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13 Octubre 2024, Puebla, México.

Dossier de Sin Permiso: El Tribunal Internacional de Justicia y el genocidio en Gaza

Mundo | Ensayo | 14.ENE.2024

Dossier de Sin Permiso: El Tribunal Internacional de Justicia y el genocidio en Gaza

Revista Sin permiso

Genocidio en Gaza

John Mearsheimer

John Mearsheimer Catedrático R. Wendell Harrison de Ciencias Políticas en la Universidad de Chicago, donde enseña desde 1982. Es un politólogo y especialista en relaciones internacionales estadounidense perteneciente a la escuela de pensamiento realista. Ha sido descrito como el realista más influyente de su generación. Ha escrito numerosos artículos y libros y entre ellos: The Israel Lobby and U.S. Foreign Policy (2007), dónde sostiene que el lobby israelí ejerce una influencia desproporcionada sobre la política exterior estadounidense. Existe traducción al español de la editorial Taurus.

Escribo para señalar un documento verdaderamente importante que debería ser ampliamente difundido y leído atentamente por cualquier persona interesada en la actual guerra de Gaza.

En concreto, me refiero a la "solicitud" de 84 páginas que Sudáfrica presentó ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) el 29 de diciembre de 2023, acusando a Israel de cometer genocidio contra los palestinos de Gaza[1]. Sostiene que las acciones de Israel desde que comenzó la guerra el 7 de octubre de 2023 "tienen por objeto provocar la destrucción de una parte sustancial del grupo nacional, racial y étnico... palestino en la Franja de Gaza" (pag. 1). Esa acusación encaja claramente en la definición de genocidio de la Convención de Ginebra, de la que Israel es signatario[2].

La solicitud es una magnífica descripción de lo que Israel está haciendo en Gaza. Es completa, está bien redactada, bien argumentada y exhaustivamente documentada. La solicitud tiene tres componentes principales.

En primer lugar, describe detalladamente los horrores que el ejército israelí ha infligido a los palestinos desde el 7 de octubre de 2023 y explica por qué les espera mucha más muerte y destrucción.

En segundo lugar, la solicitud aporta un conjunto sustancial de pruebas que demuestran que los dirigentes israelíes tienen intenciones genocidas contra los palestinos (pag. 59-69). De hecho, los comentarios de los dirigentes israelíes -todos ellos escrupulosamente documentados- son estremecedores. Uno se acuerda de cómo los nazis hablaban de tratar a los judíos cuando lee cómo los israelíes en "puestos de máxima responsabilidad" hablan de tratar a los palestinos (pag. 59). En esencia, el documento sostiene que las acciones de Israel en Gaza, combinadas con las declaraciones de intenciones de sus dirigentes, dejan claro que la política israelí está "calculada para provocar la destrucción física de los palestinos de Gaza" (pag. 39).

En tercer lugar, el documento se esfuerza considerablemente por situar la guerra de Gaza en un contexto histórico más amplio, dejando claro que Israel ha tratado a los palestinos de Gaza como animales enjaulados durante muchos años. Cita numerosos informes de la ONU que detallan el cruel trato de Israel a los palestinos. En resumen, la solicitud deja claro que lo que los israelíes han hecho en Gaza desde el 7 de octubre es una versión más extrema de lo que hacían mucho antes del 7 de octubre.

No cabe duda de que muchos de los hechos descritos en el documento sudafricano ya han sido denunciados anteriormente en los medios de comunicación. Sin embargo, lo que hace que la solicitud sea tan importante es que reúne todos esos hechos en un solo lugar y proporciona una descripción global y minuciosamente respaldada del genocidio israelí. En otras palabras, ofrece una visión de conjunto sin descuidar los detalles.

Como era de esperar, el gobierno israelí ha calificado las acusaciones de "libelo de sangre" que "carece de base fáctica y judicial". Además, Israel afirma que "Sudáfrica está colaborando con un grupo terrorista que pide la destrucción del Estado de Israel"[3]. Sin embargo, una lectura atenta del documento deja claro que estas afirmaciones carecen de fundamento. De hecho, es difícil ver cómo Israel podrá defenderse de forma racional y legal cuando comience el proceso. Después de todo, los hechos brutales son difíciles de rebatir.

Permítanme hacer algunas observaciones adicionales sobre las acusaciones sudafricanas.

En primer lugar, el documento subraya que el genocidio es distinto de otros crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad, aunque "a menudo existe una estrecha conexión entre todos esos actos" (pag. 1). Por ejemplo, atacar a una población civil para ayudar a ganar una guerra -como ocurrió cuando Gran Bretaña y Estados Unidos bombardearon ciudades alemanas y japonesas en la Segunda Guerra Mundial- es un crimen de guerra, pero no genocidio. Gran Bretaña y Estados Unidos no trataban de destruir "una parte sustancial" o la totalidad de la población de esos Estados. La limpieza étnica respaldada por la violencia selectiva también es un crimen de guerra, aunque tampoco es genocidio, una acción que Omer Bartov, experto en el Holocausto nacido en Israel, denomina "el crimen de todos los crímenes"[4].

Para que conste, yo creía que Israel era culpable de graves crímenes de guerra -pero no de genocidio- durante los dos primeros meses de la guerra, a pesar de que cada vez había más pruebas de lo que Bartov ha llamado "intención genocida" por parte de los dirigentes israelíes[5]. Pero me quedó claro, después de que terminara la tregua del 24 al 30 de noviembre de 2023 e Israel volviera a la ofensiva, que los dirigentes israelíes estaban de hecho intentando destruir físicamente a una parte sustancial de la población palestina de Gaza.

En segundo lugar, aunque la solicitud sudafricana se centra en Israel, tiene enormes implicaciones para Estados Unidos, especialmente para el presidente Biden y sus principales lugartenientes. ¿Por qué? Porque hay pocas dudas de que la administración Biden es cómplice del genocidio de Israel, que también es un acto punible según la Convención sobre el Genocidio. A pesar de admitir que Israel está llevando a cabo "bombardeos indiscriminados", el presidente Biden también ha declarado que "no vamos a hacer absolutamente nada que no sea proteger a Israel. Ni una sola cosa"[6]. Ha sido fiel a su palabra, llegando incluso a eludir al Congreso en dos ocasiones para conseguir rápidamente armamento adicional para Israel. Dejando a un lado las implicaciones legales de su comportamiento, el nombre de Biden -y el de Estados Unidos- quedará asociado para siempre a lo que probablemente se convierta en uno de los casos de libro de texto de intento de genocidio.

En tercer lugar, nunca imaginé que vería el día en que Israel, un país lleno de supervivientes del Holocausto y sus descendientes, se enfrentara a una grave acusación de genocidio. Independientemente de cómo se desarrolle este caso en la CIJ -y en esto soy plenamente consciente de las maniobras que Estados Unidos e Israel emplearán para evitar un juicio justo- en el futuro Israel será ampliamente considerado como el principal responsable de uno de los casos canónicos de genocidio.

En cuarto lugar, el documento sudafricano hace hincapié en que no hay motivos para pensar que este genocidio vaya a terminar pronto, a menos que la CIJ intervenga con éxito. Cita dos veces las palabras del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, el 25 de diciembre de 2023, para recalcar este punto: "No nos detendremos, seguiremos luchando, y profundizaremos los combates en los próximos días, y esta será una larga batalla y no está cerca de terminar" (pags. 8, 82). Esperemos que Sudáfrica y el CJI pongan fin a la lucha, pero en última instancia el poder de los tribunales internacionales para coaccionar a países como Israel y Estados Unidos es extremadamente limitado.

Por último, Estados Unidos es una democracia liberal repleta de intelectuales, directores de periódicos, responsables políticos, expertos y académicos que proclaman sistemáticamente su profundo compromiso con la protección de los derechos humanos en todo el mundo. Suelen alzar la voz cuando los países cometen crímenes de guerra, especialmente si están implicados Estados Unidos o alguno de sus aliados. Sin embargo, en el caso del genocidio israelí, la mayoría de los expertos en derechos humanos de la corriente liberal dominante han dicho muy poco sobre las salvajes acciones de Israel en Gaza o sobre la retórica genocida de sus dirigentes. Esperemos que en algún momento expliquen su inquietante silencio. En cualquier caso, la historia no será amable con ellos, ya que apenas dijeron una palabra mientras su país era cómplice de un crimen horrible, perpetrado a la vista de todos.

Fuente: Substack del autor, 4/12/23: https://mearsheimer.substack.com/p/genocide-in-gaza

 

A Israel le aterroriza que el Tribunal Mundial decida que está cometiendo genocidio

Marjorie Cohn

Marjorie Cohn es catedrática emérita de la Facultad de Derecho Thomas Jefferson, ex presidenta de la Asociación Nacional de Abogados y miembro de los consejos consultivos nacionales de Assange Defense y Veterans For Peace, así como del buró de la Asociación Internacional de Juristas Demócratas. Es decana fundadora de la Academia Popular de Derecho Internacional y representante de los Estados Unidos en el consejo asesor continental de la Asociación de Juristas Norteamericanos. Entre sus libros figuran «Drones and Targeted Killing: Legal, Moral and Geopolitical Issues ». Es además copresentadora de la Radio "Law and Disorder".

A lo largo de casi tres meses, Israel ha gozado prácticamente de impunidad en sus atroces crímenes contra el pueblo palestino. El 29 de diciembre eso cambió, cuando Sudáfrica, Estado Parte en la Convención sobre el Genocidio, presentó una solicitud de 84 páginas ante el Tribunal internacional de Justicia (TIJ) en la que alegaba que Israel está cometiendo genocidio en Gaza.

La bien documentada solicitud de Sudáfrica alega que "los actos y omisiones de Israel... son de carácter genocida, ya que se cometen con la intención específica requerida... de destruir a los palestinos de Gaza como parte del grupo nacional, racial y étnico palestino más amplio" y que "la conducta de Israel -a través de sus órganos estatales, agentes estatales y otras personas y entidades que actúan siguiendo sus instrucciones o bajo su dirección, control o influencia- en relación con los palestinos de Gaza, viola sus obligaciones en virtud de la Convención sobre el Genocidio. "

Israel está montando toda una campaña para impedir que el TIJ declare que está cometiendo genocidio en Gaza. El 4 de enero, el Ministerio de Asuntos Exteriores israelí dio instrucciones a sus embajadaspara que presionaran a los políticos y diplomáticos de sus países anfitriones para que hicieran declaraciones oponiéndose al caso de Sudáfrica en el TIJ.

En su solicitud, Sudáfrica citaba ocho alegaciones en apoyo de su afirmación de que Israel está perpetrando un genocidio en Gaza. Entre ellas figuran:

(1) Matar palestinos en Gaza, incluida una gran proporción de mujeres y niños (aproximadamente el 70 %) de las más de 21.110 víctimas mortales, algunas de las cuales parecen haber sido objeto de ejecución sumaria;

(2) Causar graves daños físicos y psíquicos a los palestinos de Gaza, entre ellos mutilaciones, traumas psicológicos y tratos inhumanos y degradantes;

(3) Provocar la evacuación forzosa y el desplazamiento de aproximadamente el 85% de los palestinos de Gaza, incluidos niños, ancianos, enfermos y heridos. Israel también está causando la destrucción masiva de hogares, aldeas, ciudades, campos de refugiados y zonas enteras palestinas, lo que impide el regreso de una proporción significativa del pueblo palestino a sus hogares;

(4) Causar hambre, inanición y deshidratación generalizadas a los palestinos asediados en Gaza, impidiendo la suficiente ayuda humanitaria, cortando el suministro de alimentos, agua, combustible y electricidad, y destruyendo panaderías, molinos, tierras agrícolas y otros medios de producción y sustento;

(5) No proporcionar y restringir el suministro de ropa, refugio, higiene y saneamiento adecuados a los palestinos de Gaza, incluidos 1,9 millones de desplazados internos. Esto les ha obligado a vivir en situaciones peligrosas de miseria, junto a los ataques y la destrucción rutinarias de lugares de refugio y los asesinatos y heridas causadas a las personas que buscan refugio, incluidas mujeres, niños, ancianos y discapacitados;

(6) No proporcionar o garantizar la prestación de atención médica a los palestinos de Gaza, incluidas las necesidades médicas creadas por otros actos genocidas que están causando graves daños corporales. Esto está ocurriendo mediante ataques directos a hospitales, ambulancias y otras instalaciones sanitarias palestinas, el asesinato de médicos, sanitarios y enfermeros palestinos (incluidos los médicos más cualificados de Gaza) y la destrucción e inutilización del sistema médico de Gaza; 

(7) Destruir la vida palestina en Gaza, destruyendo sus infraestructuras, escuelas, universidades, tribunales, edificios públicos, registros públicos, bibliotecas, tiendas, iglesias, mezquitas, carreteras, servicios públicos y otras instalaciones necesarias para mantener la vida de los palestinos como grupo. Israel está matando a familias enteras, borrando historias orales enteras y asesinando a miembros destacados y distinguidos de la sociedad;

(8) Imponer medidas destinadas a impedir los nacimientos palestinos en Gaza, por medio incluso de la violencia reproductiva infligida a mujeres, recién nacidos, lactantes y niños palestinos.

Sudáfrica ha citado innumerables declaraciones de funcionarios israelíes que constituyen pruebas directas de la intención de cometer genocidio:

"Gaza no volverá a ser lo que era antes. Lo eliminaremos todo", declaró el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant. "Si no tardamos un día, tardaremos una semana. Llevará semanas o incluso meses, llegaremos a todos los sitios".

Avi Dichter, ministro de Agricultura de Israel, declaró: "Ahora es cuando estamos haciendo realidad la Nakba de Gaza", en referencia a la limpieza étnica de palestinos de 1948 para crear el Estado de Israel.

"Hoy tenemos todos un objetivo común: borrar la Franja de Gaza de la faz de la tierra", proclamó Nissim Vaturi, vicepresidente de la Knesset y miembro de la Comisión de Asuntos Exteriores y Seguridad.

La estrategia de Israel para derrotar a Sudáfrica en la CIJ

Israel y su principal patrocinador, los Estados Unidos, han comprendido la magnitud de la solicitud de Sudáfrica ante el TIJ y están furiosos. Israel suele hacer oídos sordos a las instituciones internacionales, pero se está tomando en serio el caso de Sudáfrica. En 2021, cuando la Tribunal Penal Internacional inició una investigación sobre los presuntos crímenes de guerra cometidos por Israel en Gaza, Israel rechazó con firmeza la legitimidad de la investigación.

"Israel no participa generalmente en tales procedimientos", declaró a Haaretz el profesor Eliav Lieblich, experto en Derecho Internacional de la Universidad de Tel Aviv. "Pero no se trata de una comisión de investigación de la ONU o del Tribunal Penal Internacional de La Haya, cuya autoridad Israel rechaza. Es el Tribunal Internacional de Justicia, que deriva sus poderes de un tratado al que Israel se adhirió, por lo que no puede rechazarla por los motivos habituales de falta de autoridad. También es un organismo con prestigio internacional".

Un cable del 4 de enero del Minsterio de Asuntos Exteriores israelí afirma que el "objetivo estratégico" de Israel es que el TIJ rechace la petición de Sudáfrica de una orden judicial para suspender la acción militar de Israel en Gaza, se niegue a declarar que Israel está cometiendo genocidio en Gaza y dictamine que Israel está cumpliendo con el Derecho Internacional.

"Un fallo del Tribunal podría tener implicaciones potenciales significativas que no sólo se limitan al mundo legal, sino que tienen ramificaciones prácticas bilaterales, multilaterales, económicas y de seguridad", afirma el cable. "Solicitamos una declaración pública inmediata e inequívoca en el sentido siguiente: Declarar pública y claramente que SU PAÍS rechaza las más ultrajantes [sic], absurdas e infundadas acusaciones vertidas contra Israel". 

El cable da instrucciones a las embajadas israelíes para que insten a los diplomáticos y políticos al más alto nivel "a reconocer públicamente que Israel está trabajando [junto a otros actores internacionales] para incrementar la ayuda humanitaria a Gaza, así como para minimizar los daños a la población civil, al tiempo que actúa en defensa propia tras el horrible ataque del 7 de octubre por parte de una organización terrorista genocida."

"El Estado de Israel comparecerá ante el TIJ de La Haya para disipar el absurdo libelo de sangre de Sudáfrica", declaró Eylon Levy, portavoz del primer ministro Benjamin Netanyahu. La solicitud de Sudáfrica "carece de fundamento jurídico y constituye una explotación vil del Tribunal y un desacato al mismo", afirmó.

Israel está haciendo todo lo posible, llegando a hipócritas acusaciones de "libelo de sangre", una figura antisemita que acusa falsamente a los judíos del sacrificio ritual de niños cristianos.

"Qué trágico es que la nación del arco iris que se enorgullece de luchar contra el racismo luche a favor de los racistas antijudíos", añadió irónicamente Levy.

Hizo la asombrosa afirmación de que la campaña militar de Israel para destruir a Hamás en Gaza está diseñada para evitar el genocidio de los judíos. Como dice el viejo proverbio, cuando te están echando de la ciudad, ponte al frente de la multitud y actúa como si estuvieras encabezando el desfile. 

El régimen de Biden se alzó para defender a su fiel aliado Israel. El portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos, John Kirby, arremetió contra la solicitud de Sudáfrica ante el TIJ, calificándola de "algo sin mérito, contraproducente y completamente carente de cualquier base de hecho". Kirby afirmó: "Israel no está intentando borrar del mapa al pueblo palestino. Israel no está intentando borrar a Gaza del mapa. Israel está intentando defenderse de una amenaza terrorista genocida", haciéndose eco de la absurda afirmación israelí.

La afirmación de Kirby de que Israel está intentando evitar un genocidio es especialmente absurda, dado el hecho de que desde que Hamás mató a 1.200 israelíes el 7 de octubre, las fuerzas israelíes han matado al menos a 22.100 gazatíes, de los cuales unos 9.100 son niños. Al menos 57.000 personas han resultado heridas y al menos 7.000 están desaparecidas. Un número incalculable de personas se encuentra atrapado bajo los escombros.

Las medidas provisionales contra Israel pueden tener un impacto inmediato

Sudáfrica solicita al TIJ que dicte medidas provisionales («interim injunction») para "proteger de nuevos, graves e irreparables daños a los derechos del pueblo palestino en virtud de la Convención sobre Genocidio". Sudáfrica también solicita al tribunal "que garantice el cumplimiento por parte de Israel de sus obligaciones en virtud de la Convención sobre Genocidio de no cometer genocidio y de prevenir y castigar el genocidio".

Las medidas provisionales que Sudáfrica solicita incluyen ordenar a Israel que "suspenda inmediatamente sus operaciones militares en y contra Gaza" y que cese y desista de matar y causar graves daños físicos o mentales a los palestinos, de infligirles condiciones de vida destinadas a destruirlos total o parcialmente, y de imponer medidas para impedir los nacimientos palestinos. Sudáfrica quiere que la CIJ ordene a Israel que deje de expulsar y desplazar por la fuerza a los palestinos y de privarles de alimentos, agua, combustible y suministros y asistencia médica.

El TIJ, brazo judicial de las Naciones Unidas, está compuesta por 15 jueces elegidos para un mandato de nueve años por la Asamblea General y el Consejo de Seguridad de la ONU. No es un tribunal penal como el Tribunal Penal Internacional, sino que resuelve disputas entre países.

Si una parte de la Convención sobre Genocidio considera que otra ha incumplido sus obligaciones, puede llevar a ese país ante el TIJ para que determine su responsabilidad. Así se hizo en el caso de Bosnia contra Serbia, en el que el Tribunal determinó que Serbia había incumplido sus obligaciones de prevenir y castigar el genocidio en virtud de la Convención.

Las obligaciones de la Convención sobre Genocidio son erga omnes partes, es decir, obligaciones de un Estado hacia todos los Estados parte de la Convención. El TIJ ha declarado: "En una convención de este tipo, los Estados contratantes no tienen intereses propios; sólo tienen, todos y cada uno, un interés común, a saber, la realización de esos altos fines que son la razón de ser de la Convención".

El artículo 94 de la Carta de las Naciones Unidas establece que todas las partes en litigio deben acatar las decisiones del TIJ y, si una de ellas no lo hace, la otra puede acudir al Consejo de Seguridad de la ONU para que se ejecute la decisión.

Un caso presentado ante el TIJ puede durar varios años de principio a fin (pasaron casi 15 años desde que Bosnia presentó por primera vez su caso contra Serbia en 1993 hasta la emisión de la sentencia final sobre el fondo en 2007). Sin embargo, hay casos que pueden tener un impacto inmediato. La presentación de un caso ante el TIJ envía un mensaje firme a Israel de que la comunidad internacional no tolerará sus acciones y pretende que rinda cuentas.

Se pueden dictar rápidamente medidas provisionales. Así, por ejemplo, el TIJ ordenó medidas 19 días después de que se iniciara el caso bosnio. Las medidas provisionales son vinculantes para la parte contra la que se ordenan, y su cumplimiento puede ser supervisado tanto por el TIJ como por el Consejo de Seguridad.

Las sentencias sobre el fondo dictadas por el TIJ en litigios entre partes son vinculantes para las partes implicadas. El artículo 94 de la Carta de las Naciones Unidas establece que "cada Miembro de las Naciones Unidas se compromete a cumplir la decisión de [l Tribunal] en cualquier caso en que sea parte". Las sentencias del tribunal son definitivas; no cabe recurso.

Las audiencias públicas sobre la solicitud de medidas provisionales de Sudáfrica tendrán lugar los días 11 y 12 de enero en el TIJ, que se encuentra en el Palacio de la Paz de La Haya (Países Bajos). Las audiencias se retransmitirán en directo [de 4:00 a 6:00 a.m. hora del Este/1:00 a 3:00 a.m. hora del Pacífico, husos horarios norteamericanos] o en la página digital del Tribunal y en la UN Web TV. El Tribunal podría dictar medidas provisionales en el plazo de una semana tras las audiencias.

Otros Estados parte en la Convención sobre el Genocidio pueden sumarse al caso de Sudáfrica

Otros Estados Parte en la Convención sobre Genocidio pueden solicitar permiso para intervenir en el caso presentado por Sudáfrica o presentar sus propias demandas contra Israel ante el TIJ. La solicitud de Sudáfrica identifica a varios países que se han referido al genocidio de Israel en Gaza. Entre ellos se encuentran Argelia, Bolivia, Brasil, Colombia, Cuba, Irán, Palestina, Turquía, Venezuela, Bangladesh, Egipto, Honduras, Irak, Jordania, Libia, Malasia, Namibia, Pakistán y Siria.

El 5 de enero, Quds News Network tuiteó: "El ministro jordano de Asuntos Exteriores, Ayman Safadi, anuncia que su país respalda el caso de genocidio de Sudáfrica contra Israel en la CIJ". Añadió que el gobierno jordano está trabajando en un expediente jurídico para dar seguimiento al caso. Turquía, Malasia y la Organización de Cooperación Islámica (OCI) han anunciado que también respaldan el caso".

La International Coalition to Stop Genocide in Palestine, (Coalición Internacional para Detener el Genocidio en Palestina), recientemente formada y respaldada por más de 600 grupos de todo el mundo, se ha reunido para instar a los estados parte a invocar la Convención sobre Genocidio.

La coalición sostiene que "las Declaraciones de Intervención en apoyo de la invocación por Sudáfrica de la Convención sobre Genocidio contra Israel aumentarán la probabilidad de que las Naciones Unidas apliquen una conclusión positiva sobre el delito de genocidio, de modo que se adopten medidas para poner fin a todos los actos de genocidio y los responsables de dichos actos rindan cuentas".

Durante la primera semana de enero, delegaciones de ”diplomáticos de base”, encabezadas por CODEPINK, World Beyond War y RootsAction, organizaron una campaña por todos los Estados Unidos instando a los distintos países a presentar Declaraciones de Intervención en el caso de Sudáfrica contra Israel en la el TIJ. Los activistas viajaron a 12 ciudades, visitando misiones de la ONU, embajadas y consulados de Colombia, Pakistán, Bolivia, Bangladesh, la Unión Africana, Ghana, Chile, Etiopía, Turquía, Belice, Brasil, Dinamarca, Francia, Honduras, Irlanda, España, Grecia, México, Italia, Haití, Bélgica, Kuwait, Malasia y Eslovaquia.

"Este es uno de esos raros casos en el que la presión social colectiva que insta a los gobiernos a apoyar el caso sudafricano puede ser un punto de inflexión para Palestina", declaró Lamis Deek, abogado palestino residente en Nueva York, cuyo bufete convocó la Comisión sobre Justicia, Reparaciones y Retorno por Crímenes de Guerra de la Asamblea Palestina para la Liberación. "Necesitamos que haya más estados que presenten intervenciones de apoyo, y necesitamos que el Tribunal sienta la mirada vigilante de las masas para resistir lo que será una presión política extrema de Estados Unidos sobre el Tribunal".

Suzanne Adely, presidenta de la Asociación Nacional de Abogados (National Lawywers Guild) de los EE.UU., señaló:

"El creciente aislamiento mundial de Israel y de los Estados Unidos y sus aliados europeos es un indicador de que éste es un momento clave para que los movimientos populares impulsen a sus gobiernos a que sigan el rumbo de dar estos pasos y colocarse en el lado correcto de la historia". De hecho, desde el 7 de octubre, millones de personas de todo el mundo han marchado, han protestado y se han manifestado en apoyo de la liberación palestina.

RootsAction y World Beyond War han creado una plantilla que las organizaciones y los particulares pueden utilizar para instar a otros estados parte de la Convención sobre Genocidio a que presenten una Declaración de Intervención en el caso de genocidio de Sudáfrica contra Israel en la CIJ.

Fuente: Truthout, 6 de enero de 2024

 


[6] https://www.motherjones.com/politics/2023/12/how-joe-biden-became-americ...

 

Carta de 663 ciudadanos israelíes en apoyo del procedimiento ante la CIJ que acusa a Israel de genocidio

 

Al Secretario de la Corte Internacional de Justicia
Palacio de la Paz
Carnegieplein 2
2517 KJ La Haya
Países Bajos
CC: Embajada de Sudáfrica en Israel
Martes, 9 de enero, 12:00 horas
Respecto al caso 192 - Procedimiento iniciado por Sudáfrica contra el Estado de Israel el 29 diciembre 2023

Nosotros, ciudadanos israelíes, bajo la obligación de prevenir el genocidio, le escribimos para expresarle nuestro apoyo al procedimiento de Sudáfrica ante la CIJ alegando que la conducta de Israel en Gaza viola sus responsabilidades bajo la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio. Los materiales que surgen de la solicitud de Sudáfrica son horribles y creíbles. Israel está tomando medidas sistemáticas para acabar con la población de Gaza, matarla de hambre, abusar de ella y desplazarla. Implementa una política que inflige deliberadamente condiciones de vida calculada para provocar su destrucción física como grupo. Mata sistemáticamente a grandes sectores de la población, destacados académicos, escritores, médicos, personal médico, periodistas y ciudadanos comunes y corrientes.

Nos sumamos a la doble preocupación expresada en el proceso de que Israel viola sus obligaciones al cometer genocidio contra los palestinos en Gaza y al no prevenir el genocidio, incluso al no responsabilizar a altos funcionarios israelíes y otras personas por su incitación directa y pública al genocidio. También nos sumamos a los solicitantes que piden una serie de “medidas provisionales” que son necesarias para proteger contra daños mayores, graves e irreparables en virtud de la Convención sobre Genocidio que Israel continúa violando con impunidad. Entre otras cosas, nos unimos al llamamiento urgente de los solicitantes para ordenar a Israel “que cese la imposición deliberada de condiciones de vida calculadas para provocar su destrucción física como grupo, para prevenir y castigar la incitación directa y pública al genocidio y para rescindir las políticas y prácticas relacionadas, incluso en lo que respecta a la restricción de la ayuda de emergencia y la emisión de directivas de evacuación”.

 

Publicado por Anat Matar en Facebook:
https://www.facebook.com/anat.matar/posts/pfbid02Uebfh5PfCoTTTGLYRmE5dhH...

Por supuesto, los nombres de los 663 firmantes se incluyen en la carta enviada formalmente al Secretario de la Corte Internacional de Justicia. Pero como la atmósfera política en Israel en este momento es tan tóxica, no se han publicado aquí.

 

El caso de Sudáfrica ante el TIJ contra Israel es un llamamiento a liberarse del Occidente imperialista

Tony Karon

Tony Karon es director editorial de AJ+ de Al Yazira, ex redactor jefe de la revista Time, y fue activista del movimiento de liberación contra el apartheid en su Sudáfrica natal.

Por desgracia para los sufridos palestinos, la "necesidad" de la violencia organizada para masacrar a muchos miles de civiles depende del cristal con que se mira. E Israel está apostando a que su guerra contra Gaza entra dentro de los parámetros de lo que se considera aceptable en los pasillos del poder en el Occidente imperial, donde términos como "daños colaterales" suavizan la versión actual de las masacres de la época colonial de personas de piel morena en campañas de "pacificación". La brutalidad "necesaria" es un principio de siglos en la búsqueda y el mantenimiento del poder occidental, ya sea en forma de colonizadores europeos, de colonos norteamericanos que diezman a las poblaciones nativas, del ejército estadounidense machacando a los vietnamitas, afganos o iraquíes para que se dobleguen a la voluntad de Washington, o de la entonces Secretaria de Estado, Condoleezza Rice, diciéndole al Líbano que sonriera y soportase la muerte y destrucción masivas provocadas por la invasión israelí de 2006 como "dolores de parto de un nuevo Oriente Medio".

De hecho, nada menos que un ideólogo del poder occidental como Samuel Huntington, teórico del "choque de civilizaciones", reconoció eso mismo: "Occidente se hizo con el mundo no por la superioridad de sus ideas o valores o religión (a los que se convirtieron pocos miembros de otras civilizaciones) sino por su superioridad en la aplicación de la violencia organizada. Los occidentales olvidan a menudo este hecho; los no occidentales nunca lo hacen".

Vladimir Ze'ev Jabotinsky, fundador del movimiento sionista revisionista que ha constituido la fuerza hegemónica de la política israelí durante la mayor parte de las últimas cinco décadas, parecía muy consciente de lo que Huntington señalaba medio siglo después. El influyente panfleto de Jabotinsky de 1923, “El muro de hierro” era una llamada a las armas sin sentimentalismos a quienes pretendían construir y mantener un etnoestado judío en Palestina: "Estamos tratando de colonizar un país en contra de los deseos de su población, en otras palabras, por la fuerza. Todo el resto de lo que resulta indeseable surge de esta raíz con una inevitabilidad axiomática".

La violencia que está desatando Israel constituye la misma clase de violencia que convirtió a Occidente en fuerza dominante del sistema internacional. Y es la fundamentación de Israel en un orden colonial occidental lo que se utiliza para justificar el salvajismo que hace llover sobre Gaza. La violencia, desafortunada pero necesaria para defender las fronteras de la "civilización" frente a la "barbarie", supone un arraigado principio en las potencias occidentales. Y por ese principio es por el que Israel exige apoyo para su campaña en Gaza. El New York Times informó de que en conversaciones diplomáticas y declaraciones públicas, funcionarios israelíes "han citado acciones militares occidentales pasadas en zonas urbanas que datan desde la II Guerra Mundial hasta las guerras contra el terrorismo posteriores al 11-S...para ayudar a justificar una campaña contra Hamás que se está cobrando miles de vidas palestinas".

Pero la acusación de genocidio que Sudáfrica ha presentado ante el Tribunal Internacional de Justicia con la esperanza de detener la campaña de Israel es un recordatorio de la observación de Huntington de que los no occidentales nunca han olvidado cómo se comfiguró Occidente, ni están dispuestos a aceptar sus prerrogativas. Mucha gente del Sur Global ve en la violencia de Israel un eco de su propia brutalización y humillación históricas a manos del poder occidental.

Sudáfrica no sólo está dando un paso al frente para enfrentarse a Israel, sino que está desafiando de manera efectiva a los Estados Unidos, principal facilitador de Israel, que bloquea agresivamente cualquier intento de hacer que Israel rinda cuentas ante el Derecho Internacional. Al presentar la demanda anteel TIJ, Sudáfrica le está diciendo al mundo que no se puede confiar en que los Estados Unidos y sus aliados detengan la campaña genocida de Israel.

El régimen sudafricano del apartheid había sido el alma gemela ideológica y el aliado más cercano de Israel; la Sudáfrica posterior al apartheid hace honor ahora a la obligación moral establecida por su difunto presidente Nelson Mandela, de no descansar hasta que sea libre Palestina. Y su actuación implica también una herencia de responsabilidad moral de liderar a la sociedad civil mundial para que actúe contra el apartheid, algo que se deriva de su propia experiencia de lucha secundada por la solidaridad internacional.

Los millones de personas que marchan por las calles de todo el mundo nos revelan que buena parte de la sociedad civil está con los palestinos. Sin embargo, la mayoría de los gobiernos que no apoyan directamente la criminalidad de Israel no han actuado. Y no es difícil ver por qué. Israel bombardea y mata de hambre a civiles, destruyendo deliberadamente sus medios de supervivencia. Y actúa con la confianza bien fundada de que las municiones norteamericanas que lanza sobre madres y niños de Gaza seguirán fluyendo mientras Washington les proporcione cobertura política. Sudáfrica ha actuado para intentar romper la pasividad ordenada por los Estados Unidos, ofreciendo un ejemplo de acción independiente por parte del Sur Global para detener los crímenes de guerra aprobados por Occidente.

Cuando Mandela, excarcelado en 1990, fue cuestionado en Estados Unidos por su relación con el líder de la Organización para la Liberación de Palestina, Yasser Arafat, dejó claro de forma educada pero firme al establishment norteamericano que "sus enemigos no son nuestros enemigos", un principio de no alineamiento que sus herederos prosiguen hoy.

Por supuesto, siempre ha habido límites a la capacidad de los gobiernos del Tercer Mundo para enfrentarse a los Estados Unidos y Europa, y entre ellos de modo principal la centralidad de los mercados financieros mundiales gestionados por Occidente para la capacidad de esos gobiernos para gobernar. La economía mundial grotescamente desigual creada por el saqueo colonial de Occidente se mantuvo, tras la descolonización política, en forma de relaciones codificadas de propiedad privada que esencialmente otorgaban a los Estados Unidos y Europa poder de veto sobre la independencia política de las antiguas colonias. Hoy incluso vemos esta influencia en Egipto, presionado para que acoja a decenas de miles de refugiados palestinos de la limpieza étnica de Gaza, a cambio de condonar 160.000 millones de dólares de su deuda nacional.

A pesar de su posición subordinada en el sistema financiero mundial, Sudáfrica ha empezado a resistirse a las exigencias geopolíticas de Estados Unidos, sobre todo negándose, de común acuerdo con la mayor parte del Sur Global, a ponerse del lado de la OTAN en la guerra de Ucrania. Esto puede reflejar un declive del poder de Estados Unidos en relación con los demás y la creciente independencia económica de las potencias medianas. Pero la acción de Sudáfrica ante el TIJ abre un nuevo camino como desafío geopolítico a los Estados Unidos. Porque cuando se acusa a Israel de genocidio, no se puede evitar la realidad, aunque no se diga, de que se está acusando a los Estados Unidos de cómplice.

Un corolario de la afirmación de Huntington sobre la memoria no occidental sigue una pauta en la que los momentos de éxito de la violencia organizada por pueblos no occidentales contra potencias occidentales aparentemente invencibles inspiran a veces resistencia en todo el Sur Global. Pankaj Mishra ha ilustrado esta pauta con el impacto que tuvo la derrota de la Rusia imperial por parte de Japón en 1905 en intelectuales que van desde Sun Yat-sen a Jawaharlal Nehru, pasando por Mustafa Kemal Ataturk o W.E.B. Du Bois: "Todos extrajeron la misma lección de la victoria de Japón: los hombres blancos, conquistadores del mundo, ya no eran invencibles".

El Sur Global sintió un estremecimiento de inspiración semejante cuando los revolucionarios vietnamitas derrotaron al ejército colonial francés en Dien Bien Phu en 1954. Y de nuevo cuando derrotaron a los norteamericanos que sucedieron a Francia. O cuando los barbudos revolucionarios cubanos expulsaron a un dictador respaldado por los Estados Unidos y rechazaron los intentos de restaurar el antiguo régimen. La generación sudafricana que lideró el levantamiento de Soweto en 1976 contra el gobierno del apartheid se sintió alentada por el espectáculo, meses antes, del ejército supuestamente invencible de Pretoria obligado a retirarse de Angola por fuerzas cubanas y del MPLA. La victoria de Hezbolá en 1999 en la guerra de guerrillas de 15 años para forzar la retirada de Israel del sur del Líbano tuvo un efecto inspirador similar en los palestinos y sus vecinos. Y así sucesivamente.

Muchos observarán que, aunque Israel ha pulverizado gran parte de Gaza y sigue matando a cientos de civiles cada día, no consigue destruir la capacidad de combate de Hamás. "Crece el escepticismo sobre la capacidad de Israel para desmantelar a Hamás", advirtió The New York Times. Y lejos de marginar a Hamás, las acciones de Israel han hecho que el movimiento sea más popular que nunca entre los palestinos y en toda la región árabe, al tiempo que han debilitado a los líderes alineados con Israel y los Estados Unidos.

El organizador palestino Fadi Quran argumentó recientemente que la ofensiva de Israel está disminuyendo en realidad su imagen "disuasoria": "Hemos visto un cambio masivo en la perspectiva corriente del ejército israelí en la región de Oriente Medio y Norte de África. Antes se le consideraba como una fuerza avanzada e intimidatorio con la que había que contar, con un nivel de supremacía que no se podía quebrar", escribió. "Ahora se le percibe como algo extremadamente débil y frágil. Concretamente, la perspectiva actual es que sería fácilmente derrotado si no contara con el respaldo ilimitado de los Estados Unidos".

La dependencia de Israel de los bombardeos aéreos y de los bombardeos de centros de población urbanos, argumenta Quran, se está "viendo como la táctica más cobarde de un ejército que tiene miedo de luchar 'cara a cara' contra una milicia que es la DÉCIMA PARTE de su tamaño, tiene el 1% de sus recursos y lleva 17 años sitiada. Las incursiones terrestres de Israel se producen a través de tanques fortificados tras bombardeos aéreos y de artillería masivos y, aun así, siguen sin conseguir retener eficazmente el territorio."
Las tácticas de castigo colectivo de Israel y el alcance y la naturaleza de la violencia que las potencias occidentales están dispuestas a tolerar contra un pueblo cautivo y colonizado en Gaza son también un recordatorio para los pueblos anteriormente colonizados y sus descendientes de cómo se configuró Occidente.

Israel espera comprensión en las capitales occidentales debido a las tradiciones de "violencia necesaria" de la dominación imperial occidental, lo que casi implica que es antisemita negar a Israel el derecho a comportarse a principios del siglo XXI como lo hicieron las potencias europeas y Estados Unidos en los siglos XIX y XX.

Aquí vale la pena recordar una observación del difunto historiador británico Tony Judt sobre las consecuencias de que Israel haya llegado tarde al juego colonial de los colonos:
En resumen, el problema de Israel no es -como a veces se sugiere- que sea un "enclave" europeo en el mundo árabe, sino que ha llegado demasiado tarde. Ha importado un proyecto separatista característico de finales del siglo XIX a un mundo que ha avanzado, un mundo de derechos individuales, fronteras abiertas y derecho internacional. La idea misma de un "Estado judío" -un Estado en el que los judíos y la religión judía tienen privilegios exclusivos de los que los ciudadanos no judíos están excluidos para siempre- está arraigada en otro tiempo y lugar. Israel, en resumen, es un anacronismo.

Añade el columnista del Financial Times Adam Tooze:
Los israelíes son el último grupo de europeos (en su mayoría) que se dedica a la usurpación al por mayor de tierras no europeas, justificada en su misión por la teología, las pretensiones de superioridad civilizatoria y el nacionalismo. Por supuesto, el acaparamiento de tierras se produce en todo el mundo, todo el tiempo. Pero, en la actualidad, el proyecto israelí es singularmente coherente y singularmente impenitente como ejemplo de "clásica" ideología colonial de asentamientos.

Así que Israel está librando una guerra colonial clásica de pacificación de una población nativa que se resiste a la colonización, en un momento en que gran parte de la ciudadanía mundial está sacando los recibos de siglos de violencia y esclavitud occidentales, exigiendo justicia y una reordenación de las relaciones de poder mundiales. Defender a Palestina se ha convertido en sinónimo de esa lucha global por cambiar la forma en que se gobierna el mundo.

Gaza ha dejado al descubierto la hipocresía básica del "orden internacional basado en normas" de Biden, un sistema de hipocresía que legitima y permite la violencia contra los palestinos colonizados y las violaciones sistemáticas del Derecho Internacional por parte de Israel. La campaña militar de Israel -y su sistema de apartheid- los pueden tolerar las potencias occidentales, pero son intolerables para la ciudadanía del Sur Global.

En su momento de dominio unipolar posterior a la Guerra Fría, Washington exigió el control monopolista del expediente Israel-Palestina de la comunidad internacional. El resultado fue un "proceso de paz" en el que Israel amplió y profundizó implacablemente su ocupación de apartheid, mientras los funcionarios estadounidenses cerraban cualquier debate sobre la contención de Israel entonando vacuos mantras de una "solución de dos Estados" que podía peligrar si se obligaba a Israel a cumplir el Derecho Internacional. Ese momento ha pasado.

Sudáfrica está enviando el mensaje, a través del caso presentado ante el TIJ, de que aceptar el liderazgo de los Estados Unidos sobre los acontecimientos mundiales significa aceptar la matanza de decenas de miles de palestinos y la limpieza étnica de cientos de miles más.

Estados Unidos se resiste enérgicamente a iniciativas como la demanda de Sudáfrica ante el TIJ, del mismo modo que veta sistemáticamente cualquier iniciativa del Consejo de Seguridad de la ONU para frenar las violaciones sistemáticas del Derecho Internacional por parte de Israel. La acción legal de Sudáfrica rompe el maleficio de la hegemonía estadounidense que paraliza a gran parte de la comunidad mundial a la hora de tomar medidas para exigir responsabilidades a los genocidas. Es un toque de atención para que el Sur Global desafíe los límites del compromiso internacional establecidos por Washington. Si los países del Sur Global quieren que se ponga fin al baño de sangre y a la limpieza étnica, no pueden confiar en el cómplice estadounidense de Israel para conseguirlo.

El escenario de este desafío geopolítico puede serlo la urgencia cataclísmica de poner fin a los crímenes de Israel, pero tanto si tiene éxito como si no, el caso del TIJ puede marcar un nuevo capítulo en el desplazamiento de la hegemonía norteamericana y de un mundo dirigido según normas que legitiman los crímenes de guerra por parte de los Estados Unidos o sus aliados.


The Nation, 11 de enero de 2024

 

Guerra contra Gaza: Los ocho métodos de genocidio de Israel

Alain Gabon

Alain Gabon es catedrático de Estudios Franceses y director del Departamento de Lenguas y Literaturas Extranjeras de la Universidad Wesleyan de Virginia Beach (Estados Unidos). Ha colaborado con medis como Saphirnews, Milestones. Commentaries on the Islamic World o Les Cahiers de l'Islam. Su reciente ensayo titulado "The Twin Myths of the Western 'Jihadist Threat' and 'Islamic Radicalisation '" está disponible en francés e inglés en la página de la Cordoba Foundation del Reino Unido.

Ya en su tercer mes, el arrasamiento de Gaza, que ha causado una destrucción sin precedentes de personas, infraestructuras y hábitats, parece imparable.

Ni la genuina presión norteamericana para limitar las víctimas civiles, ni la retórica de los estados árabes -que ni siquiera han podido ponerse de acuerdo sobre acciones conjuntas, como un embargo de petróleo o la ruptura temporal de las relaciones diplomáticas formales- han conseguido detener, ni siquiera moderar, el salvaje ataque de Israel contra Gaza. Las resoluciones de la ONU y las protestas masivas en todo el mundo tampoco han surtido efecto.

Por increíble que resulte, parece que el destino de millones de palestinos lo seguirán decidiendo sólo dos hombres: El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden.

Israel ha declarado que su campaña durará muchos meses más, posiblemente sin periodos de tregua adicionales. Lejos de reducir la ofensiva o garantizar un número significativamente menor de víctimas civiles -como han exigido los Estados Unidos, no tanto por su preocupación por las vidas de los palestinos como por el temor a una guerra regional más amplia y a que el apoyo internacional a Washington y Tel Aviv se vea perjudicado-, Israel ha intensificado sus ataques desde la breve tregua de noviembre.

No cabe duda de que Israel ya ha cometido una serie de crímenes de guerra. Esto no es sorprendente para un Estado que, durante décadas, ha desarrollado y cultivado ese hábito -y menos aún cuando se recuerda que Israel se fundó sobre la base de la limpieza étnica.

Los crímenes de guerra, la discriminación contra los no judíos y el desprecio por el Derecho Internacional han constituido partes importantes del ADN de Israel desde su creación en 1948, e incluso antes, si uno recuerda a paramilitares sionistas como el Irgun y la Haganah. Pero ahora se debate si las masacres de Israel han alcanzado la envergadura de genocidio en el sentido jurídico del término.

Hay popularmente muchos conceptos erróneos sobre lo que constituye genocidio, el principal de los cuales es que, para poder calificarlo, las atrocidades deben alcanzar la escala y el nivel del Holocausto o exterminar a casi todo un pueblo o grupo. Este no es el caso. 
Definición de genocidio
Según el artículo II de la Convención sobre Genocidio, se entiende por genocidio cualquiera de los actos siguientes cometidos con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso: matar a miembros de dicho grupo; causarles graves daños físicos o mentales; infligir deliberadamente condiciones de vida destinadas a provocar la destrucción del grupo; imponer medidas destinadas a impedir los nacimientos; o trasladar por la fuerza a niños a otro grupo.

Las acciones de Israel en Gaza y sus terribles consecuencias para toda la población civil, junto con las repetidas declaraciones de funcionarios del Estado de Israel que sugieren claramente la intención deliberada de aniquilar o al menos dañar al mayor número posible de palestinos, no dejan lugar a dudas de que se ha alcanzado el listón y hace tiempo que se ha superado. Muchos funcionarios, periodistas y miembros de la sociedad civil lo han calificado públicamente de genocidio.

A pesar de algunas reservas, parece estar surgiendo un consenso entre estudiosos académicosjuristas, y hasta antiguos fiscales del Tribunal Penal Internacional, los cuales pueden sin duda pueden reconocer un genocidio cuando se desarrolla ante sus ojos.

La historia nos ha enseñado que hay muchas formas de exterminar a un grupo de personas o de mermar una población. Pero la campaña de genocidio de Israel, en curso desde 1948, se define por varias características: su carácter permanente, la variación entre el genocidio "a cámara lenta" y las oleadas de matanzas brutales, y la rica gama de técnicas de muerte masiva.

En el momento actual, Israel está combinando sistemática y metódicamente todos esos métodos de muerte, con resultados espantosos. Se pueden identificar al menos ocho técnicas genocidas que vienen convergiendo en la reacción del Estado al atentado del 7 de octubre perpetrado por Hamás, proscrita como organización terrorista en el Reino Unido y otros países.

Parece que Israel aprovechó esta oportunidad para llevar su genocidio a cámara lenta a un nuevo nivel de brutalidad.

Las ocho técnicas
1.  Matarlos: Bombardear indiscriminadamente a los palestinos (en este caso, la atención de los medios de comunicación, la presión de aliados como los Estados Unidos y las protestas internacionales pueden tener cierta eficacia para frenar a Israel). A pesar de las afirmaciones de Israel de que está tomando medidas para proteger a los civiles, la realidad sobre el terreno demuestra lo contrario, ya que los no combatientes constituyen el grueso de las víctimas. Escuelas, hospitales y edificios de apartamentos han sido blanco directo de los ataques.

2. Matarlos de hambre: Mediante el bloqueo de los suministros de alimentos y agua. Una vez más, no resulta nada nuevo; ha sido durante mucho tiempo parte de una política israelí concertada y organizada para privar a los palestinos incluso del más fundamental de todos los recursos vitales, el agua.

3. Privarles de atención médica: Israel está maximizando el recuento de víctimas mediante la destrucción de la infraestructura médica, hospitales incluidos, garantizando así que muchos de los que podrían haberse salvado mueran en cambio a causa de heridas no tratadas.

4. Propagar enfermedades: El colapso de la infraestructura médica, junto con las catastróficas condiciones de vida, ha garantizado la propagación de enfermedades, con el riesgo de otra importante oleada de muertes.

5. Agotarlos mediante desalojos forzosos: Siguiendo el ejemplo del genocidio armenio, Israel recurre ahora a la reubicación forzosa, primero del norte al sur de Gaza y luego ya en el sur, para obligar a personas agotadas y a menudo heridas a trasladarse de una supuesta "zona segura" a otra. Un mapa de cuadrículas publicado por Israel ha dividido el sur de Gaza en cientos de pequeñas parcelas, entre las que se está obligando a la gente a desplazarse con poca antelación para evitar las bombas.

6. Destruir su entorno: Lo que está ocurriendo en Gaza es un auténtico ecocidio. El volumen de destrucción ambiental, a través de todo, desde la contaminación duradera a la munición militar, es enorme y podría afectar a las generaciones futuras.

7. Atomizar su sociedad: La destrucción sistemática de las estructuras gubernamentales y administrativas con el pretexto de luchar contra Hamás ha trastornado a la sociedad palestina. Al desplazar a la mayoría de los 2,3 millones de habitantes de Gaza, Israel está quebrando sus vínculos sociales; no está claro de qué manera van a poder volver a crear una sociedad en el futuro, sobre todo porque Israel ha intentado vincular a todos los civiles con Hamás y pretende mantener el control sobre el territorio y sus recursos en un futuro previsible.

8. Destruir su ánimo: Durante décadas, Israel ha utilizado la guerra psicológica para fomentar un sentimiento de desesperación e impotencia entre la población. Esto ha resultado terriblemente eficaz entre los más vulnerables: los niños de Gaza, muchos de los cuales sufrían de depresión severa y pensamientos suicidas antes incluso de la actual ofensiva. Dado que Israel hace también casi imposible que reciban tratamiento, la mayoría sufrirá traumas a largo plazo.

Los ocho métodos mencionados son formas de castigo colectivo, con consecuencias que perdurarán al menos una generación, aun cuando la guerra terminase hoy mismo.


Middle East Eye, 2 de enero de 2024