
Justicia /Gobierno /Sociedad | Opinión | 16.MAR.2025
Sobre los crematorios de Jalisco, el Estado y la soberanía / Juan Carlos Canales

En este entramado, la desaparición no es un acto de exterminio sino una tecnología de control y un mecanismo de producción de miedo que se sostiene sobre la impunidad estructural.Ytzel Maya
Diario de trabajo, 16 de marzo, 18.00 Hs.Vale la pena leer hoy, domingo 16 de marzo, en El Universal, el artículo de Ytzel Maya “ Aquí no es Auschwitz”. Para no repetir la tesis de la autora pero siguiendo las coordenadas que traza y algunas de las hipótesis que C. Lomnitz ha elaborado en dos libros sobre el crimen organizado, me gustaría subrayar lo siguiente: Sin duda, las imágenes del crematorio de Jalisco nos remiten al campo de concentración de Auschwitz por la simple razón de no encontrar otro referente para intentar comprender lo ocurrido aquí, y porque se hacen equivalentes por el horror que producen, independientemente del número de víctimas en cada caso. Al mismo tiempo, porque ambos espacios, pese a sus diferencias nos señalan una profunda transformación del concepto de vida humana en el marco de la biopolítica y la necropolítica; ambos casos nos enfrentan, por distintas vías, a la “nuda vida” y al “homo sacer”, como elementos constitutivos de la sociedad contemporánea.En resumen, un orden poshumano, donde hasta la más elemental huella de vida pretende ser borrada de la faz de la tierra, como también pudo ocurrir en Hiroshima.
Ahora bien, es sabido que la evolución del crimen organizado, y no solo del narcotráfico, está encuadrada en la transformación del capitalismo mundial, el propio reordenamiento de los mercados de la droga, la crisis agrícola que vive MÉXICO desde la década de los 80s y de una supuesta reducción del estado mexicano en el horizonte del “neoliberalismo”.
Sin embargo, hay que tener cuidado de no confundir esa reducción del estado mexicano con la cesión de soberanía ( en el sentido que da M. Foucault al concepto) al crimen organizado. No es lo mismo un estado reducido que un estado débil; como no es exactamente lo mismo un estado fuerte y un estado autoritario.
Si el estado moderno se caracteriza por la concentración y el uso legítimo de la violencia, y aún, por el derecho a dar muerte( en la idea foucaultIana de soberanía) debemos reconocer que esas cualidades han sido transferidas, por las razones que se quiera, a múltiples poderes fácticos y, por tanto, signar al estado mexicano como un estado fallido .
Por último, si en la teoría schmittiana del estado de excepción es el propio estado el que se arroga dicha excepcionalidad y el decisionismo inherente a a él, en este momento son los poderes fácticos los que se arrogan dicha excepcionalidad, fomentada, paralelamente, por el propio gobierno mexicano al ir destruyendo, sistemáticamente, nuestro ya frágil armazón democrático.
Ese desplazamiento del estado de excepción marcaría la diferencia entre Auschwitz y el caso mexicano, pero sus consecuencias son igualmente graves para el estado de derecho. J. Canales
Post scriptum
Un amigo me acaba de enviar la carta del Comisionado de búsqueda de personas del Estado de Jalisco a Indira Navarro Lugo, del colectivo Guerreros buscadores de Jalisco , prohibiendo su presencia en la zona del Rancho Izaguirre para que la fiscalía del Estado se encargue, exclusivamente, de las investigaciones correspondientes en coordinación con los tres ordenes de gobierno. Y como siempre ocurre, borrarán evidencias que comprometan a los tres órdenes de gobierno o a alguno de ellos, como lo hicieron en Lomas taurinas, en Tijuana; como lo hicieron los nazis al intentar destruir los campos de concentración al término de la guerra, como escondió Pol Pot y los jémeres rojos miles de huesos en Camboya, como lo han intentado hacer todas las dictaduras con sus víctimas: quemarlos, tirarlos al mar atados a un bloque de cemento. Por qué, si al estado le importo tan poco la vida - la vida humana- de los que murieron en ese rancho, del modo más cruento, ahora les importa tanto hacerse cargo de esos despojos.