Ciudad /Naturaleza y sociedad /Gobierno | Opinión | 15.JUN.2022
El agua de la Laguna de San Baltazar: la imagen de un país posible / Mundo Nuestro
Esta mañana en la Laguna de San Baltazar, el parque público construído por la organización civil Puebla Verde en 1987, recuperado como laguna desde su estado de abandono como cuerpo natural de agua en el que la ciudad de Puebla lo tenía.
Treinta y cinco años después es la imagen más cercana para confirmar que otro país es posible: claro en su propósito de una vida grata para todos, transparente en su realización como proyecto político democrático, construido colectivamente, de desarrollo nacional.
La historia la sabemos: en 1987 ese antiguo espacio natural de regulación de los escurrimientos en el sur del valle en el que se asienta la ciudad de Puebla --eran diecinueve, y solo este ha sobrevivido-- era utiiizado como campo de expansión de la corrupción ejidal y paradero de combis de la entonces todopoderosa organización 28 de Octubre. En la misma antesala se encontraron Verónica Mastretta y Rubén Sarabia, Simitrio, ambos con el mismo propósito de proponer al alcalde Guillermol Pacheco Pulido el uso de lo que en ese entonces era sobre todo un pantano. Ambos, Verónica y Simitrio se presentaron y se platicaron lo que los llevaba a esperar que el presidente municipal Pacheco Pulido los recibiera: Simitrio para confirmar su propósito de establecer una gran base de combis y taxis para el servicio que la organización controlaba, y Verónica para proponer el rescate del viejo vaso regulador. Al líder popular no le llevó mucho tiempo en comprender que su propósito era a todas luces absurdo frente a lo que Verónica le explicó (justo el mecanismo natural de regulación de las aguas a través de este conjunto de lagunas que algún día existieron, como La Mora, Chapulco --esa sí recuperada en el 2008 por el ayuntamiento--, Agua Santa, Castillotla, con la laguna de San Baltazar como moribundo sobreviviente), ahí mismo dijo que se olvidaría de todo propósito de pulpo transportista,
Lo que siguió también es público: la afirmación de Guillermo Pacheco Pulido en el sentido de que el gobierno municipal no tenía dinero ni tiempo para recuperar a la laguna y que si el grupo que representaba Verónica lo hacía, él no sería un obstáculo. Y no lo fue: el municipio llevó a cabo todo el dragado, Puebla Verde construyó el cercado, inició la siembre de los árboles y terminó los trabajos de conformación del cuerpo físico de la laguna. En palabras de Verónica Mastretta, "el municipio sí invirtió y sí participó, fue un trabajo de arranque que se hizo en conjunto." Todo lo que siguió se logró bajo la custodia de la organización civil.
La Laguna de San Baltazar no solo ha sobrevivido sin recursos públicos, sino que se proyecta hoy como un modelo replicable en el enorme esfuerzo de regeneración ambiental que una ciudad del tamaño de la ciudad de Puebla demanda, en particular, la urgencia absolutamente estratégica en su resolución de construir un gran proyecto de recuperación de la Cuenca Alta del río Atoyac.
Treinta y cinco años después ahí estla el agua cristalina de la Laguna de San Baltazar. Pensar con ella en un río Atoyac corriendo vivo y cristalino, en una Malinche densa de pinos, encinos y oyameles, en un lago de Valsequillo cumpliendo su función de gran contenedor de agua para el riego y de espacio colectivo inigualable en su belleza en el entorno formidable de la serranía del Tentzo y sus pueblos originarios.
No es un sueño. Es un país posible, el nuestro, el más cercano, en el que vivimos, el México moderno de la ciudad de puebla. Sociedad civil organizada, participativa, inteligente, creadora y realizadora de proyectos colectivos, la explicació última de la posibilidad de un buen y mejor gobierno.