Lo nuestro es la esperanza, no la muerte / María Guadalupe Morfín Otero

Con las imágenes del Rancho Izaguirre en la Estanzuela, Teuchitlán, a una hora de Guadalajara, la capital de Jalisco, a tres kilómetros de Guachimontones. Tres hornos crematorios. Un campo de entrenamiento y de exterminio también. 400 pares de calzado (tenis, sandalias). Dientes, huesitos.

¿De verdad esperan que creamos que nada supieron hacer, que nada podían hacer, que nada se atrevieron a hacer quienes debían hacerlo?

Lección de arrojo, resiliencia, tenacidad, consistencia, solidaridad y sororidad nos dan a todos los @Guerreros Buscadores de Jalisco, las Madres Buscadoras de Jalisco, y los distintos colectivos de búsqueda.

Vivimos con el alma partida. Llamadas a seguir celebrando la vida mientras se cruzan estas imágenes que nunca más vamos a olvidar.

Parece tarea imposible seguir convocando a la alegría en medio de este asomo del infierno. Grita en muchas de nosotras, las otras madres, las demás mujeres, la impotencia para consolar, para remediar, para detener este desastre inhumano.

Unamos palabras, silencios, voces, abrazos, llantos, reclamos, exigencias en un firme rechazo a que esto siga sucediendo. Ya no más. Ya no.

Lo nuestro es la esperanza, no la muerte. Para el amor vivimos, no para la muerte. Para la confianza vivimos, para crear vínculos humanos, no para el miedo. Para servir a la verdad, animar a la justicia, hacerle campo a la ternura. Lo nuestro es la vida, carajo. En esta floración de jacarandas. En esta cuaresma tan llena de ceniza.