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Los beneficios de revalorizar nuestros residuos / Revista Elementos BUAP

Ciencia y tecnología /Naturaleza y sociedad | Crónica | 31.OCT.2024

Los beneficios de revalorizar nuestros residuos / Revista Elementos BUAP

Alejandra Torres Lara, Juan Fernando García Trejo
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En la sociedad actual hemos normalizado un ritmo de consumo cada vez mayor. Desde alimentos hasta objetos tecnológicos, pasando por prendas de vestir, y cosméticos, entre otros, nuestra demanda no cesa. Esta tendencia, impulsada en parte por el aumento poblacional, tiene un doble filo. Si bien impulsa la economía, también trae consigo diversos daños ambientales ocasionados por los procesos de manufactura y transporte. Uno de los problemas más visibles es el aumento en la generación de residuos. En este artículo nos centraremos en los residuos y el beneficio que conlleva su revalorización.

     Para abordar este tema, primero debemos entender qué es un residuo. La Real Academia Española lo define como aquel material que queda como inservible después de haber realizado un trabajo u operación. En términos legales en México, la Ley General para la Prevención y Gestión Integral de los Residuos define a los residuos como aquellos materiales o productos cuyo propietario o poseedor desecha, y que pueden ser valorizados, o requieren sujetarse a tratamiento o disposición final conforme a lo dispuesto en la misma Ley.

     Es relevante destacar que la misma ley promueve la revalorización de los desechos. Una iniciativa que, sin duda, busca mitigar los problemas de contaminación derivados de la acumulación de residuos.

     Pero, ¿cómo se clasifican estos residuos? Existen tres grandes grupos, los cuales se diferencian en función de sus características y orígenes: residuos sólidos urbanos (RSU), residuos de manejo especial (RME) y residuos peligrosos (RP) (LGPGIR, 2003). En este artículo, nos enfocaremos en la porción de los residuos orgánicos que se encuentra dentro de los RSU generados en el país.

 

RELEVANCIA DE LOS RESIDUOS ORGÁNICOS Y SU POTENCIAL DE REVALORIZACIÓN EN MÉXICO

 

México se encuentra en una posición destacada a nivel mundial en cuanto a la generación de residuos orgánicos. Según datos del INEGI (2020), el 52.4 % de los RSU en el país está constituido por material orgánico, como restos de comida y desechos de jardinería. Sorprendentemente, del total de estos residuos, un 21.2 % tiene potencial de revalorización en mercados ya consolidados.

     Esto sugiere una oportunidad económica y de desarrollo significativa. Sin embargo, enfrentamos desafíos para aprovechar esta oportunidad, principalmente debido a las complejidades logísticas en la cadena de suministro. Estas dificultades surgen de factores como la infraestructura de transporte, la concentración urbana y la diversidad geográfica y sociopolítica del país.

     La mala gestión de los residuos orgánicos no solo representa una oportunidad económica perdida, también un riesgo ambiental y de salud. Estos residuos contribuyen con un 5 % de las emisiones globales de gases de efecto invernadero. Sin embargo, revalorizar los residuos puede atenuar estos problemas. Los residuos tratados adecuadamente pueden transformarse en nuevos productos, ya sea directamente o a través de procesos físicos, químicos o biológicos.

     Por ejemplo, las tecnologías físicas se centran en modificar propiedades como el tamaño o la humedad de los residuos. Las tecnologías químicas aplican diversas reacciones a las materias, entre las más comúnmente utilizadas se encuentran la combustión, la pirólisis y la gasificación. Y por último, las tecnologías biológicas, donde los residuos pueden utilizarse como alimento para el crecimiento de microorganismos y organismos. En el caso de los microorganismos, a partir de su digestión se generan productos de alto valor comercial; además de los organismos empleados es posible extraer aún más compuestos que son utilizados para fabricar productos de diversa índole. En todos estos procesos pueden obtenerse diferentes tipos de productos, desde combustibles, fármacos y fertilizantes, hasta alimentos para animales, plásticos y compuestos químicos (Yaashikaa et al., 2022).

     A pesar de los potenciales beneficios que involucra, el mercado de revalorización en México aún es incipiente. Sin embargo, a escala global, la tendencia está cambiando. Los consumidores están favoreciendo productos sostenibles y éticos, lo que potencia una economía circular.

     La economía circular, propuesta en 1966, es un modelo que busca el desarrollo sostenible al minimizar insumos y desperdicios. Se fundamenta en los principios de las 3 R: reducción, reutilización y reciclaje. Su objetivo es que los subproductos sean recursos para nuevos ciclos productivos. Este modelo no solo exige un cambio en la industria, sino también en el comportamiento del consumidor. Acciones cotidianas, como separar residuos o evitar productos no reciclables, son esenciales. Se estima que la adopción de la economía circular podría añadir 4.5 billones de dólares a la economía global para 2030, y 25 billones para 2050. Solo en reciclaje, reutilización y remanufactura se podría desbloquear 1 billón de dólares anuales para 2025 (Foro Económico Mundial, 2019).

 

EL MANEJO CONVENCIONAL DE LOS RESIDUOS ORGÁNICOS EN MÉXICO Y ESTRATEGIAS PARA MEJORAR

 

Según el Diagnóstico Básico para la Gestión Integral de Residuos (DBGIR) 2020, México produce 44 millones de toneladas de RSU anuales, es decir, 120,128 toneladas diarias; esta cantidad es comparable al peso de 300 aviones comerciales. Se estima que cada habitante por día genera 0.944 kg de RSU; tan solo entre 2010 y 2020, esta cifra aumentó 20 mil toneladas diarias adicionales.

     Lamentablemente, la gestión de los RSU dista mucho de ser la adecuada. Oficialmente, en México existen dos tipos de sitios de disposición final de los residuos: 1) los rellenos sanitarios son la opción más efectiva, ya que cuentan con la infraestructura adecuada para contener y controlar el escape de materiales, lixiviados (sustancias líquidas que circulan entre los residuos de los vertederos) y gases que pudieran ser nocivos; y 2) los rellenos de tierra controlados, que se diferencian de los primeros en la capacidad de impermeabilización de su infraestructura, la cual no cumple con las especificaciones para controlar los lixiviados. Sorprendentemente, solo el 13 % de los rellenos sanitarios en México son adecuados y cumplen con las normas establecidas (SEMARNAT, 2022). Aunque todas las entidades federativas cuentan con rellenos sanitarios, esto no es suficiente para satisfacer las necesidades nacionales. Y pese a esto, la solución no radica en erigir más; por el contrario, se busca plantear alternativas para reducir el volumen de los RSU depositados en ellas.

     Cabe destacar que el destino final de la mayor parte de los RSU depende de los consumidores. Tan solo 144 municipios en el país practican la recolección selectiva, de la cual se recuperan solo el 5.8 % del total generado (SEMARNAT, 2022).

     En cuanto a la fracción orgánica, a escala nacional se producen aproximadamente 56,427 toneladas diarias, con un potencial considerable para el tratamiento mediante compostaje o biodigestión (PNPGIR, 2022).

     El hábito de la separación de RSU en casa es crucial para fomentar que la revalorización, como modelo de negocio lucrativo, se vuelva una realidad. Lo anterior se debe a que la descomposición de los residuos conlleva su contaminación, reduciendo drásticamente sus posibilidades de revalorización.

     Esta problemática ha motivado la creación de nuevas legislaciones y normativas, destacando el Programa Nacional para la Prevención y Gestión Integral de los Residuos 2022-2024. Este programa se encarga de analizar la capacidad real de reciclaje en el país, así como de fomentar el crecimiento de las unidades que realizan alguna actividad de revalorización.

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