a los 15 años también se inscribe en la Escuela de Llotja, en el curso 1893-1894, actuando de fiador Andrés Ventosa, el padre, y señalando como domicilio la céntrica calle de Aribau 29, 4º 1ª.[4]

Enrique Ventosa no consta inscrito en ningún curso superior, sólo en los dos cursos básicos. El programa de este nivel de iniciación se colige de la misma hoja de inscripción, en la que aparecen, en distintas columnas, varias materias que pudo haber tomado: Dibujo general artístico, dibujo lineal, cortes de piedra, de madera y nociones de construcción, carpintería y muebles, talla en dibujo, cerámica y demás obras al torno, metalistería, tejidos, blonda, bordados y estampados, pintura decorativa e historia de las artes suntuarias, que era la materia que debió tomar con Francesc Miquel i Badia.

Finalmente, para terminar de exponer los datos que tenemos de su etapa barcelonesa, Rafols señala que entre 1885 y 11930 participa en tres exposiciones de bellas artes. La primera, del Centro de Acuarelistas de Barcelona, se celebra en el Museu de Martorell (1885); la segunda en 1896, es la Exposición de Bellas Artes e industrias Artísticas. El catálogo lleva una portada de Alexandre de Riquer (representando la Industria) y se imprimió en la casa de J. Thomas y Cia.  En la tercera exposición se trata más bien de una obra presentada no por el propio Ventosa sino por un coleccionista.

Nos centraremos ahora en las dos primeras exposiciones. De la exposición de acuarelistas hemos visto el catálogo, que se publicó en la editorial Montaner y Simón. En la Comisión organizadora figura José Cusachas, presente también en México a finales de siglo, y aparecen dos socios de número: Enrique Ventosa y Luis Ventosa, además de artistas tan ilustres como el propio José Cuscahs, Santiago Rusiñol, Eliseo Meifrén, Josep y Joan Llimona. Perteneciendo a un grupo tan selecto de artistas en calidad de socios de número, es evidente que los hermanos Ventosa pretendían llegar alto. Las dudas, sin embargo, no se disipan, ya que en la lista de obra solamente aparece un Ventosa (L) con tres apuntes del natural.

En el catálogo de la exposición del Palacio de Bellas Artes de 1896 aparece como Ventosa, Enrique L., domiciliado en la calle Diluvio, 10, de Gracias y participa en la sección de Industrias Artísticas con una obra que lleva el num. 1173, titulada “Cenefas bordadas a máquina en sedas y oro”. [5]

En el sitio de Internet My Heritage señalan que Enrique (Luis) Ventosa tuvo 8 hermanos varones y tres hermanas mujeres. Los varones responden a los nombres de Manuel, Juan, Luis, Ricardo, Javier, Andrés, José María y Juan Andrés; en tanto que las mujeres fueron Dolores, Carmen y Enriqueta. No conocemos la fuente de esta información, por lo que debe quedar sujeta a comprobación. En cuanto a Enrique Luis Ventosa tuvo al parecer 4 hijos varones, cuyos descendiente se encuentran en México y los Estados Unidos.

Comentario: como podemos ver quedan algunas incógnitas acerca del nombre de Enrique Ventosa y de la probable existencia de un hermano llamado Luis. Lo que no descarta que Enrique llevara también este segundo nombre, que utilizará en su etapa mexicana.

 

Enrique Ventosa, profesor en la Academia de Bellas Artes de Puebla

 

Al poco tiempo de haber llegado a Puebla, Enrique Ventosa obtuvo la plaza de profesor de ornato en la Academia de Bellas Artes de Puebla, El director de esta institución era por aquel entonces el ilustre pintor Daniel Dávila (1843-1924).[6] Hemos localizado el oficio en el que Daniel Dávila copiaba el oficio enviado por el Departamento de Fomento del Gobierno del Estado de Puebla, comunicando el nombramiento de Ventosa como profesor de Dibujo de Ornato. Dávila se lo enviaba al Tesorero de la Academia de Bellas Artes para que tomara en cuenta que Ventosa estaría incorporado a la Academia desde el 1 de enero de 1898, con un sueldo de 20 pesos cada mes.[7]

            Nos interesa sobre todo saber en qué consistía el programa de la asignatura de Dibujo de Ornato. Dicho programa aparece en un impreso del año de 1893, es decir, que el contenido de la asignatura ya estaba definido en el momento en que Ventosa se incorporó a la institución; no obstante es una guía para saber en qué consistirían sus clases.  En el Primer curso se impartía la geometría aplicada a la ornamentación, siendo los modelos tomados de la estampa y ejecutados sin sombre. En el Segundo curso  el profesor enseñaba el estudio de sombras copiadas de la estampa, partiendo de “bajos y altos relieves de yeso”. Además, ”El catedrático dará explicaciones orales sobre los diferentes estilos de ornamentación”.[8] Finalmente, en el Tercer curso, “El catedrático hará que los alumnos estudien los diferentes estilos de ornamentación clasificados debidamente, para que con facilidad puedan conocer a qué país y a qué época pertenecen.”[9] Por el momento desconocemos el material didáctico y la bibliografía utilizado por Ventosa para sus clases, pero podríamos suponer que, además de lo que tuviera la propia Academia, Enrique Ventosa pudiera ocupar sus libros y estampas recopilados en los países donde vivió,  estudió y visitó: Barcelona, París, Nueva York, Filadelfia, Boston.

El 16 de octubre del año de 1898 empezaron los exámenes de los alumnos y alumnas del plantel, hasta el día 20 del mismo mes, empleando las tardes, desde las 6 hasta las 8.30. Los jurados, siguiendo las normas de la Academia, estaban formados por un presidente, que era el titular del curso, en este caso Enrique Ventosa, un vocal y un secretario. En aquel año se examinaron alumnos que cursaban el primer y el segundo curso.

Al parecer, unos años más tarde, siendo director de la institución J. M. Sarmiento, Ventosa fue nombrado maestro de ornamentación en cerámica; sobre este hecho el propio Sarmiento escribió: “y tengo la idea de que ello no ha sido ajeno al renacimiento que hoy palmamos (…)”

 

La mayólica poblana a finales del siglo XIX

 

Sin pretensión de hacer la historia de la talavera poblana, es necesario señalar la deriva de una industria que a lo largo del siglo XIX fue decayendo hasta convertirse en una actividad marginal de una ciudad que por muchos motivos –en especial políticos y bélicos- dormitaba en el sueño de sus antiguas glorias. Cuando en 1804 Alexander von Humboldt visitó la Puebla de los Ángeles los alfares representaban todavía una actividad artesanal y comercial visible, pero su decadencia ya había empezado.

"La ciudad de la Puebla –escribió-- fue en otro tiempo célebre por sus bellas fábricas de loza y de sombreros (…) estos dos ramos de la industria vivificaban el comercio    entre Acapulco y Perú.  Hoy (…) las fábricas de loza han disminuido  de tal manera,     con motivo del poco valor del vidrio y porcelana de Europa que se introducen por el puerto de Veracruz, que de 46 fábricas que se contaban todavía en 1693, no quedaban en 1802 más que dieciséis de loza y dos de vidrio-".[10]

A lo largo del siglo XIX la afición de los poblanos por la porcelana europea, inglesa, alemana y francesa principalmente, fue creciendo. Era barata, muy variada, y muy cómoda en su manejo, ya que a diferencia de la pesada loza de talavera, la porcelana era ligera y se consideraba más elegante. Pronto aparecieron fábricas locales que imitaban la porcelana europea, relegando todavía más la producción de la talavera tradicional. Oliva Castro Morales ha estudiado esta producción poblana que imitaba los estilos de la porcelana europea. Los alfares de talavera fueron cerrando paulatinamente a lo largo del siglo XIX. En 1895, año de la llegada de Ventosa a la ciudad todavía se registran alrededor ... talleres. Enrique A. Cervantes en su estudio sobre la loza poblana recopiló algunos datos sobre la ubicación de estos talleres y quienes fueron sus   propietarios y maestros alfareros. Es interesante el dato porque a muchos de ellos Enrique Ventosa acudió en busca de datos históricos y técnicos para documentar sus estudios sobre la cerámica poblana.

Entre los datos que consigna Enrique Cervanyes el más interesante es quealgunas de las primera piezas decoradas por Ventosa fueron realizadas en el alfar del maestro Antonio de P. Espinosa por los años de 1900-1905.

En su estudio, Cervantes, reseña con bastante detalle que entre 1895 y 1938, es decir, coincidiendo con la estancia de Ventosa en Puebla, subsistían 12 alfares, la mayoría en muy precarias condiciones, por lo que fueron cerrando sucesivamente. Destacaremos las más importantes, con las que Ventosa trató:  la de Antonio de P. Espinosa, ya mencionado, llamada Fábrica de Loza Blanca del País (calle de Zayas, actual 10 Poniente) Espinosa murió en 1917, a los 66 años.

La Concepción Fábrica de Loza Blanca y Azulejo), llegó hasta 1938.

La de la calle Espíndola no. 6 (2 Poniente, 906), que llegó hasta 1934.

La MARIA, Fábrica de Loza y Azulejo, se ubicaba en el rancho de Ocotlán, pero tenía oficina en la ciudad, llegó hasta 1938, siendo su propietarios Pedro Padierna.

Finalmente, la de Isauro Uriarte, en la calle del Mesón de Sosa (4 Poniente, 911), que ha llegado hasta nuestros días, cuyo propietario, Isauro Uriarte trabajó asociado con Enrique Ventosa hasta que este último falleció.

 

El coleccionismo en el siglo XX. Estados Unidos y México

 

El coleccionismo y la valoración de la talavera poblana se dio a finales del siglo XIX y principios del XX coincidiendo con la llegada de Ventosa a Puebla y su interés por este arte. Ventosa y su obra fueron conocidos por los primeros coleccionistas de talavera, tanto mexicanos como norteamericanos, de manera que casi no se puede separa la figura de Ventosa del fenómeno del coleccionismo. El título del artículo de Margaret  E. Connors McQuade, “El redescubrimiento de la cerámica de Puebla en el siglo XX: colecciones mexicanas y estadounidenses”, es elocuente al hablar de redescubrimiento y de coleccionismo como fenómenos concomitantes, paralelos y deudores el uno del otro. Al respecto Connors escribe:

Pese a la presencia generalizada de la loza poblana en los ajuares de las casa virreinales de Puebla, no fue hasta finales del siglo XIX y principios del XX cuando empezó el coleccionismo de esta cerámica como objeto de arte y cuando se      formaron en México las colecciones más importantes. Sin embargo los coleccionistas estadounidenses fueron los primeros que acercaron la tradición cerámica y su fascinante historia a un público más amplio al que accedieron     promocionando la talavera poblana a través de los libros y organizando las primera exposiciones temporales y permanentes.

           

Valoración del trabajo de Enrique Ventosa en la ciudad de Puebla

 

Hemos tratado de seguir su trayectoria en una ciudad en plena expansión económica, industrial y cultural, caracterizada por lo que se ha llamado Movimiento Modernista, un movimiento artístico y cultural común a toda Europa, pero en la que Barcelona, junto con ciudades como Paris, Bruselas y Budapest, destacará por su personalidad y empuje artístico. Esta circunstancia, como veremos, no es ajena a la actividad que Ventosa va a desarrollar en Puebla; por el contrario, es precisamente su formación en la Barcelona modernista la que puede explicar el compromiso de Ventosa con el renacimiento de la talavera poblana.

El ambiente poblano: según Margaret Connors, era amigo de José Juan Tablada y “pronto formó parte del grupo de intelectuales y artistas locales como Manuel Rivadeneira (arquitecto??), Enrique y Eduardo Gómez Haro, José Miguel Sarmiento, director de la Academia de Bellas Artes, Francisco Neve, el litógrafo e impresor, Dimas Uriarte (empresario, quien heredó el taller de talavera de su abuelo), Eduardo San Martín, el doctor Rafael Serrano, Ignacio Romero y Mariano Bello y Acedo, empresario y coleccionista, quien formó una de las más importantes colecciones de cerámica poblana.

Nos parece significativa la opinión de Edwin Atlee Barber, uno de los pioneros del estudio de la talavera,  acerca de Ventosa.  Ambos intercambiaron conocimientos y opiniones, y Ventosa colaboró activamente en la edición del libro de Barber titulado Maiolica  of Mexico, editado en Filadelfia en 1908. En sus páginas Barber vertió estos comentarios elogiosos:

 (…) Ventosa está comprometido en la decoración de las piezas más bellas que   hasta este momento se habían producido en México, habiendo elevado, a partir de 1900, el nivel de un arte que, habiendo florecido por más de dos siglos había caído en la decadencia. Este artista ha revivido varios de los diseños de la vieja mayólica y los azulejos de España y México.  Su obra se caracteriza por el apego al espíritu de los originales, y algunos de sus grandes paneles, en estilo Hispano-morisco, son especialmente loables. Las reproducciones que realiza el Sr. Ventosa se venden a precios moderados, y son tan características en su tratamiento, que pueden distinguirse sin dificultad de las antiguas piezas que sirvieron como modelo.[11]

Más adelante Barber nos proporciona algunos datos sobre el origen y formación de Enrique Ventosa con una valoración del efecto de su actividad en la producción local:

El Sr. Ventosa, originario de Barcelona, España, quien prosiguió sus estudios en Paris, a partir de 1900 empezó a reproducir piezas antiguas de Puebla. Tuvo tanto éxito que las demás manufacturas poblanas que trabajaban con un esmalte muy       delgado, siguieron su ejemplo y en la actualidad están comprometidas, en mayor o menor medida, a imitar las formas antiguas, sin dejar de manufacturar otros legítimos productos comerciales.[12]

Los comentarios de Barber indican que conoció muy de cerca el trabajo de Ventosa y el impacto beneficioso de su actividad artística en Puebla, estimulando un mercado  muy importante de coleccionistas que en algunos casos llegaban a equivocarse pensando que compraban piezas antiguas.

El mercado norteamericano fue sin duda el más importante. Se formaron colecciones valiosísimas, y en ellas figuraron piezas modernas del propio Enrique Ventosa. Dos de sus platos figuran hoy en día en la colección de la Hispanic Society de Nueva York. Su amigo J.M Sarmiento, en el elogio que escribió al morir Ventosa reproducía un texto (sin referencias) del propio Ventosa hablando del éxito internacional  de la talavera poblana, especialmente en los Estados Unidos:

         Puebla, la bella ciudad de Puebla, la de los azulejos, la de los esmaltes,

         Tiene un arte muy suyo, su loza. En el extranjero la mayólica poblana

         Tiene tanta importancia como la buena loza italiana, como las buscadas

         Talaveras españolas, como las encantadoras piezas holandesas. En los

          Grandes museos de las populosas ciudades, las antiguas lozas poblanas

          Tienen tanta estimación que se les coloca aparte, en la sala especial

          Como algo exquisito, tan interesante y poco conocido que se le

          Conserva casi como una reliquia.

 

En el Pensilvania Museum de Philadelfia, se guarda una extensa           Colección de mayólica poblana, interesantísima, acaso la más completa que existe en el extranjero, el sabio director de dicho Museo, Mr. Edwin Barber, juzgó de tanta importancia su fabricación que hizo un viaje a Puebla en 1908, únicamente para ver el estado actual de ésta industria artística y su libro “Mayólica of México”, fue el resultado de ese viaje.

En la Hispanic Society of América, de Nueva York, se conservan interesantes piezas que se tienen en gran estima y han publicado e ilustrado admirablemente un libro intitulado Mexican Mayolica.

En el Metropolitan Museum de Nueva York, existen bellos ejemplares de nuestra loza antigua.

La gran revista de arte The International Studio, que se publica simultáneamente en Londres y Nueva York y que es indudablemente la primera revista de arte del mundo, se ha ocupado varias veces de la talavera poblana”.

El origen norteamericano de su esposa; la buena amistad que se estableció entre Barber y Ventosa, y varios viajes que realizó a Norteamérica le permitieron conocer de primera mano el interés de los coleccionistas y los Museos americanos por la talavera poblana, la antigua, pero también la de artistas contemporáneos como el propio Enrique Ventosa, cuyas piezas se encuentran en varios de los museos mencionados.

 

BIBLIOGRAFÍA

ACUÑA, Patricia Eugenia, La Talavera de Puebla, Puebla, Secretaría de Cultura del Gobierno del Estado de Puebla, Col. Lecturas Históricas de Puebla, 1987.

BARBER, Edwin Atlee, Maiolica of Mexico, Philadelphia, Art Handbook, Pennsylvania Museo and School of Industrial Art, 1908.

GALÍ BOADELLA, Montserrat,

HUMBOLDT, Alejandro de, Ensayo político sobre el Reino de la Nueva España, México, Editorial Porrúa, Colección sepan cuantos….Num. 39, 1991.

 

PRIETO SÁNCHEZ, Guadalupe,  La Academia de Bellas Artes de Puebla, Puebla Gobierno del Estado de Puebla, CONACULTA,  2014

VENTOSA, Luis Enrique, Cerámica: libro para artistas, Linotipografía Guadalupana, J.M. Aguirre, 1922 (152pp, lo tengo impreso)

VENTOSA, Luis Enrique, “La loza poblana”, Puebla azulejo mexicano, 1971, pp. 261-271. 

 

NOTAS

 

[1] En diversas guías de Barcelona hemos detectado varios abogados: José (h.1849 (domicilio calle Unión) y Ricard, Ventosa (hacia 1857-1863, en la calle Cervantes); en tanto que había un farmacéutico José Fina, en 1861, en la Plaza Sta Ana. Todo indica que pertenecía a familias de clase media bien arraigadas en la ciudad. Curiosamente no hay al parecer artistas, lo cual llama la atención dado que el padre inscribie a dos o tres de sus hijos en la Escuela de Llotja.

[2] Francesc Miquel i Badia (1840.1899), crítico de arte, historiador y escritor, crítico del Diario de Barcelona. Opuesto al modernismo, su estética estaba infliuida sobre todo por el romanticismo de Milá i Fontanals. Fue un gran coleccionista de artes decorativas: cerámica y muebles principalmente.

[3] Rafols, Diccionario biográfico de artistas de Cataluña, Barcelona, Ed. Milla, 1954

[4] Juan Ventosa i Fina se inscribe en el curso 1893-1894 al curso de Dibujo general artístic.

[5] Catálogo de la Exposición de Bellas Artes e industrias artísticas, p. 194.

[6] Isabel Elodia Chávez Carreto,

[7] Archivo de la Biblioteca Histórica José María Lafragua, ABA, Caja 50, exp. 14-15. (a partir de ahora ABHJML)

[8] ABHJML, ABA Caja 50, exp- 14-15.

[9] ABHJML, ABA, Caja 50.

[10] Alejandro de  Humboldt,  Ensayo político sobre el reino de la Nueva España,    p. 454.

[11] Barber, Maiolica of Mexico, p. 33

[12] Ibidem.