Naturaleza y sociedad | Crónica | 16.NOV.2024
Inmersión en el jardín / Porfirio Tepox Cuatlayotl
Ex immo corde, Carla Verónica, felix dies natalis tibi, ad multos annos vivas.
Exordio
¿Por qué planto árboles? Planto árboles para que cuando yo no esté, siga siendo bella la belleza. Planto árboles para que cuando yo no esté, siga el verdor creando paisajes todavía en calma. Planto árboles, sobre todo, para que cuando yo no esté, sea menos mortal la muerte. Joaquín Araujo
Excursión etimológica: el jardín, el paraíso y el huerto.
En primer lugar, la palabra jardín quiere decir cerramiento o cerca, pues proviene de la antigua raíz indoeuropea ghorto con los significados citados. En seguida, paraíso, significa parque o recinto plantado de árboles donde se recría caza, ya que proviene de la voz griega παράδεισος (parádeisos). Paraíso también se refiere a “lugares llenos de todas las cosas bellas y buenas que ofrece la tierra”. Asimismo, paraíso se refiere a un muro circundante. Por su parte, huerto significa recinto cercado, ya que proviene del latín hortus con el mismo significado. Ahora veamos, con la palabra hortus, los romanos designaron el terreno dedicado al cultivo de las frutas y hortalizas destinadas al consumo diario, mientras que, con el plural de la misma palabra, a saber, horti se aludía al jardín de recreo y ocio. Este breve recorrido etimológico pone de manifiesto un hecho fundamental: no hay jardín sin bordes. Desde sus más remotos orígenes, el jardín se ha entendido como un espacio vallado, delimitado, separado de la naturaleza silvestre, poco importa si por muros de piedra, cercas de ramas, estacas, empalizadas o marcas simbólicas. Jardín, paraíso y huerto son conceptos retomados de Jardinosofia de Santiago Beruette.
Los habitantes del jardín
Algunos de los habitantes del jardín son los siguientes: agapanto, margarita, rosa, manzanilla, narciso, mirto, clavel, menta, hierba buena, rosa de castilla, citronela, alelía, higo, limón, naranjo, nuez de castilla, capulín, hongos, gorrión, centzontle, zanate, araña, tordo, mariposa, larva, escarabajo, rana, grillo, libélula, colibrí, hoja santa, tepozán, oceloxochitl, maíz, frijol, cempasúchil, chile, nopal, lantana, abeja, abejorro, etc.
Todos estos nombres, uno en continuación del otro, se convierten en una exaltación a la vida, en una plegaria, en una oración, asimismo, todo este ramillete de seres vivos, se convierte el instante para recuperar el idioma del jardín en todos los sentidos.
La alegría, el asombro y la esperanza de los niños
Al estar inmersos en el jardín, no debemos olvidar la alegría de los niños, su asombro y esa esperanza de que la naturaleza se exprese tal como es, sin filtros, sin retoques, sin adornos extraños.
Por esto, debemos respetar el descanso y el sueño de las flores en invierno, sin estimular la floración de aquellas flores que en esta estación han tomado su siesta; sin embargo, por otro lado, debemos recibir con alegría las plantas que florecen en primavera o en verano, y las que, heroicamente, por su misma naturaleza florecen en la estación gélida, me refiero a las siemprevivas y la nochebuena, por citar algunas.
En este sentido, cada estación se muestra como es, la primavera viene acompañada con la resurrección de la naturaleza, de sus formas y de sus colores; el verano se muestra elegante por la abundancia de los pétalos que se insertan en la base floral de las fragantes y bellas flores que han llegado para deleitar la retina del alma del jardinero y del visitante al jardín; al otoño lo acompañan los fuertes y recios vientos, los cuales anuncian y son causa de la caída de las hojas.
De modo que, el jardinero, al ver este acontecimiento natural, quisiera pegar cada hoja caída una vez más a las ramas de las plantas, desearía amarrar cada pétalo a su eje floral para mantener el eterno presente del verano, que se fuga con la desaparición de las lluvias, pero esto es imposible, la estación otoñal así se presenta, así acontece con sus ríos de viento que abrazan todo lo que encuentran en su camino.
Como se mostró en el párrafo anterior, de la estación otoñal, brota la emoción llamada impotencia desde el corazón del jardinero, pues es imposible mantener un verano eterno en el jardín, por esto llega esta inquietud a su ser, para decirlo con Francesc Torralba, “como una emoción frustrante que emponzoña el alma y ensombrece sus días”, sin embargo, el jardinero, a través de los años, ha aprendido a conocer y respetar la naturaleza de los seres vivos del jardín así como sus ritmos de vida, debido a esto, al permitir que el jardín se exprese tal y como es; la impotencia del jardinero se transforma en paz al saber que cada cosa está en su lugar.
En definitiva, esta paz que nace de los recios vientos del otoño y que anuncia el silencio, el descanso y la quietud del invierno, viene acompañada de un nuevo ramillete de emociones y un ramo floral, hecho con las flores de siempreviva, que alimenta a muchos seres vivos en la estación gélida.
Un eterno descanso en el jardín
Este jardín que se muestra tal y como es en cada estación; nos recuerda que el ser humano, llamado por Carlos Lineo Homo sapiens, tiene una íntima relación con la tierra, a la cual ha llamado hogar, patria o Madre Tierra, de donde obtiene abundantes alimentos y bellos paisajes; este jardín que se muestra tal y como es; también nos señala de manera específica, que el ser humano tiene un vínculo existencial con una de las tres tierras, a saber, terra, tellus y humus; pues de esta última, de la tierra vital denominada humus, es de donde germina el nombre del ser humano, que viene revestido de humildad, la cual le recuerda que la misma tierra de donde brotó su nombre, algún día lo abrigará como polvo en medio del polvo; este jardín que se muestra tal y como es, del mismo modo convoca al jardinero, a pensar y soñar en el jardín celestial, el cual algún día también lo abrigará, inmerso en aquella tierra rebosante de flores y de sustento, donde no hay noche y el sol brilla eternamente.
El jardín de polinizadores
En el jardín de polinizadores, tiene su realización plena el siguiente pensamiento del poeta Brasileño Mario Quintana: “El secreto no es correr detrás de las mariposas…es cuidar el jardín para que ellas vengan a ti.” En este sentido, la llegada de las mariposas acontece en dos etapas.
La primera arribada se da en las plantas hospederas del jardín. La lista es muy extensa, sin embargo, por la brevedad de este escrito, aquí, como un ejemplo, presentamos algunas de estas plantas a través de los siguientes nombres comunes: tepozán, hinojo, ruda, mastuerzo, senna y enredaderas pasionarias. Estas plantas son fundamentales para la primera etapa de vida de algunas mariposas, pues en estas ovopositan, es decir, las mariposas depositan sus huevos, los cuales darán paso a la larva que se alimentará de las hojas de las plantas hospederas hasta llegar a la etapa de crisálida.
La segunda llegada de mariposas es por la presencia de las plantas proveedoras de néctar, las cuales alimentan a la mariposa adulta. Una breve lista de este tipo de plantas, presentamos a continuación a través de sus nombres comunes: lantana, salvia, árnica, senna, mirto, panalillo, agapanto, geranio, limón, crasulácea, trompetillo, espinosilla, siempreviva, maravilla, etc. Estas plantas, además de alimentar a la mariposa adulta, son fuente de alimento de otros polinizadores como son: el colibrí, el escarabajo, la abeja, el abejorro y la mosca.
En estos jardines que son auténticos oasis sumergidos en la urbanización, también llegan, no como visitantes, sino como habitantes del jardín, otros seres vivos como son las ranas, las aves, esto es, gorriones, zanates, calandrias, aves primaveras y cocotlis; los mamíferos, nos referimos a los cacomiztles y ardillas; los réptiles entre los que sobresalen las serpientes y las lagartijas; asimismo, los insectos como son libélulas, grillos y mayates; además de caracoles.
Para finalizar este apartado hacemos el pase de lista de las mariposas que han llegado a este jardín: mariposa pasionaria de motas blancas, mariposa cometa magnífica, mariposa cola de golondrina azul, mariposa cometa negra de manchas rosas, mariposa parche carmesí, mariposa cebra de alas largas, mariposa parche negra, mariposa blanca de la col, mariposa cometa Xochiquétzal, mariposa monarca, mariposa senna, mariposa victoria mexicana, mariposa sedosa verde mexicana, mariposa pasionaria mexicana, mariposa velo de duelo y mariposa saltarina pálida alas de hoz.
La nomenclatura del jardín da paso a la excursión etimológica
Se desconoce el número preciso de los nombres de los habitantes del jardín, pero son muchísimos, su número puede ser centenares de centenares y miríadas de miríadas. Entre esta multitud de nombres que identifican a cada uno de los seres vivos del jardín, podemos citar algunos con el propósito de exponer su definición etimológica. Entre los más populares se encuentran los siguientes: mariposa, grillo o las cocotli de Fray Bernardino de Sahagún.
Mariposa. De acuerdo al Breve diccionario etimológico de la lengua castellana de Joan Corominas, este nombre proviene de la apócope de María, a saber, Mari, más el verbo posar conjugado en la 2ª persona singular del imperativo, esto es, posa. En este sentido, Corominas apunta que el canto “María pósate, descansa en el suelo” es una expresión nacida en dichos y canciones infantiles, a saber: Mari Mari posa posa; Mari Mari posa posa o Mari Mari vola, vola; Mari Mari vola, vola”.
Grillo. Las primeras lluvias traen consigo el despertar de los seres vivos que habitan en la naturaleza, ya que muchas semillas se levantan de su largo sueño para dar paso a las pequeñas plántulas, y de ahí a los bellos escenarios naturales como los bosques. Del mismo modo, muchos animales, con estas lluvias, abandonan su descanso para llenar con su canto los escenarios naturales. Entre estos seres vivos, se encuentra a unos pequeños insectos canoros, denominados grillos, los cuales con su canto crean una sinfonía natural junto al croar de las ranas en el anochecer veraniego. Como resultado de su canto sinfónico, surge su canto onomatopéyico el cual crea su mismo nombre, debido a que se da el paso del sonido gry -gry -gry - gry al sustantivo latino gryllus que derivó al vocablo español grillo tal como lo apunta José de la Colina en el libro dedicado a Francisco Gabilondo Soler Cri-Cri, canciones completas.
Cocotli. En los jardines del ayer como los de hoy, los seres vivos se fusionan con las palabras para describir escenarios naturales, clasificaciones zoológicas y botánicas, y hasta historias de amor como aquella que dejó impresa Fray Bernardino de Sahagún en su HISTORIA GENERAL DE LAS COSAS DE NUEVA ESPAÑA.
En este libro, está registrada una pequeña ave llamada cocotli. A decir de Sahagún, esta ave recibió este nombre, porque los mexicanos de entonces las escucharon decir coco coco, coco coco. Razón suficiente para dejar grabado este canto en su mismo nombre: cocotli.
Asimismo, Fray Bernardino apunta que esta tonada: coco coco, coco coco era recitada con insistencia cuando una de las aves buscaba a la otra en el instante en que habían sufrido la separación. Es oportuno decir que la constancia de este canto de las cocotli corresponde a su forma de vida monogámica, pues solo se casan una vez, y por esto, tal como se imprime en esta historia cuando una falta, la otra la llama con su voz para ir a su encuentro. Finalmente, agregamos la siguiente nota: las coquitas pertenecen al orden de las columbiformes, aves que tienen la forma de paloma, pues esta palabra reúne los vocablos latinos columba que significa paloma, y forma que se traduce con análoga fonética y escritura, a saber, forma.
Para finalizar el apartado de la excursión etimológica del jardín, recordemos que cuando se desconoce el nombre de alguno de los habitantes del jardín, para solucionar este problema, debemos recurrir al siguiente pensamiento del jardinero de Noticias del Imperio de Fernando del Paso: “…Y cuando nadie se sabe el nombre de una flor ni hay forma de averiguarlo yo tomo un poco de agua en mis manos y la bautizo, dejo que escurra el agua entre mis dedos y le digo: flor, porque eres blanca y pequeña y creces desparramada entre otras flores azules, y te abres cuando amanece, yo te bautizo, flor, con el nombre de espumita del alba.
Las virtudes del jardinero.
Para decirlo con santiago Berutte, la paciencia es una de las virtudes del jardinero. Para decirlo con Francesc Torralba, ser paciente es dar tiempo al otro, es saber que el otro tiene su ritmo y necesita su tiempo para su desarrollo. Para iluminar la virtud de la paciencia, retomamos un fragmento del libro El Principito de Antoine de Saint-Exupéry: “Pero el arbusto cesó pronto de crecer y comenzó a echar su flor. El principito observó el crecimiento de un enorme capullo y tenía el convencimiento de que habría de salir de allí una aparición milagrosa; pero la flor no acababa de preparar su belleza al abrigo de su envoltura verde…” “…Elegía con cuidado sus colores, se vestía lentamente y se ajustaba uno a uno sus pétalos…” “…Su misteriosa preparación duraba días y días. Hasta que una mañana, precisamente al salir el sol se mostró espléndida.”
Para concluir este breve apartado, todos los enamorados del jardín, debemos recordar que la paciencia es una de las principales virtudes que exige el oficio de la jardinería al jardinero; la paciencia es la virtud, que al jardinero le permite esperar para que la naturaleza se exprese tal y como es, sin filtros, sin retoques, si adornos extraños.
Las emociones del jardinero
Entre las diversas emociones del jardinero: la admiración, la tristeza, el gozo, la humildad por citar algunas; por la brevedad de este escrito, unicamente desplegamos una, a saber, la gratitud, pues es una de las emociones que más acompaña al jardinero al cosechar los diversos frutos del jardín, al recolectar los aromas, los colores, los sonidos, las texturas táctiles, y los sabores que brotan desde el palpitar del jardín.
El jardinero, al recibir todas estas bondades como un don; de su corazón brota, para decirlo con Francesc Torralba un sentimiento afectuoso que se tiene a quien ha sido bueno con uno o le ha hecho un favor; de este órgano sibilino emerge, para decirlo también con Francesc Torralba: sentir gratitud, una bella y noble emoción, un movimiento del corazón que eleva al hombre por encima de la materialidad y del cuerpo de necesidades. Por todo esto, el jardinero hace suyas las palabras de Francesc Torralba: “hay que agradecer a la naturaleza todo aquello que nos da y que hace posible la existencia humana. No podemos decírselo, porque no tiene oídos para escucharlo, pero podemos mostrárselo activamente, respetando su grandeza y velando por su vulnerabilidad.”
Para concluir la inmersión en el jardín, colocamos dos pensamientos retomados del libro Jardinosofía. Sendos pensamientos, primero los repetimos, luego lo asumimos, después lo comprendemos para que finalmente florezcan en el jardín y en el corazón del jardinero.
Primero: “la jardinería cultiva muchas de las virtudes asociadas desde tiempo inmemorial a la buena vida, tales como la constancia, la paciencia, la humildad y la gratitud.” Santiago Beruete.
Segundo: Jardinería y filosofía restauran cada una a su manera nuestra confianza en el mundo, nos renuevan por dentro y revitalizan nuestras energías hasta el punto de hacer más grata y reflexiva nuestra existencia. Santiago Beruete.