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2 Mayo 2024, Puebla, México.

Rememorando a Valentina Glockner Fagetti

Sociedad /Sociedad civil organizada | Crónica | 9.FEB.2024

Rememorando a Valentina Glockner Fagetti

(Este texto fue publicado originalmente en Revista Común)

 

Rememorando las muchas re-existencias de nuestra Vale

Soledad Álvarez VelascoAmarela Varela Huerta,

Ana Luz Minera Castillo y Yerko Castro Neira

 

Para Áruna y Daniel,
Para todes quienes la extrañamos…

 

El 7 de diciembre de 2023, Valentina Glockner Fagetti falleció de manera súbita. Fue tan hondo el dolor e impacto, que es sólo ahora, tras dos meses de su partida, que podemos entretejer estas letras para rememorarla y honrar así su vida y legado, tanto como el camino que habitamos juntas como colegas, hermanas y compañeras de lucha. 

La Vale, como la conocíamos, fue una destacada antropóloga mexicana especialista en infancias, migración y las complejas relaciones entre el Estado, el humanitarismo y los regímenes fronterizos. Formó parte de la Noda México del proyecto (In)Movilidad en las Américas y COVID-19, a partir del cual se creó esta columna mensual en Revista Común. Valentina era docente e investigadora adscrita al Departamento de Investigaciones Educativas del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav), del Instituto Politécnico Nacional, e integrante del Sistema Nacional de Investigadores de México. Se formó inicialmente como antropóloga social en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM). Su tesis de licenciatura, sobre las experiencias de niñxs mixtecos jornaleros, ganó dos premios nacionales de investigación social y fue publicada en 2008 bajo el título De la montaña a la frontera: Identidad, representaciones sociales y migración de los niños mixtecos de Guerrero

Valentina continuó con sus estudios doctorales en la UAM donde concluyó su doctorado, obteniendo la Medalla al Mérito Universitario. Su investigación doctoral Trabajo infantil y regímenes de gubernamentalidad: Slums flexibles, ONG y producción de subjetividades en la India contemporánea ganó el Premio de la Academia Mexicana de Ciencias a la Mejor Tesis de Doctorado en Ciencias Sociales y Humanidades en el 2014. Fue posdoctorante en Investigación sobre Infancias y Juventudes de CLACSO-CINDE, con un proyecto comparativo entre México e India, y becaria en el Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Princeton, EE. UU. Recibió el reconocimiento de instituciones académicas, como el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y El Colegio de Michoacán; dirigió y coordinó proyectos nacionales y transnacionales financiados por la Alianza ConTex, la Alianza Interuniversitaria Sonora-Arizona, la Universidad de Texas Austin y el Conahcyt (ConTex). Colaboró con el Observatorio de Investigación con las Infancias (ODIIN) de El Colegio de Sonora con una Cátedra Conacyt sobre migración y trabajo infantil y con el Programa Estudios sobre la Pobreza del CLACSO-CROP. Además de tejer redes internacionales en varios países latinoamericanos, EE. UU. y el Reino Unido, consolidó redes institucionales con el INAH, la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, la UAM y el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología.

Su enorme capacidad intelectual iba acompañada de una aguda crítica a las estructuras de poder que reproducen las condiciones de opresión en las que viven y crecen las infancias. La Vale no cesaba de poner por delante el adultocentrismo como una de esas estructuras que silencian, invisibilizan, violentan, victimizan, vulnerabilizan y niegan la capacidad transformativa de les niñes y adolescentes. Desmontar el adultocentrismo era para esta antropóloga de las infancias una tarea prioritaria, que sólo sería posible si las voces de las niñas y niños son escuchadas, tanto en sus formas de autonarrarse y de interpretar el mundo como fuentes para sostener otras formas de re-existencia. Por eso, ella nos empujaba a centrar nuestra atención analítica y política en las subjetividades infantiles para identificar el poder creativo y transformativo de les niñes; un poder que está en su juego, en sus trazos, gestos, risas, miradas, en sus manos y movimientos, en sus imaginaciones, en los espacios que van creando y en sus reflexiones, tanto como en sus silencios, llantos y dolores. Desde elles y con elles, podemos re-comprender un mundo de violencias, y un mundo en donde, a pesar del desgarro, hay cuidado y vida. 

Valentina insistía en que la movilidad migrante no era un acto extraordinario en la trayectoria de las infancias jornaleras en México o de los adolescentes que cruzan la frontera. Su extenso y profundo trabajo etnográfico le enseñó, y así ella nos enseñó a todes quienes tuvimos el privilegio de trabajar a su lado, que la movilidad determina las vidas de las infancias y, por eso, la migración infantil no es un fenómeno sólo de la segunda mitad del siglo XXI. Lxs niñxs y adolescentes han sido protagonistas de migraciones internas e internacionales por siglos, pero no los hemos comprendido como sujetos activos con poder de agencia autónoma en ese proceso, sino como apéndices de madres o de familias transnacionales. La movilidad, insistió siempre Valentina, es la forma de sobrevivencia de familias y comunidades enteras, y es la forma en la que les niñes aprenden a socializar, a hablar, a leer, a cuidar, a vivir en movimiento. 

En sus largos recorridos etnográficos por México y por la India, la Vale se involucró en las vidas de sus interlocutores y sus comunidades rompiendo cualquier distancia y jerarquía investigativa, y apelando siempre por la importancia de generar lazos comunitarios, saberes colectivos, reciprocidad y compromiso en la investigación. La investigación para Valentina Glockner sólo podía ser una investigación que participe activamente en denunciar y transformar la violencia de la pobreza, del racismo, del patriarcado, del (neo)colonialismo, del clasismo, del neoliberalismo y su régimen de fronteras. En este contexto, Valentina ponía su corazón y sus ganas en cada proceso organizativo o de investigación, sin dejar de interrogarse por el papel que debe asumir una academia crítica y comprometida. Sus etnografías con niñxs migrantes trabajadores le permitieron así avanzar en una comprensión crítica de la compleja relación entre movilidad migrante, trabajo y capital vista desde la lente de la infancia. Ellxs son desposeídos, explotados y violentados. Así, nos empujaba a mirar de manera concatenada el desplazamiento interno con el transfronterizo, a conectar las movilidades en el espacio cotidiano doméstico con lo que pasa más allá de las fronteras nacionales.

Fue así como la Vale entendió que la movilidad migrante no cesa al llegar al destino, sea dentro de un país o al cruzar fronteras. Ella insistía en que estar en movimiento es una forma de vida, ir, venir, retornar, ser devuelto, o volver a transitar. Esto lo aprendió, por ejemplo, con Epifanio, niño mixteco que dejó su pueblo para trabajar en los campos agrícolas, y más tarde, cruzar la frontera e ir a EE. UU., para luego retornar a México y después volver a irse para California. También lo aprendió con Silvia, una niña Ñuu Savi (mixteca) que tras haber dejado su comunidad indígena ha tenido que enfrentar y atravesar múltiples fronteras y barreras de género, clase, idioma, identidad y raza. Su historia empieza a los ocho años. La Vale también se inmiscuyó en las caravanas de migrantes que transitaron por México en 2018 y 2019, en las que viajaron muchos niñxs, adolescentes y jóvenes sin la compañía de un adulto. Para estos niñes insurgentes, la caravana fue una estrategia de seguridad, protección y autonomía. Un espacio para la toma de sus propias decisiones y el descubrimiento de su identidad. Adentrándose en la complejidad fronteriza entre México y EE. UU., conoció a Cheyo, Samuel, Javier y otros adolescentes que le enseñaron sobre cómo ellos, a pesar del régimen fronterizo que los criminaliza, ejercían su derecho a migrar, porque ponerse en movimiento era la única forma de cuidar sus vidas. 

Ese trabajo etnográfico basado en los saberes de niñes y adolescentes migrantes, siguiendo de cerca su trayectoria migratoria y vital, fue la base para que Valentina publicara múltiples artículos y capítulos en libros colectivos sobre temas de infancia, migración, pobreza, pueblos indígenas y su cosmovisión, gubernamentalidad migratoria y sociedad civil hospitalaria con les migrantes. 

Nuestra Vale creía firmemente en la potencia de lo colectivo, por eso siempre nos reiteraba que el pensamiento y la creación sólo son posibles cuando se juntan saberes múltiples y diversos y que pensar y crear es un acto que no se entiende sin la suma de todas las voces y luchas que nos precedieron. Ella era una verdadera maga de tejer junturas, acuerpar los afectos y los pensares diversos, y maternar con total entrega de amor, dulzura y alegría a su hija Áruna y muchas y muchos otros niñes; también un poco a nosotras cuando la realidad que estudiamos y acompañamos nos desbordaba. Valentina cuidaba y amaba todo el tiempo. 

Así fundó Colectiva Infancias, una red de investigadoras especialistas en los estudios sociales sobre infancias en el Sur Global. Vale se preguntaba y nos preguntaba: ¿A qué juegan? ¿Quién los cuida? ¿Cómo crecen en ausencia de sus padres y madres que migraron? ¿Cómo viven en un idioma ajeno al suyo? ¿Cómo logran apropiarse, adaptarse y transformar las sociedades que los han llamado “ilegales”? ¿Dónde se refugian? ¿Cómo construyen su conciencia política? ¿Cómo luchan por sus derechos? ¿Quién los acompaña? ¿Qué imaginan? ¿De qué están hechos sus recuerdos? ¿Cómo recorren y dibujan la geografía del continente al ser niñas, niños y adolescentes migrantes? Ésas y tantas otras preguntas colectivas detonaron el proyecto que ella cocoordinó: Mosaico Etnográfico de la Niñez Migrante en las Américas, financiado por la National Geographic Society, que reúne un equipo de ocho antropólogas, geógrafas, educadoras y fotógrafas de las Américas y que hoy sirve de repositorio de voces de infancias migrantes para estudiantes, investigadores y periodistas. 

La voz firme de Valentina Glockner Fagetti contribuyó a problematizar las múltiples dimensiones y experiencias de la migración infantil en el continente americano. Siempre consciente de que en los contextos de investigación y activismo se reproducen las desigualdades de poder intrínsecas al neoliberalismo, ella ponía por delante la importancia de autocuestionarnos sobre la dimensión ética y política del quehacer investigativo. Para ella era tan importante construir un lugar de enunciación ético y político como definir un lineamiento teórico-crítico desde los feminismos, la antropología de las infancias crítica o los estudios migratorios y fronterizos críticos. Reflexionar sobre la restitución y el compromiso, era nodal en su praxis investigativa. Restitución, como el acto de devolver, y compromiso, como el acto de entregar confianza recíproca de cuidado para con las poblaciones de quienes aprendemos, eran un componente nodal en su trabajo. Para la Vale esta reflexión no era a posteriori, sino un paso inicial en el proceso de investigación militante en el que ella creía y ejercía. Desde esa praxis, ella nos insistía, se abren caminos de cocreación de nuevas epistemologías basadas en los saberes acumulados de aquélles con quienes trabajamos. 

La restitución y compromiso de Valentina eran parte de su solidaridad radical materializada en su trabajo in situ con albergues de migrantes, organizaciones de la sociedad civil, defensores de migrantes, activistas, familias y comunidades de migrantes en México, en EE. UU. y en América Latina por la lucha por una justicia migrante. La imaginación teórica y política de Valentina se plasmó así en sus escritos, intervenciones públicas, en sus largos audios de WhatsApp donde nos grababa podcasts de sus reflexiones o cuando nos enviaba a mansalva múltiples gifs que nos interpelaban con su sentido del humor. De hecho, su radiante sonrisa nunca dejó de cobijarnos y contagiarnos de su fuerza incluso en los días más oscuros. 

Antes de partir, la Vale había puesto su atención en cómo la niñez mexicana toma parte de procesos de desplazamiento forzado interno, y que luego incluso se vuelven desplazamientos transfronterizos, para hackear la invisibilizada realidad que hoy habitan miles de niños mexicanos y latinoamericanos en nuestro territorio. A partir del levantamiento de testimonios de niñes y adolescentes desplazados forzados, ella insistía en que la energía tendría que estar en sacar a la luz esas narrativas infantiles y crear múltiples canales de divulgación para audiencias diversas. Poner el saber infantil en el centro de la atención, decía ella, es fundamental para entonces entender lo que las infancias nos revelan con su rebeldía, con sus capacidades de imaginar y jugar y crear nuevos espacios de coexistencia y cuidado, como base para construir alternativas de justicia y dignidad para elles y sus familias.

Con su trabajo etnográfico, en los difíciles años pandémicos, la Vale atestiguó cómo la violencia y racismo del régimen fronterizo de EE. UU. no sólo se había redoblado, sino externalizado a México, y cómo aquí se reproducía otro régimen análogo que, entre otros blancos, apunta a la niñez migrante. Ese régimen perpetúa el adultocentrismo e impacta de manera desproporcionada a niñas, niños y adolescentes. Ese régimen racista, violento y selectivo, desgarra y separa familias; ese régimen detiene a niñes, les impone visas, les deporta, les torna huérfanos porque sus padres y madres mueren en ruta, se les desaparece o mata. Por eso, para ella ahora más que nunca el único sentido de investigar era en colectivo, en un colectivo que milite políticamente a favor de la justicia migrante para las infancias, donde las fronteras no sean muros letales que separen y maten, sino espacios para encontrarnos, reconocernos y recrear nuestras existencias. 

Vale: nuestro encuentro contigo nos transformó y seguirá transformando; tu legado y memoria están vivos en tus estudiantes, en les defensores, en las comunidades migrantes con las que trabajaste, en nosotres. 

Nos harás falta SIEMPRE, pero juntes sostendremos y multiplicaremos todo esto y tanto más que nos enseñaste y dejaste.

Te echamos mucho de menos…

“Por cada práctica de terror hay prácticas de vida; 
por cada práctica de aislamiento, hay prácticas de solidaridad”.

Valentina Glockner Fagetti
(1981-2023)