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26 Abril 2024, Puebla, México.

Nuevo viaje a la Sierra de Puebla. La montaña y la llanura / Alicia Mastretta Yanes y Sergio Mastretta

Naturaleza y sociedad | Crónica | 4.MAY.2022

Nuevo viaje a la Sierra de Puebla. La montaña y la llanura / Alicia Mastretta Yanes y Sergio Mastretta

Primera parte

 

Mirar la sierra al paso y a dos voces: la de la bióloga y la del periodista que quieren comprender la riqueza socio-ambiental y sus contradicciones, tan profundas como las barrancas por las que se desgaja la tierra hacia el mar. Repiten un viaje realizado también en abril y su semana santa, pero del año 2003. Y uno más en noviembre de 1999, tras la catástrofe provocada por las lluvias de octubre de ese año. Y otros desde 1971 por una Sierra de Puebla que impacta como ningún otro territorio la conciencia crítica. El relato va de la vivencia inmediata a la memoria de experiencias serranas de otros viajes vividos por los cronistas de esta historia.

 

La Montaña

 

La sierra al paso de la carretera. Se viene encima, sólida y etérea, como los 2,915 metros de altura de cerro Zotolo, ese macizo erguido al fondo de la cañada de Aquixtla, desvanecido sobre Tetela en el ahogo de la niebla intermitente. Empezar por ahí, para interrogarlo sobre la más antigua vocación de esta sierra. Plantar frente a ella las preguntas que animan el viaje: ¿Cuánto puede resistir la montaña el embate del progreso? ¿Qué Estado y organización social se necesita para una relación socio-ambiental armónica? ¿Qué quiere decir "sustentable" ante la insaciable sociedad de consumo? ¿Qué significación histórica tiene la frase "acción civil organizada" en este territorio de resistencia milenaria?

 

El maíz sobreviviente por el campesino nahua. Al fondo el Zotolo y sus 2,915 metros sobre el nivel del mar. Un paredón que se levanta 1,200 metros sobre el pueblo de Tetela. Cima y abismo en el tiempo. Foto de Mundo Nuestro.

 

Tomamos el rumbo de una montaña que sobre cualquier cosa es originaria. Este mapa identifica a cada una de las comunidades fundamentalmente nahuas y totonacas plantadas en el centro de la Sierra Norte de Puebla. (Fuente. CDI, gobierno federal).

 

Imaginarla por un momento un llano simple, sin pueblos, sin picos ni barrancos, sin las mil gargantas que la quiebran, y más, como el fondo marino del tiempo insondable en la que nada de lo que vemos existe. Montaña y llanura, entonces, confrontadas en una misma tierra. La montaña, para serlo, algún día fue llanura. El valle, el monte que se desgaja.

La Sierra Norte de Puebla es el vértice donde se besan la más antigua y la más joven de las cordilleras de México: la Sierra Madre Oriental --que se extiende desde Tamaulipas y Nuevo León hasta el sur, entre Veracruz y Puebla--, y la Faja Volcánica Transmexicana --que recorre de Oeste a Este el centro del país, con el Nevado de Colima y el Pico de Orizaba en sus extremos. La Sierra Madre Oriental se creó por el choque de las placas tectónicas que levantaron el suelo del océano somero que antes era México, hace poco más de 100 millones de años. Las rocas gris oscuro que pueden verse en uno que otro corte que la carretera hace en el cerro, son producto de ese pasado. Las lajas apiladas y apretadas muestran líneas en diagonal o vertical, que alguna vez fueron horizontales al suelo. Al tiempo que la fuerza tectónica levantó la tierra, el poder erosivo del agua y la gravedad comenzó a afilar los picos de las montañas, deslavando los materiales más suaves y llevándoselos corriente abajo.

 

Tetela de Ocampo, en la Sierra Norte de Puebla, se encuentra en el límite entre la Sierra Madre Oriental (SMOr) y la Faja Volcánica Transmexicana (FVTM).

 

Luego, cuando los pliegues de la Sierra Madre Oriental ya tenían decenas de millones de años de haber dejado de ser océano, comenzó la actividad volcánica de la Faja. Desde hace unos 20 millones de años, hasta el último pulso que formó los volcanes más grandes del centro de México hace apenas un millón de años. La ceniza y la lava volcánica cubrieron la ya accidentada sierra. El resultado es un terreno aún más propenso a los deslaves: cuando llueve mucho, la parte más joven de las montañas formada por la ceniza comprimida de la actividad volcánica, absorbe y absorbe agua; pero la roca sólida y más vieja no la captura. Entonces, la parte joven de las montañas se deslava con facilidad y forma extensos barrancos de pendientes imposibles. Así, con cuantos aguaceros como el de 1999 hayan ocurrido en los últimos millones de años.

Empezar por ahí, por esa inmensa masa de tierra desgarrada por el agua desde la era geológica. Diluvios para la presión de la placa tectónica; aguaceros apocalípticos para aplacar la furia volcánica. Entender, con la mirada entrenada de la bióloga Alicia Mastretta, que sus barrancas milenarias son el recuento final de millones de años de colapsos recurrentes, como los ocurridos por huracanes estacionados en sus montes en 1944, en 1955, en 1999, en 2021, en la era mínima de nuestra presencia en la tierra. Asimilar, con la mirada intrigada del periodista, la existencia histórica de estos pueblos construidos por la guerra que les llega de fuera: los aztecas, los misioneros, los encomenderos, los criollos insurgentes, los austriacos, los aserraderos y la madera en rollo para el consumo del mercado capitalista. Y el enemigo interno: los cacicazgos.

Historia y política, geología y biodiversidad: entretejer la mirada. El Partido de la Montaña, le llamaban a los serranos en los años de las guerras nacionales del XIX, cuando amigos y enemigos intentaban asimilar así el ánimo rebelde de nahuas y totonacas. La Montaña en oposición al partido de La Llanura. Dos mundos opuestos, irreconciliables. Centro y periferia. Sometimiento y rebelión. Colapso y reconstrucción. Economía campesina y engrane capitalista, ahora mismo esferas, madera, pastos, jitomates, café, manzanas, piedras, feldespato, oro, petróleo. Agua. Maíz e invernaderos. Potreros y frutales. Erosión y terrazas. Cacicazgo y poder popular. Las palabras se escurren, chocan, se revuelven, ruedan y nunca se redondean como las piedras ingratas que son del conocimiento, pero con ellas vamos en este nuevo viaje en abril y en semana santa al territorio del río Zempoala en la Sierra Norte de Puebla. Jugamos con las palabras hasta llegar al parto de los montes.

 

Colapso

 

La bióloga y el periodista repetimos el viaje de abril de 2003 (Viaje al Zempoala, Semana Santa del 2003). Un día recorreremos el cañón del río Zempoala por su orilla poniente, hasta su fondo, donde le brota la vida en las cascadas de Aconco; al otro tomaremos por la cañada del río Zihuateutla, tras el paredón que impone sobre Tetela el insumiso Zotolo, para admirar la soledad y la fortaleza de los pueblos. Desde ahí queremos contemplar esta tierra.

La sierra desde la memoria de lo ocurrido en la comunidad de Totomoxtla el 6 de octubre de 1999. Tres días de lluvias torrenciales terminan por desgajar el monte en el que los pobladores siembran café y sobre todo los auténticos chiles serranos, la especialidad de esta cañada. La geología creó de forma natural una zona de deslaves. Para crear el desastre humanitario de 1999 se sumaron la deforestación –que disminuye aún más la capacidad de retención de la tierra en las montañas-, y los asentamientos urbanos –que ponen viviendas o pueblos enteros en el camino del agua. Así, la avalancha de lodo no encuentra más camino que la calle principal en su peregrinaje al cañón del río Zempoala.

 

 

“El deslizamiento ocurrido en el poblado de Totomoxtla es un claro ejemplo de este tipo de inestabilidad, además con la peculiaridad de que, debido a la sobresaturación de agua de los horizontes metamórficos ricos en arcillas, la masa deslizante se transformó en un flujo de escombros cohesivo capaz de transportar por grandes distancias bloques de más de un metro de diámetro.”

Para un estudio geológico detallado sobre el desgajamiento de la montaña sobre el pueblo de Totomoxtla se puede leer: Lucia Capra, José Lugo-Hubp, José Juan Zamorano-Orozco, La importancia de la geología en el estudio de los procesos de remoción en masa: el caso de Totomoxtla, Sierra Norte de Puebla, México (Boletín de la Sociedad Geológica Mexicana. Vol. 58, Núm. 2, 2006, p. 205-214)

 

Recuperamos lo escrito en octubre de 1999 (Revista Nexos No. 263, Noviembre), apenas unos días después de la mayor catástrofe que se recuerde en la sierra, y publicado en la revista Nexos en noviembre:

“Las tormentas de octubre sobre la Sierra Norte de Puebla pusieron una terrible paradoja al descubierto, algo que hace aún más difícil reconstruir la infraestructura perdida: la región indígena-mestiza cuenta con altos niveles de producción agrícola e industrial pero se encuentra amarrada de manos por estructuras políticas y económicas extremadamente arcaicas. Los ríos desbordados cargan una vez más las preguntas sobre la vocación natural de esas montañas.

“Ironía mexicana: el azote del cielo trae la Sierra Norte de Puebla a la historia moderna del país. Ni las guerras civiles del siglo XIX provocaron una movilización social como la que se vive desde la primera semana de octubre. Más allá de los muertos -tal vez cerca de 500- y la destrucción de la economía y los servicios en un territorio al que el Estado con sus instituciones nunca acabó de llegar, sesenta horas de lluvias activaron el detonador de un cambio estructural en esta densa región de pueblos indios nahuas y totonacos sumidos en la marginación y la pobreza propias de los rasgos más arcaicos de México. Si a la inteligencia se suma una buena política, tal vez de la catástrofe resulte una nueva sierra.

“Pocas regiones indígenas y mestizas tan complicadas como la Sierra Norte: por su diversidad ecológica en riesgo -ganado, cafetales y cítricos y agricultura maicera han deforestado serranías que van desde los 400 hasta los 2,500 metros sobre el nivel del mar-; por su densidad y dispersión demográfica -1,000,000 de habitantes en más de 2,000 pueblos y tan sólo 7 ciudades con más de 20,000 habitantes; por su economía de autoconsumo entreverada con nudos de capitalismo salvaje en la tala forestal, la producción intensiva de café para la exportación y la explosión de las maquiladoras para la confección. Todo ha sido puesto en jaque por sesenta horas de diluvio sobre 15,000 kilómetros cuadrados de territorio marginal a dos horas en auto de la ciudad de México.”

 

El templo de Tapayula, en el municipio de Camocuautla. Valorar esta catástrofe desde la perspectiva científica, documentada por Alicia Mastretta en el texto Cianuro en zona de deslaves: “Quien quiera evidencia y explicaciones geológicas que recurra a las publicaciones científicas que se hicieron al estudiar la catástrofe (algunos ejemplos Britán 2000; Lugo-Hubp et al 2001; Vázquez-Conde et al 2001; Capra et al. 2003a; 2003b; Alcántara-Ayala 2004; Borja-Baeza 2003; Dávila-Hernández 2003; López-Mendoza 2003; Marcos-López 2003; Ochoa-Tejeda 2004; Lugo-Hubp et al 2005). ¿Cómo pudo suceder algo así?  En un artículo publicado en la Revista Mexicana de Ciencias Geológicas Lugo-Hubp y colaboradores (2005) explican que en cuatro días llovió el 50-60% de lo que normalmente llueve en un año sobre un relieve muy pronunciado, rico en tipos de rocas propensas a la erosión y que además se encuentra deforestado y modificado por la construcción de carreteras. Todo esto causó un proceso de remoción en masa (es decir miles de procesos de caída, deslizamiento y flujo de enormes cantidades de tierra, roca y agua) con las consecuencias que conocemos.”

 

Se colapsó la sierra entonces. Vislumbramos las consecuencias estructurales que tal catástrofe acarrearía. La recorrimos en una de sus arterias vitales, la del río Zempoala, tres años después, en la Semana Santa de 2003.

 

Dos temas de fondo: El río Zempoala, el río de los liquidámbares y los encinos. Es el río de las bromelias y los acantilados. Es el río de los pueblos serranos. Es el río de los bosques de niebla de las montañas de Puebla. Este sistema hidrológico, el río que conglutina junto con el Ajajalpan las aguas centrales de la Sierra –completada en sus vertientes del Necaxa y el Apulco para caer en la costa veracruzana en el Tecolutla--, carga también con una enorme dispersión de pueblos indios antiguos, todos ellos de agricultores minifundistas en lucha por la tierra contra el bosque y las extensiones ganaderas y de cultivos perdidas por el despojo de los caiques en el siglo XX. La cuestión forestal: la perspectiva histórica, social, económica de la región serrana, la de más alta densidad maderable en el estado. ¿Qué ha ocurrido en el último siglo para que eventos naturales como el de las lluvias de octubre de 1999 afecten de manera tan brutal este ensamble de montañas y pueblos?

 

Llanura

 

Entrar a la sierra por la bocasierra de Chignahuapan. Por el  llano en el que se planta la que ya es una ciudad se escurren los arroyos que formarán el río Ajajalpan, hacia el norte por el que se asoma a su barranca la otra bocasierra, Zacatlán. Al oriente y al sur la serranía es densa y todavía da cuenta de la tradición maderera de la región.

Zacatlán y Chignahuapan. Con ellas es posible comprender la figura histórica de la “bocasierra”, como identifican los historiadores a estos antiguas cabeceras asomadas desde el altiplano a ese colapso de la tierra hacia el mar. Llanura y ciudad. Planicie y caos.  Antes del monte, el desastre urbano de estos dos pueblos enfrentados siempre por el predominio regional, más liberal la primera, más conservadora la segunda, si se siguen los parámetros de las guerras civiles entre 1855 y 1878. Pero con las dos es posible medir el colapso social que cargan encima. En Chignahuapan, el ejemplo de crecimiento urbano: en 1990 el 72 por ciento de las personas vivía en localidades rurales; en el 2010, el número cayó a 61; en el primer año, la superficie de la ciudad formaba un polígono de 244 hectáreas, veinte años después esa área creció hasta las 1,630 hectáreas. En el corto plazo de 2010 a 2020 la población subió de 22,700 personas a 27,200. Cuatro de cada diez personas en el municipio viven en el área del pueblo mágico de las esferas. En estos años que vienen y hasta el 2030, la ciudad necesitará de al menos 1,200 nuevas casas.

 

 

 

Las bocasierra Zacatlán y Chignahuapan. Asentadas ya en la llanura primera del altiplano, son ya ciudades que se comen el territorio que las enmarca. Crecimiento sin ordenamiento. Zacatlán, con 1.9 km2 en 1984 abarca ya más de 22 km2 en el 2020. Más de la mitad de los 87,361 habitantes del municipio viven en la cabecera. Chignahuapan no le va lejos: 1.7 km2 en 1984, ha crecido hasta los 8 km2 en el 2020. Igual, de los 66,464 habitantes más de la mitad se concentran en la llamada ciudad de las esferas.

Pueblos Mágico, le dicen a Chignahuapan. Y sí, ya lo visitan miles, sobre todo en la temporada de las esferas montada en una industria en creciente boom con decenas de talleres familiares pero cada vez más en fábricas con miles de mujeres trabajadoras ocultas en galpones que destellan aquí y allá.

 

Foto INAH.

 

Se han organizado los artesanos de las esferas. Tienen ya uno de los recorridos más exitosos entre los llamados Corredores Artesanales que organiza FONART en todo el país. El Directorio de empresas en México registra 65 establecimientos de fabricación de artículos de vidrio. Un recuento del Ayuntamiento en 2016 identificaba 350 talleres artesanales y seis fábricas de esferas. Imposible saber cuántas producen al año. Millones, 350 afirma un Comité de la Feria del Árbol y la Esfera. Se dice rápido, pero el significado de este explosivo fenómeno se entiende en estas cifras: si en el 2015 visitaron la ciudad 179,393 personas, en el 2019 fueron 378,576 los turistas, y su gasto subió de 117.5 millones de pesos a 240.6. Esferas, mercado, dinero. Empleos. Aquí han sido emprendedores. No han esperado a que el Estado llegara a salvarlos. Los alcaldes se cuelgan las medallas. Indicadores de progreso. Explosión urbana. Vivienda, hacinamiento, colonias, demanda de agua, basura. Contaminación. Todo al mismo tiempo. Es la llanura. 

 

Fuera del casco viejo, y a juzgar por lo que se mira desde el entronque de la autopista Tlaxco-Tejocotal, hacia el centro, proliferan los caseríos de block y losa que encierran lo que queda de la teja percudida de las casas serranas. En este llano desde el que se desbarranca la sierra cada quien construye como se le ocurre y donde puede en el abismo de la desgracia arquitectónica que abate a las ciudades mexicanas. Y aquí eso quiere decir en todos lados y antes de que alguien discurra que una casa necesita una calle y un trazo que indique que el mundo puede ser dispuesto con orden. El Estado ausente, platicamos, en lo que a ordenamiento territorial y urbano se refiere.

 

 

Como quiera, existe el Estado

 

Parece que no está tan ausente el Estado. Chignahuapan tiene un relleno sanitario que opera desde el 2010 y una planta de tratamiento de aguas residuales que funciona desde febrero de 2016. Y sorpresa, un plan desarrollo urbano municipal.

En el portal del ayuntamiento de Chignahuapan aparece muy formal y elaborado un Programa Municipal de Desarrollo Urbano Sustentable de Chignahuapan 2017 que con sus 172 páginas se propone como “una herramienta adecuada, necesaria e indispensable forma de profundizar la gobernabilidad, puesto que contribuye a mejorar los procesos en la toma de decisiones, administración de los recursos fiscales y focalización de los presupuestos municipales de acuerdo a las necesidades prioritarias de los pobladores en el corto, mediano y largo plazo.” No es fácil hacerse una idea de si esta herramienta opera actualmente pero el hecho de que exista la vemos sin duda como una buena noticia.

Por sustento legal no para este plan serrano. Apuntamos, y suman 14, las leyes en las que se sustenta este programa: Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, Ley General de Asentamientos Humanos, Ordenamiento Territorial y Desarrollo Urbano, Ley General de Protección Civil Ley de Caminos, Puentes y Auto Transporte Federal, Ley General de Turismo, Ley Federal Sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos, Ley General de Bienes Nacionales, Ley General de Cambio Climático, Ley General de Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente, Ley General para la Prevención y Gestión Integral de Residuos Sólidos, Ley de Desarrollo Urbano Sustentable del Estado de Puebla, Ley de Fraccionamientos y Acciones Urbanísticas del Estado Libre y Soberano de Puebla, Ley de Vialidad para el Estado Libre y Soberano de Puebla, Reglamento de Obras y Construcciones para el Municipio de Chignahuapan, Diagnóstico ambiental ciudad de Chignahuapan en PDUM 2017.

De grandes intenciones está pavimentado el camino del caos.

Sometemos el documento a la presión mínima del interrogante sobre la contaminación del agua y del suelo.

Contaminación del agua: 71 palabras.

Por vertimientos de las viviendas y las concentraciones industriales, los cuales en la zona de estudio no presentan datos actualizados. En concordancia con el programa municipal de ordenamiento territorial Chignahuapan (2015), se recomienda aplicar las normas oficiales mexicanas vigentes para el control, manejo y tratamiento de aguas residuales, para reducir los niveles de contaminación en descargas clandestinas que se vierten en las lagunas y ríos que se encuentran dentro del municipio.

 

PTAR Chignahuapan. (Google Earth).

 

Existe en Chignahuapan una planta de tratamiento. Costó 36 millones de pesos y la entregó la Comisión Nacional del Agua el 23 de febrero de 2016. Recibe al año 1.55 millones de metros cúbicos, y logra, según la misma CONAGUA reducir la demanda química de oxígeno (DBO) de 199 mg/l a 91.4, y los sólidos suspendidos totales (SST) de 199 mg/l  a 93 mg/l. Algo es algo, diremos, y a juzgar por lo que dice su operador responsable Ulises Téllez Gonzáles, la planta funciona normalmente (v-noticias puebla). Pero los resultados dejan el agua más de tres veces por encima de la NOM-003-SEMARNAT-1997:

 

 

Contaminación del Suelo: 281 palabras.

En la localidad de Tzitla, está en funcionamiento un relleno sanitario, en donde diariamente se recolectan, procesan y reciclan en promedio 40 toneladas de residuo sólidos municipales que producen de basura en la cabecera, así como sus 5 barrios y 38 localidades. Está previsto para una capacidad de 25 mil metros cúbicos, con recubrimiento de geo membrana y tanque para manejo de lixiviados, con un promedio de vida para 30 años. De las 40 toneladas de basura diaria que se recolectan en el municipio, trabajan en la separación de materiales como pet, plástico soplado, duro, polietileno, poli papel, vidrio, aluminio, fierro, cartón, hule, llantas, lo que permite reducir hasta en un 18 por ciento el total de desechos a procesar. Dos de los problemas que tiene el relleno sanitario son: el primero por la ausencia de una planta de tratamiento de lixiviados, los cuales pueden llegar a tener impactos negativos en el suelo y en los recursos hídricos; y el segundo, la falta de un programa o sistema de separación eficiente de los residuos.

 

Eso dice el programa del ayuntamiento. Esto afirma en su página 47 la investigación Diagnóstico de sitios de disposición final de residuos sólidos urbanos publicado en 2021 por el Instituto de Gestión, Administración y Vinculación Municipal (Igavim): “Inició operaciones en el año 2010, la capacidad total del relleno es de 28,000 toneladas por batería, cuenta con 11 pozos de venteo con una distancia de 15 metros entre cada pozo. No indica si se cuenta con un sistema de captación de lixiviados, no cuenta con aprovechamiento de biogás y tampoco energético. Se han depositado anualmente aproximadamente 11,856 toneladas, con una recolección diaria de aproximadamente 38 toneladas y una vida estimada del relleno sanitario de 20 años.”

 

Contemplamos el caserío por la carretera que le da la vuelta al viejo pueblo. Lo podemos mirar nuevamente también desde la vista satelital.

 

 

Así que nos preguntamos por el Estado que se refleja en Chignahuapan. Todavía una pequeña ciudad, camina sin embargo muy horonda como pueblo mágico a convertirse en zona metropolitana, ejemplo fiel de la repetición de los horrores cometidos en las ya decenas de urbes mexicanas desbordadas por la explosión demográfica y un crecimiento económico construído por sí misma desde los talleres de esferas y las explotaciones forestales.

(CONTINUARÁ. SEGUNDA PARTE: BOSQUE, DINERO, PODER)