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20 Abril 2024, Puebla, México.

Nuevo viaje a la Sierra de Puebla: bosque, organización, poder / Alicia Mastretta Yanes y Sergio Mastretta

Naturaleza y sociedad | Crónica | 4.MAY.2022

Nuevo viaje a la Sierra de Puebla: bosque, organización, poder / Alicia Mastretta Yanes y Sergio Mastretta

Segunda parte

 

Mirar la sierra al paso y a dos voces: la de la bióloga y la del periodista que quieren comprender la riqueza socio-ambiental y sus contradicciones, tan profundas como las barrancas por las que se desgaja la tierra hacia el mar. Repiten un viaje realizado también en abril y su semana santa, pero del año 2003. Y uno más en noviembre de 1999, tras la catástrofe provocada por las lluvias de octubre de ese año. Y otros desde 1971 por una Sierra de Puebla que impacta como ningún otro territorio la conciencia crítica. El relato va de la vivencia inmediata a la memoria de experiencias serranas de otros viajes vividos por los cronistas de esta historia.

 

El bosque es dinero, dicen los forestales

 

Dejamos atrás Chignahuapan el sábado previo al Domingo de Ramos. Pero entramos en sus bosques, los que le quedan, y todavía los mejores si de aprovechamientos forestales hablamos. Son los bosques altos, con sus peñones y picos del Rosario, del Tigre, las Tablas, El Buey y una decena más montados en la sierra por encima de 2,500 y los 3,400 metros; es un monte espeso a la vista, que no se despeña tan rápido en cañones profundos sino que desciende acompasado hacia los valles de Tlaxco, al sur, y la propia planicie de Chignahuapan y Zacatlán al norte. No se verán en ellos comunidades atrapadas en la soledad serrana, como en las cañadas del Zempoala y el Zitlalcuautla. Aquí los campesinos han preferido apostarse en tierras planas, peladas en tiempos que ya nadie recuerda, en aldeas más recientes, muchas de ellas nacidas al cobijo de la dotación agraria. Y desde ahí mantienen su disputa histórica por el bosque: primero como reparto agrario contra las haciendas, y después para vivir de él a como se deje, igual en la tala endémica que en el aprovechamiento racional.

Entramos así, de nuevo, a la pregunta por el Estado ausente-presente. Pero también al hecho que encontraremos bien bien plantado en el territorio: la de la organización comunitaria que defiende sus montes.

 

Comparaciones

 

Seguimos con las comparaciones: la densidad del bosque que vemos al trepar la cuesta que lleva a la cañada de Aquixtla y a Tetela obliga a la pregunta: ¿es mayor que la que vimos en el 2003? Es un hecho que los aserraderos en aquel año estaban a la vista. Ahora no topamos con ninguno. Alicia maneja. Yo le doy paso primero a la memoria e lo que escribimos en el 2003:

“Penetrados por la tala, los cerros que perseguimos han sabido de permisos y legalidades sin freno en los años noventa para el abasto del boom de los rústicos muebleros. El camino asciende hacia Tetela en una cuesta de la montaña que hacia el norte quedará frente a Zacatlán, con un barrancón de por medio que llevará el escurridero de aguas a la cuenca del Necaxa. Ahora cruzamos el bosque que distingue a los de Chignahuapan igual por taladores que por cultivadores de pinos en un monte contradictorio por sus parajes densos o baldíos.” (Viaje al Zempoala, Semana Santa del 2003).

 

El bosque en 2002

 

El bosque en 2022

 

 

A la vista, la densidad entre uno y otro año se mantiene. Claros abiertos entonces ya no los vemos hoy. Manchones apretados en el 2002, hoy ya no lo parecen tanto: sirve la referencia de la señal 148 al centro para dar una idea de que atravesamos un bosque con aprovechamiento forestal. El arbolado joven en esta foto de junio de 2019, tomada justo en el claro de la señal da cuenta de ello.

 

 

Los asentamientos se hacen en las llanuras, porque la construcción y la agricultura ahí fueron más fáciles. Pero las llanuras estuvieron también cubiertas de bosques, esos que aún cubren sobre todo las zonas montañosas. Pensar en la vocación forestal de la sierra, a la vista del bosque recuperado en la carretera rumbo a Aquixtla. ¿Es una ilusión? Contemplamos la cuesta con la memoria de la tierra desgarrada tras las lluvias de octubre de 1999. Ahora la mirada encuentra renuevos en cada curva del camino, pinos jóvenes que alcanzan los diez y los quince metros se enredan con los que desplantan troncos de treinta y cuarenta centímetros de diámetro. Es un bosque en movimiento: se cortan, por la buena y por la mala; se plantan seguramente por la buena. El interrogante nos acompañará en todo este viaje: ¿se recupera el bosque en la sierra de Puebla?

¿Cómo entender que este bosque que vemos forma parte de un conjunto forestal sometido a un régimen organizado de explotación industrial? Empezar por la el engrane final del proceso, los aserraderos. Los buscadores en internet de inmediato arrojan más de veinte: MADERAS LABRADOR, CAJAS Y EMPAQUES INDUSTRIALES DE MADERA, MADERAS INDUSTRIALIZADAS DE CHG, PRODUCTOS MADERABLES GOLE, GRUPO FORESTAL CRAVIOTO, GUEVARA RAMIREZ MA DEL CARMEN, HERNANDEZ MARQUEZ, HERNANDEZ MARQUEZ JOSE ELADIO, JOSE AUSTREBERTO HERNANDEZ MARTINEZ, PROD E INDUST FORESTALES, PRODUCTOS MADEREROS FORESTA, TARIMAS Y EMPAQUES GRAVIOTO, BALDERAS MOTTE CLAUDIA, BARRERA GONZÁLEZ JOSÉ PEDRO, GONZÁLEZ MADRID CÉSAR, ASERRADERO FAJARDO SALINAS, ASERRADERO EJIDO PIEDRA ANCHA, SOCIEDAD GONZMAD SC DE RL, ASERRADERO HERNANDEZ, PRODUCTORES E INDUSTRIALES FORESTALES, S.A. DE C.V., INDUSTRIA FORESTAL EJIDAL DE LA SIERRA NORTE S.P.R. DE R.I. DE C.V., UNIÓN DE EJIDOS, INDUSTRIA FORESTAL DUMA SC DE RL DE CV

Estamos obligados entonces a mirar de otra forma estos bosques. Vale empezar por identificar lo que toda esta maquinaria asierra, todos estos miles de metros cúbicos de madera en rollo que van a dar contra el filo de las sierras.

Son muchos los tipos de bosques de la Sierra Norte de Puebla. Bosque de pino: el género predominante es Pinus. Algunas de las especies más destacadas son: Pinus ayacahuite var. Veitchli, P. leiophyla, P. moctezumae, P. patula, P. pseudostrobus (dos subespecies), P. rudis, y P. teocote. Bosque de pino-encino o encino-pino: conviven masivamente los géneros Pinus y Quercus. La abundancia de uno de los dos, determina el tipo de bosque. Pinus patula (ocote rojo), P. leiophylla (ocote chino), P. montezumae y Quercus crassifolia (encino hoja ancha); en el estrato medio de poco más de 6 m: Alnus jorullensis (cile) y Arbutus xalapensis (madroño); en el estrato inferior de un metro: Baccharis conferta (escoba) y Pteridium sp. Bosque de oyamel: estos bosques de masas puras de Abies religiosa se localizan en las partes más altas de los municipios de Ixtacamaxtitlán, Chignahuapan y Aquixtla. Bosques de otras coníferas: Aunque de manera por demás reducida, en la región este tipo de vegetación está constituido por los bosques de táscate, que se caracterizan porque predomina el género Juniperus (táscate, cedro o enebro). Y más abajo, donde la temperatura también es cálida pero mucho más húmeda, están los bosques de niebla, y más abajo aún, comienzan las selvas con su resonar de chicharras.

Cada tipo de bosque se extiende donde encuentra sus condiciones ideales, dadas por la temperatura (que va de la mano de la altitud), la precipitación y el tipo de suelo. Los juníperos prefieren zonas más abiertas y secas. Dados los pliegues de las montañas, su vertiente oceánica y su cara más seca hacia el continente, las condiciones ambientales de la Sierra cambian mucho de curva a curva de la carretera. Esta exuberancia de ambientes puede solo poblarse con una enorme biodiversidad, adaptada a cada posibilidad. Por eso son tantos los pinos distintos de la Sierra y del país en general (en México existen el 50% de las especies de pino de todo el mundo). Estos bosques son naturalmente diversos, a diferencia de los bosques de Estados Unidos, Canadá o Europa, donde un par de especies pueden dominar territorios inmensos.

 

 

Valen las estadísticas a la mano para visualizar mejor la realidad de una cuenca forestal que está integrada por siete municipios que cubren una extensión de 260.556 km2 (260,556 ha), apenas al 7.6% de la superficie total del estado de Puebla: Chignahuapan, Ahuazotepec, Aquixtla, Ixtacamaxtitlán, Tetela de Ocampo, Huauchinango y Zacatlán.

 

Y es mucho lo que se puede conocer de este bosque. Y una concreta: su vida está vinculada a la estructura de producción capitalista. Hace tiempo que sus explotadores, igual campesinos minifundistas que terratenientes, igual ejidatarios que propietarios privados, encontraron la ruta del mercado.  En algún momento de su perturbada vida –no son los actuales sus mejores tiempos--, la CONAFOR realizó un estudio que se encuentra a la mano en internet (ESTUDIO DE CUENCA DE ABASTO PARA LA REGIÓN CHIGNAHUAPAN-ZACATLÁN, PUEBLA.), publicado en el 2014. De cuando en cuando, el Estado mexicano cumple con una obligación fundamental: investigar a fondo una problemática estratégica para la sociedad, y no lo ha hecho con mayor espíritu ambientalista sino como promotor del desarrollo económico, entiéndase por ello lo que cada quien quiera. No es sencillo averiguar si este diagnóstico tuvo consecuencias, pero leerlo ayuda a entender que el bosque que atravesamos es fundamental para Puebla.

 

Leemos en la página 108 del estudio: “Más del 90% de los recursos forestales de la cuenca se localizan en los municipios de Chignahuapan, Ixtacamaxtitlán, Zacatlán, Tetela de Ocampo, Huauchinango y Aquixtla. Se observa que en prácticamente todos estos municipios se encuentran masas forestales bien conservadas y con buenos índices de sitio, situación que no se observa en los municipios de Tetela de Ocampo y partes de Zacatlán y Huauchinango, en los que se encuentran zonas críticas de tala clandestina y riesgos de daños por incendios, plagas y enfermedades.”

 

El estudio de la CONAFOR detalla los distintos tipos de bosque: bosque de pino, bosque de pino-encino, bosque de oyamel y bosques de otras coníferas. Y ofrece este diagnóstico: “En concordancia total con los resultados de las existencias reales/ha, el comportamiento de los incrementos también indica que la cuenca presenta buenos números en la mayor parte de su área de influencia, pues más del 76% de la superficie presenta incrementos buenos y muy buenos, es decir, superiores a 4.0 m3 rta/ha. (Rollo total árbol por hectárea) Solo el 5.9% de la superficie total presenta incrementos dentro de la categoría de pobre. Con relación a los incrementos por especie, y tomando en cuenta que los rangos de incremento para Pinus patula están muy por arriba de las demás especies, se manifiesta nuevamente que esta especie es la que más contribuye en la cuenca, teniendo casi el 70% de la superficie en la que se encuentra la especie dentro de las categorías de buena y muy buena.” (ESTUDIO DE CUENCA DE ABASTO PARA LA REGIÓN CHIGNAHUAPAN-ZACATLÁN, PUEBLA, p.72)

 

Pero el estudio, elaborado por el Ingeniero Forestal con Orientación en Silvicultura Manuel Morales Martínez, es sin duda la investigación profesional que permite conocer de fondo la realidad de los productores de materia prima que producen 130 mil metros cúbicos anuales de madera en rollo y de la industria que la transforma (los aserraderos). Analiza la situación en más de 500 predios y las oportunidades que existen para la región en el contexto del mercado nacional: el rendimiento de la reforestación/plantación de 20 y 25 años con existencias de 500 M3 por hectárea, de los mejores del país; la cercanía con los centros de transformación (más de cien aserraderos con capacidad de transformar 300 mil metros cúbicos anuales); la calidad de la madera que proviene de aprovechamientos de bosque natural (diámetro y resistencia) sobre la madera de plantaciones; los mayores márgenes de utilidad, la cercanía de los grandes centros de población (Ciudad de México, zona metropolitana de Puebla, Pachuca, Jalapa, Poza Rica).

 

Dice el estudio en la p. 109: “En los municipios de Chignahuapan, Aquixtla, Tetela de Ocampo y Zacatlán se cuenta, en apariencia, con una gran cantidad de superficie cubierta de vegetación de bosque de pino, así como de bosque de pino encino. Esta imagen nos hace suponer tal deducción, sin embargo, en la realidad se observa que si bien es cierto que se puede encontrar vegetación representativa de bosque de pino y de pino encino, esta presenta un alto grado de fragmentación, deterioro y pocas existencias volumétricas como para considerarla comercial. Es importante mencionar que la superficie con potencial comercial para incorporarse al manejo, ya lo está, tanto por sus características dasométricas, como por la extensión territorial. Así pues, no se puede utilizar esta imagen para determinar áreas de vegetación con potencial para el aprovechamiento de los recursos forestales maderables que sustentan sin reforzar lo que de ella se pueda inferir, con una minuciosa revisión de campo.”

 

 

Formar Empresas Forestales Comunitarias, respaldar su desarrollo, propone este ingeniero Manuel Morales con un gran programa de modernización de la planta industrial en la cuenca de Zacatlán-Chignahuapan.

 

Chignahuapan guarda entonces una industria forestal competitiva a nivel nacional. Acudo a mi propio archivo en una investigación inédita del 2016: “La región de Chignahuapan y Zacatlán concentra el 80 por ciento del aprovechamiento legal en el estado –afirma el resumen--. Hay 43 ejidos en el estado de Puebla que cuentan con Auditorías Técnicas Preventivas. Son 14 los ejidos que han logrado la certificación internacional. Hay 150 aserraderos industriales. Puebla tiene la primera Cadena de Custodia Forestal, Protocolo y Certificación de Manejo. Existe una organización de industriales. Los aserraderos clandestinos se encuentran en Aquixtla y Chichicaxtla.”

A la vista del estudio acudimos a la memoria satelital. La vista en google permite visualizar un polígono de más de 46,500 hectáreas de bosque –cerca de 475 kilómetros cuadrados en un perímetro superior a los 180 kilómetros que son objeto de alguna explotación comercial por varias decenas de ejidos y empresas forestales. Y permite ir al detalle que descubre una industria en auge y con décadas de operar legalmente. Otros datos más recientes los aporta Base de datos de Comunidades y ejidos con autorización de aprovechamiento forestal maderable vigente que con datos oficiales de oficios de autorizaciones publica el portal Comunidades y Bosques de México:

En Aquixtla: cinco aprovechamientos con un total de 1,029 hectáreas y 46,8554 m3 de explotación autorizados.

En Chignahuapan: 82 aprovechamientos con un total de 1, 131,926 m3 de explotación autorizados.

En Zacatlán: 18 aprovechamientos con un total de 3,310 hectáreas y 168,186 m2 de explotación autorizados.

El manejo industrial de estos bosques se puede seguir en el paso del tiempo desde el satélite:

A la vista del estudio acudimos a la memoria satelital. La vista en google permite visualizar un polígono de más de 46,500 hectáreas de bosque –cerca de 475 kilómetros cuadrados en un perímetro superior a los 180 kilómetros que son objeto de alguna explotación comercial por varias decenas de ejidos y empresas forestales. Y permite ir al detalle que descubre una industria en auge y con décadas de operar legalmente:

Manchones abiertos en el 2007 ya no se miran en el 2021. Y a la inversa.

 

Un punto en detalle. Cortes en un lado, renuevos en el otro. Parches abiertos y cerrados dan cuenta de una explotación industrial. A la vista una región con unidades de manejo forestal regulado. Es principalmente Chignahuapan la punta de lanza, y de hecho cuenta con los aprovechamientos mejor catalogados de México en el cumplimiento de las normas internacionales de explotación sustentable, ello según los resultados de la Estrategia Nacional para el Incremento de la Producción y la Productividad Forestal (AIPROS), que sigue la pista maderera en Puebla, Chihuahua, Durango, Oaxaca, Veracruz, Quinta Roo, Guerrero y Michoacán. En el 2015-16 no hubo incendios en esa región. Su productividad alcanza los 10 m3/rta (rollo total árbol por hectárea), contra 3-4 de la media nacional. 

 

Al paso de la carretera con estas imágenes se nos revela un bosque explotado industrialmente. Los productores pueden ser ejidatarios o pequeños propietarios, minifundistas o terratenientes. Existen en Chignahuapan 38 núcleos agrarios que dan cuenta de este avance. Ejidos más destacados: Peñuelas Pueblo Nuevo, Llano Grande, Piedra Ancha, Villa Cuauhtémoc, Cruz Colorada y El Manantial.

Los ejidos surgieron con los repartos de las haciendas Almeya (tres mil hectáreas) y Atlamajac (ocho mil hectáreas), repartidas en tiempos de Lázaro Cárdenas. Hay toda una historia de la lucha agraria y de los conflictos violentos entre los antiguos capataces que tomaron partido contra los agraristas. Las matazones no terminaron sino hasta los tiempos de Rafael Ávila Camacho en los años cincuenta. “Señores, ya no se maten”, llegó un día para decirles Jorge Murad, quien llegaría a ser presidente municipal de la ciudad de Puebla, en 1983, por cierto con el mayor fraude electoral a su favor registrado en la historia política de Puebla; el profesor Murad fue un tiempo director del Centro Escolar en Chignahuapan, y fue uno de los promotores de la pacificación de los serranos que peleaban por el bosque.

 

Bosque, política, poder

 

Tierra de caciques, la sierra. Siempre lo ha sido. De horca y cuchillo en el siglo XX. Pero si en el 2021 los señores del poder tienen otros modos, algunos siguen siendo los mismos: han peleado eentre ellos --y se han matado--, pero lo han logrado en los cincuenta años en un sube y baja entre los grupos de poder local,  el control de la presidencia municipal, y lo siguen haciendo. Política y poder, ¿qué va primero? Pensamos en ello mientras atravesamos los montes en la colindancia de Chignahuapan, Aquixtla e Ixtacamaxtitlán, en Puebla, y Tlaxco, el municipio vecino tlaxcalteca.

Los apellidos Rivera Sosa y Rivera Loizaga algo tienen en común: se disputan la presidencia municipal y conviven como empresarios madereros, constructores de obra pública, gasolineros y hoteleros.

 Un primer apellido Rivera aparece en el Ayuntamiento 1975-1978 de Chignahuapan, con Humberto Rivera Bonilla; en el trienio 1984-87 el apellido lo pone Lorenzo Rivera Galindo, padre de Lorenzo Rivera Sosa; en 1990-93 es el turno de José Saúl Carmen Rivera Sosa; el en siguiente lo pone Ramón Peláez Rivera; José Lorenzo Rivera Sosa, hijo de Lorenzo Rivera Galindo, será el alcalde 1999-2001; Raúl Rivera Loizaga lo será en el trienio siguiente, 2002-2004; diez años después, el apellido vuelve al poder con Juan Enrique Rivera Reyes, hijo de Saúl Rivera Sosa y primo de Lorenzo Rivera Sosa, cuyo hijo, Lorenzo Rivera Nava, es el alcalde actual. Para no dejar fuera la región forestal de Tlaxcala, Jorge Rivera Sosa, también hermano de Lorenzo y Saúl, gobierna en Tlaxco. Otros Rivera, Ramón Peláez Rivera en 1993-1996, y Raúl Rivera Loizaga en 2002-2005, primos hermanos, también fueron alcaldes.

Medio siglo entonces. Nunca se han quitado la marca PRI estos señores Rivera, aunque son expertos en la tarea de bordar alianzas con los poderes fácticos de gobernadores en la ciudad de Puebla y presidentes de la república, y no tienen empacho en ponerse en la camiseta el membrete del PAN o del Verde Ecologista. El distrito de Zacatlán, con la participación de los alcaldes priistas de Chignahuapan (Rivera Nava) y Zacatlán (José Luis Márquez), lograron los mejores números en la participación ciudadana en el reciente proceso de revocación-ratificación de Andrés Manuel López Obrador.

La nueva generación de políticos ha pasado por las aulas: Juan Enrique Rivera Reyes estudió Administración de Empresas en la UDLAP, y cumplió con los requerimientos del partido: fue Secretario adjunto a la presidencia del Comité Estatal del Frente Juvenil Revolucionario, Coordinador de campaña de su tío Lorenzo Rivera Sosa, Consejero Político Estatal y Coordinador Regional en la Secretaría de Gestión Social en el Comité Ejecutivo Nacional del PRI: de paso, hasta funcionario de gobierno, pues ocupó el cargo de Director de Programas Especiales en la Secretaría de Desarrollo Social del Estado.

Su primo, el alcalde actual, llegó con trayectoria académica: Derecho en la UDLAP y Maestría en la Panamericana, y se las arregla además para sacar el Doctorado en Administración Pública en la Anáhuac. Así que ya no son los tiempos del Profesor Murad, cuando tuvo que apaciguar a sangre y fuego estas tierras cuando todavía la niebla campeaba un día sí y otro también.

A todos ellos, más allá de los conflictos por el poder regional, los hermana su liga con el bosque como explotadores de la madera en Chignahuapan.

Lorenzo Rivera Sosa es el patriarca actual de la rama Rivera Sosa que ha dado en cincuenta años para gobernar de salto en salto desde el ayuntamiento, las diputaciones y los cargos federales y estatales. De hecho, con la suma de sus ex enlistados en su biografía de Twitter puede uno dar cuenta de su trayectoria: “Ex Presidente del PRI de PUEBLA, Ex Delegado de la @SEDESOL.mx, Ex Dip. Fed. por el 2do Distrito en Zacatlán, Ex Delegado de la @SEDATU.mx, Ex Presidente de Chignahuapan 1999-2001, Ex Secretario del Movimiento Nacional de la Juventud Revolucionaria (1981)”.

 

Predios con aprovechamiento forestal aprobado por SEMARNAT propiedad de los políticos-empresarios Lorenzo Rivera Sosa y Raúl Rivera Loizaga en la región de Chignahuapan.

 

Pero no es un ex propietario de bosques. En la Plataforma Nacional de Transparencia se encuentra la huella de los trámites que ha realizado para la explotación de la madera bajo manejo controlado por SEMARNAT. Para el periodo 2015-2024 la SEMARNAT le otorga un permiso de explotación de 5,115 metros cúbicos de madera en rollo en el predio de 64 hectáreas Sección Rinconada. Y así, en la plataforma se repiten los permisos de manejo forestal para él y sus hermanos Saúl y Armando y Jorge en predios varios de nombres Sección Rinconada, Chignahuancingo, Yacimiento de Agua Llano Largo, Es Hacienda Tlacotla. Ex Hacienda Atlacamax.

 

Entrega de recursos para programas de aprovechamiento forestal por la CONAFOR en Chignahuapan. Al centro a la derecha, en segundo plano, Lorenzo Rivera Sosa y Raúl Rivera Loizaga.

 

El bosque del crimen

 

Así que el bosque que atravesamos el viernes 8 de abril de 2022 no es uno cualquiera. Marca sin duda la frontera entre un región forestal ligada a la producción y al mercado capitalista. Del otro lado, encontraremos el bosque sobreviviente en las cañadas de los pueblos indígenas.

La actividad forestal, muy fuerte en Chignahuapan y Zacatlán, en la región de Aquixtla destaca por la existencia de la tala clandestina. “El saqueo es brutal”: esa es la frase con la que un pequeño propietario en el cerro de Espejeras, en La Cañada, describe la situación en Aquixtla y Tetela. La autoridad, me dice, en sus tres planos, lo sabe. Se habla de una especie de “zona de tolerancia” en Aquixtla. Hay fuertes quejas de los ejidatarios de Chignahuapan. Los propietarios de bosques en la zona no pueden enfrentar a los talamontes, claramente vinculados al crimen organizado. Sin embargo, es un hecho que las mafias también están vinculadas a Chignahuapan, pues hacia allá sale la madera. Un aserradero vinculado a la tala clandestina, cerrado en su momento por las autoridades, ha abierto nuevamente.

 

A la vista la declaración del gobernador Miguel Barbosa el 4 de noviembre de 2020, tras la detención de dos integrantes de la banda de Sotero P., alias “El Cacaloco”, en el municipio de Ocotepec: “La Federación no ha hecho vigilancia en los boques para impedir la tala clandestina en el estado. No hay inspectores, debería haber una policía encargada de vigilar la tala, no corresponde al gobierno del estado, nosotros hemos detenido a bandas dedicadas de la tala inmoderada e ilegal”. Así que yo no soy responsable, es teté. (Foto distribuida por CONAFOR en conferencia de prensa del 21 de junio de 2020 sobre tala clandestina en la Sierra Norte).

 

El bosque comunitario

 

Aquí y allá en la carretera aparecen los accesos a las brechas que se meten en el bosque. Contra los procesos caciquiles y criminales el monte produce alternativas. Y se cuentan por decenas. Son los proyectos de manejo forestal comunitario. Tenemos tiempo de encontrar su registro en reportajes y recuentos oficiales.

 

Aserradero del ejido Llano Grande. (Foto de CONAFOR)

 

Como el ejido Llano grande, la localidad de El Aserradero, de 409 habitantes; tienen 1700 hectáreas forestales y que aplica 190 mil jornales para la conservación del bosque y que logra ya utilidades anuales de 130 mil pesos por ejidatario (Conservación de biodiversidad 05 en el ejido Llano Grande, Puebla).

 

O el ejido Peñuelas Pueblo Nuevo, con 105 ejidatarios y 33 años ya de experiencia de manejo forestal que los ha llevado a generar empresas paralelas a la explotación de la madera (vivero, banco de semillas, muebles, artesanías) (Animal Político/Abril 2022).

 

O el ejido Acolihuia, con 354 ejidatarios que trabajan en común desde hace 28 años sus 437 hectáreas de bosque natural, organizados en 32 cuadrillas de 12 personas y que recuperan además otras 550 hectáreas deterioradas por el sobrepastoreo. Foto de Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura Sostenible.

 

O el ejido Cruz Colorada, de 1,055 hectáreas, cuyos 53 ejidatarios aprovechan 428 hectáreas forestales, y que han logrado recuperar 183 hectáreas con vocación forestal deterioradas por el sobrepastoreo y los cultivos.

 

 

 

 De nuevo, aquí, la antigua rebeldía serrana. Un reportaje del portal Mongabay documenta el esfuerzo organizativo en el bosque de Ixtacamaxtitlán y Chignahuapan, contra todos los obstáculos. El ingeniero forestal José Uriel Velázquez Cerón, responsable técnico de la Unión de Ejidos de la Sierra Norte de Puebla, relata el intento de regeneración de los productores de 11 comunidades que, en conjunto, tienen una superficie de poco más de 5383 hectáreas, de las cuales 2247 son bosques y, de ellas, 1662 están bajo aprovechamiento forestal. Su grupo forma parte de Guardianes del Bosque, movimiento que impulsa la Alianza Mesoamericana de Pueblos y Bosques.

 

Nos asomamos a la cañada de Aquixtla. El valle deslumbra por la ausencia del bosque y más por la techumbre plástica de los invernaderos.

 

CONTINUARA EN TERCERA PARTE