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1 Diciembre 2024, Puebla, México.

Gaza: Oponerse a la opresión y dar testimonio son actos feministas

Mundo /Sociedad | Opinión | 10.MAR.2024

Gaza: Oponerse a la opresión y dar testimonio son actos feministas

Revista Sin Permiso

Revista Sin permiso. Arwa Mahdawi es periodista y publicitaria británica de origen palestino radicada en Nueva York, estudió en la Universidad de Oxford y en la Facultad de Derecho de la Universidad BPP. Es columnista del diario londinense The Guardian.

 

Quiero afirmar lo siguiente de la forma más clara e inequívoca posible: Israel, con la ayuda de los Estados Unidos, está matando de hambre deliberadamente a la población de Gaza.

Las condiciones de hambruna (provocada por el hombre) que se están desarrollando en Gaza son, según han señalado muchos expertos, "algo sin precedentes" en cuanto a su gravedad, velocidad y escala.

"En ningún conflicto de la historia moderna hemos visto caer tan rápidamente a los niños en la desnutrición", ha declarado Michael Fakhri, relator especial de la ONU sobre el derecho a la alimentación. "No hemos visto nunca a una población civil pasar hambre tan rápida y completamente... Israel no sólo está atacando a civiles, está intentando condenar el futuro del pueblo palestino dañando a sus niños".

Israel no sólo está impidiendo que la ayuda llegue a Gaza, sino que está haciendo que sea mortal el proceso para que entre la poca ayuda que llega. En una declaración, expertos de la ONU acusaron a Israel el pasado martes [5 de marzo] de "matar intencionadamente de hambre al pueblo palestino en Gaza desde el 8 de octubre", y añadieron: "Ataca ahora a los civiles que buscan ayuda humanitaria y a los convoyes humanitarios".

Esa declaración se refería a lo que se ha dado en llamar la Matanza de la Harina. El jueves pasado [29 de febrero, murieron al menos 112 palestinos y 760 resultaron heridos en un desesperado intento por conseguir harina. Los testigos afirman que Israel abrió fuego contra la multitud y sembró el pánico, lo que provocó una estampida. No fue un hecho aislado: existe una pauta establecida de ataques de las fuerzas israelíes contra los palestinos que intentan conseguir ayuda.

Una vez más, intento exponer todo esto de la forma más clara e inequívoca posible porque el gobierno de los Estados Unidos, y gran parte de los medios de comunicación norteamricano, quieren hacer creer que la catástrofe humanitaria de Gaza es inescrutable e inevitable. Parece haber una actitud generalizada de que, aunque es terriblemente triste que se esté bombardeando a personas inocentes hasta la aniquilación y se estén muriendo de hambre, esto no es más que la clase de daño colateral inevitable que se produce en un conflicto.

Cuando hace poco le preguntaron a Hillary Clinton si se sentía conmocionada por las víctimas de Gaza, por ejemplo, respondió: "Por supuesto que no me escandaliza, porque es lo que ocurre en la guerra".

Seamos claros: guerra no es el castigo colectivo. Guerra no es matar de hambre a la gente. Guerra no es arrasar cementerios. Guerra no es disparar contra convoyes humanitarios. Todas esas cosas son crímenes de guerra. El derecho internacional es muy claro al respecto (y los políticos norteamericanos, por cierto, lo tienen también muy claro cuando el autor de esos crímenes no es un aliado).

Y sin embargo, la claridad se ha convertido en otra víctima de este conflicto. Muchos medios de comunicación norteamericano tienen la curiosa costumbre de utilizar un inglés directo cuando se trata de hablar de la mayoría de las cosas, pero se refugian en el equivalente verbal de la danza interpretativa cuando describen la violencia perpetrada por Israel. Los titulares son a menudo tan vagos que parecen un asesinato misterioso. Véase, por ejemplo, este titular del New York Times sobre la Matanza de la Harina: "Muertes de gazatíes desesperados por alimentos provocan nuevas peticiones de alto el fuego". Se tiene la impresión de que estos palestinos se cayeron sencillamente al suelo misteriosamente.

Otro rasgo distintivo de la cobertura norteamericano de Israel-Palestina consiste en asegurarse de que el lector sepa, en todo momento, que hasta en el caso de que un soldado israelí disparase un tiro, casi con toda seguridad la culpa fue de un palestino. Véase, por ejemplo, este párrafo de un análisis de la Matanza de la Harina en el New York Times: "Murieron más de 100 personas y 700 resultaron heridas, según las autoridades sanitarias de Gaza, después de que miles de civiles hambrientos se abalanzaran sobre un convoy de camiones de ayuda, lo que provocó una estampida y llevó a los soldados israelíes a disparar contra la multitud".

Este enfoque es insidioso: culpa directamente a los palestinos. Ellos empezaron, se insinúa, Israel sólo tomó represalias en defensa propia. ¡Esos enloquecidos palestinos! Siempre encuentran nuevas formas de masacrarse a sí mismos.

Es imposible exagerar la gravedad de la situación actual en Gaza. "A menos que algo cambie, el mundo se enfrenta a la perspectiva de que casi una cuarta parte de los 2 millones de habitantes de Gaza -cerca de medio millón de seres humanos- muera en el plazo de un año", escribió en diciembre Devi Sridhar, catedrático de Salud Pública Mundial de la Universidad de Edimburgo.

Estamos en marzo y nada ha cambiado; las cosas no han hecho más que empeorar. Los Estados Unidos sigue enviando cantidades extraordinarias de armas a Israel, utilizando vacíos legales para mantener estas ventas de armas bajo cuerda. Los Estados Unidos siguen sin ponerle condiciones a la ayuda militar que conceden a Israel. Siguen impidiendo cualquier crítica a Israel, incluida una resolución de la ONU que habría condenado a Israel por la Matanza de la Harina. Sigue permitiendo el genocidio y la limpieza étnica verosímiles. Ante una hambruna catastrófica, lo único que han hecho los Estados Unidos es lanzar desde el aire una cantidad lamentable de alimentos y presentar planes a medio hacer para construir un puerto flotante. La actuación se queda corta.

Quienes esciben aún no se han visto (completamente) substituidos por la IA. Somos seres humanos, no robots; hay cosas que sentimos. Seré franca: como persona de ascendencia palestina, me resulta casi insoportablemente doloroso escribir sobre lo que está ocurriendo en Gaza. No sólo porque implica leer sobre horrores indescriptibles, sino porque parece que todo lo que escribo sobre Gaza se reduce a una súplica para que la gente vea a los palestinos como seres humanos. ¿Se dan cuenta de lo degradante que reulta esto? ¿Saben lo que se siente al tener que rogarle a la gente que te vea como alguien que merece dignidad y libertad? Sé que no estoy sola cuando digo que los últimos cinco meses han alterado permanentemente mi forma de ver el mundo. Me han vaciado.

Por supuesto, escribir sobre lo que está pasando es un lujo comparado con vivirlo. El dolor que siento no es nada comparado con el de Rania Abu Anza, que pasó 10 años intentando quedarse embarazada y luego perdió a sus gemelos de cinco meses y a su marido en un ataque aéreo israelí. No es nada comparado con el de las 700.000 mujeres y niñas de Gaza que intentan gestionar su ciclo menstrual en campos en los que sólo hay un retrete para 486 personas. No es nada comparado con la pesadilla que viven cada día 2 millones de personas en Gaza.

A veces resulta demasiado doloroso ver lo que está ocurriendo en Gaza, pero es importante que ninguno de nosotros mire hacia otro lado. Escribo esto en el Día Internacional de la Mujer y quiero subrayar que dar testimonio es un acto fundamentalmente feminista. Oponerse a la opresión en todas partes es un acto feminista. Si queremos honrar el espíritu originario radical y antibelicista de esta jornada, no apartemos, por favor, la mirada de Gaza. Alcemos la voz y asegurémonos de que en el futuro nadie pueda decir: "Yo no lo sabía".