Cultura /Naturaleza y sociedad | Reseña | 30.NOV.2024
La cueva de Altamira, una maravilla pictórica / Carlos Rodríguez Giacintti
La cueva de Altamira, uno de los máximos exponentes del arte rupestre paleolítico, representa uno de los ciclos pictóricos y artísticos más importantes de la prehistoria. Está situada en el municipio español de Santillana del Mar, en Cantabria, muy cerca de la ciudad de Santander.
Altamira fue también un descubrimiento singular por la calidad, la magnífica conservación y la frescura de sus pigmentos. Descubierto en 1868 por Modesto Cubillas y posterior estudio por Marcelino Sanz de Sautuola, pero la comunidad científica de la época, muy reticente a admitir que el hombre primitivo era capaz de realizar una obra de tal belleza, tardó veinte años en aceptar su autenticidad. La idea de que las pinturas fuesen obra del hombre “primitivo” suscitó amplias reservas. Su valor no fue reconocido hasta el descubrimiento de arte rupestre paleolítico en otras cuevas de Europa, principalmente en Francia. En 1902, el prehistoriador francés Émile de Cartailhac publicó La grotte d'Altamira, Espagne. Mea Culpa d'un sceptique. A partir de este momento, la cueva de Altamira adquirió reconocimiento universal, convirtiéndose en un icono del arte rupestre paleolítico.
Descripción topográfica
La cueva de Altamira se halla en lo alto de una de las colinas que rodean la localidad de Santillana del Mar, dentro del Museo Nacional y Centro de Investigación de Altamira. Su ubicación debió ser una gran ventaja para las personas que habitaron la cueva durante el Paleolítico superior, ya que la cueva se encuentra a dos kilómetros del río Saja y a cinco de la línea de costa y, en cortos trayectos, podían acceder a una gran diversidad de recursos alimenticios y al aprovisionamiento de leña, cantos de río u otras materias primas necesarias para su subsistencia. La cueva fue utilizada durante varios periodos, sumando 22 000 años de ocupación, desde hace unos 36 500 hasta hace 13 000 años, cuando la entrada principal de la cueva quedó sellada por un derrumbe, dentro del Paleolítico superior. Actualmente, se accede por una puerta excavada hacia 1927, pero durante la Prehistoria la cueva de Altamira contaría con una amplia entrada en la que se desarrollaba la vida cotidiana. Mide 290 metros de longitud y está formada por una galería longitudinal, de tendencia descendente, a la que se abren otras salas más pequeñas que podríamos considerar meros apéndices de la principal. En general, su altura oscila entre los 50 cm y los catorce metros. El derrumbe que sufrió la entrada de la cueva es lo que ha permitido la gran conservación de su obra pictórica.
El arte de Altamira
La cueva de Altamira es la máxima representación del espíritu creador humano. Presenta un arte en grado de excelencia. Las técnicas artísticas (dibujo, pintura, grabado), el tratamiento de la forma y el aprovechamiento del soporte, los grandes formatos y la tridimensionalidad, el naturalismo, la abstracción y el simbolismo, todo está ya en Altamira. Bisontes, caballos, ciervos, manos y misteriosos signos fueron pintados o grabados durante los milenios en los que la cueva de Altamira estuvo habitada. Estas representaciones se extienden por toda la cueva, aunque es en la Sala de Polícromos donde se concentran en mayor número. Las representaciones más grandes son caballos y, bisontes, de entre 125 y 170 cm de longitud, y una cierva, de más de dos metros. Primero se grabó el contorno y se dibujó a línea negra con carbón; luego se rellenaron con pintura roja o amarillenta. En algunos bisontes se marcó con pintura negra el cambio de coloración de su vientre o se utilizó el lápiz de carbón para detallar el pelo o la joroba. Además, el grabado se utilizó en ojos, cuernos, pelo del cuello, etc. Altamira no es un caso aislado, sino que forma parte de una manifestación cultural de mayor entidad geográfica, en 2008 se amplió la inscripción a otras diecisiete cuevas con arte rupestre paleolítico de Asturias, Cantabria y País Vasco, pasando este bien a denominarse “La cueva de Altamira y el arte rupestre paleolítico del norte de España”.
Homínidos
Los pobladores de la zona de Altamira eran tribus de cazadores-recolectores nómadas, formados por entre 20 y 30 individuos, que utilizaban los abrigos naturales o entradas de las cuevas como vivienda. La estructura social se da por aceptada para poder organizar trabajos que debieron ser de gran complejidad para los medios que existían, además de mantener al artista o artistas a costa del trabajo de los demás hasta completar la creación. En el caso de Altamira se encuentran pinturas, grabados y pinturas con grabados, de distintas escuelas, estilos o épocas y de distintas calidades técnicas. Es importante entender que la habitación de la cueva de Altamira se produjo durante miles de años y en periodos de tiempo no continuos, de ahí la acumulación de estilos y las diferencias entre ellos. El periodo magdaleniense superior constituye el apogeo en la pintura de modelado, que alcanza su más alto triunfo en las figuras polícromas de Altamira, donde la historia del arte supo con asombro hasta qué grado de fidelidad en la reproducción de la Naturaleza y hasta qué altura de sentimiento artístico pudo llegar el hombre, en humilde estado natural, hacia los quince mil años antes de Cristo.
Iluminación
Para poder realizar los trabajos del interior, la luz natural era insuficiente, por lo que el autor o autores tuvieron que utilizar luz artificial y más concretamente fuego. En muchas pinturas se han encontrado huesos rotos bajo ellas, lo que es, para algunos de los expertos, prueba del uso del tuétano como combustible de las lámparas. En pruebas modernas se ha comprobado que esta médula con una mecha de fibras vegetales produce una iluminación grande, cálida y además sin humo ni olores.
Pigmentos y útiles de pintura
La pintura está hecha con pigmentos minerales de óxido de hierro rojos, ocres del amarillo al rojo, y carbón vegetal, mezclados con agua o en seco, pudo haberse utilizado la grasa animal como aglutinante. El contorno de líneas negras de las figuras se realizó con carbón vegetal, que también se aplicó como masa en lo que respecta a figuras como las polícromas de la Gran sala.
La aplicación de la pintura presenta varias posibilidades, como la aplicación con los dedos directamente, con algún utensilio a modo de pincel, los dedos cubiertos con gamuza, o con un pincel con gamuza en la punta que permitiese cargar pintura y que pudiera proporcionar un trazo continuo como el que se muestra en la mayoría de los trazos, con un palo con el extremo machado, y en ocasiones soplando la pintura a modo de aerógrafo. En las excavaciones se localizaron en superficie tubos realizados en hueso de ave y que tenían restos de ocre tanto en su interior como en su exterior y que se encontraron junto a trozos del citado mineral.
Perspectiva, volumen y movimiento
La sensación de realismo se consigue mediante el aprovechamiento de los abultamientos naturales de la roca, que crean la ilusión de volumen, a través de la viveza de los colores, que rellenan las superficies interiores (rojo, negro, amarillo, pardos) y también por la técnica del dibujo y del grabado, que delimita los contornos de las figuras. De este modo, las figuras aprovechan el relieve natural de la roca y a veces la modelan interiormente para dar un efecto de volumen y movilidad, a lo que, añadiendo el raspado selectivo de ciertas zonas para afinar ciertos detalles, y el uso de los dos colores predominantes, rojo y negro, aportan a las imágenes gran movilidad y expresividad, y confieren más volumen a las pinturas. El movimiento es expresado con distintas técnicas de animación según estilos y épocas, dentro de Altamira se pueden encontrar desde la «animación nula» de alguno de los caballos de las salas profundas a la «animación simétrica» del jabalí corriendo al «galope volante» de la Gran sala.
Protección y difusión
Desde su descubrimiento y su posterior reconocimiento, la cueva ha tenido distintos niveles de protección nacionales e internacionales, que han llegado a ser extremos, prohibiendo la visita, debido a la amplia difusión social, que la convirtieron en un destino turístico masivo. 1985 fue el año clave del reconocimiento mundial al ser nombrada Patrimonio de la Humanidad; y en 2001 se abrió el Museo y réplica junto a la original, aunque no se ha cerrado el debate de la visita al original.
En 1917 se abrió la cueva al público en general y en 1924 fue declarada Monumento Nacional. A partir de ese momento se irían incrementando las visitas, pero durante los años de las décadas de 1960 y 1970, las numerosas personas que accedieron a la cueva hicieron peligrar su microclima y la conservación de las pinturas, en 1973 se alcanzó la cifra de 174 000 visitantes. En 1977 se clausuró la cueva al público para reabrirse finalmente en 1982 y permitir el acceso a un restringido número de visitantes por día, evitando superar los 8500 al año. Ello hizo plantearse la necesidad de construir una réplica. Desde 2001, junto a la cueva, se levantó el Museo Nacional y Centro de Investigación de Altamira. En su interior destaca la denominada “Neocueva” de Altamira, la reproducción más fiel que existe de la original. En 2002, la cueva se cerró al público a la espera de los estudios de impacto encargados. Las cuevas se abrieron de nuevo al público de forma experimental desde el 26 de febrero de 2014 hasta agosto del mismo año, estando limitada la entrada a solo cinco visitantes por día y 37 minutos para evaluar el impacto, reservando la entrada a investigadores.
Impacto social
El arte paleolítico de la cueva de Altamira ha tenido una influencia en el ámbito social, por ejemplo, en el mundo de la pintura dio pie a la creación de la Escuela de Altamira de pintura moderna; y Picasso, después de una visita, exclamó: «Después de Altamira, todo parece decadente». Rafael Alberti escribió un poema describiendo la sensación de la visita que realizó; en 1965 fue creado el personaje Altamiro de la Cueva. La banda de rock Steely Dan compuso una canción titulada «The Caves of Altamira» en su álbum The royal scam (1976). El logo utilizado por el gobierno autonómico de Cantabria está basado en uno de los bisontes de la cueva como promoción turística. El bisonte también ha sido usado por la marca de cigarrillos Bisonte, y es, desde 2007, uno de los 12 tesoros de España. En 2015, la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre de España emitió una moneda conmemorativa de dos euros de su serie del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO con la figura de un bisonte de Altamira. El 1 de abril de 2016 se estrenó la película Altamira, dirigida por el británico Hugh Hudson.
El 24 de septiembre de 2018, el buscador Google homenajeó la cueva de Altamira con un Google Doodle, visible desde España y algunos países hispanoamericanos.
Vista aérea de la Cueva de Altamira, Santillana del Mar, Cantabria
Cueva de Altamira, entrada actual.
La entrada a la cueva recién excavada.
Imagen de Marcelino Díaz de Sautuola
Placa conmemorativa con la entrada de la cueva al fondo
Grupo de bisontes
Bisonte magdaleniense
Uno de los bisontes encogidos, en este caso hembra.
La «Gran cierva», bajo su cabeza un pequeño bisonte en negro
Entrada al Museo Nacional y Centro de Investigación de Altamira
Detalle del techo de la sala de los polícromos
Bisontes de color en una de las paredes de la cueva