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28 Septiembre 2024, Puebla, México.

Poder concentrado / Luis Alberto Fernández García

Política /Gobierno /Sociedad | Opinión | 28.AGO.2024

Poder concentrado / Luis Alberto Fernández García

Imagen tomada de la revista Nexos

Que el poder se concentre más y más no es algo que convenga a los ciudadanos. Aunque el poder -me refiero al ejecutivo federal, que es legal y metalegalmente el mayor- se presente a sí mismo como el único auténtico defensor de “el pueblo” (categoría difusa, si las hay), en general, la buena marcha de una democracia requiere de instituciones que dificulten el abuso del poder, que traten de evitar que cualquier integrante de la sociedad, independientemente de su estatus, sea abusado por el poder. Naturalmente, los menos poderosos son los que más requieren los contrapesos y la vigilancia sobre quienes ejercen mayor poder político.

No se requiere que el gobernante sea especialmente malvado para temerle, pues aunque fuera muy “buena gente”, los ciudadanos requeriríamos de su voluntad, de su buena voluntad, para que no use los medios de los que está socialmente dotado contra nosotros. Es más seguro que legalmente no le sea posible.

Ahora estamos asistiendo a una gran concentración del poder político -como no la habíamos visto, quizá desde 1994- en manos del presidente de la república y de su sucesora. Eso no conviene, ni menos si hay un contexto de dificultades económicas, como las habrá. Las crisis y las carencias ponen nervioso a cualquiera y, aun cuando el crecimiento sea desigual como lo es, peor es la escasez. Un poderoso muy poderoso alterado, preocupa a cualquiera.

En efecto, la Dra. Sheinbaum asumirá la presidencia con una pobre recaudación fiscal (la más pequeña con relación al PIB de la OCDE), sin los recursos adicionales de los que pudo echar mano su antecesor (fondos especiales, fideicomisos, créditos fiscales de grandes contribuyentes morosos), con enormes compromisos programáticos, con pesos que valdrán menos frente al dólar con el que hay que pagar una deuda externa mayor y en un contexto inflacionario.

Falta de contrapesos, dificultades económicas, exceso de compromisos y un poder militar acrecentado, no es, en modo alguno, lo que conviene a quienes estamos fuera de los circuitos del poder, incluyendo, principalmente, a los pobres -que se supone que iban primero.

Para mayor inri, vemos a mentes brillantes, con formación sólida, con la ilusión de que asistimos a una transformación beneficiosa para las mayorías en contraste con sexenios y sexenios de injusticias, sacrificar el uso de su razón en aras de la emoción que les causa el liderazgo carismático de un líder que abomina del equilibrio de poderes que suponen los regímenes democráticos. No está bueno.